35 "Nuevo drama"

Nora

Llego a clase sofocada, la mañana ha sido tan intensa que se nos ha pasado la hora y llegamos Nico y yo media hora tarde, espero que nos dejen pasar y no nos hagan esperar la media hora que queda en la secretaria, porque, sinceramente, no me apetece estar media hora sentada mirando a las musarañas.

Y respecto a lo del mensaje de esta mañana, en el camino de ida al colegio, he decidido que no le voy a dar bombo, no lo merece.

Al llegar a la secretaria doy mi nombre y el de mi hermano.

—¿Por qué llegáis tarde?—pregunta Asun, una señora de setenta y tres años que lleva trabajando en este colegio desde que el director, el padre de Laila, estudiaba aquí.

Es una señora adorable que no quiere jubilarse porque le tiene demasiado cariño al colegio, su trabajo no es muy agobiante, así que yo creo que no se irá hasta que la echen, cosa que nunca pasará porque todos en este colegio la queremos un montón. Incluso yo, que no llevo mucho tiempo, la he cogido cariño.

—Hemos ido al médico—me da pena mentirla, pero si le digo que hemos llegado tarde porque se nos ha ido la hora, no me dejará pasar.

Otra cosa no, pero en este colegio son súper estrictos con el horario, si llegas una hora tarde y sin justificarlo, te quedas esperando en secretaría y encima, tienes que recuperar la hora perdida después de clases.

—Vale, podéis ir a clase—nos sonríe a ambos y yo cojo a Nico de la mano.

Le acompaño a su clase porque aún se pierde en el colegio, es un sitio enorme, yo me lo conozco porque al ser Laila la hija del director, nos hemos dado muchos paseos, pero sino, no me lo podría llegar a conocer nunca, hay pasillos por todas partes.

—Bueno, Nico, te dejo, pórtate bien—le digo cuando llegamos a su clase y le doy un beso en la mejilla antes de salir pitando.

Bastante tarde llego yo ya como para seguir perdiendo el tiempo. Además, ahora me toca Historia y la profesora me tiene una manía que no puede con ella. No es que su asignatura se me dé especialmente bien, así que la tiene tomada conmigo.

Cuando llego a mi clase, llamo y pido permiso para entrar, la profesora está dando los exámenes que hicimos antes de Semana Santa. Se me crea un nudo enorme en la tripa, no tengo ni idea de la nota que voy a sacar.

—Hola profe, ¿me puede dar mi examen por favor?—ella me mira y su mirada me lo dice todo, es una mirada de decepción.

Me entrega el examen y no miro la nota sino que me voy a mi sitio, ahora estoy sentada con Robles, nos cambiaron de sitio hace unas semanas, en cuanto me siento, le enseño mi examen y tapándome los ojos con mucho miedo le digo.

—Dime por favor que hay un aprobado—él se ríe de mí y me quita el examen de las manos.

—Has sacado un dos con cinco—se me cae el mundo a los pies y le quito el examen de las manos.

—¿¡Qué!? No puede ser, me salió mal, pero no tan mal—me fijo en la nota y al instante me lanzo la mayor mirada asesina que puedo a Robles—Eres idiota.

—Tendrías que haber visto tu cara—dice carcajeándose de mí.

He sacado un cuatro con tres, pero ya hice cuentas y me da la media para aprobar, estoy furiosa con Robles, pero también aliviada, un examen menos del que preocuparse.

—¿Tú que has sacado?—le pregunto curiosa.

—Un cuatro con siete—le miro con la boca abierta, ya me jodería.

—Que putada, ¿pero te da la media para aprobar?—le digo mientras miro las cosas en las que he fallado en mi examen.

—Si, en el otro tengo un cinco y medio, así que no creo que la profesora sea tan cabrona.

Me doy la vuelta para mirar a Laila y Guerrero, están sentado detrás de nosotros, la verdad que me encanta mi sitio, puedo hablar con mis amigos sin tener que gritar por toda la clase.

—¿Qué tal, Laila?—le pregunto generalizando la pregunta, me tiene que contar muchas cosas.

—Bien, he aprobado, he sacado un siete—le choco la mano.

—Eres la más lista del grupo, no esperaba menos—le sonrió y entonces Guerrero se queja.

—Oye, ¿cómo que la más lista? ¿Y yo qué?—los tres nos reímos de él.

—Tío, no es por ofenderte, pero tú no eres el más listo ni de lejos—le dice Robles de broma.

