31 "Toda la verdad"

Nora

Se me hace eterna la llegada a casa, salimos del local a las 3:00 y son las 4:00, hemos venido en bus nocturno y ha tardado la vida y media en llegar, además Franco y yo hemos venido todo el rato en silencio, de la mano, yo iba mirando por la ventana para no tener que mirarle a la cara y él no sé a donde miraba, pero estaba claro que no le apetecía hablar conmigo.

Cuando llegamos tira de mí para que le acompañe a su habitación. Todo esto muy sigilosamente, porque ya lo que nos faltaba, despertar a papá. O bueno, a todos.

—Bueno...—digo sentándome en su cama con mucha delicadeza, tengo mucho miedo de lo que pueda decirme.

Se quita la camiseta y me la lanza a la cara, se quita los pantalones y se queda en calzones.

—Póntela, es mejor que estemos cómodos—dice y se sienta a mi lado en la cama.

—¿Me vas a contar una cosa que puede cambiar por completo mi visión sobre ti en calzoncillos?—le miro incrédula, este chico nunca dejará de sorprenderme.

—¿Te incómoda?—me mira como lleva haciéndolo desde que salimos de la discoteca, con miedo a decir o hacer algo que pueda molestarme.

—No, era solo una pregunta, aunque sí que se me hace difícil mirarte a los ojos—digo de broma para quitarle hierro al asunto.

Me quito mi ropa para ponerme su camiseta y al estar ya cómoda nos miramos y comenzamos a reírnos, creo que nos estamos volviendo locos, se supone que debo tenerle miedo, que debo odiarle, que no debo confiar en él... Y aquí estamos, ambos medios desnudos y riéndonos de nada.

—Madre mía, solo tú eres capaz de hacerme reír en un momento como este—me dice acercándose a mí.

—Bueno, la vida mejor tomársela con humor—le digo y me separo un poco—Igualmente, no te me acerques mucho, tengo autocontrol pero tampoco tanto, necesito concentrarme y si te acercas tanto me va a costar—vuelve a reírse y se apoya en la cabecera de la cama, lo más separado de mí, que estoy en los pies.

—Vale, como quieras, bueno...eh... no sé por donde empezar—su mirada se tensa y se le ve inquieto e inseguro, verle tan fuera de sí me hace sentir rara, él siempre es seguro, ingenioso, siempre sabe que decir en todo momento y ahora...

—Pues desde el principio, cuéntame de tu infancia—le miro con cariño, a pesar de todo lo vivido, no puedo evitar quererle y quiero con todas mis ganas poder entenderle, pero necesito que me dé razones para poder hacerlo, razones buenas.

Pues... a ver, desde antes de que yo y mis hermanos naciéramos, mi padre siempre estuvo metido en chanchullos, yo hasta una cierta edad no sabía qué tipos de chanchullos, pero cuando cumplí cinco años, esos chanchullos se le fueron de las manos y perdió casi todo su dinero, mi madre cayó en depresión, ya que ni si quiera teníamos para comer, ella sufría mucho por mí y por mis hermanos, además, ellos tampoco sabían lo que hacía mi padre, todos pensábamos que era empresario y que su empresa se había ido a la mierda, pero en realidad tenía muchas deudas con traficantes de drogas, más bien con una banda en concreto. Al principio les pidió tiempo para recuperar el dinero que les debía, y así estuvo años, todo el dinero que ganaba era para pagar su deuda por lo que a nosotros no nos quedaba nada, llegó un momento en el que mi madre no podía mantenernos a todos, así que dejamos el colegio, mis hermanos mayores me ayudaron a aprender lo típico, mates, lengua... Pero claro, lo Justo y necesario. Aún así yo era feliz, no teníamos mucho dinero, pero me gustaba pasar tiempo con mis hermanos, aunque a veces me entraban muchísimas ganas de llorar y hacer algo cuando veía a mi madre limpiándose lágrimas a escondidas para que no la viéramos triste, ella era muy fuerte y lo último que quería es que sufriéramos por ella.

Suelto la pregunta sin pensarlo, aunque con tacto claro—¿Está muerta?—eso le pilla desprevenido.

—No, bueno hace mucho que no la veo, pero supongo que seguirán vivos, espero—le noto un brillo de preocupación en la mirada y se me parte el corazón.

