43 "Miedo"

Marco

Llegamos al lugar de encuentro y mis nervios florecen todavía más, tenemos que ir a la puerta trasera del local, allí nos abrirá Guepardo y nos dará el arma después de que otros hombres nos cacheen, José y yo vamos directos a la puerta trasera y llamamos con los puños.

—¿Listo?—me pregunta serio.

—Sí—a pesar de que llevo años metido en esto, siempre me pongo nervioso antes de un ataque. Cuando era de los malos y ahora siendo de los buenos.

Nos abre un hombre, ya le había visto antes, hemos sido compañeros durante mucho tiempo, aunque no hemos hablado mucho, no es un tipo de muchas palabras.

Entramos y este nos empieza a cachear, José y yo levantamos los brazos y abrimos las piernas, el hombre nos cachea por todas partes y finalmente cuando ve que estamos listos, nos conduce a otra sala.

—¿Puedo ir al baño?—pregunto siguiendo el plan.

—Rápido—nos lleva hacia el baño y primero me meto yo, Guepardo ha escondido las pistolas en la basura, nos dijo dentro de la cisterna, pero supongo que ha cambiado de sitio, yo cojo una y me la meto en la entrepierna, no se nota nada, aunque si te fijas mucho lo mismo piensas que estoy empalando.

Salgo y José dice.

—Ya que estamos yo también quiero—el hombre pone los ojos en blanco y le deja pasar.

Cuando termina, sale y me mira confirmando que ya estamos listos, no necesitamos la pistola todavía, en realidad es solo por si acaso.

El hombre nos lleva hasta una habitación escondida donde intuyo, estará el Jefazo con Guepardo. Cuando va a abrir la puerta suspiro nervioso, nunca creí que fuera a conocer al Jefazo, tiene una norma súper estricta con no saber su identidad, muy pocos de los que trabajan para él saben su verdadera cara.

De verdad que me huele todo esto tan mal... Me parece demasiado fácil.

Abrimos el pomo de la puerta y entramos, antes de que pueda fijarme en nada, José murmura.

—No me lo puedo creer—yo le miro confuso.

La habitación esta casi vacía, hay un sofá donde está sentado Guepardo con un hombre moreno y delgaducho a su lado, debe de tener cuarenta y pico años y tiene una mirada dura, aunque con una sonrisa sarcástica. Sé que es el Jefazo en cuanto habla.

—Bueno, bueno, al fin nos vemos las caras—dice mirándome a mí.

No me imaginaba su cara así, pensaba que era más mayor y que tendría ochocientos tatuajes, pero aparentemente no tiene ninguno, parece un tipo normal y corriente. Cualquiera que saludarías al ir a comprar el pan o al que te acercarías a pedirle ayuda porque estas desubicado.

—No me puedo creer que seas tú—le dice José todavía incrédulo, ¿le conoce?

—Sorpresas que te da la vida, supongo—responde el Jefazo riéndose.

—Eres un hijo de puta—José le escupe ese insulto, pero el Jefazo ni se inmuta.

—Sentaos, poneos cómodos, tenemos tiempo todavía—el Jefazo pasa de los insultos de José y sigue con esa sonrisa de superior en la cara.

—¿Por qué nos has traído aquí?—pregunto con el ceño fruncido.

—Os habéis dejado a la princesa en casa, dije que vinierais los tres.

—Deja a Nora en paz—le dice José asesinándole con la mirada.

—Bueno, os he traído aquí para contaros cuál ha sido mi plan todos estos años—¿qué? No estoy entendiendo nada, ¿qué plan?

—¿Y por qué nos lo vas a contar si se puede saber?—pregunta José igual de confuso que yo.

—José, tú siempre tan curioso, paciencia, amigo—le vacila Guepardo.

Es parte del plan, el Jefazo no puede sospechar de Guepardo, así que tiene que comportarse como el capullo que es, no creo que le cueste mucho tampoco.

A pesar de que Guepardo nos está ayudando y yo le ayudé con su hermano, han sido muchos años odiándole y dudo que algún día pueda llevarme bien con él, más que nada porque su personalidad no es de mi agrado, una cosa es que sea vacilón como Guerrero y otra que sea un cínico de mierda. Por ahora nuestra relación es puramente profesional.

