Capítulo 2 - Criaturas peludas

          Un segundo rayo golpea otro árbol que cae y causa un efecto dominó cayendo sobre otros árboles e incendiándolos, “A veces cuando un bosque está a punto de morir, algo en la naturaleza hace que un nuevo bosque renazca de las cenizas que deja el fuego” quizás esta es la razón por la que el bosque está destinado a renacer de sus cenizas.

          El fuego consume los árboles secos mucho más rápido que al resto de árboles, esto hace que gane mucha más fuerza, el viento se lleva las nubes a otro lugar y ahora solo cae una pequeña llovizna que no es suficiente para apagar el incendio. Los incendios pueden durar mucho tiempo. Pueden pasar días antes de que el fuego se apague ni la lluvia puede hacer frente a un bosque tan incendiado.

          Muchísimo humo se esparce mientras deja de llover y el fuego agarra más fuerza. El aire es muy difícil de respirar y el calor es abrumador. Los animales de todo el bosque corren intentando escapar de las llamas, aunque el bosque ya no tiene tanta fauna y vegetación como la tuvo algún día. En este bosque solo viven algunas ardillas, venados, muchas aves y otros pocos animales.

          Las hembras de la manada Edrev, la hembra Alfa Daila y Luza aúllan controladas por sus instintos sin saber que esos aullidos las dejan sin aire por el humo que los rodea, Nerón se está despertando y la pupilas de sus ojos están dilatadas y casi hipnotizado ve las llamas cambiando de formas, Belisa empieza a aullar como las lobas y Cándido las sigue. Las hembras y los cuatros cachorros de la manada están completamente rodeados de lo que para los ojos de ellos son criaturas monstruosas y con formas cambiantes que si tocan le causarán mucho dolor y ardor.

          ¿Cómo enfrentar al fuego? Ningún lobo lo hizo antes.

          Es un acertijo muy fácil de resolver o quizás muy difícil son tres hembras y cuatro lobeznos. Un lobezno se tendrá que quedar si quieren sobrevivir.

          Es momento de tomar una decisión, las cosas se ponen cada vez más complicadas, Cándido y Belisa se están quedando sin aire por aullar instintivamente, ya están mareados y débiles tanto que terminan por desmayarse.

          —Mami, tengo miedo —dice la pequeña Coralia aterrada y temblando —. Tengo mucha sed y no puedo respirar mami.

          —Todo estará bien, solo necesitamos buscar una salida pequeña hija —dice Daila que no sabe si lo que decía era verdad.

          Luza y Edrev dejan de aullar, también se están quedando sin aire.

          Daila se queda viendo fuera de la cueva asustada, aterrada y con miedo de perder a sus cachorros una vez más, no quiere dejar ningún cachorro, quiere llevarlos a todos y salvarlos, pero sus instintos la obligan a tener que tomar una dura decisión. Los ladridos de su hijo la sacan de la lucha entre sus pensamientos y sus instintos. — ¡Vámonos mami, yo puedo correr mientras ustedes llevan a mis hermanos! —ladra Nerón.

          Dejar atrás al futuro macho alfa es un riesgo que debe tomar ya no tiene opción, sus otros cachorros no se encuentran en condiciones para correr, la tierna Coralia a penas se mantiene despierta, sus ojos parecen cerrarse poco a poco mientras se queda sin aire, Cándido y Belisa no despiertan, a las lobas le falta aire pero aun así tienen fuerzas para correr solo esperan la orden de la hembra Alfa. Daila toma la decisión que tiene tomar porque sino todos morirán además tiene fe en que Nerón va a poder seguirlas.

          —Está bien hijo —dice Daila que no está muy segura de lo que está a punto de hacer —. Quiero que tomen a los cachorros y salgan del bosque, Nerón me seguirá a mí.

          Edrev no puede aguantar más el calor y el humo así que sin pensarlo toma a Cándido del cuello con sus dientes y se lo lleva corriendo a través del bosque en fuego.

          —Yo me llevaré a Coralia —gruñe Luza mientras toma a Coralia del cuello y hace exactamente lo mismo que Edrev.

          —Vamos hijo tú puedes, sígueme —le ladra Daila a su cachorro Nerón que asiente y ambos salen de la cueva.

          —Está caliente mamá, la tierra está caliente —ladra Nerón al salir de aquella cueva.

          —No te quedes en un mismo lugar y sígueme —dice Daila entre dientes mientras sujeta más fuerte a Belisa entre sus dientes y corre hasta el bosque en llamas.