—Ah, menos mal, puedes seguir—dios, odio lo poco sensible que soy con este tipo de temas, no se me da bien dar consejos, ni decir lo correcto para hacer sentir bien a la otra persona, soy un desastre.

Bueno, en esa situación estuvimos dos años, aunque hubo un momento en el que todo mejoró un poco, mi madre volvía a sonreír, y esa vez de verdad, a mi padre casi no le veíamos, pero no me importaba porque siempre que hablábamos con él era para darnos una mala noticia, que si nos embargaban la casa, que ese día no íbamos a cenar, que se iba por unas semanas fuera... Al final era mucho más feliz cuando él no estaba. Nunca llegué a saber si esos viajes eran reales o se iba a algún lado en concreto con referencia a las drogas.

El caso es que un día, cuando tenía siete años, mi padre estaba de viaje y mi madre cogió todas nuestras cosas y nos sacó de nuestra casa, si a eso se le podía llamar casa, era un mini piso situado en un edificio lleno de gente como nosotros, gente que no tenía dinero suficiente para pagarse un piso de verdad, por lo que todos compartíamos ese cuchitril, pero bueno, eso no es lo importante. Ese día yo volví a tener esperanza.

Al principio estábamos mis hermanos y yo muy confundidos, no sabíamos porqué nuestra madre nos estaba llevando al aeropuerto, al final cuando nos fuimos de Barcelona y llegamos a una casa mucho más amplia y reconfortante en Madrid, mi madre nos lo explicó. Llevaba un tiempo viéndose con un tío de Madrid, se conocieron en el supermercado, mi madre trabajaba allí y él estaba de viaje de negocios y supongo que se conocieron y saltaron chispas, nunca quise escuchar la historia, porque a pesar de que ese hombre era nuestra salvación, no podía evitar pensar en que habíamos abandonado a nuestro padre, aunque él tampoco hizo nada por encontrarnos, estaba mucho mejor solo, cuando mi madre nos presentó a su nuevo novio, también nos soltaron la noticia de que estaba embarazada y que se iban a casar, yo estaba feliz por ella, hacía mucho que no la veía tan contenta y eso era más que suficiente. Aunque no te voy a mentir, todo había cambiado tan de repente que no me lo creía, no entendía como habíamos pasado de no tener nada a por fin tener una familia de verdad.

Esa época feliz duró cuatro años. A los doce años, mi padre se volvió a poner en contacto con nosotros, más bien con mi hermano mayor, que tenía dieciocho años, quería que fuéramos los tres a Barcelona, nos dijo que nos echaba de menos y que tenía muchas ganas de vernos, nosotros fuimos con toda la ilusión, por fin éramos felices de verdad, nuestra madre estaba enamorada, teníamos una casa acogedora, empezamos a cogerle cariño al marido de nuestra madre y las gemelas eran maravillosas y encima ahora nuestro padre quería volver a estar con nosotros, es verdad que nunca fue el padre del año, pero era nuestro padre y le queríamos, no podíamos estar más contentos.

Cuando llegamos a Barcelona, estuvimos en el piso de mi padre tres días, hicimos planes de familia normal, como ir a hacer la compra, al cine, a jugar a los bolos, nos compró una play station... estaba viviendo como en un sueño, hasta que el cuarto día, nos mandó a hacer un recado, él no podía hacerlo porque tenía trabajo así que nosotros le hicimos el favor, teníamos que llevarle un paquete a un tipo, fuimos en bus hasta la localización y cuando llegamos mi hermano mayor se puso muy nervioso, yo no entendía nada, pero él decía que nos diésemos prisa que ese sitio no le gustaba, era un polígono industrial, ya te puedes imaginar lo que estábamos haciendo allí.

Hace una pausa, se nota que le está costando contármelo y recordarlo, pero no me puedo creer lo que me está diciendo, y lo que me imagino que hizo su padre... No tengo palabras para explicar lo repugnante que me parece eso.

Le cojo la mano, como dándole apoyo para que siga

—Entramos en el polígono y nos atendió un tío de unos treinta años, le dimos el paquete y empezamos a irnos, pero cuando estábamos a punto de salir, nos cerraron las puertas y nos cogieron por los brazos para inmovilizarnos, yo seguía sin entender nada, mis dos hermanos gritaban que nos dejasen en paz, que estaban locos y un montón de cosas más que no recuerdo, yo le di un puñetazo antes de que pudiera inmovilizarme al matón que me estaba cogiendo y le partí la nariz, aún no sé cómo lo hice, supongo que la rabia me dio las fuerzas que necesitaba y además el matón no se esperaba que un niño tan pequeño pudiera con el, pero al final, eso no hizo más que empeorar la situación, nos llevaron a unas sillas en medio de una sala vacía y...

