8 "Un avance y un adiós"
Franco
A las cinco y media tengo preparada la merienda de los señoritos, Nora y Nico han llegado hace media hora del colegio y mientras preparo la merienda, Nora le cuenta a su madre que tal ha ido su día y claro, no pueden pretender que no ponga la oreja si hablan a mi lado, a Nora se la ve una chica tímida, pero con carácter, vaya si tiene carácter, sobre todo lo saca conmigo, en fin, ahora estoy poniendo la mesa y cuando termino, toco la campana de la cocina para avisar de que la merienda está lista. Sí, son tan finolis que hasta una campaña tienen, no puedo llamarles con un grito, no, tengo que tocar la puta campana. Cuando ya están todos, traigo la bandeja con la merienda y la sirvo.
—Marco, este café está muy fuerte, te dije que a mí me gusta el café con mucho azúcar— ya está el pesado este tocándome los huevos, si no te gusta como hago el café te lo haces tú, capullo, obviamente no lo digo en alto, si no que me trago mis palabras y encima me disculpo.
—Perdón, le traeré otro—mientras me voy, Nora les vuelve a contar por décimo tercera vez su primer día.
—He hecho un amigo y me ha presentado a sus amigos, pero había dos que me han atacado un poco, pero bueno, yo no me voy a meter con nadie, así que voy a pasar de ellas y ya está—dice y pongo los ojos en blanco, o no habla nada o no se calla, aunque he de decir que me hace gracia como lo cuenta, sé la ve entusiasmada y teniendo en cuenta lo triste que ha estado estos días...
—Me parece muy bien hija, no queremos quedar mal ante el director, que ya bastante favor nos ha hecho—dice su madre, otra que también es una estirada de narices, pero bueno.
Cuando ya terminan, se van cada uno a su habitación y cuando yo termino de recoger también, ahora tengo un descanso de dos horas hasta que me toque empezar con la cena y lo voy a aprovechar durmiendo, porque a mí lo de madrugar me mata y necesito una siesta.
De repente un llanto me despierta de la siesta, ni dormir se puede DIOSSS, me parece que viene del cuarto de Nora, básicamente porque es una voz femenina, y aunque esta chica me haya tratado fatal desde el primer momento, soy demasiado empático, así que decido ir a ver qué le pasa y ver si necesita algo, yo he podido hacer muchas cosas malas en mi vida, pero es ver a una persona llorar o triste y se me parte el alma. Cuando me acerco a la puerta y voy a llamar, justo se abre, mierda, ya es la segunda vez que me pasa, a ver si se va a pensar cosas que no son.
—¿Qué haces? —joder es que ni triste deja de ser borde, eso sí, no puedo evitar fijarme en sus ojos, los tiene súper bonitos ahora mismo, es como que el verde al haber llorado se le ha puesto de un color intenso que te deja sin habla.
—Te he escuchado llorar y he venido a ver si necesitabas algo—digo un poco cortado.
—Ya es la segunda vez que te veo parado en mi puerta, espero que no me estés acosando—lo que me faltaba, está tía está loca.
—No quiero herir tu ego, pero no eres mi tipo, así que tranquila que no te quiero acosar— me lanza una mirada asesina y cierra la puerta, a pesar de que iba a salir de su habitación. Como no quiero dejar esta conversación así, entro.
—Oye, ya me estás empezando a cabrear—digo con el ceño fruncido y acercándome a ella que estaba por irse al baño.
—¿Por? —encima tiene los huevos de preguntar por qué.
—Porque desde que has llegado a esta casa, no has hecho otra cosa que tratarme fatal, y creo que merezco un respeto—digo siguiéndole hasta dentro del baño y cerrando la puerta a mi paso.
—Un ladrón como tú no merece mi respeto—dice girándose hacia mí. Yo siento una puñalada al escucharla llamándome ladrón.
—Ni si quiera te has dignado a preguntarme porqué lo hice—no es que me apetezca contárselo, pero a lo mejor si se pusiera en mi lugar dejaría de tratarme como escoria.
—Porque no me interesa, además, después de que me amenazaras el otro día, no me hacen falta pruebas para saber que es parte de ti el ser un criminal—eso me hierve la sangre, puedo ser muchas cosas, pero no un criminal.
—Me estás juzgando sin conocerme y eso dice mucho de ti, y además, yo no te amenacé, solo te advertí que no siempre voy a ser amable contigo—me acerco unos pasos más hacia ella hasta que esta tropieza con el inodoro y se cae de culo, quedándose sentada para disimular su tropiezo.
—Te repito que no me interesa—dios esta tía va a acabar con mi paciencia.
—Vale, como quieras—no me apetece seguir insistiendo.
