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Mingi y Yeosang platicaban alegremente con las hadas en aquel lindo y mágico bosque que era alumbrado por el hermoso atardecer.  Las hadas peinaban y llenaban de flores los cabellos de los conejitos, quienes simplemente se dejaban hacer por ellas.

—¿Qué es lo que te tiene tan afligido mi lindo conejito Mingi?— le preguntó la hada coralia, mientras le colocaba unas hermosas flores azules en sus azabaches cabellos —¿Por qué tus ojitos lucen tan apagados?

Yeosang miró a Mingi y tomó una de sus manos para darle confort. Sabía perfectamente la razón del estado de su mejor amigo y eso también le hacía sentir triste. Yeosang solo quería la felicidad de su amigo y le desesperaba no poder ayudarlo de alguna manera.

—Mingi se casará en cinco meses— respondió Yeosang, pues sabía que no era un tema muy fácil de hablar para Mingi.

—Oh... ¿Y eso no es bueno?— está vez habló Fay —Es decir, el casarse debería ser maravilloso... si se aman y están enamorados, por supuesto.

—¿Tú no amas a tu prometido, caramelito?— Coralia le preguntó a Mingi.

—No... La boda fue planeada por mis padres— Mingi soltó un lastimero suspiro —Ellos creen que SehYoon es el indicado para mi...

—¿Es tu predestinado?— Mingi negó.

—No, no lo es. SehYoon es un gran chico, es muy amable y dulce, pero el está enamorado de alguien más y yo no tengo sentimiento alguno por él más que el de amistad. Nuestros padres creen que somos la pareja perfecta, pero ambos sabemos que nuestros corazones les pertenecen alguien más...— Yeosang miró curioso a Mingi con respecto a lo último, pero prefirió no interrumpir.

—¿Por qué no rompen el compromiso?

—Nuestros padres están ilusionados con la boda... No queremos herirlos— explicó Mingi con un tierno pucherito en sus esponjosos labios.

—¿Y ustedes? ¿Si saben lo que significa una boda? Al casarse deben compartir el resto de su vida juntos. Ustedes no se aman y por más que se lleven bien... Serán infelices al no estar con quienes verdaderamente aman.

—Por más que quiera negarme no puedo— Mingi comentó resignado.

—Yo creo que deberías hablar de esto con el lobo blanco— Fay dijo.

—¿Por qué debería hablar de esto con HongJoong...?

—¡Oh caramelito!— exclamó Fay —Porque el lobo blanco es tu predestinado.

SeongHwa había despertado muy temprano por la mañana, el sol apenas tocaba el horizonte y había mucho frío. Cumplió con cada uno de sus deberes y recorrió cada rincón de su territorio en el bosque.

San y HongJoong habían llegado a su hogar, ya que no podía salir sólo por su seguridad. Pero realmente estaba seguro de que estaria bien sin la desastrosa compañía de sus mejores amigos.

—¿Creen que los humanos encuentren nuestro territorio?— San preguntó con notoria preocupación.

—No... Cada rincón está vigilado, si un humano se acerca lo sabremos de inmediato— respondió SeongHwa con la mirada fija en el camino —Los humanos son lo de menor importancia. Alguien nos está traicionado y debemos encontrarlo rápido.

—Yo sólo desconfío de una persona y-

San dejó de hablar encuanto una cuarta voz se hizo presente.

—¿De quién desconfías, San?

—Hangyul...— murmuró HongJoong con fastidio.

—Hangyul— San fingió una sonrisa —¿Qué haces por aquí?

Hangyul era un miembro de su manada, su padre era la mano derecha del líder y padre de SeongHwa. Pero rompió una regla muy importante de la manada y sin contar que quería matar al líder y tomar el liderazgo. El padre de Hangyul mató a un inocente híbrido conejo, sólo por diversión y fue expulsado de la manada, muriendo solo en el frío bosque. Su hijo siguió siendo parte de la manada pues el líder creía que el pequeño niño no era culpable de las decisiones de su padre.

Y ahora Hangyul deseaba ser el siguiente líder de la manada y eso no era un secreto para el trío de los amigos.

—Siempre que salgo a cazar los veo caminar por aquí... Tengo curiosidad— dijo Hangyul con una sonrisa —¿Puedo acompañarlos?