—¿Era el polígono que vi?—la descripción que me ha dado me ha sonado igual que el sitio al que fui siguiendo a Franco el otro día, así que no he podido evitar preguntarlo.

Sí, era ese—Dios mío—cuando nos tuvieron atados, empezaron a preguntarnos quiénes éramos, que hacíamos allí... nosotros dijimos que nuestro padre nos había dicho que fuésemos a entregar ese paquete, pero que no sabíamos lo que había dentro ni nada, así que ellos nos empezaron a explicar qué sucedía. Resulta que eran una banda de narcos, y mi padre les había comprado droga, llevaba años haciéndolo, no era nada nuevo, el caso es que lo que había en la caja era dinero, tenía muchas deudas con esa banda desde hacía años y mi padre pensó que al llevar a sus hijos con el dinero que les debía, teniendo en cuenta que no estaba todo porque no tenía más, pues les daríamos pena y le dejarían en paz, pero esto es la vida real y esa gente no tiene corazón, estaba claro que unos niñatos sin suerte les daban igual, así que decidieron que perdonaban la deuda de mi padre si yo me quedaba con ellos—al escuchar eso se me salen los ojos, no hace falta que me cuente más para imaginarme lo que pasó después, que horror, lo que ha tenido que vivir por esa panda de locos.—Mis hermanos se negaron, les pidieron que les cogieran a ellos, pero a mí no, porque era un crío y no iba a durar ni dos días vivo, pero los narcos no quisieron, al final echaron a mis hermanos y yo me quedé solo en esa sala llorando, mis hermanos amenazaron con denunciarles a la policía, pero los narcos, obviamente, les amenazó con matarme a mi si decían algo, así que tuvieron que irse.

Desde ese momento empezó mi ruina, nunca más supe de mi familia, no sé como se tomaron mi desaparición, no sé que fue de mi padre, no sé nada porque no me dejaron buscarles.

El primer año, no me mandaron hacer nada, solo me enseñaron a pelear, a disparar, a matar, a no tener compasión. También me explicaron porque me habían cogido a mí y no a mis hermanos, y es porque yo era pequeño y tenía más posibilidades de aprender, además que después de haberle partido la nariz a uno de ellos, les dejé impresionados, ese año lloré, sudé y lo pasé fatal, pero al final activé un chip en mi cabeza y dejé de sentir, después de que me metieran de hostias en los entrenamientos para que aprendiera a defenderme o simplemente cuando me portaba mal, al final acabé desarrollando un mecanismo de defensa para dejar de sentir, así que con trece años ya no me importaba nada, dejé de pensar en mi familia y en todo mi dolor y me canalicé en hacer bien mi trabajo para que me dejaran en paz.

El segundo año empecé a hacer trabajillos, no muy chungos, al fin y al cabo era un crío en pleno desarrollo y sin estabilidad emocional, así que podía poner en peligro cualquier plan sin querer, tenía muy mala leche, así que una vez casi jodo un ataque a un tío que nos debía pasta por puro impulso, él me llamo hijo de puta, esa palabrota me recordó a mi madre, no porque fuera una prostituta o porque me llamara eso sino porque...—se toca la sien y cierra los ojos, me siento tan mal por él...—En fin, era un crío y se me fue la pinza, me puse hecho una furia y empecé a meterle golpes sin parar, casi le mato, pero frené a tiempo al ver lo que estaba haciendo—me quedo flipando con esa confesión ¿cómo un crío puede darle una paliza a un tío grande?

—¿Cómo pudiste con él?—de verdad que tengo intriga.

—No fue muy complicado, yo tenía fuerza y el tío iba drogado y estaba en los huesos, no pudo defenderse porque no sabía ni lo que hacía.

—Joder, que horror—se me cae una lágrima por la mejilla al imaginarme esa escena, este chico debe estar muy roto por dentro, yo creo que ha visto más sangre en toda su vida que un médico que se dedica a hacer análisis de sangre.

