34 "Aceptación"
Marco
—Vale, ahora mismo quiero que me expliques qué coño ha pasado ahí dentro—miro a Nora con el ceño fruncido, me ha hecho quedar como un idiota delante de su maldito ex.
¿Cómo se le ocurre venir hasta Madrid? Después de todo lo que pasó... Se le debería caer la cara de vergüenza, intentó aprovecharse de la borrachera de Nora para liarse con ella, porque Nora me regaña, que sino le habría soltado un guantazo en toda la cara a ese niñato. A los tíos como él les tengo calados, el típico musculitos de gimnasio que se piensa que por hacer pesar dos veces a la semana ya es el tío más fuerte del universo, si él supiera que en realidad la fuerza está en la mente...
Igualmente, no sé qué hago pensando todo esto, durante todo el tiempo que han estado Nora y él encerrados en el cuarto, he sentido unas cosas horribles que no había sentido nunca, diría que son celos, pero me niego a creer que he sentido celos, yo no soy celoso.
Además, confío en Nora y no la creo tan tonta como para darle una segunda oportunidad a ese idiota. Pero claro, luego pienso que ya estuvo con él y que se conocen súper bien y que ha hecho todas sus primeras veces con él y no quiero pensarlo porque me pone enfermo, pero el tío la ha visto desnuda... Que rabia sentir todo esto, es frustrante. Los minutos que han pasado ahí metidos se me han hecho eternos y cuando han salido de la habitación he estado apunto de hacerle la zancadilla a Nacho, pero me he contenido.
—Me ha pedido perdón y me ha dicho que quiere ser mi amigo—le cojo del brazo para dirigirla al sofá y que me lo explique mejor.
—¿Tu amigo?—le miro con el ceño fruncido y confuso, ¿por qué coño quiere ser su amigo?
—Sí, me ha dicho que se arrepiente mucho de todo y no quiere estar mal conmigo.
—Dime que le has mandado a la mierda, por favor—estoy a pocos segundos de perder la paciencia, Nora se está comportando como si no acabara de salir su ex de la habitación.
—Le he dicho que no podía ser su amiga—me mira con una sonrisa, más bien se está riendo de mí enfado—Ay Marco, no te enfades, no ha sido para tanto, le he dicho que no podía ser su amiga, nos hemos dado un abrazo y ahí ha quedado todo.
—¿Le has abrazado?—no me lo puedo creer, ¿cómo se le ocurre?
—Se llama tener educación, no quería ser borde—se encoge de brazos y me pasa la mano por la boca intentando subir mis labios para formar una sonrisa.
—Hay una cosa tuya que nunca he entendido—suelto con cara de pocos amigos.
—¿Cuál?—pone los ojos en blanco, restándole importancia a esta conversación y dando a entender que mi enfado es ridículo.
—Desde que te conozco siempre me has puesto firme, no me dejas pasar ni una, a la mínima ya me echas la bronca, pero con Nacho...—me callo al ver como su cara pasa de tener una sonrisa a una mueca de dolor—¿Qué te pasa?—Joder, soy demasiado débil con esta chica, a la mínima que me hace un puchero ya me tiene comiendo de su mano.
—Nada, sigue con lo que ibas a decir—me lo pienso porque se que no le gusta por donde voy, pero realmente tengo esta duda desde que la vi con Nacho en Barcelona.
—A Nacho le dejas que haga contigo lo que quiera, no te impones por nada y no lo entiendo, la verdad.
—Eso es porque a Nacho le tenía miedo y bueno, un poco sigo teniéndole—en cuanto escucho eso me tenso, mi mente piensa lo peor, pero Nora me lee la mente y me aclara las dudas—No lo digo porque me pegara ni nada de eso, si es lo que estás pensando, sino que tenía miedo de hacer o decir algo que estuviera mal y que me dejara. Se que suena estúpido, pero es algo que no podía evitar—no se me pasa el detalle de que habla en pasado.
—¿Y ya no lo haces?
—Hoy le he plantado cara, más o menos. Ósea sea, he hecho lo que he podido.
—¿Y conmigo no tienes miedo de que te deje?—tenía que hacer esa pregunta, porque eso que ha dicho no lo he entendido muy bien y no sé si sentirme ofendido o yo que sé.
—Obviamente, pero contigo es diferente, tú me conociste de verdad, conociste mi carácter desde el primer momento—nos lanzamos una mirada cómplice recordando cuando nos conocimos y nos empezamos a reír a carcajadas.
—La verdad que sí, me has dejado muy claro cuál es tu carácter desde el principio.