—¿Sabéis que tengo un coeficiente intelectual más alto que la media?—dice dejándonos impresionados, Guerrero en verdad es muy listo, pero le gusta hacerse el tonto, no sé por qué.

—¿Quién lo diría? Podrías aplicarlo en tus exámenes—dice la profesora riéndose de él, es otra cosa más que odio de ella, le encanta humillarnos.

—Pasa de ella—le dice Laila, asesinando a la profesora con la mirada.

—A lo mejor el problema no es de Guerrero, sino suyo por explicar fatal—todos nos giramos hacia esa voz, y no podía ser otra que Mónica, creo que es de las pocas alumnas que se atreven a encarar a los profesores, aunque esta vez ha sido muy bonito de su parte por defender a chico.

—Señorita Estelar, le agradecería que cerrara la boca o sino puedo hacer que su cuatro con nueve en vez de convertirlo en cinco se convierta en un cuatro—le dice cabreada y entonces Mónica se muerde la lengua y se pone a hablar con Jorge.

Este le ha estado dando clases a Mónica últimamente, Mónica no es de sacar muy buenas notas y Jorge es súper listo, así que la está ayudando y parece que no le va mal. Mónica solo ha suspendido una está evaluación, y en la anterior le quedaron tres.

Al terminar la clase todos se ponen a criticar a la profesora.

—Es una vieja amargada—dice Mónica sin ningún pudor al acercarse a nuestro sitio.

—A esa le hace falta un buen polvo—dice Guerrero enfadado.

—Bueno, eso tampoco tiene porque a lo mejor folla más que tú, pero la que es amargada, es amargada siempre—digo porque mi estado de ánimo no depende de los orgasmos que tenga, por lo que los de esa señora tampoco.

—Nora, no la defiendas, esa señora está pirada—me dice Laila con el ceño fruncido.

—Yo defiendo a Nora, tiene razón, esa señora a lo mejor folla más que todos juntos, pero es una borde por naturaleza—dice Robles haciendo enfadar a Laila.

—No, si tú defiendes a todos menos a mí—dice está frunciendo el ceño y mordiéndose el labio inferior, es algo que hace mucho cuando se enfada.

Me explicó una vez que es para no decir cosas de las que luego se pueda arrepentir, aunque a veces no le funciona el truco.

—Laila no empieces—todos nos quedamos callados observando su pelea de miradas asesinas.

—Bueno chavales, cambiando de tema ¿queréis hacer algo esta tarde?—dice Jorge intentando evitar una situación incómoda.

—Yo me apunto, que hace mucho que no os veo—digo sonriéndole.

—Yo también ¿y tú preciosa?—le pregunta Guerrero a Monica y yo abro los ojos ante esa demostración de amor en público. Mónica y él no es que se diga que son una pareja muy normal.

Ni si quiera sé si están saliendo de verdad, ambos se gustan, eso está claro, pero los dos tienen personalidades muy distintas y no olvidemos que a Guerrero le encanta ligar con chicas y que Mónica tiene un carácter que supera con creces la personalidad de Guerrero, puede ser un chico muy ligón y puede hacerse el tonto todo lo que quiera, pero es un chico genial, siempre está para sus amigos cuando le necesitan y siempre que puede nos defiende o nos saca una sonrisa cuando estamos de bajón, la verdad que me alegro mucho de haberle conocido, es un buen chico.

—Yo hoy no puedo, he quedado con Paula, la pobre está de bajón porque lo ha dejado con Raül—dice y yo intento no reírme, aunque Laila, en cambio, no lo consigue.

—Por dios, cortan tres veces por semana, seguro que mañana vuelven a estar juntos—le dice Laila sin poder evitar reírse.

—Está vez es diferente, han tenido una movida muy gorda—empieza a contar lo que les pasó, pero yo hago odios sordos, no me interesa lo más mínimo las movidas de esos dos.

Así que me pongo a pensar en lo que ha pasado esta mañana, no sé qué pasará a partir de ahora, todavía me cuesta creer que papá nos deje a Marco y a mí estar juntos, algo ha tenido que pasar para hacerle cambiar de opinión, no puede ser todo tan bonito, pero bueno, yo ahora solo voy a disfrutar de Marco y voy a dejar de sobre pensarlo todo, viviré el presente y ya me preocuparé del futuro cuando llegue.

