Capítulo 26 (Maratón 3/3)
El sol coronaba el cielo cuando Tobías decidió que era el momento de seguir. Entre la charla y la práctica de tiro al blanco se nos había evaporado gran parte de la mañana.
Resultó que la entrada al recinto donde yacía la Logia de Lobos no estaba lejos. Al rodear el lago, había una gruta oculta entre los ciruelillos silvestres que habían formado una tupida mata, la cual cubría gran parte de la abertura.
Me pregunté si estos habían crecido allí naturalmente o si habían sido sembrados a priori. Después de todo, era muy especial el secreto resguardado tras sus flores.
Una vez en el interior de la caverna, agradecí tener una excelente visión nocturna, pues el pasaje rocoso era oscuro e igualmente húmedo.
Recorrimos un tramo considerable, antes de captar el primer atisbo de luminosidad. La claridad formaba una franja longitudinal, pues se abría paso a través de una gruesa estría grabada en el peñasco. El pasaje era suficientemente ancho como para permitirnos pasar.
Una inmensa galería abarcó todo mi campo de visión.
Sabía que se trataba de una construcción subterránea porque durante el trayecto percibí que el terreno iba en pendiente. Lo que nunca imaginé es que estuviéramos debajo de la antigua Catedral de la ciudad.
Identifiqué una escalinata de piedra ascendente, que asomaba por uno de los múltiples pasadizos del recinto. Tobías pareció adivinar mi pensamiento y me comunicó que por allí se ascendía a la Iglesia.
También había otro pasaje que, según supe, llevaba a las catacumbas donde yacían los cuerpos de los antiguos sacerdotes que habían formado parte de la basílica través de los años. En ese momento pensé en el sentido de la eternidad y cómo esta había trascendido a la misma muerte, pues incluso cuando el alma de esos hombres de fe había abandonado el espacio terrenal, sus restos seguían atados a la Iglesia, formando parte integral de sus propias entrañas, fundiéndose con la tierra sacra. En cierto sentido, sus tumbas eran los pilares que seguían dando base y solidez a la Catedral, ahora en un sentido más material que espiritual.
De momento, salvo por los rancios cuerpos de los difuntos, nos encontrábamos solos, lo cual me resultaba incierto pues había pensado que aquel sitio estaría repleto de licántropos. Idea que luego me pareció absurda, ya que aquel era un lugar de reunión, no un hogar permanente.
—Resulta irónico que siendo seres "creados" por dioses paganos, los licántropos hayan decidido edificar su guarida secreta debajo de un templo cristiano—señalé.
—Es una buena forma de despistar a nuestros enemigos, ¿no te parece?—sugirió Tobías—. Además nuestros antepasados están vinculados a esta tierra. Es sagrada también para ellos-explicó.
La extensa habitación estaba iluminada por la flama de los cirios empotrados en las paredes, cuya llama alargaba la sombra de los objetos e incluso las propias, al punto de volvernos gigantes capaces de tocar el techo.
Aquel sitio se me asemejó a una biblioteca. Había estanterías cerradas y aparadores protegidos con un grueso cristal que preservaba el acervo bibliográfico, del polvo y la humedad. A simple vista noté que los manuscritos eran bastante antiguos, por el estilo del encuadernado, y las hojas apergaminadas.
En el centro de la estancia había una extensa mesa rectangular, que era quizá la pieza más grande del mobiliario.
Las paredes estaban cubiertas con lienzos y cuadros que contenían imágenes del ciclo lunar, el bosque, y los licántropos en sus distintas etapas de conversión.
—Ahí está contenida nuestra historia—comentó Tobías, señalando al primer lienzo, ubicado a mis espaldas, justo al lado de la abertura por la que habíamos ingresado. Fue entonces cuando me di cuenta que las imágenes seguían un patrón, estaban secuenciadas, y que contenían mucho más de lo que se percibía a simple vista.
—¿Qué dicen exactamente las imágenes?—indagué.
—Bueno, primero que nada, tenés que tener en cuenta que estas representaciones son "simbólicas" y se usan para contar una historia genérica. Si bien la leyenda Guaraní sugiere que el primero en experimentar la maldición del Lobizón fue el hijo de Tau y Kerana, lo cierto es que no podemos establecer con precisión en qué tribu tuvo su origen el primigenio de la especie. ¿Me explico?—Asentí con un gesto—. Aclarado esto, en esta imagen se visualiza a una tribu originaria del territorio, realizando sus actividades cotidianas en perfecta armonía con el entorno natural. En cambio, en esta otra aparece un pueblo extranjero e invasor, alterando la paz de la tribu—Observé la pintura con cuidado. De inmediato percibí el antagonismo con la otra imagen. La violencia impartida por los colonizadores españoles (matanzas, saqueos) predominaban en la escena. Debí apartar los ojos del lienzo un momento, pues el horror me sobrecogió—. Aquí vemos una imagen ceremonial. Se puede distinguir al chamán de la tribu implorando a los dioses, junto a una mujer que es tocada por la deidad—Escudriñé el cuadro y en efecto pude reconocer las figuras de los dos individuos en una escena ritual, y vi con claridad a la joven siendo alcanzada por un rayo de luz que bajaba del cielo y alzaba su vientre—. Se supone que la deidad "bendijo" a la doncella, respondiendo a las plegarias del pueblo. Ella es quien da a luz al primero de la especie—referenció Tobías, haciendo alusión al siguiente cuadro.