—La cosa es que al principio me daba igual caerte mal, total, tú ya me lo caías a mí, pero después me di cuenta de que te gustaba con mi carácter y todo y no me daba miedo sacarlo ¿Sabes?—ahora ya lo entiendo todo y siento un gran alivio.
—¿Eso quiere decir que cuanto peor me trates es que más me quieres?—digo de broma para relajar un poco el ambiente.
—Justo, ahora dame un beso y un abrazo y vamos a seguir viendo el capítulo de Friends—me dice con una sonrisa de niña pequeña y yo la vacilo un poco.
—Ni de coña, hasta que no te duches no te toco ni con un palo—la cara se le cambia al instante a una mueca de horror.
—¿Huelo mal?—dice con miedo y yo me río sin poder evitarlo.
—No, pero has abrazado a ese idiota—ella abre la boca y me lanza una mirada asesina.
—Vale, me ducho, pero solo si es contigo—eso no me lo esperaba y me deja sin habla.
El otro día me dejó ver como se cambiaba, pero lo de la ducha no creí que también estuviera dentro de los cambios que han pasado en nuestra relación, y la verdad que no puedo estar más ilusionado por esto.
—¿Lo... Lo dices en serio?—me cuesta hasta hablar, nunca me deja ducharme con ella.
—Si no quieres no pasa nada, ya me enjuago la espalda yo solita...—bate las pestañas muy rápido a modo juguetona y caigo en su trampa como un tonto.
—Venga, vamos antes de que cambies de idea—ella se ríe y nos vamos al baño.
*********
Nora
Ayer fue un día de lo más intenso, pero bueno, hoy me he despertado muy motivada, empiezan las clases y me apetece mucho ver a mis amigos, tengo que contarle demasiadas cosas a Laila y quiero que ella me cuente a mí lo que me tiene que contar porque ayer me puso un mensaje por la noche que me dejó de lo más intrigada.
Tía, no puedo esperar a mañana! Tengo una cosa que contarte y no sé ni por donde empezar, necesito verte yaaaaa. Última vez que nos pasamos tanto tiempo separadas.
La verdad que me ha sorprendido lo mucho que he conectado con Laila, no esperé hacer amigos tan pronto y, aunque los chicos también son mis amigos, y bueno, se podría decir que hasta Mónica lo es, con Laila es distinto, somos muy parecidas y a la vez muy distintas y hemos cogido mucha confianza en muy poco tiempo y la verdad que me encanta, pensé que nunca podría conectar tan bien con una personas como lo hacía con Inés, pero el mundo me ha demostrado que sí se puede. Y estoy segura que mi amistad con Laila va a durar mucho tiempo, no es la típica amistad pasajera.
Al terminar de vestirme me bajo a desayunar, esta mañana papá se ha levantado temprano y ha ido a comprar palmeras de chocolate y tengo un hambre tremendo, así que bajo corriendo y cuando entro en la cocina noto un ambiente muy relajado y me sorprende porque cada vez que Marco y papá están en la misma habitación, nada bueno sale de ahí, pero ahora incluso papá está sonriendo.
—Hola, ¿pasa algo?—digo confundida, no es que me esté quejando, me encanta que haya tan buen ambiente, pero me sorprende. Me apoyo en la pared esperando a que Nico termine de desayunar para sentarme en su sitio, solo hay tres sillas en la cocina.
—No, cariño. Que tu padre sea un cascarrabias de vez en cuando no quita que a veces sepa sonreír—dice mamá riéndose de papá y este le saca el dedo de broma.
—Tu madre hoy se ha despertado graciosa—¿papá haciendo chistes? No estoy segura de si debo preocuparme.
—Ya veo que ayer tuvisteis un gran día—digo porque es lo único que se me ocurre, que ayer se lo pasarán muy bien y por eso estar hoy de tan buen humor.
—La verdad que nos lo pasamos muy bien, yo cacé unas perdices que nos vamos a cenar hoy—le miro con cara de asco, no me meto en su diversión por cazar porque no es cosa mía, no me va, pero no le puedo decir nada, pero que me obligue a comerme lo que caza...Siempre lo he odiado y siempre lo odiaré, me da mucho asco y pena por el pobre pájaro.
—Vaya... Creo que hoy no ceno en casa—digo y lo digo muy en serio, si me quedo me obligará a cenar la perdiz, así que ya veré a quien lío para que cene conmigo.
—Nora, ¿tú te acuerdas del director de tu colegio?—dice mi madre con esa sonrisa que siempre me saca cuando me va a contar un chisme.