A la hora del patio, Laila y yo nos alejamos de todo, ambas sabemos que tenemos que contarnos muchas cosas, llevamos una semana y media sin vernos y no sé a ella, pero a mí me han pasado demasiadas cosas, así que cuando llegamos a unas escaleras escondidas que dan al patio de los niños pequeños, nos sentimos y nos quedamos calladas mirándonos.

—Empieza tú—decimos después de unos segundos a la vez.

Nos echamos a reír y la abrazo, la he echado mucho de menos, más del que admitiría, últimamente siento que es la única amiga en la que puedo confiar, Inés y yo hemos perdido bastante confianza, ya no es como antes y con Lola ya es otra historia, la vi como a una desconocida, me da pena pensarlo, pero al final estas cosas pasan, cuando dejas de ver a ciertas personas la confianza se pierde, que no creo que le pase a todo el mundo, pero a mí sí, soy así de rara, pierdo la confianza muy rápido... Odio esa parte de mí, pero no lo puedo evitar.

—A ver, Laila,  creo que tú tienes más cosas que contar, así que dale, ilumíname—digo sonriendo, lo digo de broma para calmar el asunto, sé que está jodida.

—No sé ni por donde empezar—dice y me recuerda a la noche en la que Marco me confesó toda su verdad, me dijo una frase parecida, pero ahora no voy a pensar en él.

Le cojo de la mano a Laila para darle fuerzas para empezar a contarme, Laila puede parecer una chica fuerte y sin filtros, pero se guarda mucho más de lo que nos creemos.

—Bueno, lo primero... Voy a tener un hermanito—me hago la sorprendida, aunque ya lo sabía porque mamá es un poco bocazas.

—¡Qué bien! ¿Cómo se va a llamar?—le pregunto mientras le doy un abrazo.

—Aún no lo saben, es un niño, a mí me gustaría llamarle como a mi abuelo, Luis, pero no depende de mí—lo dice de una manera muy poco ilusionada, teniendo en cuenta que está hablando de su futuro hermano.

—¿Y a ti como te ha sentado la noticia?—le digo intuyendo la respuesta.

—Un poco mal, para que mentirnos—suspira y sigue— Es que ha sido todo tan de repente que aún no lo asimilo del todo, mis padres son jóvenes, ¿pero tanto como para tener un bebé? Déjame que lo dude, y lo más probable es que al bebé me lo acabe comiendo yo, y no es que odie a los niños, pero no sé tratar con ellos, me da miedo. Además, ¿Y si el niño acaba odiándome?—al escuchar eso la paro.

—¿Por qué iba a odiarte?—le digo confusa.

—No sé, no se me dan bien los niños, y a lo mejor le acabo cayendo mal por borde.

—Laila, tú eres muchas cosas, pero borde no es una de ellas, es verdad que tienes tú carácter, pero eres una tía increíblemente maja y probablemente ese niño te ame con todo su corazón—me mira con lágrimas en los ojos y me da otro abrazo, hoy estamos cariñosas.

—¿No te parece increíble lo bien que nos llevamos? Nos conocemos desde hace pocos meses y yo no sé tú, pero para mí eres como mi mejor amiga, antes de conocerte no tenía muchas, por no decir ninguna, pero cuando te conocí me di cuenta de lo que me había estado perdiendo todo este tiempo—dice sin soltarme el abrazo. Odio los momentos ñoños, pero ahora me pongo sentimental.

—Joe Laila, no me digas eso que me echo a llorar yo también. Tú para mí también eres como mi mejor amiga, y es increíble la confianza que te tengo.

Después de ese momento ñoño, cambia de conversación.

—Ahora hay otra cosa—me dice incluso más preocupada que antes.

—¿El qué?

—Creo que Robles me ha estado engañando estas vacaciones—la miro con los ojos bien abiertos sin poder creer lo que me está diciendo.

—Eso es imposible, Robles es el tío más fiel que he conocido en mi vida y créeme que está claro que está loco por ti—no lo digo para hacerle sentir mejor, sino porque es lo que pienso de verdad.

—Es que... Le noto raro últimamente.

—Laila, los tíos son raros siempre—le digo quitando hierro al asunto.

—Está vez está más raro, casi no hemos hablado esta semana y media, el se fue a Asturias con su familia y yo me quedé aquí—la miro confundida.

—¿Y?

