42 "El principio del fin"

Marco

Llevamos semanas organizando el plan, milímetro al milímetro, intentando que Nora no nos descubra y dejando todo súper buen planificado para que ninguno salga mal parado. Me sorprende que Nora no se haya metido en nuestros asuntos.

Muchas veces nos ha pillado hablando a su padre y a mí en el despacho con el pestillo, pero nos daba tiempo a esconder a Guepardo, ella simplemente preguntaba qué hacíamos y después de una mala excusa se iba sin decir nada.

Eso ha sido tranquilizante porque si lo supiese sería un desastre, se querría meter todo el rato y probablemente querría ir para hacerse la valiente y no pienso permitir eso, yo sé que ella piensa que puede con todo, pero a lo que nos enfrentamos es un tío que lleva años asesinando, vendiendo drogas, comprando a gente, no estamos hablando de un chico de su edad que trafica y no tiene ningún tipo de experiencia peleando, hablando del Jefazo, que puede matarnos a todos sin tan siquiera moverse de su asiento, básicamente porque manda a otros a hacerlo.

—Bueno, entonces esta noche ¿no?—dice José haciendo que me ponga nervioso.

Vamos a hacerlo todo esta noche, Guepardo ya avisó al Jefazo de que aceptábamos el trato y de que íbamos a quedar en un punto muerto, es decir una cafetería que el Jefazo tiene aquí para sus chanchullos, la gente normal piensa que es una cafetería como otra cualquiera, pero en realidad hay una sala donde trapichean, amenazan y matan. Y como esa cafetería, hay mil mal por todo el país, la banda traficante del Jefazo es de las más grandes de España y todavía me cuesta creer que vayamos a poder contra él, pero yo lo voy a intentar, si todo sale tal cual lo hemos calculado, ganaremos y terminaremos con toda esta mierda.

—A las nueve en punto en la cafetería, luego os mando la ubicación, yo iré con el Jefazo, y en cuanto tenga un momento, dejaré las armas en los baños, debajo de la cisterna. Cuando entréis os cachearán, os las tenéis que guardar en los calzoncillos, ahí no miran, y son lo suficientemente pequeñas como para que os quepan, probablemente os cachen más de una vez—explica Guepardo, mentiría si dijese que es la primera vez que me guardo un arma en la polla.

Lo he hecho mil veces, al principio daba mucha impresión, tener un arma ahí da un poco de miedo, por si se dispara sola o algo, pero al final me acabé acostumbrando.

—Vale, todo claro ¿no?—dice José mirándonos a ambos.

Tanto Guepardo como yo asentimos y nos vamos del despacho.

Acompaño a Guepardo a la puerta para preguntarle por Guerrero.

—Está bien, estamos poniéndonos al día y bueno, viéndonos a escondidas porque sus padres no se pueden enterar, pero estoy muy contento. La verdad Marco, te tengo que dar las gracias, si no fuera por ti todavía no sabría su paradero, así que muchas gracias, tío—me dice Guepardo dejándome boquiabierto.

—De nada, hice lo que cualquiera habría hecho, con la familia no se juega—Guepardo me sonríe y se va.

Horas más tarde, estoy en el despacho de José, nos vamos en media hora y estamos viendo los últimos detalles.

—¿Dónde está Nora?—me pregunta con él ceño fruncido, aunque José no lo diga en voz alta, sé que está preocupado por su hija, por si le pasa algo a él y Nora se queda sin padre o por si le pasa algo a Nora, sabemos que no va a venir, pero ¿y si todo es una trampa para venir aquí a matarla? No lo creo, pero podría ser.

—Estaba cenando hace un rato, supongo que estará viendo la televisión con Nico.

Me equivoco porque al instante llaman al despacho y sé perfectamente que es ella.

—¿Puedo pasar?—pregunta ella cuando ve que tenemos puesto el pestillo.

—Claro, abre Marco—me ordena José.

Le abro la puerta a mi chica y le sonrío de la manera más falsa posible, mentirla durante estos días ha sido un completo infierno, pero lo hago por su bien.

—¿Quieres algo?—le pregunto dejándola entrar.

—Sí, quiero que me expliquéis por qué me habéis mentido—José y yo nos miramos alerta y yo siento que ya estamos perdidos.

—¿A qué te refieres, hija?—le pregunta José con una sonrisa para no levantar sospechas.

—No hace falta que sigáis con el paripé, sé perfectamente que os vais a ver con el loco de la banda de Marco hoy, y que Guepardo os está ayudando—Nora nos mira enfadados y yo siento un vuelco en el estómago, nos ha pillado, tanto secretismo no ha servido de nada y ahora va a querer venir, se nos va todo a la mierda.