—Sí, es el padre de Laila ¿por?—Marco me da una palmera que saca de la nevera y yo me siento en la butaca para escuchar lo que me quiere decir mamá.
—Pues ayer estuve hablando con su mujer, ambos estaban en el club y me dijo que iban a tener un bebé—la miro con la boca abierta y me quedo flipando, es verdad que los padres de Laila son jóvenes, ¿pero tanto como para tener un bebé? No sé... Su madre debe tener cuarenta y pocos años, esto tengo que hablarlo con Laila.
—Que fuerte, pero ¿por qué me lo has dicho? A lo mejor Laila quería contármelo—mamá y yo somos muy distintas, pero una cosa que está claro que he sacado de ella es lo de bocazas, no nos podemos callar nada.
—Bueno, si te lo cuenta te haces la loca y listo, pero no me lo podía callar—dice riéndose, mientras se bebe el zumo, de pie junto a Marco, que escucha toda la conversación en silencio.
—Yo ayer también me lo pasé muy bien, le di mi primer beso a Blanca—todos nos giramos hacia Nico sorprendidos, joder, pasaron demasiadas cosas ayer.
—¿Con lengua?—digo yo horrorizada, no es agradable imaginarse a tu hermano pequeño haciendo esas cosas.
—No, que asco, solo fue un pico—sonríe mientras lo recuerda, que mono.
—Hijo, ¿no decías que te daban asco los besos?—le pregunta mi padre limpiándole la boca con una servilleta, la tiene entera llena de chocolate.
—Ya no, tenía los labios muy suaves—suelto una carcajada y siento los ojos de Marco mirándome por el rabillo del ojo.
—José, nuestros hijos se hacen mayores—dice mamá interpretando que llora, siempre le ha gustado dramatizarlo todo.
—No estoy preparado para tener la charla con Nico, aún—dice papá masajeandose la sien.
—¿Qué dices, papá?, no exageréis, sigue teniendo ocho años, solo se ha dado un beso sin más con su novia, todavía le quedan por lo menos cinco años para pensar en ese tipo de cosas.
—¿Y a ti te la tenemos que dar?—me sorprende esa pregunta, y miro a papá toda roja.
—Obvio que no, yo controlo—miro a Marco que se ha puesto a limpiar la cocina y después miro a mamá para que me ayude.
—José, no incomodes a la niña, está claro que hizo el amor con Nacho, estuvieron meses juntos—y entonces mamá me ayuda, pero como no, no de la manera correcta.
—Olivia, por favor, no quería saber eso.
—Pero si le has preguntado tú—Mamá se levanta de la mesa y antes de salir nos avisa—He quedado con la madre de Laila para comer, ayer nos quedamos a medias en la conversación, adiós—dice y sube arriba para ducharse.
—Nico, ve a ponerte el uniforme—le dice papá y este se separa de Marco para irse.
Acto seguido me doy cuenta que nos hemos quedado solos en la cocina, papá, Marco y yo... Marco sigue limpiando y yo sigo con mí palmera mientras papá me mira fijamente.
—¿Por qué me miras así?—le digo incómoda.
—Necesito hablar con vosotros, en diez minutos en mi despacho—dice serio, se levanta con el periódico y sale de la cocina dejándonos a Marco y a mí mirándonos, blancos como la leche.
—¿Qué querrá decirnos?—le pregunto con miedo.
—Pues no sé, qué yo sepa no he dicho o hecho nada fuera de lugar—a Marco se le ve con más miedo que a mí, pero porque él se juega más, yo como mucho un castigo, él en cambio la cárcel... Solo de pensarlo me entra un escalofrío.
—Ya no tengo hambre—guardo la media palmera que me queda en la nevera, se me ha quedado un mal cuerpo...
—Bueno, no te preocupes, se le veía de buen humor—dice intentando tranquilizarme, pero no lo consigue.
—Voy a lavarme los dientes y vengo—me voy corriendo a mi habitación con los nervios a flor de piel.
Cuando termino de arreglarme, he de decir que tardo un poco más de la cuenta porque no quiero bajar, pero llega un momento en el que Marco llama a mi puerta para bajar juntos, vamos de la mano todo el trayecto hasta llegar a la puerta cerrada, ahí nos soltamos y yo llamo con los nudillos, abro en cuanto escucho el entrad de mi padre y respiro hondo para calmarme.
—¿Qué quieres decirnos?—intento disimular mi miedo, pero no se me da muy bien.
—Sentaos—nos dice y cada uno nos ponemos en un sillón.