Nos quedamos unos Segundos callados, ella me mira sentada desde abajo y veo como sus ojos me atraviesan la mirada y entonces como un tonto le pregunto.
—¿Por qué llorabas? —la verdad es que no sé ni para que me preocupo por ella, pero bueno, así de tonto soy.
—Cosas mías—dice mirándose las uñas.
Joder que tía más pesada.
—¿Sabes una cosa? —le digo poniéndome filosófico.
—Sorpréndeme—lo dice con una sonrisa falsa.
Se levanta y con la mano me da un pequeño empujón para que me aleje de ella.
—A veces, cuando uno está mal, le viene bien hablarlo con otra persona—digo volviendo a acercarme a ella todo lo que su mano me deja, ya que la tiene puesta en mi pecho para evitar que me siga acercando.
—¿Ahora eres psicólogo? —y ya volvemos a la amargura.
—Solo quiero ayudarte—le aparto la mano de mi cuerpo y veo como se pone nerviosa al instante, me gusta cómo se pone al tenerme tan cerca, siento como se le acelera el corazón y como se le entrecorta la respiración.
—¿Por qué? ¿No dices que soy una borde?
—A ver, una cosa no quita la otra—digo riéndome, para esta chica todo es o blanco o negro.
—¿Sabes una cosa? —dice imitando mi pregunta de antes.
—Sorpréndeme—digo imitándola también e intenta no sonreír, pero se le escapa una pequeña sonrisa.
—Dices que te estoy juzgando sin conocerte, pero tú también me estás juzgando a mí. Piensas que soy una borde y que te trato mal sin sentido, pero es que no me has preguntado por qué te trato así—esta vez lo dice en un tono calmado y hasta podría decir que amable.
—¿Por qué me tratas así? —pone los ojos en blanco y la poca buena onda que estábamos teniendo se va, los buenos royos con esta chica no duran más de dos minutos.
—Probablemente ya lo sepas—dice frunciéndome el ceño.
—Quiero que tú me lo digas—vuelve a poner la mano en mi pecho y me aparta para poder pasar por mi lado y salir del baño.
—Vale, no me caes bien porque yo tenía mi vida hecha en Barcelona y por tu culpa me ha tocado venirme a otra ciudad y alejarme de todos mis amigos. ¿Contento? —dice cuando entramos en su habitación y se sienta en su cama, se la ve mucho más relajada ahora que ya no estamos a escasos milímetros.
—Entiendo que tengas rabia, pero no me puedes tratar así, bastante tengo con aguantar a tu padre como para también aguantar a una malcriada—puede que me haya cabreado un poco, pero porque uno acaba perdiendo la paciencia.
—Oye perdona, pero ¿quién te crees? —ale ya está enfadada, otra vez
—Mira, yo solo te digo que a partir de ahora me trates mejor porque puedo ser muy bueno, pero tú no me has conocido enfadado—digo agachándome para hablarle otra vez desde cerca, no sé qué manía me ha entrado con acercarme tanto a ella, pero no puedo evitar hacerlo.
—¿Ya me estás amenazando otra vez? —me lanza una mirada retadora, esta chica no sabe con quién se está metiendo.
—Te estoy advirtiendo, otra vez—la tensión se puede cortar con un cuchillo ahora mismo.
—Sabes que tienes todas las de perder ¿no? — lo dice con una sonrisa triunfante mientras vuelve a alejarme poniéndome las manos en el pecho, esta vez sí que me da un fuerte empujón que hace que me tambalee hacia atrás.
—Tienes razón, pero no voy a permitir que una familia de ricos prepotentes me trate como la mierda, y prefiero estar entre rejas a perder mi dignidad—digo esta vez respetando las distancias.
—Ya, en fin, yo no le voy a decir nada a mi padre, pero tampoco te metas conmigo.
—Ni tú conmigo.
—Bueno, está bien, hagamos como si no existiéramos y ya—se pone de pie y me coge del brazo para arrastrarme a la puerta.
Supongo que es su forma de echarme.
—Eso es un poco infantil, ¿por qué no podemos simplemente llevarnos bien? —digo quitándome de su agarre.
—Porque no puedo, te tengo rencor, lo siento— auch golpe bajo.
—Que sincera—se encoge de hombros y abre la puerta.
—Me tengo que duchar ¿puedes...? —esta vez la hago caso, pero solo porque mi hora de descanso se ha acabado.
—Tranqui, ya me voy, pero que sepas que no voy a parar hasta que me escuches y me entiendas y dejes de tenerme rencor— sinceramente quiero que sepa porqué estoy aquí, no quiero que siga juzgándome, pensaba que me daba igual, pero no.
—Suerte—dice y salgo.