—No llores, por favor, se que es horrible y que pensaras que soy un asco, pero he cambiado, o bueno lo intento, sigo siendo impulsivo, pero poco a poco voy mejorando esos ataques de ira—dice limpiándome las lagrimas e intentando que me sienta mejor.

—Sigue, por favor.

—Vale, después de ese contratiempo, me dieron otra paliza los de la banda, y después de eso me pusieron a una persona que me controlara y me siguiera enseñando, ya que el tipo que me había enseñado desde el principio, había muerto en un atraco, ahí fue cuando conocí a Guepardo, él fue quien me enseñó todo lo que sé y ahora me odia porque le acabé superando. Es un tipo muy narcisista, no soporta que haya nadie mejor que él, salvo el jefe, pero porque ese hombre es superior, el único que le ha visto en persona es Guepardo, los demás solo hemos escuchado su voz cuando nos ha mandado alguna tarea, pero nunca le hemos llegado a conocer.

El caso es que después de la paliza que le metí al hombre ese, me castigaron y me tuvieron encerrado varios días en una jaula sin casi comida, sin poder ducharme... fue muy duro y después de ese momento, entendí de verdad que no iba a salir nunca de ahí, que iba a tener que madurar y empezar a comportarme como ellos querían ,porque sino iba a acabar muy mal, así que hice otro clic en mi cuerpo y a partir de ese momento empecé a ser una máquina de matar sin sentimientos, no estoy orgulloso de ellos, pero era lo que me tocaba...

Con el tiempo vieron que estaba cambiado, que ya no era tan impulsivo y que ya no les llevaba la contraria en nada y me empezaron a incluir en sus planes, a pesar de haberse enfadado cuando casi maté al drogado, también se quedaron alucinados por la capacidad que tuve de dejarle muy mal, pero sin llegar al asesinato, así que ese fue mi trabajo durante años, torturar hasta la casi muerte, pero no llegar a ella.

¿No tienes cargo de conciencia?—le pregunto aún hecha un mar de lagrimas.

—Cada día de mi puta vida siento que merezco ir al infierno, que no merezco nada bueno que tengo, como por ejemplo, tú—me mira y a él también se le cae una lagrima, me acercaría a él a darle un abrazo, pero aún no estoy lista, necesito escucharlo todo.

—Sigue, por favor—al final de la frase se me corta la voz.

Bueno pues siguieron los años y esa fue mi vida, luego cuando cumplí quince, me metieron en un piso con mi compañero, el que conociste en el polígono, vivimos allí juntos hasta que tu padre me arrestó, no fueron años tan malos, allí al menos tenía más libertad y mi compañero se acabó convirtiendo en mi amigo, a los dieciséis, tuve la crisis esa que te comenté un día... Era un adolescente en potencia con falta de cariño y que cada día le mandaban a un sitio distinto para torturar a alguien, tenía un puto trauma gigante y eso me llevó a no poder controlar mi ira, cualquier mínima cosa que sucedía me ponía hecho una furia y empezaba a romperlo todo, así que mi compañero me regaló un francotirador para poder controlarme pegando balazos a latas, y aunque parezca increíble, me sirvió como psicólogo, estuve meses utilizándolo todos los días y al final empecé a controlarme más, lo malo es que me volví muy dependiente del francotirador, lo llevaba a todas partes porque sabía que si tenía un ataque de ira fuera de casa... No sabría controlarlo, así que lo llevaba conmigo hasta para hacer la compra, de ahí que me acabaran llamando Franco, y si te preguntas cómo lo escondía para que la gente no lo viera... Siempre llevaba una mochila bastante grande en la que me cabía.

Bueno y por resumir así fueron los años hasta el día del robo... yo no solía robar nunca, yo era el de las amenazas, pero ese día el compañero de mi compañero fue asesinado por el jefe, nunca llegué a saber porqué, no me dio tiempo a averiguarlo, pero el caso es que me asignaron a mí el robo.

La tarea de mi compañero era quedarse en el coche mientras yo entraba y lo saqueaba todo, era una tienda de electrónica, nos íbamos a sacar una pasta, pero el dependiente me pilló y empezó a apuntarme con una pistola, yo me asusté, siempre era yo el que tenía la sartén por el mango en mi trabajo, pero esa vez no, esa vez estaba muy jodido, así que me asuste y saqué el francotirador, cogí a un rehén y le apunté. El hombre siguió apuntándome y no sabía que hacer, cuando escuche las sirenas de policías me empecé a mover con el rehén para salir de allí, pero el dependiente me disparó, falló, y le dio a mi pistola, del susto se me fue la mano y disparé, el rehén cayó al suelo con la cabe....

