Capítulo 9

Como un aro perfecto, la oronda luna refulgía en el manto infinito, opacando con su aura de plata, el brillo de los astros circundantes. Elevé mi cabeza hacia las alturas, contemplando a la inmaculada señora de la noche, mi protectora, y un clamor se escapó de mis fauces, un ruego que se alzó en forma de un único y resonante aullido, que se extendió por el bosque y ahuyentó a las aves noctámbulas, moradoras de los lúgubres follajes. Estas se alzaron en parvada, proyectando sus negras siluetas en el éter, hasta desaparecer en la distancia.

La brisa nocturna me trajo vagos ecos, sonidos de un bosque insomne que se extendía hasta donde mi vista alcanzaba.

Desde mi puesto, en el punto más alto del terreno, podía ver a algunos de esos animales trasnochadores, saliendo se sus madrigueras y escabulléndose entre la maleza. Supe identificar, por los aromas y sonidos que el viento gentilmente me acercaba, a varias especies, pues me había vuelto bastante diestra en ese aspecto; como toda una cazadora experta.

Comencé a bajar por la pendiente en un trote ligero.

Mis acolchonadas patas amortiguaban mis pasos, evitando el crujir de ramas yertas y hojas mustias, que se diseminaban por el suelo.

Una vez más me adentré al bosque, mi segundo hogar (con restó de auto servís incluido), y seguí uno de los senderos de caza que había marcado con anterioridad y llevaban hacia el claro más transitado, pues era lugar de paso hacia el lago.

No debí esperar mucho para capturar a mi primera presa. Había adoptado el gusto por los cérvidos, pero tampoco le hacía asco a los hurones, que solían salir cuando las sombras se ceñían sobre el bosque. Me divertía bastante persiguiéndolos (un poco de juego previo me abría el apetito) y su sabor tampoco estaba nada mal, si se omitía el colchón de pelos.

Cuando terminé mi segunda cena, estaba dispuesta a regresar, pero, un aroma inusual captó mi atención y me puso alerta.

Jamás había sentido una fragancia como aquella en esos parajes, salvo la que mi propio ser desprendía; porque aquel aroma era particular de mi especie, lo cual era absolutamente raro, ya que, hasta donde sabía, no había lobos en la región (el animal más cercano al lupus que tenemos en Argentina es el aguará guazú, y no habita en el sur.)

Motivada por la curiosidad, seguí el aroma y este me llevó hasta la orilla del lago, donde el agua y el viento, que había cambiado de dirección, lo camuflaron.

Me acerqué al borde, para beber de aquellas aguas heladas antes de irme, y entonces fue cuando lo vi.

Mis entrenados orbes captaron la enorme figura lobuna, que se erguía como una negra estatua, en el lado opuesto del lago. Sus ojos brillaban rojos, completamente encendidos como dos focos, que apuntaban directamente en mi dirección. Sus características (el tamaño sobre todo) evidenciaban que no se trataba de un lobo ordinario. Por ilógico que pareciera, esa imagen era la de un licántropo.

Por un momento me quedé estática, intentando procesar lo que eso significaba. Hasta que, en un impulso suicida intenté, al igual que el ciervo escapista, atravesar el lago para acercarme al contrario, pero la misteriosa figura ya había desaparecido, cual fantasma, en la densa espesura.

—¿Vas a ir al boliche o no?

Dana blanqueó sus ojos y negó.

—Ya te dije que no me gustan esos lugares. Son demasiado bulliciosos y concurridos. Prefiero el silencio de la Biblioteca.

—¡Yo también!—acordé sinceramente—. Pero sabes bien por qué debemos ir...

—Sí, para ejecutar la "venganza"— soltó ella, haciendo un gesto de comillas con los dedos. Luego frunció el gesto—. Pero lo estuve pensando mejor y ya no sé si sea buena idea.

Aquellas palabras me desconcertaron. En un principio Dana me había apoyado, sobre todo porque la víctima directa del plan sería Karen, y ella la odiaba (en ese momento más que nunca)

Pero para que se sitúen mejor, les explicaré las cosas.

Todo había ocurrido semanas atrás, cuando la rubia cheta y su grupo de zorras (Yamil y Yenny), nos habían vuelto objeto de su bullying y, en la pos hora de educación física, cuando Dana y yo tomábamos una ducha (los últimos quince minutos de devastador ejercicio abdominal, habían sido la muerte) nos habían quitado la ropa y la habían escondido, por lo que ella y yo tuvimos que salir "disfrazadas" con las prendas que encontramos en "objetos perdidos y/o donados", siendo el hazme reír de todo el curso.

‹‹¡¿Por qué la gente que pierde cosas no puede perder algo de buen gusto?!›› pensé. La remera XL, con la estampa de un Justin Bieber deformado por la amplitud del talle, era lo más leve (con eso lo digo todo)

¿Y cómo sé que fueron ellas? Fácil. Cuando la burla cesó, la buchona del curso, Vanesa Díaz, se había acercado a traernos el chisme.

