33 "Estamos de vuelta"

Nora

Casi no siento las muñecas, las tengo atadas cada una a un lado de la cama con una cuerda, no puedo mover ni un solo músculo de mi cuerpo y me siento presa, tampoco puedo gritar, ni quejarme, ni nada porque tengo una cinta en la boca que lo único que me deja hacer es gemir para que me suelten, por otro lado, tampoco veo nada, tengo un antifaz que me tapa la vista, así que el único sentido que me queda es el oído, y es verdad eso que dicen de que cuando te falta algún sentido, el que te queda intacto se mejora por lo que puedo escuchar perfectamente el crujido de la cama, mi respiración acelerada y los jadeos de la persona que me tiene en esta situación. Siento como se va acercando lentamente a mí, sabiendo que en este momento es el máximo domador, sabiendo que puede hacer conmigo lo que le dé la gana ya que, aunque quisiera no podría moverme, se para un segundo encima de mí y poco a poco baja su mano hacia mi humedad, mete los dedos y los saca lentamente haciéndome sufrir, siento la presión de sus dedos saliendo y entrado de mí y como los mueve dentro de forma rápida, sabe que me encanta que lo haga, cuando intento levantar la cadera para sentir más dentro de mí sus dedos, los saca corriendo y acerca su boca a mi oreja.

—Quieta Cat-woman, quedamos en que hoy te dominaba yo —gimo en protesta, esto es injusto y ni si quiera me puedo quejar, Marco me saca la cinta y yo le hablo sin tan siquiera ver su cara porque sigo con los ojos tapados.

—Te dije que podías dominarme, pero no hace falta ser tan cabrón, además como no me folles ya, la próxima vez vas a sufrir, y mucho —le digo furiosa, me tiene aquí a plena disposición suya y lo único que hace es hacerme sufrir.

—Me encanta lo cabreada que te pones cuando no tienes el control, tienes que aprender a tener más paciencia, yo ayer no me quejé en ningún momento, ni siquiera cuando me tocaste súper despacio y créeme, lo pasé muy mal—es verdad, ayer me tocó a mí dominarle y le hice sufrir bastante, pero lo que él me está haciendo es mil veces pero.

Se empieza a restregar contra mi excitación y yo prometo que solo con ese ligero contacto ya me veo capaz de correrme.

—Además, no sabes lo cachondo que me pone tenerte así, toda para mí, abierta de piernas y desnuda entera, estoy deseando follarte, pero antes quiero disfrutar de las vistas —se aparta para lo que supongo, observarme y me entra un poco de inseguridad, es normal, el ahora mismo tiene todo el control sobre mi cuerpo mientras que yo ni siquiera puedo mirarle. 

—Marco, te aviso que o me follas ya o no vuelvo a dejar que me hagas esto —el vuelve a ponerse encima de mí y por fin me penetra.

Lo hace de una manera dura y rápida, se nota que esta igual o más cachondo que yo, en una de sus embestidas, aprieto mi interior y eso hace que Marco gima mi nombre, a pesar de todas las amenazas que le he dicho para que empezara, sí que volvería a dejarle tenerme así, creo que nunca había estado tan excitada.

—Marco... —gimo su nombre sin poder controlarlo, mientras él sigue metiéndose y saliendo de mi interior, siento como poco a poco van floreciendo los cosquilleos que me llevan al orgasmo y cuando estoy a punto de correrme, empieza a sonar una canción de Lady Gaga, Just Dance. 

—¿Has puesto tu esa canción? —gimo, confundida mientras él sigue con lo suyo.

—Nora, Nora, Nora... —empieza a gemir mi nombre repetidamente mientras se corre en mi interior, por el contrario, yo ya he dejado de sentir cualquier cosa, me gusta mucho esa canción, pero me acaba de joder todo el momento —Nora...

Trato de moverme y entonces, me despierto sofocada, miro a todas partes para darme cuenta de que en realidad estoy en mi habitación, no estoy atada a ninguna cama y tengo delante de mis narices a Marco, mirándome con una gran sonrisa en la cara. Yo me incorporo un poco y le sigo mirando confundida, no entiendo a qué viene esa sonrisa ni porqué está en mi habitación mirando como duermo.

—¿Qué haces? —le pregunto con una mueca de confusión en la cara, el sigue con su radiante sonrisa, deja la escoba que está sujetando apoyada en la pared y se sienta en la cama, justo delante de mí, no le veo muy bien porque la única luz que hay en la habitación es la poca que se cuela por debajo de las persianas. Aun así, sí logro a verle todas sus facciones y veo como está intentando aguantarse una carcajada mientras piensa lo que va a decir.