—Eso lo descubriréis más tarde, ahora solo quiero dirigirme a ti, José—incluye el Jefazo, sinceramente no sé que pinto aquí, la verdad.

—Me das asco—José sigue con sus insultos. Le veo muy alejado del plan y eso me preocupa y me pone nervioso.

—Gracias—contesta el Jefazo sarcástico—José, probablemente no te acuerdes, pero hace muchos, muchos años, antes de que nos conociésemos de verdad, yo tenía un hermano, se llamaba Julio, éramos uña y carne, no tuvimos mucha suerte en la vida y eso nos llevó a meternos en bandas y chanchullos varios, en uno de esos chanchullos, alguien anónimo llamó a la policía, no nos dio tiempo a huir y se acabó convirtiendo todo en un tiroteo, policías contra gente sin dinero que solo quiere no morir de hambre—el Jefazo empieza a contar una historia y no me pasa desapercibido como se hace la víctima.

—El caso es que uno de los policías eras tú, un José mucho más joven e inexperto, tus compañeros, muchos de ellos mataron a mis compañeros, al igual que muchos de mis compañeros mataron a muchos de los tuyos, el problema vino cuando tú, le pegaste un tiro a mi hermano, no tuviste escrúpulos en matarle, yo pedí que pararais, pero nadie me escuchó, tuve que huir y dejarle allí tirado para que no me cogieseis, desde entonces he querido quitarte lo que más amas con todas mis fuerzas igual que hiciste tú conmigo—termina su explicación y noto su furia al hablar, Guepardo y yo estamos aquí de espectadores porque otra cosa...

—¿Has montado todo esto por una cosa que ocurrió hace más de veinte años? ¿Estás loco?—José le mira enfadado, ambos lo están.

—Mataste a la única persona que me quedaba en el mundo—le dice el Jefazo muy serio y con la mandíbula apretada.

—Hice mi trabajo, si en vez de meteros en una banda hubierais buscado un trabajo de verdad no habría pasado nada de eso. Pero la culpa siempre es del policía, claro. Le dije a tu hermano que parara, pero él no me hizo caso, él me disparé y yo me defendí, la diferencia es que él falló y yo no—hay una batalla de miradas , me siento muy incómodo.

—¡Éramos jóvenes, no teníamos dinero para pagar estudios, meternos en una banda era la única solución!—el Jefazo le grita a José, el nivel de enfado cada vez es mayor, y mi nivel de incomodidad también.

—Siempre hay otra solución, y bueno, al final me quitaste lo que más quería, ¿por qué sigues persiguiéndonos?—¿le quitó lo que más quería?

—Lo que más quieres es tu preciada hija, a tu hermana la querías, pero no tanto—¿su hermana? ¿La mujer que murió en el accidente? La tía de Nora. ¿Le mató él? Ósea que sí fue un asesinato.

—Sabía que no había sido un accidente, a mi hija no me la vas a arrebatar—José aprieta los puños muy fuerte.

—Eso ya lo veremos—el Jefazo sonríe de medio lado, como si supiese algo que nosotros no.

—El trato era que si veníamos la dejarías en paz—digo metiéndome en la conversación, yo no pintaba nada en ella hasta que han mencionado a Nora, con ella no.

—Bueno, Franco, tú bien sabes que en este mundo no te puedes fiar de nadie—dice Guepardo mirándome cómplice, a pesar de que sé que está fingiendo, no puedo evitar sentir rabia. Le tengo muchas ganas desde hace mucho.

Pienso en Nora, está en casa encerrada, no la pueden hacer daño. Intento pensar en eso para tranquilizar mis nervios, solo de pensar que la puedan hacer algo...

—No la vais a tocar—le dice José amenazante.

—Bueno, eso ya lo veremos, ahora paso a otro tema—el Jefazo se levanta del sofá donde estaba sentado y sale un segundo de la habitación, todos nos quedamos mirando expectantes a la puerta por la que acaba de salir, no entiendo nada de lo que está pasando y me está pareciendo que nuestro plan está saliendo muy mal, ¿cuándo vamos a actuar? José me dijo que esperara a su señal, pero cada vez que le miro le veo ido, no sé de qué coño se conocerán, pero no me gusta nada de nada por donde va todo esto.

Después de unos segundos de silencio el Jefazo vuelve a entrar en la habitación con un vaso de alcohol, por el color diría que es ron a palo seco.