Desde ese momento, juré que me vengaría de la maldita Karen así me ganara mi primera expulsión de una escuela (en la otra al final no lo habían hecho, porque mi vieja pidió el pase antes, así que zafé) Ya tenía motivos más que suficientes para acabar con ella y la ocasión había llegado finalmente. Me la había dado el destino, como servida en bandeja.

Resulta que Karencita era una más del montón de tipas que integraban el Club de fans de mi hermano Yaguati. Es más, la rubia, era una de las pocas "afortunadas" en ser correspondidas por él y de buena fuente supe (a mi bro le gustaba presumir en casa de sus conquistas) que habían tenido varios encuentros a la salida del colegio.

Eso me había llenado de regocijo y pena a la vez. El primer sentimiento tenía que ver con el hecho de que usaría sus engaños para exponerla frente a Nahuel y la segunda emoción estaba vinculada directamente con él, y el daño que le generaría la infidelidad de su novia. Me dolía pensar que su corazón se rompería. Pero por otro lado, tampoco podía dejar que viviera cegado ¿No? Era mi deber como buena compañera y ser humano, que se preocupa por el bienestar del prójimo, desenmascarar a esa vil traidora, engañadora, manipuladora y todas las doras que se les ocurran (exceptuando a la Exploradora, porque no merece ser comparada con esa zorra)

Empero, debía hacer todo con tacto. No podía ir corriendo a contarle a Nahuel lo que sabía. Al menos, no sin pruebas que justificaran mis palabras. Además, estaba el hecho de que quedaría directamente ligada al asunto y esa idea no me gustaba. Tal vez Nahuel podía creer que le decía aquello porque estaba interesada en él...o quién sabe qué ridiculeces.

Como sea, lo mejor era citarlo a él en el boliche donde Karen solía ir a hacer sus "zorreces" con Yaguati los fines de semana y ser muy convincente en los motivos para que se presentara. Algo difícil, considerando que él tampoco frecuentaba esos lugares (hasta donde sabía era un chico "muy de su casa") pero tampoco le impedía a ella que lo hiciera. Eso hablaba bien de su carácter y sus valores. La confianza es la base de las relaciones, aunque Karen se había abusado de esto. Y ahí una razón más para mandarla al frente.

Así que, habiéndole contado la situación a Dana, y obteniendo su apoyo inmediato, pensábamos una forma de conseguir que él se presentara; pero ella ya estaba reculando.

—¿Por qué? Nada puede fallar. Nuestro plan es simple y perfecto. Vamos al baile, le hacemos una llamada anónima a Nahuel diciéndole que unos chicos se están propasando con su novia. Conseguimos que él, como todo héroe rescata zorras que es, llegue y listo. La pesca infraganti en pleno "perreo" voluntario con mi hermano y fin.

Dana entornó los ojos y luego se terminó la gaseosa que le quedaba. Estábamos manteniendo nuestra charla en la cafetería. Un sitio perfecto, para tomar un break y conspirar.

—Pero... ¿Y si él descubre que fuimos nosotras las que hicimos la llamada, o si alguien nos ve y después quedamos pegadas y Karen se las toma peor en nuestra contra? Ya fue suficiente martirio ponerme esos calzones ajenos de Bob Esponja, como para convertirme ahora en el blanco permanente de sus bromas.

—Dejá de quejarte. Al menos nadie te vio los calzones—Dana era bastante trágica. Bob no estaba tan mal. A mí todavía me gustaba, aunque sin Patricio y Calamardo no sería nada—. Además, no nos van a vincular, porque vamos a poner el celu en privado, usar un distorsionador de voz (ya me había descargado uno que te dejaba la voz como la de Alvin y las Ardillas) y ni siquiera vamos a estar mucho en el baile, y menos en la misma pista. Solo el tiempo suficiente para que esos dos entren en acción —La primera veta de duda afloró, tras el grueso cristal de los lentes, en los sabiondos ojos marrones de mi amiga. Así que, para no perder la racha, añadí— También le puedo decir a Amaru que vaya a hacernos compañía y... por protección. No creo que tenga drama.

Era consciente de que la manipuladora estaba siendo yo en esa ocasión, y que me estaba abusando también de esa fascinación evidente que había sentido Dana la primera vez que la llevé a mi casa y conoció a mi hermano mayor, pero debía jugar todas mis cartas si quería salirme con la mía. Además, estábamos a un día del fin de semana. Era en ese momento o nunca (esto es, dentro de otros siete días)

—Está bien, voy a ir y te voy a ayudar con la venganza—sentenció Dana, todavía manteniendo el gesto serio, como si la decisión le pesara—. Pero, vamos, hacemos lo que tenemos que hacer, y nos volvemos. Tengo que estudiar para el examen de matemática del miércoles.

—¡Genial!—dije sonriendo y luego la abracé—. Sos la mejor amiga traga libros que alguien puede tener ¿sabías? —Ella sonrió de medio lado y correspondió al abrazo, gustosa ante el halago—. Y seguro también vas a ser la mejor cuñis del mundo.

En esa ocasión, un pellizco fue lo que recibí de su parte.  

Dedicada a xandy547

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