Capítulo 29

—Irupé, ¿podemos hablar?

Amaru me detuvo al pie de la escalera. Le había tocado hacer la cena, así que llevaba puesto un delantal de cocina. "El lienzo culinario" exhibía aquí y allí los coloridos manchones de las diferentes ingredientes que había usado para hacer su famoso Kivevé, una pasta cremosa semi dulce a base de calabaza andai (el fruto era el último de su reserva, traído directamente desde Buenos Aires, así que empecé a sospechar que se trataba de una comida especial)

Mi hermano sabe cocinar, sobre todo los tradicionales platillos guaraníes, pero no es muy bueno con el orden o la limpieza, por lo que aprovechar sus habilidades de chef a veces es un arma de filo doble.

El aroma dulzón impregnó mis fosas nasales y la boca se me hizo agua mientras correspondía de forma afirmativa a su pregunta (aún estaba disgustada con él pero me encontraba bajo el hechizo de su "receta mágica", mi favorita )

Lo seguí a la cocina, y tomé asiento en la banqueta ubicada detrás de la barra. Amaru, en tanto, comenzó a revolver la olla donde se estaba cocinando aquel manjar, desparramando intensos aromas en la atmósfera, al tiempo que seguía apilando instrumentos culinarios en el fregadero.

—Primero que nada te quiero pedir disculpas—inició. Yo permanecí en silencio—. No debiste enterarte a través de mamá de mi relación con Dana—mordí mi labio reprimiendo las ganas de insultarla—. Pero quiero que sepas que era cuestión de tiempo para contarte. Estaba esperando el momento justo y digo "estaba" y no "estábamos" porque Dana te lo quería decir de inmediato—Mi fraterno volteó a verme y nuestros ojos quedaron ligados unos instantes. Había sinceridad en los suyos.

—Entonces...¿Por qué no lo hizo?

—Yo la frené. Aunque ella es tu mejor amiga, yo soy tu hermano mayor y me sentía en la obligación moral y fraternal de hablarte sobre la relación, sobre todo porque la persona con la que estoy involucrado está vinculada con vos—Su respuesta sonaba "algo" lógica—. Además quiero que sepas que esto fue algo espontáneo y la mayoría de los encuentros que tuvimos fueron accidentales. De hecho, lo nuestro jamás se hubiera dado de no ser por vos—Enarqué una ceja. Me sentía desorientada y asombrada.

—Explicate mejor...

—Dana vino a casa dos veces buscándote, pero no estabas—reveló. Entonces recordé las ocasiones que había quedado con ella para hacer la tarea juntas después de clases; encuentros que mis furtivas escapadas al bosque me habían impedido concretar y me sentí un poco culpable. Sin embargo...

—Reconozco que la dejé colgada porque soy súper olvidadiza a veces, pero ¿tenía necesidad de quedarse con vos?

—Una vez me ofrecí a ayudarla en matemática porque tenían una prueba al día siguiente—"Touché"—. Y la otra la ayudé a zafar del interrogatorio de mamá y de paso te estaba cubriendo a vos del reto que te ibas a ligar por no estar en casa cuando tenías que estudiar—"Touché doble"—. Los siguientes encuentros ya fueron premeditados, un treinta por ciento por estudio y un setenta por ciento por atracción—Noté el sonrojo teñir las tostadas mejillas de mi hermano—. Dana me gusta mucho...—suspiró—Es una chica inteligente, divertida, linda y lo más importante tiene un corazón de oro y es incapaz de dañar a alguien a quien ame, sobre todo a vos—Quien estaba abochornada ahora era yo.

—Está bien, no tenés que seguir tirándole flores a la piba. Sé lo valiosa que es y ahora me estoy empezando a sentir como idiota por mi comportamiento—Hundí mi frente en la palma de mi mano. Me sentía fatal por no haber escuchado su explicación.

—No te lo digo para que te sientas mal o porque quiero que ustedes se arreglen para salvar nuestra relación—Lo miré por entre medio de mis dedos—. Dana me cortó hoy y tal vez fue lo mejor—confesó forzando una sonrisa—. Lo que deseo es que se arreglen porque no merecen terminar esa linda amistad que tenían por culpa de un tercero. Menos si ese tercero en discordia soy yo.

Ahora sí estaba para la mierda. Tenía muchas cosas que arreglar.

—Mañana voy a hablar con ella y voy a intentar  salvar nuestra amistad, si es que logra perdonarme por ser tan boluda—resolví—, pero sobre todo voy a intervenir para que vuelvan. Me gustan como pareja. Yo no estaba enojada por su relación—Me hubiera gustado añadir que "yo la apoyaba desde el inicio" pero eso sería develar información sobre el enamoramiento que Dana sentía por él desde el primer día que lo había visto—. Estaba molesta por haber sido la última en enterarme, cuando ambos representan tanto para mí. Pero bueno, ya me explicaste los motivos...Esperabas el "momento justo".

—Respecto a eso, creo que debo ser más claro. "El momento justo" vendría después de que te contara uno de mis secretos mejores guardados—sentenció bajando la voz, mientras se acercaba un poco más a la mesada—. Quería que sepas quien soy, antes de que aprobaras mi relación con tu amiga.