          Las ramas de los arboles caen incendiadas y el pequeño Nerón hace un gran esfuerzo por seguir a su mamá pero su olfato y su vista cada vez le funcionan menos, sus sentidos están siendo obstruidos por el humo, el ardor que siente tampoco lo ayuda mucho puede escuchar a los animales alrededor pero no puede verlos, simplemente sigue hacia adelante viendo a penas la sombra de su madre en medio de cenizas y fuego.

          —Mami espérame, ¿mami, mami dónde estás? —dice Nerón que empieza a correr sin mirar a qué lugar se dirige, ya no puede oler o visualizar a su mamá está perdido en medio de tanto fuego. Su pelaje está chamuscado y todavía no deja de pensar en su manada. Lágrimas salen de sus ojos al pensar en el destino de One.

          Ya el pequeño Nerón no tiene fuerza para seguir corriendo pero ve una sombra.

          —¿Mami eres tú? —pregunta el pequeño Nerón a la nada, se arrastra con su último aliento hacia aquella sombra llevándose una gran desilusión cuando aquella sombra solo es un tronco. Se arrastra con gran esfuerzo hasta dentro de él y sus ojos se cierran.
……
…..
….

..
.
          — ¿Dónde estoy, Mami, papi, dónde están? —pregunta nuevamente Nerón a la nada. Ya no hay tanto humo a las afueras, su piel le arde y a cada momento tose un poco de cenizas.

          El pequeño lobito se acaba de despertar y se halla perdido en un lugar de solo dos colores blanco y negro. Toda la vida desapareció a kilómetros. El fuego continúa pero en el lugar donde está Nerón ya cesó. El único olor que se puede oler en el ambiente es el de cenizas que caen como si se tratara de lluvia.
Su pequeño corazón de lobezno late acelerado, está asustado y confundido no puede dejar de chillar y dar pequeños aullidos pero no obtiene respuesta.

          El tronco lo salvó del incendio pero ahora se encuentra solo y no reconoce nada. El bosque ahora se encuentra quemado y por ello es irreconocible y tampoco puede oler a su manada cerca por lo que Nerón opta por salir de ahí.
—Los ayudaré, yo como futuro lobo alfa debo salvar a mi manada —dice el lobezno entusiasmado, con pocas fuerzas percibe un olor cerca y se apresura a salir de aquél bosque, corre por un largo tiempo, ya está cansado y hambriento pero no parece muy factible quedarse en este lugar donde no hay absolutamente nada que comer.

          Ahí está, una pequeña luz. Es el sol que dice con su esplendor donde está la salida. El lobezno Nerón corre hacia ella esperando que al salir del bosque su manada lo estuviera esperando.

          —Lo logré, lo logré soy el mejor —aullando al viento se expresa Nerón.

          —¿Mami, Papi, One o Coralia alguno de ustedes está aquí? —Ese lugar donde está ahora le parece conocido al parecer a este lugar el incendio no lo afectó del todo, Nerón empieza a lamerse su piel y pelaje chamuscado que aún le arde.

          —Lo sé, ustedes están acá —ladra Nerón alegre, sacando la lengua. Reconoce el lugar donde está. Está cerca del lugar donde One hizo los combates, dio una vuelta en círculo a través del bosque.

          La sorpresa que se lleva mientras camina al riachuelo convierte su alegría en el polo opuesto. Sus ladridos se convierten en llanto mientras corre rápidamente al ver a un muy mal herido One cerca de aquél riachuelo solo tiene que bajar un barranco.

          —Fortachón, fortachón por favor, despierta estoy solito no quiero estar solo te necesito —aúlla Nerón una y otra vez, One no parece despertar, tiene moscas rodeándolo.

          El pequeño intenta una vez más.

          —Por favor —ladra Nerón y sus esperanzas se  están desvaneciendo —. ¡Despierta por favor!

          —Ner… —chillidos de One se escuchan como susurros en el viento —. Oye, pequeño Nerón. Me alegra que estés bien.

          —Despertaste, que bueno. Sabía que despertarías —ladra Nerón alegre pero todavía así no puede dejar de temblar y estar triste.

          —¿Dónde está mi papá, por qué te dejaron acá solo?

          —No tenían opción pequeño, escucharon los aullidos de Luza y Edrev y fueron a ayudarlas, yo les dije que me dejaran que se trataba de su futuro, el futuro de los cachorros —responde el moribundo One.

          —Te voy a ayudar —dice el pequeño que piensa ayudar a One como ayudó la última vez al viejo Dawn, Nerón corre rápido y busca agua otra vez de aquél riachuelo y la arrastra en una hoja.

          —Vamos bebe agua fortachón, necesitas fuerzas para que me ayudes a encontrar a nuestra manada —A pesar de todo lo que pasó Nerón sigue con el mismo entusiasmo que lo caracteriza.