Bueno yo creo que ha habido un avance, la he hecho reír, cosa que parecía imposible, no me ha contado que le pasaba, pero claro, tampoco puedo pretender que se me abra así de la nada, pero no me ha dejado las puertas cerradas y como me encantan los retos, voy a conseguir sea como sea ganármela.
Nora
Treinta minutos antes
Llevo todo el día pensando en Nacho, hace mucho que no hablamos, no me contestó al mensaje de buenos días, y él siempre está con el móvil, es la típica persona que te contesta rápido y si no me ha contestado es por algo, así que decido llamarle.
Después de ocho tonos, me lo coge, ha tardado más de lo normal, y puede que parezca una loca contando los tonos de la llamada, pero para que engañarnos, un poco loca estoy, pero es que ÉL me vuelve loca.
—¿Quién es? —odio que haga eso, sabe perfectamente que soy yo la que le ha llamado.
—Hola, mi amor—digo con mi tono más dulce.
—Ah, hola, Nora—que seco, Dios mío, me huelo lo peor.
—¿No has sabido que era yo? Si te sale mi nombre en la pantalla—digo haciéndome la tonta.
—Es que lo he cogido rápido y ni me he fijado—dice pasota y me entran ganas de llorar, me tumbo en mi cama para estar más cómoda y me cojo unos pañuelos para secarme las lágrimas que están a punto de salir. Siempre precavida.
—Ah, ¿qué tal estás? No me has respondido el mensaje de esta mañana—yo me sigo haciendo la tonta hasta que no me diga lo que le pasa.
—Ya, es que no he tenido tiempo, estoy muy liado.
—¿Y eso? —a veces me sorprende la paciencia que tengo con él, cuando se pone en plan cortante es imposible.
—Ya sabes, los estudios, el deporte...—vaya, lo de siempre.
—Ah bueno, si te molesto te puedo llamar en otro momento—y ahí tenemos la primera lagrima, la seco antes de que se caiga.
—Oye Nora, mejor vamos a hablar las cosas claras—y aquí viene lo que me esperaba, dejo de intentar retener las lágrimas y dejo que caigan a montones, eso sí, sin que Nacho se dé cuenta.
—¿Qué pasa? —digo con la voz entrecortada, aunque intentando disimularla.
—No te hagas la tonta, lo sabes perfectamente, yo te quiero mucho, pero es que una relación a distancia es mucha complicación, tú sabes que yo necesito besos, caricias y esas cosas.
—Ya, pero yo voy a ir a Barcelona de vez en cuando—se ve que mis ganas de seguir con lo nuestro no son las mismas que las suyas.
—Y cuando vengas podemos pasarlo bien, pero sin compromiso ¿sabes? —genial.
—Ósea ¿me estás diciendo de cortar, pero si voy a Barcelona y estás disponible podemos liarnos? —esto es increíble. Y lo peor es que no me sorprende.
—Me lo has quitado de la lengua, Nora, sabía que eras la mejor, nunca dejas de sorprenderme—¿se piensa que estoy de acuerdo? ¿tan poco me conoce?
—Nacho, yo no quiero eso—digo en un susurro, cierro los ojos para dejar que las lágrimas sigan cayendo y voy limpiándomelas de a poco.
—¿Cómo?
—Que yo no soy así, no soy una cualquiera, ¿tan poco te importo? ¿de verdad me quieres como tu rollo? —llevamos meses saliendo, creía que le importaba de verdad, pero se ve que no.
—No es eso, pero sabes perfectamente que esto no llega a ninguna parte—dice y exploto, ya no intento disimular mi tristeza, si no que lloro a moco tendido, no puedo creer lo que me está diciendo—Pero no llores Nora, somos jóvenes, tenemos toda la vida por delante, obviamente no íbamos a durar eternamente.
—Dios, no puedo creer que me estés diciendo todo esto—digo incrédula, no sé si íbamos a durar para siempre, pero en mi corazón si cabía esa posibilidad.
—Lo siento, Nora—no contesto y hay un pequeño silencio—Oye, tengo que colgar, ya hablamos ¿vale?
—Vale, chao—cuelgo con la poca dignidad que me queda y tiro el móvil a un lado de la cama.
Me derrumbo, tanto tiempo juntos tirado a la basura, ¿tan poco me quería? Yo estaba enamoradísima de él, y lo sigo estando, jolines, todo por el maldito ladrón AAAAAAAH.
Después de varios minutos llorando, decido bajar a por un vaso de agua porque tanto llorar me ha dejado deshidratada, pero cuando abro la puerta me encuentro a Marco en mi puerta como la otra vez, ¿qué le pasa? Que cotilla es, y que vergüenza me ha escuchado llorando, nooooo.
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