Capítulo 7.

—Wow ¡No lo puedo creer! —Carla, quien me miraba del otro lado de la pantalla de la notebook, estaba alucinada con la noticia que acababa de confesarle. Si bien, en principio, había decidido llevar el secreto de mi licantropía sola, luego de mi primera conversión absoluta, el peso fue demasiado y debí soltárselo todo a mi mejor amiga, a través de una videollamada por Skype—. ¿Entonces vos también vas a imprimarte de alguien?—Giré mis ojos y negué.

No había sigo tan difícil que aceptara aquello de mi maldición, incluso que asimilara la existencia de la magia, (ella era muy fantasiosa) lo difícil era hacerle entender a Carla, que mi situación era muy diferente a la de los licántropos de Crepúsculo.

—A ver amiga, ¿cómo te lo explico para que entiendas? Lo que pasa en la saga de Meyer es ficción. En mi caso, no hay nada de imprimación ni de comunicación telepática con otros de mi especie; porque de hecho, hasta donde sé, soy la única. Una loba solitaria sin manada y sin bíceps sexys, como los de Jake, que presumir. ¿Captás? — Carla parecía decepcionada. El puchero que se dibujó en su expresivo rostro, lo decía todo.

—Está bien, ya entendí. ¿Sos especialista en romper ilusiones, lo sabías? Primero me soltas sin anestesia eso de que en realidad los vampiros no brillan, según "tus teorías"—Hizo un gesto de comillas—. Y ahora me decís que la imprimación tampoco se aplica a los licántropos. Ufff— suspiró —. ¿Pero, al menos cuando te transformas, sos una loba completa como le pasa Tyler en The Vampire Diaries o mitad humana-mitad animal, como Scott en Teen Wolf?

Definitivamente, que mi congénere mirara tantas series por Netflix ayudaba para fines prácticos, al menos.

—Mirá, hoy me convertí en una loba completa, pero la primera vez, esa en la que me fui corriendo de la escuela después de pelearme con Selena, fue parcial.

Carla asintió. Ahora todo cobraba mayor sentido para ella.

—Me encantaría verte parcialmente transformada. Aunque capaz me daría algo de miedo si lo haces en vivo y en directo. ¡Mejor sácate una selfie! — Sonreí ante esa posibilidad. Seguro que si agarraba el teléfono en plena transmutación me quedaba sin celu. Todavía no medía mi fuerza y mis garras indudablemente necesitaban manicure.

—Ya veremos. Todavía tengo que aprender a controlar esto. Por ahora las transformaciones pasan cuando se les antoja a los Dioses —Bufé—. Aunque capaz sea hormonal también —Medité, llevando una mano a la barbilla.

Mi amiga enarcó una ceja.

—¿Te pasa cuando te está por venir Andrés? — Negué.

—¡Puajj no! Pero me pasa cuando estoy... —Me mordí el labio— ya sabes, "cachonda".

Mi amiga soltó una carcajada que casi hizo vibrar la pantalla de la computadora. Yo la imité, aunque estaba completamente roja. Luego me acordé de que era demasiado tarde para andar haciendo barullo y que mis viejos dormían en el mismo piso y me calmé.

—Shfff boluda, me van a matar mis viejos—Carla asintió, pero todavía sonreía con picardía—. ¿Mejor seguimos mañana, dale?

—¡Noooo, primero contame quién te puso cachonda, y me duermo tranqui! —suplicó haciendo ojitos. No podía negarme. Esa condenada sabía manipularme.

—Es un chico que conocí hoy en el cole. Se llama Nahuel y es todo lo que te voy a decir por ahora—Los ojos negros de Carla se iluminaron por completo. Estaba a punto de soltar un interrogatorio, lo sabía porque se mostraba más despierta que antes y se había acercado a la pantalla como queriendo traspasarla, mientras enroscaba un largo mechón de su cabello negro en uno de sus dedos. Pero por desgracia, una vez más tendría que romper sus ilusiones, especialmente porque era la segunda vez que escuchaba chistidos desde el cuarto de mis padres— ¡Hasta mañana! —añadí, antes de verme tentada a subir al altillo y seguir la charla. Yo también debía madrugar en la mañana, para una nueva "reunión familiar".