—¿Cómo quién sos?—Ahora sí que estaba confusa por completo—. Sos mi hermano Amaru, un guaraní-hispano de veinte años, bibliófilo y artesano. Tenés un doctorado ficticio en matemática y otro en gastronomía regional y aunque sos algo desordenado y te estabas "comiendo" a mi mejor amiga a escondidas, te quiero igual—Reí y él me imitó, aunque de manera breve.

—Yo también te quiero Irupé... Y tenés razón, soy todo eso, pero además soy un Protector.

—¡La cena se quema!—fue lo primero que dije, al ver el fogonazo que estaba creciendo detrás de él.

Amaru apagó la hornalla de inmediato y añadió un poco más de leche a la preparación, mientras revolvía el contenido de la olla con insistencia.

Yo esperaba que se hubiera salvado al menos parte de la comida o tocaría llamar al delivery "más cercano" (una hora esperando una pizza para comerla fría)

Al cabo de pocos minutos todo parecía estar bajo control y lo mejor era que el humo no se había propagado por el living donde estaba concentrada la mayoría de la familia (el resto estaban en sus habitaciones en el piso superior) Eso nos brindó la privacidad que necesitábamos para la siguiente confesión.

—¿Cómo está eso de que sos un Protector?—polemicé.

—Que preguntes eso y no ¿qué es un Protector? solo confirma mi teoría respecto a lo que sos vos...Teoría que pondría un justificativo a tantas escapadas nocturnas al bosque—dijo Amaru, haciendo que tome conciencia de lo descuidada que había sido con mi propio secreto. Uno que estaba próximo a extinguirse, si seguía desparramándolo a ese ritmo vertiginoso. Quizá en unos días hasta los Cazadores sabrían donde vivía la única Lobizona del pueblo.

—Okey sí, soy una Lobizona. Ahora superálo y concentrémonos en vos—exhalé profusamente—. ¿Puede ser?

—Está bien...Es solo que...—Amaru sonrió de oreja a oreja—¡Esto es grande Irupé! Entiendo que no le digas a los viejos, pero la abuela tiene que saberlo.

Los niveles de adrenalina de mi hermano estaban subiendo, podía olerlo.

—Se lo voy a decir cuando venga de visita en unos días para mi cumple. Ya tenemos todo ese tema resuelto con Katu—Asentí, ante la mirada inquisitiva de Amaru—Sí, él lo sabe, pero es el único de la familia. Ahora proseguí...

—Bueno...Ufff—Se frotó las manos, nervioso—. Como estás empapada del tema voy a ser breve. Soy Protector desde los dieciocho. Recibí mi formación en una de las Logias de Buenos Aires y tenía asignado a mi cargo a Dany...¿Te acordás de él, no?—La mirada de mi hermano se ensombreció y la mía igual cuando el recuerdo me sobrecogió.

Daniel era el mejor amigo de Amaru, quien había fallecido en un fatídico accidente "de cacería" un año atrás. Ahora comenzaba a cuestionarme si ese accidente había estado vinculado a hechos sobrenaturales, más que a las causas mundanas que se habían dado a conocer de manera oficial. Mi hermano sin saberlo, respondió al interrogante no formulado.

—"El cazador cazado" Ese debió ser el título de la gaceta local. A Daniel lo mataron los Cazadores de Lobizones cuando él estaba de cacería en el campo—Pude notar la tensión y la rabia impresas en los rasgos de mi hermano y detrás de estas emociones asomaba el dolor de la pérdida—. Sabía que debía haberlo acompañado. Un buen Protector lo habría hecho...

—No fue tu culpa—repetí, como lo había hecho en aquella ocasión en el funeral de su amigo, en ese día de luto que signó la vida de mi fraterno, colocando una sombra constante en su semblante, una que quedaba invisibilizada de "a ratos",  enmascarada tras su fachada de superación diaria.

En esa ocasión no entendía por qué Amaru se sentía culpable si ni siquiera había estado cerca cuando ocurrió el "accidente" y ahora entendía que su fallo había sido su ausencia justamente.

—Sabés que en parte lo fue. Era mi compromiso para con él. Cuando un Protector se une a su Lobizón, lo hace a través de un ritual en el que sus almas quedan unidas, al menos simbólicamente. Pero te mentiría si no admitiera que parte de mi espíritu se fue con Dany cuando partió de la tierra. Desde esa ocasión me siento incompleto, vacío... Quizá por eso me fui de la Logia y juré no volver a ejercer mis deberes de protección hasta no sentirme apto enteramente. Ese sería mi escarmiento, una marca de exilio autoimpuesto—Sus ojos avellanas estaban cargados de lágrimas—. La cebolla no deja de picar—Señaló fregando sus pupilas, dando por finalizada la charla—. En fin, vamos a llamar a todos para cenar, antes de que el Kivevé se enfríe y quede completamente incomible.

—Yo me ocupo de poner la mesa—ofrecí bajándome de la banqueta. Luego de un momento de silencio dije—: Seguís siendo digno Amaru y sé que Dana va a estar en buenas manos si decide seguir de novia con vos—Me puse de puntillas y dejé un beso fugaz en su mejilla.

Mi bendición ya la tenía...Ahora esperaba no haberla cagado del todo con mi amiga.        

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