—Perdonad, pero sin alcohol esto no es tan divertido—el Jefazo se sienta en su sitio de antes y clava la mirada en mí.

—Bueno, sigo contándoos mi plan, resulta que necesitaba acercarme a tu querida hija, necesitaba tenerla cerca—desvía su mirada de la mía a la de José durante un segundo y luego la vuelve a posar en mí.—Después de mucho pensando, me di cuenta de que tenía que quitar de en medio a sus queridísimos padres y, entonces pensé en ti, Franco, tu eras otro peón más dentro de mi partida de ajedrez, te mandé ese día a robar a esa tienda porque sabía que sería José quien te detendría, lo tenía todo calculado al milímetro—cuenta todo esto con una gran sonrisa en la cara, el asco que me está dando ahora mismo no es normal, era todo un plan. Todo un maldito plan para vengarse de alguien después de años y años. El Jefazo es un maldito loco. Ya sabía yo que era todo muy raro, que tuviese a la policía localizada y a mí no me hubiese avisado era imposible, es que sabía que era por alguna razón.

—Eso no puede ser—le replica José a la defensiva.

—Créeme que sí, cuando tienes muchos contactos es lo que tiene, sabía que sería José el policía que iría. Cuando Franco fue detenido, soborné al juez, me debía unos favores y lo utilicé para obligarle a mandar a Franco a hacer de chacha en casa de José. ¿A qué es un plan estupendo?—dice súper orgulloso de si mismo.

No me puedo creer que nada fuera por casualidad, ya sabía yo que no tenía ninguna clase de sentido que no me llevaran a la cárcel, al fin y al cabo yo soy mayor de edad, debería haber ido a la cárcel.

—También usé el comodín de la familia de Franco para dar más pena y que nadie sospechara, un pobre chico sin padres que se ha tenido que buscar la vida y ha acabado en el peor de los sitios, está claro que a todo el mundo le parecería bien mandarle a la ciudad donde viven sus padres—le asesino con la mirada. Odio que hable de mis padres de esa manera, como si fuesen solo personajes secundarios en su puto juego psicótico.

—¿Por qué yo? Tienes miles de hombres ¿por qué yo?—aunque suene egoísta, no me arrepiento absolutamente de nada, aunque todo esto sea un plan horrible de el Jefazo, gracias a eso he conocido a Nora y me he vuelto a reencontrar con mi familia.

—Daban las casualidades, eres de los más jóvenes que tengo y tu familia no es de Barcelona, era un plan perfecto. Vosotros os iríais y yo me quedaría cerca de la pequeña Nora. Con lo que no contaba era con que sobreviviera al accidente en coche—aprieto muy fuerte los puños de rabia, no quiero imaginar lo que podría haber pasado en ese coche.

—¡Eres un puto loco!—le dice José traspasándole con la mirada, se ve que podría matarle ahora mismo, yo también podría, pero si no me da la señal no puedo.

—Me han llamado cosas peores, créeme—suelta una carcajada y yo siento como me chirrían los dientes de los mucho que los estoy apretando.

Miro a Guepardo para ver si me da una señal para el plan o algo, simplemente se encoge de hombros haciéndome perder la paciencia, así que decido improvisar.

—¿Él qué hace aquí?—pregunto enfadado señalando a Guepardo, me da mucha rabia no saber que está pasando, estoy muy confuso.

—Guepardo es mi mano derecha, siempre está en todos mis planes, además, no solo le he traído a él, pero esa información me la guardo para más tarde—dice y se termina de un trago lo que le quedaba de ron, que se lo ha ido tomando poco a poco en lo que hablábamos.

Pienso en mi madre, ¿estará aquí? Espero que no, no quiero que me vea en este plan, no quiero que tenga esa imagen de su hijo.

De verdad que nunca había estado tan confuso. No entiendo nada.

—Ahora vuelvo—se vuelve a levantar y nos quedamos solos de nuevo en la habitación.

—¿Qué narices está pasando?—pregunto en cuando veo que el Jefazo desaparece.

—No tengo ni idea—me dice José exasperado.

—Os está entreteniendo, pero no sé por qué—nos explica Guepardo.—Estoy seguro que tiene algo entre manos, no os ha traído aquí para nada, tiene un plan más allá de lo que os imagináis.