Mi amiga llegó a pronunciar un: "¡Qué hija de loba!", antes de que cortara la llamada.

Al final me dormí una hora más tarde. Había dado muchas vueltas pensando en todo lo que me había pasado ese día, antes y después de la transformación, mientras hacía un balance.

Me había gustado conocer a Nahuel y también, hasta cierto punto, experimentar eso de volverme un ser diferente, sin perder mi esencia del todo, pero no me había gustado tener que caminar desnuda por el bosque hasta hallar mi ropa. ¡Menos mal que por ahí no había ningún psicópata sexual acechando! Sin garras ni dientes hubiera sido una presa fácil.

Salvando aquello, mi día había sido bastante positivo. Si seguía así en la mañana, la idea del nuevo comienzo seguiría fluyendo a la perfección.

‹‹¡Mierda! ¿Por qué los Dioses me castigan de esta forma?›› me quejé mentalmente, luego de escuchar las noticias que me había dado mi madre, mientras preparábamos el desayuno.

Ella se había levantado antes, como siempre, para dejar todo listo para cuando el batallón bajara, y yo no podía dormir más (mis ansias me dominaban), así que también me había levantado y la estaba ayudando.

Entonces me había dicho que Yaguati y Katu irían a mí misma escuela.

Ya era suficiente tortura haber tenido siempre una madre docente, que, aunque no estaba en la misma institución que yo, se comunicaba con mis docentes, y siempre sabía los pormenores de mi situación escolar, para que a ese control se sumaba ahora el de mis hermanos.

—El tema es que no conseguimos las vacantes en el otro bachillerato, como me habían prometido. Estamos fuera del radio, y la directora de tu Institución fue muy amable para aceptar a los chicos—dijo mi mamá, a modo de "disculpas", mientras preparaba el café. Ya me había visto la cara de seguro. Cuando quería podía ser tanto o más expresiva que Carla.

—Sí, pero teníamos un trato má—señalé cruzada de brazos, negada a seguir quitando el quemado de las tostadas (siempre se me pasaban).

Nuestro pacto era que yo no me quejaría de su "seguimiento" institucional excesivo, si ella me aseguraba que mis hermanos siempre estarían escolarizados en una institución independiente a la mía. Y no es que odie a los chicos, nada más lejos. Quiero mucho a ese par de atorrantes, pese a nuestras diferencias, pero la cosa es que es un bajón estudiar juntos. La experiencia de la primaria, lo demuestra. Las chicas de mi curso, en general, se enamoraban de Yaguati. Sinceramente yo no sé qué carajo le ven, pero ahí estaban, muertas de amor por el condenado, pidiéndome a mí el número de celu, o usándome de vocera, para hacerles llegar "sus mensajitos" cursis. De solo pensarlo se me eriza el vello.

Como sea, Yaguati tenía la culpa. Él les daba calce, y no a una, a TODAS. Entonces, después venía el rollo de que tenía que aguantar sus dramas alevosos por los engaños de mi hermano y poner mi hombro para consolarlas (las malditas, para eso sí me buscaban) Pero eso era lo menos, otras lo odiaban a él y de yapa a mí también, solo por llevar el mismo apellido. ¡Puta mierda!

En cuanto a Katu, bueno, estar en la misma escuela con él no me perjudicaba tanto. Porque siempre había sido muy reservado, pero en el último tiempo, cuando sus "aires" de poeta consternado afloraron, también se incrementó el bullying a su persona, y yo, como buena hermana que soy, tenía que defenderlo y cada dos por tres estaba en pleito con alguno/a.

—Lo sé, Irupé. Y soy una mujer de palabra. Pero en esta ocasión, la situación me supera. Así que no queda otra. Es eso o que pierdan el resto del año y Katu ya repitió uno.

Aquello era cierto. Él debía de haberse egresado hacía un año, pero la burla excesiva de "sus pares" lo había perjudicado, y a pesar de que siempre había sido un alumno destacado, aquello lo había llevado a bajar su rendimiento escolar. El gabinete de apoyo psicológico tampoco ayudaba, porque el problema real no lo tenía él, lo tenían los otros y aquella negación hacia lo diferente.

