Capítulo 18
—¿Vos sos la novia de Nahuel?—Los enormes y vivaces ojos negros de la infante me escrutaron con curiosidad desde abajo. Por su estatura y el pueril tono de su voz asumí que tenía alrededor de cinco años y por el gran parecido físico con el aludido, deduje que podría ser su hermana—. Me gusta tu remera. Yo tengo una mochila que tiene el mismo dibujo—señaló, tocando la estampa del Bulldog Francés.
—Eh...Nop. Soy una amiga solamente—negué, mientras sentía como ascendía el calor por mi rostro. De haber sabido que me tocaría atravesar por el aquel "incómodo momento" al presentarme en su casa, no hubiera ido. Pero el moreno había insistido, alegando que debía hablarme sobre Katu, y a mí me urgía saber de él, porque no había regresado a casa desde la pelea con Yaguati. Había pasado la noche fuera y ni siquiera se había tomado la molestia de avisarle nada a nuestros padres—. Gracias...
—¡Ailén! ¿¡Qué te dije sobre abrir la puerta!?—Una mujer, de unos treinta y cinco años de edad, apareció tras la pequeña, colocando su mano sobre su hombro y atrayéndola al refugio de su larga falda.
Tenía el mismo tono de ojos que la niña y también se parecía a Nahuel en sus rasgos y el matiz trigueño de su tez, pero era muy joven para ser su madre (aunque no negaba la posibilidad)
—Qué no debo hacerlo sola...—recitó la pequeña, haciendo un mohín—. Pero no era ningún hombre malo. ¡Es la novia de Nahuel!—añadió, regalándome una "inocente" sonrisa.
"¡Carajo!"
La mujer ladeó su cabeza examinándome brevemente y también sonrió.
—¡En ese caso, pasá! Me alegra conocerte. Me llamo Noemí—Antes de poder emitir palabra, la fémina ya me había tomado por el brazo, metiéndome a la casa.
Me llevó algunos segundos reaccionar.
—Soy Irupé...La "amiga" —Miré a la niña especialmente, que seguía semi oculta en la pollera de su madre—, de Nahuel. Es un gusto.
—¡Cierto! ¡Ahora le dicen "amigos"!—indicó, guiñándome—. Ponete cómoda—Señaló hacia los sillones del living—. Ya te lo llamo a Nahuel.
—¡Yo voy mami!—dijo la niña dando brincos. Su melena castaña, dividida en dos colitas altas, se agitó al compás mientras subía al trote las escaleras.
—¿Querés tomar unos mates o un té? —ofreció Noemí, que aún permanecía de pie.
En cambio, yo me había sentado en uno de los futones de aquella acogedora morada, que se parecía en estructura a la mía, pues conservaba un estilo rustico muy similar a una cabaña.
—No, gracias. En realidad no me voy a quedar mucho tiempo—Mi respuesta pareció decepcionarla, pues menguó el brillo de sus ojos negros.
—¡Hola Irupé!—saludó ojinegro, que venía tomado de la mano (casi a rastras) de Ailén.
Iba vestido con un equipo deportivo y llevaba el cabello castaño desordenado, como si recién se levantara, aunque era casi mediodía.
Me incorporé con prisa y le devolví el saludo a la distancia.
—Tu "amiga" Irupé me estaba diciendo que tiene que irse rápido, así que los dejo para que hablen tranquilos...Quizá otro día puedas quedarte a almorzar—sugirió y volvió a guiñarme—. ¡Vamos Ailén, ayúdame a cocinar!—La chiquilla soltó la mano de Nahu, no sin antes susurrarle algo al oído, y la siguió a desgano.
—Es linda tu hermanita—alegué, una vez que estuvimos solos.
Las mejillas del moreno lucían dos manchones rosados, característica que le confería cierta ternura. Tal vez era producto del candoroso fuego del hogar o quizá porque, al igual que yo, se sentía apenado con la escena familiar.
—Gracias, pero es mi prima en realidad. Yo vivo con mis tíos—reveló, para mi sorpresa—. Aunque la considero como una hermana, y a ellos como mis padres.
Me quedé en pausa por un momento procesando la nueva información. No sabía si debía seguir preguntando, o dejar que él me contara el resto de la historia. Finalmente, ante el incómodo silencio, dije:
—¿Y tus verdaderos viejos?—inquirí, deseando que en la respuesta no estuviera incluida la palabra muerte.
Por fortuna esa no estaba. Por desgracia, las cosas eran ligeramente más complicadas.
***
En pocos minutos el moreno me había dado un pantallazo de su corta vida y en ese tiempo creció mi empatía y mi interés hacia él, lo mismo que mi incertidumbre.
Al igual que yo, Nahu venía de una familia numerosa y era el séptimo hijo. Pero la diferencia radicaba en que él no había podido permanecer en el seno familiar primario por mucho tiempo, pues su madre lo había dado en adopción a la edad de diez.
Nahuel no se refería a aquel hecho con tono de reproche, o enfado. La situación de extrema pobreza había empujado a su familia a cometer esas acciones, y posiblemente la ignorancia que esta conlleva también había sido responsable de otras. En ese contexto su madre había contemplado entregar a su hijo (el más pequeño y dependiente) a su hermana, quien estaba en una posición económica más favorecida. No obstante, él no vivenciaba aquel acto como un "abandono", sino como una necesidad, y continuaba albergando cariño por su progenitora con quién además mantenía contacto ocasional.
—Ahora entiendo por qué te sorprendiste cuando te dije que era la séptima...—logré comentar cuando el ojinegro terminó de hablar. Lo mejor era enfocarnos en los detalles "menos complicados", al menos a simple vista.
—Tenemos una historia de vida bastante similar—acotó y no pude evitar cuestionarme si había otras "semejanzas".
¿Y si Nahuel también cargaba con la maldición del lobizón?
Lo cierto es que él no había mencionado si era el séptimo varón. Bien podría tener hermanas mujeres.
La curiosidad me movilizó a seguir indagando, pero cuando mis ojos se cruzaron con una imagen familiar, cualquier especulación quedó en intervalo.
*Espero que les gustara conocer un poco más sobre Nahu. No será todo. A partir de ahora, nuestro segundo protagónico estará más presente.
Además falta muy poco para llegar al núcleo de la obra donde develaré un "GRAN" secreto.
Gracias por seguir acompañandome. Los adoro 💜
Dedicado a nelySun Escriboymegusta shamialvarez ConstanzaUrbano98 TifaSteph xandy547 ItsasoAU JayCam RubnPrezPardo DarysDiaz clarymorgen2 ariagomez69 maygomez1513 sebymelano44 sarita_mommy edith0teresa kariis78
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