—¿Qué prefieres, la historia larga o la corta? —me dice mordiéndose los labios para aguantarse la risa, me está poniendo de los nervios.

—La que sea, ¿puedes decirme por qué narices te estas riendo? —le golpeo en el brazo para que se espabile y deje de vacilarme.

—Bueno, la cosa es que he entrado para barrer la habitación y de repente has empezado a hablar en sueños —me tenso en el mismo instante en el que le oigo decir eso, porque de repente me viene a la cabeza el sueño húmedo que estaba teniendo —Al principio no he logrado saber que estabas diciendo, así que me he acercado para intentar averiguarlo.

—¿Y se puede saber por qué has hecho eso? —digo lo más borde que puedo, es una falta de respeto hacia mi privacidad.

Siento como poco a poco mi cara se va sonrojando, empiezo a sentir ese calor tan específico que siento por todo el cuerpo cuando estoy en una situación vergonzosa y mi única arma es la de ser borde para no dejar ver que en verdad me quiero tirar por un puente.

—Creo que lo sabes perfectamente—dice con una sonrisa estúpida en la cara.

—No, no lo sé—miento con la paciencia agotada—¿Por qué lo has hecho?

—No sé, por curiosidad supongo, es que estabas medio gimiendo y quería saber si lo que estaba pensando era verdad —abro mucho los ojos, ojalá tener la posibilidad de hacerme invisible y salir corriendo de aquí, Marco me coge de la mano y me la empieza a acariciar mientras sigue con esa maldita, aunque preciosa sonrisa en la cara —¿Quieres saber lo que he oído? 

Me lo pregunta en un acto cruel en el que sabe que diga lo que diga me lo va a contar de todas maneras porque está disfrutando de esta situación como si fuera un niño abriendo sus regalos el día de los Reyes Magos, yo le lanzó la mayor mirada asesina que puedo y me quedo callada esperando a que el siga con su estúpido juego.

—¿No me respondes? —se ríe y sigue —Bueno, pues me he acercado y entonces has gemido mi nombre, y claro, ya me he quedado a ver como seguía la historia, te estabas restregando contra la almohada mientras gemías mi nombre y te mordías el labio inferior, entonces he pensado que te estaba dando la follada de tu vida y justo en el momento en el que creía que ibas a tener un orgasmo, PUM, suena la puñetera alarma y se me acaba el chollo. Que por cierto, ¿Quién en este mundo tiene de tono de alarma una canción de Lady Gaga? La acabarás odiando.

—Eres malo y es imposible que odie esa canción, es la única que consigue que me levante.

—¿Me vas a contar lo que te estaba haciendo en el sueño?, bueno, si lo prefieres me lo puedes mostrar —dice con una sonrisa malvada mientras se acerca a mí para meterme un buen morreo matutino.

—Lo siento, pero por chismoso ahora te vas a quedar sin saber lo que estaba pasando en mi húmedo sueño —digo empujándole hacia atrás para separarle de mí y entonces me levanto y voy directa al baño para lavarme los dientes y la cara, por supuesto Marco me sigue, aun con esa sonrisa en la cara.

—¿Tú sabes la pedazo erección que me ha provocado tu maldito momento porno? —dice abrazándome por la espalda mientras me mira a través del espejo, bueno, más bien me folla con la mirada a través del espejo, a todo esto, apretando esa excitación para dejarme claro que no miente.

Cuando termino de lavarme los dientes, me agacho para enjuagarme y mi culo queda todavía más dispuesto para Marco, al terminar me giro y le miro directamente a la cara.

—¿Quieres algo más? —le pregunto riéndome de la situación, me está siguiente como un perrito a su dueño para que le dé una galletita.

—Sí, a ti —dice susurrándome a dos milímetros de mi boca.

No sé de dónde saco la fuerza de voluntad, pero le aparto para no caer en la tentación, porque aunque me encantaría sacarle la ropa y cumplir mi sueño, no podemos, no estamos solos en casa, así que me muevo hacia mi dormitorio, otra vez para crear un espacio entre los dos y me empiezo a vestir delante de él, que sigue siguiéndome y mirándome con ansias. Me sorprende mucho el hecho de que ya no me da apuro que me vea sin ropa en una situación no sexual.

