Capítulo 32 (Maratón 2/3)

Todo pasó muy rápido: mi seudotransformación, la caída al piso de ambos cuerpos, en medio de un forcejeo exacerbado. La flecha que salió disparada y casi me atraviesa, de no ser por mis increíbles reflejos que me salvaron de morir decapitada. Mis garras hundiéndose con ahínco en su mano, destrozando sus falanges, para que soltara la ballesta. Gritos pavorosos de su parte y sus últimas palabras antes de que sus cuerdas bocales fueran desgarradas: "Sabía que había otras".

Luego, un breve instante de silencio, de contacto visual, antes de que la luz se esfumara de sus ojos, que se volvieron dos ópalos negros totalmente ciegos.

Después el sonido de su celular vibrando en el bolsillo de su pantalón, que me sacó de mi estado de perplejidad.

Había sangre. Sangre en el cuerpo tieso. Un charco escarlata que se extendía de manera irregular y era absorbido ansiosamente por las porosas tablas del suelo. También había restos de aquel fluido goteando en mis manos (ahora humanas). La sentía escurriéndose por mi rostro, e incluso palpitando en mis oídos.

Después la náusea sobrevino y fue imposible contenerla.

Me aparté unos pasos, para lanzar aquel revoltijo por la ventana abierta.

Lo había hecho. Había cometido un homicidio. En el fondo sabía que había sido en defensa propia, pero se sentía horrible y como había intuido con antelación: no tenía madera para ello. Hubiera sido mejor contar con un Protector...

Entonces, sentí el contacto se una mano posandose sobre mi hombro y volteé alerta encontrandome con el rostro de Dana.

Ella me observaba consternada. Yo estaba agitada, con el pecho convulso, subiendo y bajando por la fatiga.

Observé sus manos. Sus muñecas lucían el collarín rojizo de su reciente cautiverio.

¿Cómo se había desatado?

—Ser fans de los videos de escapismo que hay en YouTube ayuda—dijo, adivinando mis pensamientos, formulando una media sonrisa acompañada por algunas lágrimas furtivas, que intuí eran de alivio.

Después de eso nos abrazamos por largos minutos.

—Muchas gracias por salvarme Irupé—susurró. En ese punto, ya no había rastros del llanto, ni de temor alguno: ni por su secuestro, ni por mí. De hecho, en ningún momento ella manifestó sentir miedo de mí, de lo que era, de lo que había hecho, gesto que me hacía sentir mejor conmigo misma.

Dana me hacía lucir más como una heroína, que como un monstruo.

—No hay nada que agradecer. Sos mi mejor amiga, aunque me haya portado horrible con vos el otro día. Lo siento—reconocí con sinceridad.

—Soy yo quien también debe disculparse con vos por no contarte sobre lo de Amaru. Te juro que quería, pero...

—Lo sé todo—la corté—. Él me lo dijo y creo que deben estar juntos—señalé, y antes de que pudiera retrucar añadí—: Me siento mal por ser la causante de que rompieran y además siento mucho haberte guardado tantos secretos...Estás en esta horrible situación por mí.

Dana guardó silencio, meditando mis palabras unos instantes.

—Sin secretos de ningún tipo desde ahora en adelante—elevó su menique con parsimonia.

—Lo prometo—entrelacé el mío con el suyo, para sellar el pacto en aquella ceremonia que ya se estaba volviendo una constante.

—Igual yo...

Luego de un rato dije:

—A estas alturas ya sabés lo que soy, pero estoy segura de que antes habías atado cabos y adivinaste que estabas en medio de una situación paranormal. ¿Cierto?

—En realidad, creí haber sido secuestrada por un loco de remate adicto a Teen Wolf—sonrió,  obligándome a imitar el gesto—. Pero no te puedo negar que estaba sospechando que había algo raro con vos. Digo... ¡Tanto vello no es normal, ni siquiera en esta etapa tan hormonal!—Esta vez, ambas reímos con ganas, lo cual era bueno.

—¡Sos boluda, ¿eh?! Sé que no fue por el vello. Me depilo—le saqué la lengua—. Pero hablando en serio, ¿Cómo supiste? ¿Por Amaru?

—Él no dijo nada. De hecho, no sabía que él sabía, pero es obvio porque es tu hermano—. "No tan obvio" pensé. Pero hablar sobre los pormenores del secreto era tema para otro día, y otro sitio, sin duda—. La verdad fue tu conducta, tus escapadas al bosque, tus evasiones...Ah y una vez creí ver un fulgor anaranjado, parecido al fuego del infierno, derramándose por tus pupilas, cuando veías a Nahuel abrazando a Karen— "Seh... Eso me mandó al frente seguro" pensé con ironía—. Todo ese combo me hizo sospechar de que "algo" pasaba. Por eso decidí ir a la Biblioteca a investigar...

"¡Claro! Con razón la temática de los libros" reflexioné.

—¡Sos brillante amiga! —expresé chocando las manos—. ¿Para qué vas a la escuela? Sos inteligente, intuitiva, escapista experta...

Ella se encogió de hombros apenada.

—Ni tanto. Los nudos eran difíciles pero que la cuerda haya estado mojada ayudó a ablandarlos—reveló—. Y siendo honesta pensé que eras una nueva versión del monstruo del Lago Nahuel Huapi. ¡Pero una Lobizona! ¡Eso es mil veces genial!

Con tanto parloteo, entusiasmo y efusividad por parte de mi amiga (la cercanía con la muerte había alterado un poco su personalidad) ya me había olvidado del muerto. Pero Dana me lo recordó, con su siguiente comentario.

››No puedo decir lo mismo de este tipo, sin embargo—señaló el cuerpo sin vida de su secuestrador, destinándole una mirada de desprecio—. Es algo así como un depredador de la especie ¿no?—Era una buena forma de llamarlo, así que asentí—. ¿Y sabés quién es?

—Todavía no, pero vamos a averiguarlo—respondí, armandome de coraje para retirarle el pasamontañas del rostro.

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