—Nora, ¿por qué piensas eso?—José decide seguir haciéndose el loco.

—Seguí a Marco el día que quedó con Guepardo y Guerrero, ¿Qué te pensabas? ¿Que te iba a dejar ir sin más? Estaba claro que me estabas mintiendo, ya te seguí una vez, ¿en serio creías que esta vez sería distinto?—dios, ahora mismo quiero matarla. Estaba claro que no era normal que estuviese tan tranquila, obviamente me siguió, como siempre.

—Nora, no sé qué pretendes, pero no te debemos ninguna explicación—le dice José serio.

—Quiero acompañaros.

—Ni de coña—le respondo muy serio, no voy a ponerla en peligro.

—¿Por qué?—dice mirándonos con rabia, se que ella no lo entiende, pero cuando acabe todo esto nos lo agradecerá.

—Nora, eres una cría, esto no es para ti—le dice su padre, pero ambos sabemos que eso no es suficiente para que se quede aquí quieta.

—Me da igual, no pienso dejaros ir solos, estos días yo también he organizado un plan, si me...—no acaba la frase porque José da un golpe en la mesa y se levanta enfadado.

—No vas a ir a ningún lado y punto, te quedas aquí y no hay discusión—José coge unas llaves y se acerca a mí—Vámonos, es la hora.

Le sigo por la habitación, Nora también nos sigue mientras se queja, salgo yo el primero y cuando me giro veo que José empuja a Nora y esta cae al suelo, entonces José aprovecha para cerrar con llave.

—¿Qué narices haces?—pregunta esta aporreando la puerta.

—Te quedas aquí hasta que volvamos, no correré ningún riesgo—dice esté girándose hacia la puerta de la casa.

—Podrías no haberla empujado, seguro que le has hecho daño—le digo enfadado, no era manera de tratarla, es su hija.

—No te metas en esto, hago lo mejor para ella, para salvarla.

No le discuto porque sé que es inútil y salimos por la puerta dejando a Nora atrás, aporreando la puerta y gritando como una loca.

Su madre se ha llevado a Nico al club de caza para alejarle de todo esto, así que hemos dejado a Nora sola, no tiene posibilidad de salir de ahí, eso me tranquiliza, a pesar de que yo no la habría empujado, pero el plan de José ha sido inteligente.

Nora

—¡Dejadme salir!—digo aporreando la puerta, y gritando como una loca.

Llevo veinte minutos gritando y ya me empieza a doler la garganta y tengo las palmas de las manos rojas de tanto golpe a la puerta, en realidad solo estoy haciendo el tonto porque no hay nadie en casa, pero es que la ira me puede ahora mismo, tengo que encontrar alguna forma de salir de aquí y encontrarles.

No me puedo creer que mi padre me haya encerrado y que Marco le haya dejado, estoy harta de que me traten como una princesita.

Cuando ya estoy más relajada me pongo a pensar maneras de encontrarles, necesito saber hacia donde se dirigen. Lo primero que me viene a la cabeza es el "busca mi iPhone". Cojo mi móvil y me meto en esa aplicación, no tengo conectado el móvil de Marco, pero el de papá sí, empiezo a buscarle, pero resulta que me sale que está en casa, se ha dejado el móvil en casa, genial.

Me pongo a pensar en otra solución y de repente se me ilumina el cerebro. La tobillera de Marco, papá le tiene localizado en su ordenador. Corro hacia su mesa y me meto en el ordenador.

Segundo problema del día, no me sé su contraseña, intento con las típicas, mi cumpleaños, error, el de mi madre, error, el de mi padre, error, rezo para que sea el de Nico y gracias a dios funciona.

En fin, favoritismos, me enfadaría si no fuese porque estoy en medio de un momento de tensión.

Me meto en el ordenador y busco una carpeta que tenga algo que ver con Marco, papá tiene mil carpetas en el ordenador, al final van a llegar y yo sigo buscando el maldito localizador. Busco en descargas, imágenes, delitos... Veo una carpeta que se llama hijo de puta y le doy, BINGO, mi padre es muy inmaduro para algunas cosas. Supongo que la creó cuando Marco llegó.

Veo un montón de fotos de Marco, del día que le arrestaron, de su familia, datos suyos que ni yo sabía, como que su segundo apellido es Marcel, Marco Milan Marcel, triple M. En fin, Nora, CÉNTRATE.

Tengo un serio problema con distraerme con todo.