—Bueno... Hace unos años... Me llevó a su pueblo de Asturias, nuestros padres son súper amigos y nos invitaron, y allí...—le está costando decírmelo, cada dos por tres hace pausas largas en las que solo se oyen los murmullos de la gente.

—Suéltalo, de una—le incito para que se lo quite de encima.

—Allí me presento a una amiga suya, por ese entonces yo ya estaba empezando a sentir cosas por él, aunque no lo admitía porque era una cría de catorce años que no quería novios y muchos menos su mejor amigo, no quería perder su amistad. El caso es que una noche estábamos los dos solos en su habitación y me dijo que le guardara un secreto y ese secreto es que le gustaba esa chica, a mí me sentó como una patada en el estomago, fue a partir de ahí que también empecé a alejarme de él, siempre que estábamos juntos me contaba lo mucho que le gustaba, al final se acabaron liando y me contó todos los detalles, sin dejarse nada, siempre era ella y solo ella, estuvieron juntos un año entero, en ese año yo me volví muy solitaria, mi único amigo era él, nunca había querido hacer otros amigos porque con su amistad me daba de sobra, quería tenerle para mi sola todo el rato, pero ese año todo cambió, yo empecé a juntarme con Guerrero y Jorge y me alejé de Robles, aunque no del todo, a veces venía con nosotros, pero se subía a Asturias la mayoría de findes, así que cuando quedaba era un milagro—para unos segundos para coger aire y sigue

—Después de que cortaran, empezó a venirse más con nosotros, pero luego se echó otra novia, una vecina suya, esta no le gustaba tanto, pero aún así también la mencionaba bastante, y bueno, ya ni te cuento cuando nos contaba los detalles sexuales, no sabes lo que me dolió saber como perdió la virginidad, fue con la chica de Asturias mientras salían y me contó todo con pelos y señales, asqueroso. Al final con su vecina lo dejó, le puso los cuernos con una desconocida en una discoteca, después seguimos como amigos los cuatro hasta que llegó la maravillosa Mónica—de repente se calla porque nos interrumpen.

—¿Alguien me llama?—pregunta Mónica con una sonrisa de oreja a oreja mientras se sienta a mi lado en las escaleras.

—Estamos teniendo una conversación privada—le digo sonriendo, me da que Laila no quiere compartir esto con Mónica.

—He escuchado mi nombre—miro a Laila y ambas nos quedamos calladas—Mirad chicas, ya no sé cómo deciros que quiero ser vuestra amiga de verdad, que nos contemos las cosas, los secretos, con quien nos hemos enrollado... No quiero malos royos, sorprendentemente me caéis muy bien—se gira hacia Laila y sonriendo dice—Hasta tú, y créeme que nunca creí que diría esto sobre ti—dice y nos saca a ambas una sonrisa, Mónica a veces, tiene sus momentos de graciosa.

—Bueno vale, le estaba contando a Nora que creo que Robles me engaña—Mónica se queda con la misma cara de sorpresa que tenía yo hace unos minutos.

—Eso es imposible, Robles siempre ha estado enamorado de ti—a Laila se le cae una lagrima y yo me estoy aguantando las mías, se quieren un montón es imposible que Robles le haya engañado.

—Que no, joder—dice exasperada.

—Tía, tranquilízate, ¿Por qué piensas que te los ha puesto?—dice Mónica lo más tranquila posible.

—Bueno, la historia larga ya se la he contado a Nora y no la voy a volver a contar, la historia corta es que en Asturias volvió a ver a su ex, la que le gustaba muchísimo.

—¿Cómo lo sabes?

—Sigo a ambos en insta y colgaron fotos parecidas en el mismo lugar.

—Laila, cariño, si viven en un pueblucho enano es normal que tengan fotos en lugares parecidos, eso no quiere decir nada y déjame decirte que eres un poco acosadora—dice Mónica y tiene razón, los pueblos suelen ser pequeños y todo el mundo tiene las mismas fotos en los mismos lugares. En lo otro también tiene un poco de razón, pero ¿qué chica celosa no se vuelve un poco stalker?

—Vale, estoy quedando como una loca porque no me entendéis, entiendo que parece que todo es cosa mía, pero yo sé que se han liado... Y a saber que más—se le están empezando a hinchar los ojos y los labios.

—¿Y por qué no le preguntas?—digo y Laila me mira como si tuviera tres ojos.

—¿Estás loca? Pensará que no confío en él.