—Está bien, entiendo eso—solté resignada, justo cuando los chicos comenzaban a bajar las escaleras y detrás de ellos, con la almohada pegada, bajaba mi padre.

La expresión de su rostro, provocó que aplacara mis ánimos. Conocía muy bien aquel humor de perros que lo embargaba cuando no podía dormir bien y en esta ocasión, sabía que parte de su insomnio se debía a mí y mi barullo.

—Buenos días—saludó con un beso en la mejilla a mi madre—. "Buen día" María—Me miró con expresión inquisitiva. Yo me encogí sobre mi misma.

—¿Una tostada? —Ofrecí la menos quemada, y camuflada con dulce de rosa mosqueta.

Mi padre la tomó y le dio un mordisco, mientras mi madre le ofrecía una taza de café recargado.

—Lo voy a tomar en el taller—sentenció y se marchó rápidamente hacia el garaje, que temporalmente estaba usando de talabartería improvisada, para hacer sus diseños.

Yaguati y Katu, en tanto, se habían abalanzado sobre las tostadas y peleaban por el dulce de leche, antes de saludarnos. Y esa era otra muestra de comportamiento infantil, por la cual prefería tenerlos lejos.

Amaru, por su parte, estaba preparándose un jugo en la otra esquina de la encimera, algo alejado.

Fue en su silencio y en la expresión turbia de su rostro que descubrí que algo no estaba bien del todo.

Ahora que lo pensaba, mi padre nunca saludaba a mi madre con un beso en la mejilla, salvo que...

—¿Pelaron anoche con papá? —le susurré a mi madre. Eso explicaría su humor y la falta de respuestas de mi madre.

—Pensé que también nos habías escuchado—dijo ella—. Dos veces le chisté para que bajara la voz, pero...— Desvió la vista hacia Amaru— desde el cuarto de tu hermano si se oyó.

‹‹¡Carajo!››

Solo esperaba que mi hermano y mi padre no se hubieran agarrado. Amaru era muy protector con nuestra madre y no soportaba cuando mi viejo le levantaba la voz.

Tampoco es que él lo hiciera a menudo. Fernando no era un tipo violento, pero las discusiones de pareja existían, obvio, como en todas las familias.

—¿Pasó algo malo?—dije entonces, preocupada.

—¡No, no pasó nada malo! — interrumpió Amaru, que a pesar de la lejanía y mis esfuerzos por hablar en murmullos, no pasaba indiferente de nuestra conversación—. Pero lo mejor va a ser que me mude a la habitación del altillo o voy a terminar traumado —dijo, y luego se alejó con su vaso de jugo, hacia el comedor y mi mamá lo siguió de inmediato.

—¡Sí que fue mala la discusión!— musité apenada. Yaguati soltó una carcajada y Katu se sonrojó —. ¿Qué? —solté, confundida.

—¡No hubo tal discusión boba! Todo lo contrario—Sonrió con perfidia—. Los viejos estaban "probando" la resistencia de la cama, cuando nuestro hermanito los interrumpió ¿Captás?

Mis ojos se abrieron como platos y casi me atraganto con la tostada que acababa de probar, cuando cada pieza encajó. En ese momento quien acabó traumada fui yo.


N/A

¡Ya he vuelto!

En realidad, fue hace unos cuantos días, pero tuve mucho que hacer…

Les contaré: primero, me puse a editar la novela Místicas Criaturas, que en unos meses será publicada en físico y digital, así que será retirada de la plataforma. Para quién no leyó la trilogía, les sugiero pasar, antes de que la quite 😉

Segundo, estuve preparando un lindo one-shot para un proyecto lanzado por el perfil de Embajadores, llamado Pandora. Allí varios autores hemos sido seleccionados para presentar durante el mes de mayo, nuestros manuscritos, y realizar un sorteo donde ustedes, queridos lectores, se llevarán un premio!! Espero participen y si buscan conocer más sobre la iniciativa, les sugiero pasar por el perfil de Embajadores.

Ahora, ya más distendida actualizaré más a menudo, espero.

Ojalá hayan disfrutado la lectura. ¡Abrazo! 😘

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