          —Eres un buen lobezno —ladra One que lame sus heridas para que no sigan sangrando más, One tiene una gran mordida de oso que está infectada cosa de la que Nerón no se da cuenta.

          —Ya regreso, buscaré algo de comer —chilla Nerón y empieza a rodear el riachuelo y ve un rastro de sangre que cree que es el que dejó One.

          A Nerón le arde mucho su piel quemada ya no tiene pelo en esos lugares donde el fuego estuvo, sus instintos le dicen que se arroje al agua que eso lo ayudará a aliviar el dolor así que no espera más y se arroja al riachuelo. Imágenes del momento en el que su hermana Belisa lo arrojó a aquél riachuelo le vienen a la cabeza.

          El agua ayuda a Nerón un poco con el dolor, lo revitaliza y llena un poco de energía. Nerón luego de sentirse mejor sale del riachuelo, ahora puede oler un rastro de sangre que sigue, al dar los últimos llegando al final del rastro se encuentra con el cuerpo sin vida de uno de los osos que atacó a su manada.

          Nerón se paraliza justo al frente del cadáver de aquél gran oso, no puede moverse a pesar de que el oso yace inmóvil en el suelo a Nerón le da terror acercarse. Cuando Nerón reacciona retrocede con cuidado esperando que el oso no se levante.

          No hay señal ni de la pareja de ese oso ni tampoco de nadie más de su manada. Nerón no quiere estar cerca de ese ensangrentado y sin vida oso así que el pequeño lobezno corre de vuelta con One.

          —Allá… está… un oso —le dice Nerón a One tartamudeando mientras señala con el hocico.

—¿Nerón, dónde está la hembra, la viste también? —pregunta One que abre los ojos con gran esfuerzo, tiene la cabeza en el suelo sin esperanzas de nada.

          —No, solo vi a un solo oso, no encontré comida ni tampoco rastro de nuestra manada.

          —Nerón debes salir de aquí —dice preocupado One que se intenta levantar —. Eso significa que la osa debe estar cerca y te puede hacer daño.

—¡No! —exclama Nerón con un ladrido que expresa lamento —. ¡Por favor no me digas que te abandone! Eres mi mejor amigo y lo único que me queda.

          —Vamos Nerón debes irte, yo no podré moverme de acá —chilla One, le parte el corazón dejar al lobezno solo pero no ve una forma de poder acompañarlo.

          —No me importa me quedaré así tenga que dormirme para siempre junto a ti —ladra Nerón. Que empieza a comprender el significado de la muerte.

          —Entonces tráeme más agua y algo de comer, necesito fuerzas para levantarme —dice One que no tiene corazón para decirle al lobezno Nerón que quizás él no va a sobrevivir.

          —Claro fortachón, así se habla.

          —Jajaja, admiro tu entusiasmo —ríe One que ahora refleja la esperanza sobre un mejor futuro en aquél pequeño que será un gran macho alfa cuando sea un lobo adulto.

          Nerón consigue más agua. Agua que One se toma en un instante pero aún así no tiene suficiente fuerza para levantarse. No hay vegetación cerca y está anocheciendo así que Nerón decide explorar el lugar de donde vino el que está arriba del riachuelo. No se le hace muy difícil subir, está motivado por ayudar a su amigo.

          Justo en la  cima de la colina puede ver todo alrededor. Cerca está lo que para él es un posible refugio.

          —¡Otra cueva! Pero no es nuestra cueva —exclama con ladridos de tonos altos. El cachorro se aventura dentro teniendo en mente que verá a su madre Daila, a sus hermanas y su hermano dentro. Entra sigilosamente a la casi totalmente oscura cueva. Ya está anocheciendo, el sol empieza a ocultarse provocando una tenue luz anaranjada en la cueva.

          —¿Qué son esas pequeñas bolas de pelo? —se pregunta el lobezno Nerón que no se da cuenta de lo obvio que está ante sus ojos.

          —Grrr —gruñe Nerón por la imagen que ahora ya comprende. Aquellas tres bolas de pelo están sobre la osa. Al ver a la osa se paraliza nuevamente, aterrado empieza a retroceder hasta que en una esquina ve unos pescados amontonados.

          Nerón debe olvidar el miedo si quiere llevar algo de comer a su amigo One. Nerón toma un gran respiro que le cuesta ya que todavía tiene humo en sus pequeños pulmones y se llena de valentía. Solo necesita un pescado, pero los pescados están muy cerca de aquella osa.

          —Por favor… déjanos, mamá osa está durmiendo, no la molestes está muy cansada —dicen una de las bolas de pelo mientras el lobezno se acerca, las pequeñas bolas de pelo tiemblan de terror al igual que Nerón.