Para, no quiero tantos detalles—Dios mío, no me puedo creer que matara a una pobre persona, quien sabe si tiene hijos o mujer... Pobre hombre.

Me hace un gesto con la cabeza para saber si puede seguir y yo asiento, esto me está costando mucho más de lo que pensaba.

Bueno, mientras el dependiente fue a ayudar al rehén, yo aproveché y me fui, pero al salir mi compañero se había ido, me dejó un mensaje diciendo que era yo o los dos, así que salí corriendo por un callejón, pero tu padre fue más rápido y me acabó cogiendo. Y bueno, luego de juzgados, al saber mi historia me dejaron libre de la cárcel, nunca supieron toda la historia, solo creían que estaba en la banda por cosas de deberles pasta, ósea se pensaron que era un drogadicto que mataba y robaba a cambio de droga, les di pena y creyeron que era mejor intentar ayudarme a superar mi adicción en vez de llevarme a la cárcel, así que les pareció buena idea que hiciera de chacha en casa de tu padre, así él podría tenerme vigilado y en Madrid tendría la oportunidad de ver a mi familia, aún no les he encontrado, pero espero poder hacerlo algún día. Y bueno, ya está, no hay mucho más.

Después de terminar su historia, me quedo en silencio un rato, pensando sobre yo que sé, volviendo a recordar sus palabras y no sé... Estoy flipando, normal que no quisiera contarme nada, es horrible todo lo que ha hecho.

—¿Puedo hacerte una pregunta?—digo después de un rato callada.

—Sí...—me mira con miedo y con lágrimas en los ojos, yo tampoco le veo muy bien porque también estoy llena de lágrimas, así que veo borroso.

—Has dicho que te convertiste en una persona sin sentimientos... ¿cómo es posible que ahora seas así?—me da miedo pensar que todo lo que yo creía que él sentía por mi, sea falso.

—Porque con los años aprendí a ser frío en las ocasiones que había que serlo y un adolescente normal en mi tiempo libre, vivir con mi compañero me ayudó a poder sentir, era como un hermano para mí, le cogí mucho cariño y él me ayudó a dejar de ser tan frío, pero obviamente cuando tenía que torturar, pues me ponía en modo cabrón sin escrúpulos.

—En lo que llevas aquí... ¿Has sido siempre tu mismo?—es una pregunta estúpida, pero ahora mismo mi cerebro no da para mucho más.

—Desde el primer momento en el que te vi, el Franco frío, no volvió a aparecer, ni si quiera el día que entraron en tu casa Guepardo y...

—Ah—no sé que más decir.

—Nora, se que ahora mismo estarás odiándome y lo entiendo, pero por favor intenta ponerte en mi lugar.

—¿Me quieres?—digo acercándome a él cada vez más y más, necesito sentirle cerca, necesito abrazarle, besarle... Pero a la vez me da miedo hacerlo y no porque sienta que me vaya a hacer algo sino porque tengo miedo de estar equivocándome.

—Joder, Nora, esa pregunta es demasiado fácil, a pesar de que nunca te lo he dicho, te quiero desde ese primer beso en el baño... O incluso desde antes, tenía demasiado miedo de decirte mis sentimientos porque creía que si lo decía en voz alta se iría todo a la mierda como me pasa siempre, he perdido tanto durante toda mi vida que estaba acojonado de admitir que te quiero y poder perderte, pero no me hizo ni falta decírtelo para perderte del todo, he sido un gilipollas, pero de verdad que tú me has enseñado lo que es amar a alguien más que a tu vida, él no querer estar nunca separado de esa persona, querer protegerla como si fuera un tesoro súper valioso y muchas cosas más. Ósea, con mi familia también he sentido amor, pero no era este amor, claro.

Le cojo de la cara y le beso, me moría de ganas de hacerlo, es un beso lleno de sentimientos y lágrimas, los dos estamos empapados, pero no cambiaria este momento por nada del mundo, nuestras lenguas se encuentran y se mueven al unísono, con pasión y con ansia, llevábamos demasiado tiempo sin besarnos, no sé como he aguantado tanto, le necesito, le quiero y le entiendo.