—No puedes. ¿Por qué no simplemente cumples con tu deber cómo un simple guardia y cuidas el territorio?— dijo HongJoong a lo que Hangyul le respondió con un gruñido.

—HongJoong, no— SeongHwa lo reprendió —Lo lamento Hangyul... Pero no puedes acompañarnos. Es una tarea que sólo podemos cumplir nosotros... Mi padre no las asignó estrictamente a nosotros...— dijo SeongHwa, mientras San y HongJoong asentian.

Claramente SeongHwa inventó un cuento.

—Lo siento, Hangyul— HongJoong le sonrió burlonamente —Suerte para la próxima.

Y sin más siguieron su camino bajo la enfurecida mirada de Hangyul.

—¡Lobito!— Yeosang corrió despavorido hasta el pelinegro.

—Mi lindo angelito—  SeongHwa sonrió felizmente y beso las sonrojadas mejillas de Yeosang —Te extrañé, mi conejito.

—¡Yo también te extrañé, Seonggie!

—¿Por qué no están abrigados? Hace frío— dijo SeongHwa mirando a ambos conejitos, mismos quienes no portaban prendas abrigadoras.

—No hace frí...— Yeosang no logró formular toda la oración pues soltó un tierno estornudo.

—Tiene gripe, pero es muy terco y terminé por acomparlo hasta aquí— Dijo Mingi mientras era envuelto en los brazos de HongJoong.

—Mi conejito travieso, tienes que cuidarte— SeongHwa le envolvió con su gigantesco suerter —Tu resfriado podría empeorar— dijo preocupado, mientras acariaba ambas mejillas de Yeosang.

Yeosang no respondió, pero sus orejitas se bajaron, cruzó sus brazos y formuló un puchero con su boquita. Estaba haciendo un berrinche y SeongHwa rió ante lo tierno que era su angelito. Atrajo el cuerpo de Yeosang y este sonrió al chocar ante el fornido pecho del lobo, suspirando con satisfacción el aroma a pino y chocolate del pelinegro.

SeongHwa también por su lado suspira con satisfacción el aroma a vainilla y un ligero toque de zanahoria de Yeosang. Seong, observa el rubor en las mejillas de Kang y con cuidado y delicadeza toma la cintura del menor, pegandolo más a su cuerpo y así brindalole más calor.

—¿Estás molesto, mi lindo conejito?— Yeosang negó.

—No... Yo no quiero irme, Seonggie— dijo Yeosang —No quiero dejarte lobito.

—Vamos... Es por tu bien. No quiero que mi precioso conejito enferme más. Si vas a casa... Prometo hacerte una sorpresa— dijo y rápidamente los ojitos de Yeosang brillaron interesado.

—¿Una sorpresa?— SeongHwa asintió.

—Una sorpresa, pero debes ir a casa y regresar hasta que te sientas mejor. Coralia me avisará y vendré a verte de inmediato, ¿Si?— Yeosang asintió con una radiante sonrisa.

—¡Esta bien, lobito! ¡Es una promesa!— SeongHwa asintió con una sonrisa —¡Nos vemos pronto! ¡Vámonos Mingi!

Mingi se encontraba en su propio mundo con HongJoong, mientras que San era perseguido por las hadas quienes les ofrecían piedras y flores preciosas en busca de su amor. San les rogaba con la mirada a cualquiera de sus amigos para que lo ayudasen.

Pero definitivamente ellos solo estaban centrados en sus conejitos.

—HongJoong— SeongHwa le habló —Es hora de que se vayan.

HongJoong al principio se negó, pero después terminó por aceptarlo y soltó finalmente a Mingi.

—¡Te quiero Seonggie! ¡Nos vemos pronto, Lobito!— dijo Yeosang para después pararse de puntitas y darle un tierno e inocente corto beso en los labios a SeongHwa.

SeongHwa no pudo formular palabra
pues Yeosang había corrido fuera del bosque, dejandolo paralizado y con el corazón latiendole a mil, sintiendo esas famosas mariposas en el estómago.

SeongHwa regresó a su hogar con una radiante sonrisa y humor, claro, sin notar que alguien más había visto todo.

¡ Gracias por leer ! ♡

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