          —Grrr —gruñe Nerón instintivamente y retrocede. No puede decir nada está muy asustado.

          —Déjanos y vete, vete lobo feroz. Mami está enferma —dicen las bolas de pelo al unísono todos siguen temblando aterrados, el lobezno como puede corre rápidamente y toma un solo pescado y sale corriendo de aquella cueva con el pescado entre los dientes.

          —¡One! fortachón ya regresé —chilla Nerón todo lo que puede con un pescado entre sus dientes que es casi de su tamaño.

          —¿De dónde sacaste esto Nerón? —ladra One preguntando. Sigue muy débil, su herida se ve cada vez peor y hasta huele mal.

          —Lo encontré en una cueva y ahí está la osa, pero ella no despierta, debo hacer algo. Ella te hizo daño —tartamudea entre ladridos Nerón, el lobezno se empieza a dar cuenta que One no va a poder seguir despierto por mucho más tiempo lo que lo pone eufórico de rabia y tristeza —. Debo hacer algo, debo atacarla. Para que no nos haga más daño cuando despierte.

          One se come casi todo el pescado y le deja un poco menos de la mitad al lobezno.

          —Vamos come tú también Nerón —dice One, La ira hace que Nerón se olvide de toda su hambre por un momento pero al escuchar estas palabras devora aquél pescado —. ¿La osa estaba sola?

          —No, la osa estaba con tres horribles bolas de pelo.

          —Vaya —One se entristece porque ya entiende el porqué de todo lo que pasó —. Entonces esa es la razón por la que nos hicimos daño.

          —¿La razón? —pregunta el lobezno que sigue sin comprender por qué se hicieron daño entre sí. A pesar que lo único que desea es encontrar a su manada sus instintos quieren hacerle daño a aquella osa.

          —Esas bolas de pelos son los hijos de la osa, igual que nosotros protegíamos a los lobeznos de nuestra manada, ellos: Mamá y Papá oso estaban protegiendo a sus cachorros, este es su territorio, me temo que los malos de este juego somos nosotros —dice el lobo One al que está afectado por todo este tema —. Lamento decepcionarte padre.

          —Pero, pero…—Nerón tiene curiosidad pero su ira es más grande.

          One no es el más inteligente, ni el más veloz y tampoco es el más fuerte de todos los lobos pero sin lugar a duda si es el de mayor humildad y el de el corazón más grande.

          —Debo pedirte algo. Llévame a aquella cueva —dice One y Nerón se asombra por esta petición pero aún así; asiente dejando su ira atrás y recobrando aquél entusiasmo y curiosidad que lo caracterizan.

          Como puede Nerón ayuda a One a levantarse, aunque en realidad no puede hacer mucho.

          —Vamos fortachón tú puedes —ladra repetidas veces Nerón intentado motivarlo aunque para el lobezno no tiene mucho sentido ir al lugar donde está aquélla mamá osa de igual forma quiere ayudar a One a llegar a esa cueva.

          Por un instante One parece estar bien nuevamente pero le cuesta mucho caminar hace su mayor esfuerzo por llegar a esa cueva.

          Cuando llegan a la entrada de la cueva ya es de noche se pueden escuchar aullidos de lobos, por un momento Nerón piensa que son de su manada pero recuerda que su papá Churchill le dijo que nunca siguiera aullidos de desconocidos.

          —No es nuestra manada Nerón, es otro lobo. Quizás sea el viejo Dawn —dice One al ver la cara de ilusión de Nerón al escuchar los aullidos.

—¿Esta es la cueva? —pregunta el agotado One que cierra sus ojos y los abre se está decayendo de repente aquella vitalidad que adquirió por comer el pescado desaparece.

          Nerón está muy cansado fue un día muy largo, le arde mucho su piel quemada y sigue tosiendo cenizas.

          Nerón entra en la cueva que está más oscura que la última vez que estuvo ahí. One no da un paso más se queda en la entrada de la cueva sin llegar a las profundidades.

          —Descansemos acá, mañana nos adentramos, ¿te parece Nerón? —ladra One y Nerón ni siquiera tiene que hacer chillido alguno cuando cae dormido. Los lobos pueden moverse muy bien en la oscuridad, por su olfato y porque su vista está acostumbrada a las noches. Pero igual One quiere esperar el día siguiente para hacer lo que tiene planeado.
Los rayos del sol despiertan a Nerón que se da cuenta que es la segunda vez que amanece y su manada no está. No están los mordiscos de Belisa ni el repetitivo “Tengo hambre” de Cándido.