—Yo también te quiero—digo separándome de él—Tú también me has enseñado lo que es el amor, creía que estaba enamorada de Nacho, pero tú me has dejado claro que no. Porque de verdad no había sentido nada tan intenso en mi vida, y no lo cambiaria por nada.

—¿Eso quiere decir que me perdonas?—dice susurrándome.

—Vamos a ir poco a poco, por favor. Necesito tiempo para pensar en todo esto, pero podemos empezar desde cero. Como si nada hubiera pasado,  pero esta vez sabiéndolo todo el uno del otro.

—Me parece una idea perfecta—dice sonriéndome—Joder, te quiero demasiado.

Me coge del cuello y me besa, esta vez de una manera mucho más fuerte y caliente.

—Espera, vamos a dejarlo aquí por hoy... He dicho de ir poco a poco, no podemos acostarnos—digo costosamente, porque lo que más me apetece ahora es hacerlo con él, pero tengo que ser fuerte si quiero que esto salga bien.

—Vale—me da un pico y se aparta nervioso de repente—Por cierto Nora... Hay otra cosa que quiero decirte—me tenso al instante, no quiero más drama.

—Dime.

—El otro día que fui a ver a Guepardo, cuando me seguiste... Me dijeron que me iban a dejar en paz si hacía algo...—siento un miedo demasiado fuerte en cuanto dice eso.

—¿Qué has hecho?

—Ellos... tenían una cuenta pendiente con un chaval que les debía pasta, querían darle un susto y bueno... Ese chaval es Nacho—se me cae el mundo a los pies en cuanto oigo ese nombre.

—¿Le vas a matar?—digo asustada y con los ojos abiertos como platos.

—¡No! Joder, me dijeron que le diera un susto y bueno... hoy en la discoteca... cuanto te estaba molestando, he visto la oportunidad perfecta para acabar con mi deuda—así que le ha dado una paliza por eso.

—¿Qué le has dicho cuando nos hemos ido?—le ha susurrado algo antes de irnos y ahora estoy segura que tiene que ver con toda esta mierda.

—Le he dicho que la próxima vez que compre droga, se asegure de poder pagarla, que a la próxima será algo más que una paliza, pero Nora, ya se ha acabado toda esta mierda, me han dicho que me iban a dejar en paz, ya no me quieren, podemos vivir tranquilos, por fin.—cierro los ojos intentando asimilar esta información.

—Vale—no sé qué más decir.

—¿Estas enfadada?—me lo pregunta asustado.

—No, sé porqué lo has hecho y me alegro de que me lo hayas dicho—le sonrío y él me sonríe de vuelta, estoy harta de los enfados y la desconfianza, quiero a Franco y eso es lo único que me importa ahora mismo.

—Dios Nora, eres increíble—me besa y yo lo disfruto como todos los besos que me da, al apartarme le acaricio la mejilla y siento que ya es hora de dormir.

—Buenas noches, Marco—se queda un poco sorprendido cuando se da cuenta que no le he llamado por su apodo.

—Si quieres olvidarte de tu pasado, primero empieza por el apodo, Franco es un nombre muy bonito, pero tú eres Marco, un chico bueno, divertido y desafiante, no Franco, el chico con traumas y que ha vivido un infierno. ¿Te molesta que te llame Marco?—le pregunto con un poco de inseguridad, lo mismo no le gusta que le llamen por su nombre de verdad.

—No, tienes razón, necesito superar esa etapa y empezando por mi nombre es lo mejor, lo difícil va a ser que tu hermano me llame franco—dice riéndose, yo hago lo mismo y le vuelvo a dar un beso.

—Ya nos ocuparemos de eso en otro momento.

—Te quiero, Nora—me dice por tercera vez, mirándome a los ojos y no puedo evitar derretirme por dentro, no me puedo creer que sienta algo tan fuerte por este chico, ¿en que momento ha pasado todo esto?

—Yo también te quiero, Marco.


                               *******

HOLAAAA! Espero q os haya gustado este capítulo, porfin sabemos por lo q ha tenido q pasar Franco y podemos entenderle.

¿Que os ha parecido el capítulo? ¿Y q opináis sobre la historia de Franco?

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