Me meto en "Localizador" y veo un mapa que tiene un punto rojo parpadeando, intuyo que ese es Marco, se dirigen hacia el norte, me espero a que paren, mientras ellos llegan a su destino yo busco por todo el despacho algo que me pueda servir para romper la cerradura.

El despacho no tiene ventanas porque realmente esto antes no era una habitación, solo que papá la transformó en un despacho, así que esa no es una solución. Necesito romper el pomo, pero no tengo la suficiente fuerza. Busco por todas partes y solo encuentro tonterías, pruebo con Alfileres, pendientes, con un sujeta papeles, a ver si a la fuerza me lo cargo, pero lo único que consigo es hacerme daño.

Después de un rato de agobio, miro en el último lugar que me queda, un armarito encima de la puerta, nunca he mirado ahí dentro porque tampoco me importa lo que haya, lo abro y me quedo flipada.

Es un francotirador, lo cojo con bastante delicadeza, lo observo y veo que cerca del gatillo hay unas iniciales, M M. Es el francotirador que usó Marco en el atraco, el que le regalaron y el culpable de su apodo.

Miro la cerradura con miedo y decido que es mi única oportunidad, veo si está cargado, tiene tres balas.

Uso una para romper la cerradura y lo consigo, me vuelvo hacia el ordenador para ver si ya han llegado a su destino y veo que sí, ya están parados, están a media hora en coche. Miro cuanto tardaría en ir en transporte y veo que es una hora, no me da tiempo.

Decido llamar a Guerrero, supongo que él me querrá ayudar porque su hermano también está metido en esto, le llamo y en diez minutos le tengo en la puerta de casa con el coche, menos mal que se sacó el carnet.

Guardo el francotirador en una mochila y me meto en el coche con Guerrero.

—Hola—le digo al abrir la puerta.

—Estás loca—me dice con una sonrisa.

—¿Por?

—Vamos a ir a luchar contra una banda, es increíble—eso me pone alerta.

—Tu no vas a ninguna parte, me llevas, te quedas en el coche esperando a que yo salga y luego nos vamos—le explico seria, no quiero que se meta en esto, es peligroso.

—Nora, ahí están tu padre y tu novio, pero también mi hermano, así que yo voy—me mira frunciendo el ceño.

—No—le desafío con la mirada.

—Pues no te llevo—que cabrón.

—Bueno, vale, pero necesitas un arma.

Bajamos del coche corriendo y entramos a casa a buscar alguna pistola que tenga papá por casa.

Nos demoramos otros diez minutos en encontrar la pistola, al final ya verás que no llegamos.

Salimos pitando de casa y nos ponemos en marcha, siento como me duele la tripa conforme nos vamos aproximando al lugar de encuentro.

—¿Me explicas un poco el plan?—me dice Guerrero mientras mira la carretera.

Es verdad que no le he contado nada de lo que tengo pensado, pero porque realmente no tengo nada pensado, que desastre, no sé como vamos a entrar ni nada, bueno, tengo una cierta idea de lo que iba a hacer, pero todavía tengo que meditarla porque es muy peligrosa.

Le explico a Guerrero lo que tengo pensado y se niega.

—Nora, ¿Estás loca? ¿Quieres que nos maten?—sabía que me iba a decir que no.

—No hay otra manera.

—Seguro que si pensamos sí, ¿tú sabes lo que me va a hacer Marco cuando se entere de que te estoy ayudando?—no lo había pensado, seguro que cuando me vean allí me van a querer matar. Pero me da igual.

—Guerrero, ¿por qué me estás ayudando?—le pregunto mirándole muy seria, se está quejando por todo.

—Porque eres mi amiga y sé que vas a ir te acompañe o no y ni loco dejo que vayas sola—sonrío al oírle la explicación, lo mucho que quiero a estos chicos no es normal, ¿cómo puede ser que parece que nos conocemos desde hace años y solo han pasado unos meses?

—Gracias, eres un chico increíble y Mónica es tonta por no darse cuenta de eso—le digo porque sé que todavía está muy tocado con lo de Mónica, a pesar de que no habla de eso.

—Bueno, al menos se ha liado con alguien mejor que yo y no con uno más feo, eso sí habría sido horrible—intenta bromear, pero yo no me lo tomo a broma.

—No digas eso, tú eres guapísimo, Guerrero—es la verdad, rubio, alto y divertido, es el tío perfecto.

—¿Y si tan guapo soy por qué ninguna chica se fija en mí?—pregunta triste, no sabía que se tenía en tan baja estima.

—Guerrero, las tienes a todas locas—se ha ligado a unas cuantas del curso.

—Ligo mucho, pero luego nunca quieren seguir hablando, solo me quieren para líos de una noche.