En el despacho está la mesa de papá al fondo de la habitación y enfrente dos sillones y luego por detrás hay una librería y una ventana que da a la terraza.
—¿Qué tal ayer?—nos pregunta y no sé qué responder, ¿sabe algo que nosotros no?
—Bien, estuvimos tranquilos y eso...—dice Marco, restándole importancia.
—A ver, yo intuyo que al haber estado solos todo el día... Pues hicisteis caso omiso a mis advertencias—siento un calor horrible en el pecho, yo creo que hasta me están entrando los mareos.
—Papá nosotros no...—no me deja acabar porque me interrumpe diciendo algo que jamas hubiera pensado.
—No pasa nada, sois jóvenes y os encanta lo prohibido, yo hacía lo mismo, cuando era joven los padres de Olivia la prohibieron salir conmigo, pero ambos pasamos de ellos y es lo mejor que he podido hacer en mi vida.
—¿Por qué os lo prohibieron?—digo confundida, no entiendo que está pasando ahora mismo.
—Decían que era un borde y que tú madre se merecía algo mejor, así estuvimos hasta que un día tu abuelo habló conmigo, yo le dije que amaba a su hija y que parecía borde, pero que a ella le regalaba todas las sonrisas que tenía—hago una mueca, eso ha sido muy cursi.
—Vaya, que bonito—Marco lleva un rato callado, así que le miro y veo que está moviendo la pierna, está nerviosos, él tampoco está entendiendo nada.
—Lo que quiero decir es que lo he estado pensando y da igual cuántas amenazas os lance porque vais a seguir haciendo lo que os dé la gana, ¿me equivoco?—nos pregunta y ambos nos miramos sin saber qué decir.
—Oye, José, aunque no te lo creas yo también quiero a Nora y nunca le haría nada que la pudiera dañar—dice Marco mirando fijamente a mi padre y yo temo la reacción de este.
—Te creo, he estado observándote estos meses y me he dado cuenta que eres inofensivo, no entiendo porque hiciste todo lo que hiciste, pero debe haber una buena razón de por medio y me encantaría que me la contaras—miro a mi padre con la boca abierta, ¿está insinuando que por fin va a escuchar a Marco y que nos va a dar una oportunidad?
Acto seguido Marco pasa a contarle todo lo que me contó a mí aquella noche y al final mi padre nos coge a ambos de la mano y nos sonríe, ¿quién es este y que ha hecho con mi padre?
—No me voy a meter más en vuestra relación y siento mucho como te he tratado, Marco, pero entiende que tenía que proteger a mi hija.
Nos suelta y ambos estamos igual, con la boca abierta y sin creernos que esto sea real.
—Eh, gracias José—tampoco se me pasa de largo que papá no le ha regañado en ningún momento al llamarle José en vez de señor que es una cosa que lleva haciendo desde que Marco vino.
—Papá, ¿qué te ha hecho cambiar de opinión?—le digo curiosa.
—Muchas cosas, principalmente el viaje a Barcelona, me fijé en cómo os mirabais, como hablaba Marco de ti y bueno, tú abuela también me echó la bronca por trataros así, así que estuve reflexionando y bueno, he decidido daros un voto de confianza, eso sí—dice mirando a Marco con el ceño fruncido—Como le hagas daño a mi hija, sabrás lo que es de verdad el sufrimiento.
Suelto un amplio suspiro y me levanto para abrazar a papá.
—Muchas gracias, papá, te quiero mucho—le digo y nos vamos del despacho.
Al salir nos encontramos a un Nico esperando con la mochila del colegio puesta y mirándonos con los brazos cruzados.
—Llegamos tarde—miro a Marco y nos reímos, yo creo que es una manera de soltar todos los nervios que habíamos acumulado ahí dentro.
—Esperad, voy a por mi móvil y ya nos vamos—Mientras subo por las escaleras, escucho a Nico resoplar, a pesar de lo pequeño que es, es un loco de la puntualidad.
Al llegar a mi habitación, busco mi móvil, juraría que anoche lo dejé en mi mesilla de noche, pero en verdad no lo veo desde por la tarde. Estuve tan entretenida con Marco y luego con lo de Nacho que no estuve pendiente del móvil, así que tardo unos minutos en encontrarlo, al final lo veo debajo de mi cama.
Lo encuentro apagado, y al encenderlo me llega un mensaje que me da escalofríos.
—Ey, Nora, ¿Te falta mucho?—pregunta Marco entrando a mi cuarto.
—Eh, no, ya estoy—digo con una sonrisa falsa en la cara.
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