Eso es algo que ya intuía, no podía ser todo tan fácil, pero ¿Qué es? ¿Qué plan tiene? ¿Y por qué no actuamos ya? No entiendo nada.

—¿Para cuando la señal?—le preguntó a José girándome hacia él.

—Necesito saber que tiene entre manos antes que nada.

—¿De qué le conoces?—no le da tiempo a responderme porque entonces vuelve a entrar el Jefazo, esta vez con una sonrisa mucho más grande.

—Bueno, ya queda poco para lo que os tengo que enseñar, solo debéis tener un poco más de paciencia—no deja de sonreír hasta que se sienta en el sofá.—¿Queréis saber algo más? Tengo más cosas que contaros, pero tiempo al tiempo, ya os lo contaré todo en unos minutos, pero si hay algo que queráis saber ahora, a lo mejor os lo respondo.

Nadie dice nada, yo solo puedo ver negro, tengo demasiada rabia acumulada y como hable exploto y me levanto para darle de hostias. José tampoco dice nada, está prácticamente igual que yo.

Después de varios minutos mirándonos unos a otros en silencio, llaman a la puerta, entra un hombre de él Jefazo y le dice que ya está todo listo.

A el Jefazo se le ilumina la mirada.

—Por fin, llevo años esperando este momento—se levanta dando palmas feliz.—Traedla.

¿Traedla? ¿A quién? Por favor, que no sea Nora, por favor, que esté en el despacho de su padre aporreando la puerta, por favor, por favor....

—Señor, son dos—¿dos? Dios ¿Qué está pasando?

—¿Dos? ¿Quién es el otro?—pregunta el Jefazo desconcertado.

—Un amigo suyo.

—Traedle también, seguro que será más divertido si somos más—nos lanza una mirada victoriosa, no sé qué está tramando, pero no me gusta un pelo.

Cuando el hombre vuelve, escucho como unas voces se quejan y me tenso, reconocería esa voz en cualquier lugar, siento como se me hiela la sangre y se me dispara el corazón.

Es Nora, la han cogido, nuestro plan se ha ido a la mierda, la otra voz también la reconozco y miro a Guepardo para ver su reacción y veo que se tensa cuando escucha a su hermano insultar a alguien.

—Suéltame—grita Nora, no la veo, pero sé que tiene el ceño fruncido y que está intentando huir.

—Hijo de puta, suéltanos.

Miro a José y cierra los ojos vencido, pero no, esto no puede acabar así, no puede rendirse sin ni siquiera haber empezado. No entiendo por qué no me da la puta señal, yo no puedo actuar solo, esto está lleno de hombres de el Jefazo.

Cuando por fin cruzan el largo pasillo que llega hasta aquí y entran, mis ojos se encuentran con los de una Nora furiosa.

—¿Marco? ¿Papá?—nos mira disgustada y después se fija en Guepardo y el Jefazo y veo como que queda pálida. ¿También conoce al Jefazo?

—¿Oliver?—Guerrero también se queda pálido al ver a su hermano ahí. Guepardo le lanza una mirada de advertencia para que su hermano cierre la boca.

—No me lo puedo creer—suelta Nora después de espabilar de su repentino shock.

—Hija—José intenta llamar la atención de Nora, pero es imposible porque toda su atención la tiene el Jefazo.

—¿No estabas muerto?—pregunta mientras se le caen las lagrimas por la cara.

—Ya ves que no, las cosas de la vida—la mira el Jefazo sin quitarse esa sonrisa asquerosa de la cara.

—¿Eres tú el loco detrás de toda esta mierda?—le pregunta costosamente.

—Efectivamente, ¿sorprendida?—le pregunta sarcástico, todos los demás guardamos silencio.

—¡Eres un puto loco!, ¿cómo has podido?—La mirada de Nora pasa de enfado a asco en cuestión de segundos.

—Yo no me llamaría loco, más bien vengativo e inteligente.

—Eras mi tío—dice esta soltando un sollozo y acallando todas mis dudas.


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HOLAAAA!!!! QUEDA UN SOLO CAPÍTULO Y EL EPÍLOGO AAAAAAAAA, QUE OPINÁIS SOBRE EL JEFAZO, FLIPADOS POR SABER QUIÉN ES? Xd espero que os haya gustado el capítulo y os haya resuelto algunas dudas.

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