—Eso es porque creen que les romperás el corazón, de siempre has tenido fama de ligón y has pasado de todas las chicas que te hacían caso—Laila me ha puesto al día de la vida amorosa de todos nuestros amigos de antes de que les conociera.

—Coño, pero porque estoy soltero y hasta que encuentre a la real pues disfruto de mi soltería, pero que me líe con muchas no quiere decir que no sea un tío fiel cuando me gusta alguien—en eso tiene razón, en todo el tiempo que ha estado con Mónica no se ha liado con ninguna más, y eso que no eran nada más que un lío.

—Eres un tío increíble y ya verás como te llegará la chica correcta algún día, solo tienes que tener paciencia, pero créeme que eres genial y si yo no estuviera loca por Marco, ya me habría pillado hace mucho por ti—le digo para subirle el ánimo, aunque es verdad, Guerrero sería un novio increíble.

—Cuando cortes con Marco me avisas ¿Vale?—dice de broma guiñándome el ojo y quitando la vista de la carretera un segundo.

Yo me río poniendo los ojos en blanco.

—Nunca voy a cortar con Marco, pero bueno, si algún día pasa, serás el primero en saberlo—espero no dejarlo nunca con Marco, realmente siento que es el amor de mi vida.

Aunque llevemos poco tiempo saliendo, es increíble lo intenso que lo he vivido todo. Cualquiera me diría que estoy loca, pero es que llevo meses viviendo con él, viéndonos a cada hora, durmiendo juntos, es que nos hemos saltado la parte de conocernos poco a poco. Al final eso se nota, yo con Nacho tardé muchísimo en hacer cosas que con Marco hice en nada.

—Por cierto, Guerrero...—vuelvo a la conversación de antes porque siento que tengo que hablar de esto con él.

—Dime.

—Deberías hablar con Mónica—gira de repente su cara hacia mí y me mira horrorizado.

—No pienso volver a hablar con esa mentirosa en mi vida—vuelve la cabeza a la carretera enfadado.

—Se ha equivocado, todos nos hemos equivocado alguna vez, ¿te has parado a pensar el por qué lo hizo?—Mónica al principio no era de mi agrado, pero luego la conocí y me di cuenta que es como es por miedo. Le cuesta abrirse a la gente, no sé por qué será ese miedo, pero la entiendo.

—Ni lo sé, ni me importa. Todos teníais razón cuando me dijisteis que me alejara.

—No seas así, Guerrero. Habla con ella, intenta que te explique por qué ha hecho todo lo que ha hecho, seguro que tiene una buena explicación—Mónica es la típica que cuando ve que las cosas se ponen serias, se aleja o hace algo para alejar a las personas.

No me lo ha dicho, pero Marco y yo una vez estábamos hablando de mis amigos y como es tan observador, me dijo que veía a Mónica así, a partir de ahí me empecé a fijar y Marco tenía razón, Mónica aleja a la gente por miedo.

—Ósea, que ella la caga y juega conmigo, pero soy yo el que tiene que ir detrás para que ella no se sienta mal ¿no?—dice sarcástico, entiendo que no quiera hacerlo, yo con lo orgullosa que soy tampoco lo haría, pero desde fuera se ven las cosas de distinta manera.

—No te estoy diciendo que vuelvas a hablar con ella como si nada, solo que le pidas una explicación y si te convence, puedas perdonarla.

—Me lo pensaré—yo sonrío victoriosa, no quiero que estos dos se lleven mal.

Después de un rato más hablando de cosas normales para no pensar en qué vamos a hacer una locura, llegamos al fin al sitio donde están papá y Marco, es una cafetería, la verdad que no entiendo el lugar de encuentro, puede entrar cualquiera. Aunque a lo lejos veo un cartel en la puerta y vislumbro a ver que pone cerrado.

Guerrero aparca el coche y mis nervios aumentan, nos estamos jugando mucho, bajo cuando apaga el motor y miro hacia la puerta de la cafetería. No se ve nada, esta vacío, siento miedo de que hayan cambiado de ubicación, el localizador de Marco está en el ordenador de papá, así que no tendría manera de volver a localizarles.

—Ey, Nora, ven—me dice Guerrero desde la esquina de la cafetería.

Le sigo y nos metemos en un callejón, hay una puerta cerrada y tengo una idea bastante mala, pero lo única que se me ocurre.

—Aléjate un poco—le digo a Guerrero.

—¿Qué vas a hacer?—me pregunta desconfiado.

—Ya lo verás.

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Ehhhhh muy fuerte, ya no queda nada.... Dentro de poco sabréis TODO y me encantará saber vuestra opinión sobre el final

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