Desde lo del otro día en Barcelona, siento que confío en él hasta con los ojos cerrados y no me siento nada incomoda viendo cómo me mira mientras me quedo en bragas delante de él, Marco el otro día se desnudó en cuerpo y alma por mí y eso hizo que me replanteara muchas cosas y entre ellas este pequeño detalle que siempre me ha perseguido. 

—No sé si se te ha olvidado que no vivimos solos y que como mi padre te pille aquí, lo mismo te corta los huevos —ambos nos reímos y él se acerca a mi hasta tenerme arropada por sus brazos.

—Me has dejado verte en ropa interior y no tiene pinta que nos vayamos a acostar —me sonríe de una manera muy inocente y emocional que me produce a mí una sonrisa de derretimiento por este chico de ojos azules y brazos de Thor.

—Ya... es que yo creo que... —me cuesta acabar la frase, no sé qué decir, estoy entre emocionada y avergonzada porque se haya dado cuenta —Hemos pasado tantas cosas ya...Que es imposible que me sienta incomoda a tu lado de la manera que sea, siento que puedo confiar al cien por cien en ti y no me importa que me veas en paños menores, aunque no vayamos a hacer nada —ambos nos sonreímos sin decir nada, bueno sin decir nada con palabras porque nuestras miradas lo dicen todo. 

Madre mía, esto me está afectando, ¿Desde cuándo soy tan cursi? 

—Por cierto —dice Marco rompiendo el silencio en el que nos habíamos sumergido sin darnos cuenta —Tus padres no están en casa, se han ido a cazar y no vuelven hasta la hora de cenar, así que hoy tenemos todo el día para nosotros.

Dentro de mi cabeza se enciende una bombilla, se me había olvidado por completo que hoy es Domingo y que papá y mamá se iban a cazar, bueno, papá a cazar y mamá a cotillear con las otras mujeres de los amigos de papá mientras toman alcohol en el club, menudo alivio, estoy harta de tener que ir de puntillas con mi coso con Marco cuando papá está en casa, es agobiante. 

—Eso es genial, vamos a desayunar —digo feliz tras terminar de vestirme, hoy ha empezado el día demasiado bien, a ver si sigue así.

—Te he preparado el desayuno —me doy la vuelta hacia él cuando salimos de mi habitación y le doy un abrazo super fuerte, no sé por qué lo hago solo sé que me apetece abrazarle y lo hago.

—Dios, cuanto te quiero—digo en su oído.

Horas más tarde nos encontramos en el salón, abrazados, comiendo palomitas y viendo Friends, un día que papá y mamá no estaban en casa, yo estaba estudiando y bajé para merendar y le pillé mirando Friends, a partir de ahí cada vez que papá se iba de casa nos veíamos algunos capítulos juntos, ya se ha hecho rutina, aunque bueno ese tiempo en el que estuvimos peleados, Marco se vio unos cuantos capítulos sin mí, cuando me enteré al llegar de Barcelona se la lié y le obligué a volver a ver los que había visto sin mí, así que ahora estamos viendo el capítulo en el que están todos en Londres por la boda de Ross y Monica y chandler se lían, es de mis capítulos favoritos, adoro esa pareja.

—Esa pareja yo creo que es la mejor que se ha podido crear en el mundo de las pelis y series—le digo a Marco mientras me meto un puñado de palomitas en la boca.

—Bueno...la pareja de Spiderman con Gwen en la película de Andrew Garfield también es una parejaza—le doy la razón, aunque en mi lista de mejores parejas la seguiría poniendo en segundo lugar.

De repente llaman a la puerta y yo me incorporo para mirar bien a Marco, no esperamos visita, es un Domingo a las seis de la tarde y a menos que papá y mamá se hayan adelantado... Cosa que dudo porque el club de caza es su lugar favorito, hay días en los que se han quedado a dormir en el hotel de allí porque no querían irse. Y Nico está en casa de su novia, así que no sé quién puede ser.

Me levanto para abrir y Marco me coge del brazo.

—No vayas tú, mejor abro yo—se levanta de un salto y yo le cojo del brazo para pararle.

—¿Por qué no puedo abrir yo?—le miro con el ceño fruncido.

—Yo soy el asistente de la casa y es mi trabajo—se suelta de mi agarre y se dirige hacia la puerta, este es el asistente de la casa cuando le da la gana.

—Ya... será por eso—le sigo y cuando abre la puerta nos quedamos los dos blancos.

Me quedo paralizada mirando a la persona que está detrás de la puerta y siento su mirada abrasándome viva y la de Marco igual, bueno Marco va alternando su mirada, según veo por el rabillo del ojo.