          One  no despierta y tiene muchas moscas a su alrededor. Nerón al verlas va deprisa y las espanta intentando atraparlas con su hocico.

          —Despierta, despierta, despierta —ladra Nerón para luego morder la oreja de One como lo suele hacer Belisa para despertarlo a él.

          —Nerón, tranquilo ve con calma —chilla One pero sus chillidos no se escuchan igual.
Nerón nota algo en la mirada de One. Algo que termina con el entusiasmo que le vino al recordar a su hermana.

          —Vamos —chilla Nerón mientras intenta comprender la razón para ir a esta cueva.

          Ambos entran y dentro ven las tres bolas de pelo y la mamá osa, están en el mismo lugar donde los vio Nerón. La osa a penas y puede mantener los ojos abiertos no está nada bien. One tampoco lo está, ya no puede dar un paso más y tampoco mantenerse sobre sus patas por lo que se desparrama en el suelo.

          —Por favor Nerón ponme con vista hacia los osos.
Nerón esta vez no está airado solo tiene miedo de que aquella osa se levante pero realmente no cree que lo haga. Se da cuenta que la osa está en las mismas circunstancias que el fortachón.

          —¿Vienen a ponernos a dormir cierto? —dice uno de los ositos.

          —No, no venimos a eso pequeño oso —chilla One.
La mamá osa con sus pocas fuerzas intenta levantarse para defender una última vez a sus cachorros.

          —Tranquila, sé que nuestros caminos se cruzaron y por proteger a nuestros seres queridos estamos así, no soy muy bueno con las palabras pero mi padre me enseñó que hay que valorar y respetar toda la naturaleza y él sí era muy inteligente —dice One mientras inclina su cabeza hacia abajo como una forma respetuosa de pedir perdón.

          —Grrr —gruñe la mamá osa resentida mientras cae al suelo nuevamente.

          —Lo lamento, quiero que me perdonen. Lamento que nuestras familias se arruinaran por un mal entendido.

          La osa escucha las palabras pero no dice nada, simplemente se cierran sus ojos para no volverse a abrir.

          —Gracias pequeño Nerón por traerme a este lugar y como me dijo mi padre una vez te digo yo a ti… “Valora y respeta la naturaleza”.

          —No, por favor no te vayas. Te lo pido amigo, eres mi único amigo, eres lo único que me queda, no me dejes por favor… abre los ojos te lo pido amigo… amigo.

          One no abre más los ojos y el calor que emite su cuerpo está desapareciendo y empieza a ponerse frío.

          Nerón se recuesta cerca de One que ya está en el sueño eterno al igual que la osa.

          —Ya no está, no despertará… —les dice Nerón a los ositos sin entusiasmo y con mucha tristeza al darse cuenta que al igual que One la mamá osa está muerta.

          —Despierta, despierta, ¿qué tienes mamá osa? —No importa cuánto los tres cachorros  movieran a su mamá ya no va a despertar.

          Ese día los tres cachorros de oso y el pequeño lobezno no se apartan de sus familiares. Están experimentando un nuevo dolor, uno diferente a cualquiera. El de la pérdida.

          Las bolas de pelo no tienen la culpa de lo que pasó, cosa que Nerón se empieza a dar cuenta. Recuerda las palabras de One cuando dijo que solo fue un malentendido.

         Al día siguiente Nerón sale de la cueva mirando nuevamente el amanecer. El humo y el fuego están empezando a cesar. Los tres ositos también salen siguiendo al lobezno están algo asustados pero ya se dieron cuenta de que su mamá no va a despertar.

          Todos están tristes pero Nerón tiene la ligera sensación que es mejor estar al lado de aquellas criaturas peludas que estar solo, además siente que de alguna forma le debe eso a ellos y a One.

          Las pequeñas bolas de pelo no han comido nada y tampoco Nerón, por esto el lobezno toma uno de los tres pescados que quedan y se los lleva al frente para que coman.

          —¿Por qué nos ayuda, lobo feroz? —pregunta el más grande de los ositos, es casi del mismo tamaño que Nerón pero con mucho más pelo.

          —Yo no soy un lobo feroz —replica Nerón.

          —¿Entonces qué eres? —pregunta el más pequeño de las bolas de pelo.

            Nerón siempre suele decir que es el hijo de Churchill y futuro macho alfa pero a su mente llega la idea de que eso ya no significa nada.

          —Solo… solo… solo soy Nerón, un lobo solitario.

          Las pequeñas bolas de pelo dejan de tener miedo y empiezan a comer ese pescado mientras Nerón les trae otro.

          —Y ¿cuáles son sus nombres? —pregunta Nerón.

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