—¿Entonces, la licantropía no es una maldición, sino una bendición?—inquirí boquiabierta. Esa nueva revelación cambiaba del todo la percepción que tenía sobre mi propio estado.
—Así es, o al menos, así lo percibían nuestros antepasados. Se supone que la deidad le hace un regalo a la tribu. Le otorga a un ser mágico para su protección. Este ser, que en apariencia es humano, tiene la habilidad de transformarse a voluntad en una criatura poderosa, que asume la forma de un lobo gigante, quien se convierte en "protector de la comunidad", aquel que lucha contra sus enemigos—Apuntó entonces a la siguiente imagen—. Notarás que esta criatura, no fue la única. El favor del ser superior se extendió a varias mujeres de las diversas tribus del territorio, pues aquí se muestran licántropos combatiendo en diferentes regiones.
—Esto es increíble...Y te diría que solo es un cuento de hadas, de no ser porque yo misma formo parte de la historia.
—Bueno, pensá que siempre hay un poco de magia en todas las historias. Los mismos diarios de los colonos hablan de sirenas, duendes y demás seres mitológicos.
—Es cierto—corroboré—. Lo que no entiendo es ¿cómo no hay mayores registros de nuestra especie o alusión a los Lobizones si éramos tanto, y si tuvimos un papel tan activo en la historia?
—Muchos registros desaparecieron, o mejor dicho, los hicimos desaparecer a fin de preservar la especie —Hizo un gesto con la cabeza, señalando las vitrinas—. Otros pasaron a formar parte del ámbito ficcional únicamente. Además, si bien es cierto que antaño éramos una raza numerosa, con el correr del tiempo el nacimiento de seres con el gen licantrópico fue menguando, a medida que el peligro se disipaba, al punto de nacer un Lobizón cada seis hijos varones. Incluso nuestro don fue limitado, pudiendo realizar la conversión únicamente durante la luna llena...—Tobías desvió la vista enfocándose en mí.
—¿Todos fueron siempre hombres entonces? ¿Ninguna mujer?
El muchacho negó deshaciendo mi esperanza.
—No hasta donde yo sepa. Pero tampoco es que tenga el conocimiento absoluto o que sea un experto interpretando antiguos lienzos. Incluso en la Logia, tardamos mucho tiempo en poder identificar a los Cazadores de la especie.
Me acerqué a la pintura a la que hacía mención Tobías, donde pude advertir a un individuo que sostenía una ballesta y apuntaba su segunda flecha directo al licántropo que yacía a sus pies agonizando. Era una cruda escena de cacería.
—No veo la diferencia con un humano corriente...—observé.
—Es porque Los Cazadores son humanos, pero pertenecen a un grupo cuyo propósito es el exterminio de nuestra especie. Nos consideran riesgosos por ser distintos, algunos incluso creen que somos inestables y que por nuestra naturaleza animal podemos resultar una amenaza para el resto de la sociedad. Esta facción ha formado su propia Liga, la cual se identifica con un tatuaje—Extrajo uno de los libros de los estantes y luego de buscar entre sus páginas, señaló un dibujo que asumí era el tatuaje. Se trataba de un circulo rodeado por las diferentes fases de la luna, en cuyo centro había una runa que se asemejaba a un tridente invertido, o visto de otro modo, también podía tratarse de una ballesta rudimentaria—. Este es el símbolo del Cazador y se ubica, en general, en la base de la muñeca o en la nuca. Así reconocemos a los miembros y los podemos mantener lejos de nuestra especie. También los Protectores se encargan de rastrearlos y prevenirnos.
—¿Cuántos Cazadores hay en el pueblo? Y ¿Cuándo voy a poder conocer a los Protectores y demás miembros de la Logia? ¿Cuántos son? Y ¿En qué momento se realizan las reuniones?—lo atosigué a preguntas.
—¡Sí que sos efusiva corazón!—rio.
—No me culpes, soy adolescente—objeté, ruborizada por el apelativo.
—En base a tus interrogantes, tenemos conocimiento de dos familias de Cazadores radicadas en el pueblo, pero pueden ser más. En cuanto a la Logia de la Luna, nuestra Logia, se reúne mensualmente, en vísperas de la luna llena, de ahí su nombre. Somos un total de treinta miembros, con Protectores incluídos, pero la mayoría viene de zonas aledañas. Otra razón para reunirnos de forma esporádica. Así que vas a tener que esperar un poco para conocer al grupo. Lo cual es ideal, porque me va a dar tiempo de prepararte—dijo con seriedad, pero sus palabras me provocaron cierta gracia y no pude evitar sonreír.
—Lo siento...Es que por un momento me imaginé realizando todo un ritual de iniciación—expresé. Tobías se cruzó de brazos—. ¿Hablás en serio?—Su rostro se mantenía imperturbable—. ¡Carajo es verdad!
Ahora era él quien se deshacía a carcajadas.
Dedicado a JayCam en el día de su cumple 💜 ¡Felicidades bella!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top