—¿Qué coño haces aquí?—Marco es el primero en hablar y apagar este silencio incómodo e inquietante.

—He venido para hablar con Nora—abro la boca para hablar, pero no me salen palabras.

—Lo siento, pero ella no quiere hablar contigo—hace el amago de cerrar la puerta, pero el otro tira con fuerza para evitarlo.

—Eso me lo tendrá que decir ella—los dos se giran hacia mí para que diga algo, pero no sé qué decir, esto me ha pillado muy por sorpresa.

—¿Y bien? Dile que se vaya—me presiona Marco y yo le miro unos segundos y después paso mi mirada hacia Nacho.

—Ehh...¿A qué has venido?—le pregunto en un intento estúpido de no parecer que su visita me ha afectado.

Y no es que me haya afectado porque siga sintiendo algo por él, sino porque primero, no me lo esperaba y me ha pillado de sopetón, segundo, no me apetece verle, lo único quiero es que se vaya y tercero porque después de la pelea en la discoteca... Creí que no le volvería a ver, ni a él ni a ninguno de mis antiguos mejores amigos.

—Para hablar contigo—vuelve a decir.

—Nacho... Yo creo que ya está todo dicho ¿No?—le miro dudosa de su reacción, esto no puede ser más incómodo porque es imposible.

—No Nora, solo quiero decirte una cosa importante, por favor déjame hacerlo—me mira con esa mirada de pena con la que siempre me miraba cuando quería convencerme de algo.

—Está bien, pero que sea rápido—Marco pega un manotazo a la pared y yo le miro asustada.

—¿Va en serio, Nora? ¿De verdad vas a meter a este idiota en casa?—asiento con la mirada y el me mira con mucho cabreo—Pues que sepas que no me voy a separar de ti—dice mirándome, entonces se gira hacia Nacho y le señala con el dedo índice—Y tú, cuidado con lo que haces, te estoy vigilando.

—Tranquilízate, tío, solo quiero hablar con mi ex para arreglar las cosas, no te la voy a robar como hiciste tu conmigo—cierro los ojos intentando asimilar todo lo que está pasando, con lo a gusto que estábamos hace unos minutos, es que ni un respiro.

—El no te robó nada, me perdiste tu solito—le respondo borde, puede que Nacho siga teniendo esa capacidad para convencerme, pero no voy a permitir que vaya de chulo.

Le digo que pase y le dirijo hacia mi habitación, allí Marco intenta entrar, pero yo le paro y le pido que espere fuera.

—Nora, no quiero dejarte sola con él—me lo dice de una manera protectora más que celosa, pero es que esto es una charla privada y aunque Marco y yo tengamos un coso esta no es su lucha.

—Por favor, espera aquí, si veo que hace algo que no me gusta, grito y te doy permiso para que le metas una paliza, pero sino, prefiero hablar las cosas como personas civilizadas y en privado—le cierro la puerta y me giro para mirar a Nacho que está sentado en mi cama mirándome con una sonrisa.

—Estas muy guapa—me quedo de pie, apoyada en la puerta, no me quiero acercar a él.

Le echo la mayor mirada de asco que puedo, me está mirando de una forma que me incomoda mucho, y eso que antes me encantaba como me miraba, sentía que todo el mundo desaparecía y solo estábamos él y yo, ahora solo me da asco.

—Dime porqué has venido—le digo sin tapujos, quiero ir directa al grano para que se vaya lo antes posible.

—Lo primero, quería pedirte perdón, se que estuve mal el otro día, no debería haber abusado de tu borrachera, pero es que yo también iba muy borracho y te echaba mucho de menos y verte con ese idiota me puso enfermo, solo quería hacerte recordar lo que tuvimos, el amor que nos teníamos el uno al otro, nuestros apasionados besos y bueno no tenía muchas esperanzas de que me dejaras follarte, pero si me hubieras dejado tambien te habría hecho recordar los orgasmos que te daba—pongo los ojos en blanco y una mueca de asco se expande por mi cara, otra vez.

—Como siempre tu excusa es lo borracho que ibas, como aquella vez en el campamento de verano, que no me apetecía hacer nada contigo porque estaba constipada, pero tú venías borracho de la fiesta final del verano y como tú si querías, pues no pensaste en lo que yo quería, y al día siguiente me viniste con lo mismo, que perdón, pero que ibas borracho, tu excusa siempre es la misma, y que estés borracho no te da derecho a hacer lo que te da la gana conmigo—hago una pausa para coger aire y sigo.