—Bueno, es que resuelta que no confías en él—dice Mónica riéndose y ambas la miramos con cara de pocos amigos.

—Confió en él, pero esta vez estoy segurísima. Además, ya le comenté algo por encima y me dijo que eran paranoias y empezó a defender a la otra.

—Si no se lo preguntas nunca lo sabrás, y decir cosas por encima no es tener comunicación—le digo incitándola a que lo haga.

—No se lo voy a preguntar, voy a hacer como si nada y si veo alguna otra señal...—cierra los ojos y vuelve a echarse a llorar—Le dejaré.

—Laila, no le dejes sin preguntarle la verdad primero, a lo mejor es todo una confusión y le pierdes por la falta de comunicación y confianza—le digo, es verdad que si en una pareja no hay ni confianza ni comunicación, está destinada al fracaso.

—No sé... Ya veré que hago, ahora contadme vuestras penas para que no me sienta yo tan mal.

—Yo no tengo penas, me he pasado todas las vacaciones follando con Guerrero—dice Mónica con una sonrisa triunfante.

—No ayudas—le digo de broma, pero no tan de broma.

—Cuéntanos que tal en Barcelona—me dice Laila y yo suspiro.

Entonces empiezo a contarles la fiesta en la que se pelearon Nacho y Marco, nuestra discusión, aunque no les cuento la razón de por qué estábamos peleados, solo les digo que hizo algo malo que me llevó a desconfiar de él, también les cuento nuestra reconciliación, nuestro día romántico en el parque, como acabamos en los baños... Y como papá ya nos deja estar juntos.

—¿Es que antes no os dejaba?—me pregunta Mónica y entonces me doy cuenta que la he cagado, ellas piensan que Marco es un amigo de la familia.

—Bueno... Es que... Mi padre es muy sobre protector—es lo único que se me ocurre.

—¿Y qué le ha hecho cambiar de idea?—pregunta Laila.

—No sé, supongo que mis abuelos le convencieron—intuyo, aunque no tengo ni idea—Ah, y se me había olvidado, el otro día vino Nacho a mi casa.

Ambas se quedan con la boca abierta y mirándome con los ojos como platos durante unos segundos, les he contado a ambas toda mi historia con Nacho. Ambas le odian.

—¿Desde Barcelona?—dice Mónica sorprendida.

—Sip.

—¿Y qué pasó?—pregunta Laila sacudiendo mi brazo para que cuente todo, yo me río por su insistencia.

—Le dije de todo y se fue—digo encogiéndome de hombros.

—¿Y ya está?—pregunta Mónica decepcionada, supongo que se esperaba un súper drama.

—Sí.

—Pues sí que hemos tenido unas vacaciones intensas—dice Laila riéndose.

—Y que lo digas—digo contagiándome de su risa.

—Y ahora nos toca estudiar, que pereza—dice Mónica sacándonos de nuestro ataque de risa.

—Ya la verdad... Pero ya no queda casi nada para terminar, solo un mes y después tendremos nuestra graduación—digo emocionada.

—¿Ya tenéis lo que os vais a poner?—pregunta Laila, probablemente ella ya tenga pensado ocho estilismos distintos.

—Yo no, pero mi madre encontrará algo en cualquier momento—la verdad es que tener una madre adicta a las compras, a veces viene bien, ella me elige siempre el armario, tiene muy buen gusto.

—Yo tengo mirado un vestido precioso en una tienda, voy a ir guapísima—dice Mónica, le brillan los ojos al decirlo.

—Tengo unas ganas tremendas de graduarme—estoy harta del colegio, quiero ir ya a la uni, estoy pensando ya varias, pero aún no me decido.

Seguimos hablando de estilismos y de la graduación un rato más hasta que suena el timbre, Mónica se encuentra con Guerrero y se van solos a algún lado, me imagino a hacer el qué, no pueden estarse quietos ni un solo día. Laila me saca de toda la gente y nos aleja hasta el final.

—¿Qué haces?—le digo confusa.

—Nora, no hace falta que me sigas mintiendo, lo sé todo, sé que Marco no es tu amigo, sé que es un criminal—me quedo petrificada.

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GUAUUUUUUUU eso no os lo esperabais..... Ya queda muy poco para el final AAAAAAA espero que os esté gustando.

Últimamente la historia ha crecido bastante y estoy súper contenta, gracias a todos los que le han dado una oportunidad a mi historia. En cuando la termine empezaré con otra que tengo.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

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