Este tema decidimos no volverlo a sacar porque él estaba arrepentido y yo prefería ignorarlo, al fin y al cabo Nacho era mi novio y no lo vi como algo tan malo, solo me molestó en ese momento, pero no le di mucha más importancia, obviamente ahora me arrepiento porque realmente si tiene mucha importancia.

—Por otra parte, en el hipotético caso de que me hubieras convencido con el discurso de la borrachera, te lo habrías cargado de todas formas por haber dicho lo del orgasmo, eres asqueroso, siempre tienes que meter lo mismo, los orgasmos, el sexo... Hay más cosas a parte de eso, yo te quería o al menos eso creía, ¿Sabes que nunca has tenido un detalle conmigo de verdad? Ni nunca me decías cosas bonitas, ni nada, siempre era todo sexo, sexo, sexo... En una relación hay muchas más cosas, como los te quiero, los cuales solo me decías en el sexo, las conversaciones intentas en la madrugada, las cuales no teníamos porque siempre estábamos follando y después nos dormíamos, las citas románticas sin intenciones ocultas, las cuales no teníamos porque tu plan de cita romántica era invitarme a tu habitación para follar, ¿De verdad crees que eso es una pareja?

El me mira con los ojos muy abiertos, no se esperaba que sacara mi carácter, con él casi nunca lo sacaba, no me salía, pero ya me da igual, ahora lo único que quiero es que me deje en paz.

—Nora, yo...—le interrumpo porque aún no he acabado con mi discurso.

—No, no he acabado, que sepas que con Marco no tengo una relación formal, pero en lo que llevo con él me ha demostrado más amor del que jamás hubieras podido demostrarme tú y no es que os esté comparando, es que quiero que te des cuenta de que nunca estuve enamorada de ti por eso mismo, porque nuestra relación era puro sexo, no había un trasfondo detrás de todo eso y me da mucha pena, porque de verdad creí por un momento que eras el amor de mi vida, pero está claro que no y ahora me alegro de que así sea porque si hubiéramos seguido juntos, habrías acabado conmigo y eso es lo último que quiero. Así que no sé a qué habrás venido, pero si es a intentar reconquistarme, lo siento pero no.

—Vaya... No sabía que me odiaras tanto—después de toda la chapa que le he metido y solo dice eso, es que es flipante.

—No te odio, simplemente ya no quiero tener nada que ver contigo.

—Nora, no venía a reconquistarte—me quedo paralizada, mierda ahora todo mi discurso empoderado no ha servido para nada y he quedado como una egocéntrica patética.

—¿Y a qué has venido entonces?

—Para pedirte perdón por todo lo que te he hecho y para ver si podíamos ser amigos—se levanta de la cama y se acerca poco a poco hacia mí, yo intento dar un paso atrás cuando le tengo a tan sólo unos centímetros de distancia, pero tengo la puerta detrás, así que Nacho me acorrala y me da un abrazo.

—Perdóname por favor, quiero que sigamos siendo amigos, como al principio del todo—me separo un poco de él para mirarle a la cara y no sé muy bien qué quiere con todo esto, pero tampoco quiero averiguarlo.

—Nacho, te perdono, pero no podemos ser amigos, lo siento—y con esas palabras abro la puerta y le hago una señal para que se vaya.

—Lo entiendo, ¿me podríais traer un vaso de agua, por favor?—le miro incrédula y acepto, de buena soy tonta.

Bajo a por el vaso de agua y me encuentro a Marco en la cocina.

—¿Ya se ha ido?—dice enfadado.

—No, he venido a por un vaso de agua para él—él me mira con los ojos muy abiertos y se tapa la cara con la mano.

—Nora, me sorprende lo buena que eres con ese idiota, de verdad—pongo los ojos en blanco y cojo un vaso para subir y acabar con todo esto.

Después de que se tome el vaso de agua, me mira unos segundos esperando que diga algo y como no lo hago, él hace el amago de salir por la puerta, pero entonces se gira y me mira.

—Por cierto, Nora.

—Dime.

—Sigues teniendo la pulsera que te regalé—bajo la vista para mirar mi muñeca y me doy cuenta que es la pulsera que me regaló el día de mi cumpleaños, cuando pasó el accidente, nunca se me había ocurrido quitármela, a pesar de todo, es un regalo.

Después de eso se va, y en cuanto sale por la puerta, suelto un suspiro.

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