12 "La fiesta" segunda parte

Franco

Estoy tomándome un ron-cola cuando Robles entra por la cocina.

—Tío, vente un rato con nosotros, llevas toda la noche aquí haciendo de camarero.

—Bueno, es que no conozco a nadie, no pinto mucho en esta fiesta—vale, eso es mentira, a mí me encantan las fiestas y, aunque no conozca a nadie, hago amigos fácil, pero estoy intentando evitar a Nora, antes casi la cago, no quiero que vuelva a pasar, con ella no sé porqué, pero me cuesta controlar mis impulsos. Además, después de haberme hecho la escenita de celos con la chica rubia, me han entrado todavía más ganas de besarla, me ha puesto a mil que se pusiera celosa.

—Ven, te prometo que te lo vas a pasar bien—me cae bien este chaval, le hago caso dudando un poco y vamos al salón, donde están algunos amigos de Nora y ella sentados en círculo, y justo hay un hueco entre Nora y Laila.

—Ven Marco, siéntate aquí—dice Laila arrastrando las palabras y dando palmaditas en el hueco que hay.

—¿Qué vamos a hacer?—pregunto desconcertado, no quiero sentarse junto a Nora, ella ni si quiera me mira, evita mi mirada a toda costa.

—Jugar a pasar la carta—dice el amigo de Nora, el que va disfrazado de bombero.

—¿No es un poco infantil este juego?—aunque me encante la fiesta, no he ido a muchas, no he tenido mucho tiempo para el ocio, aún así, este tipo de juegos, desde donde yo sé, se juegan con trece años, no con dieciocho.

—Tío, que más da, es para pillar cacho—dice el que va de tiburón.

—Bueno... Vale—me siento, estoy un poco incómodo, he estado evitando a Nora toda la semana para que no se vuelva a repetir el beso y ahora me encuentro jugando a un juego para besarla, ¿Qué me pasa? Podría haber dicho que no quería jugar, pero es que me muero por volver a probar sus labios. El alcohol también me está ayudando a no pensar.

—Vale, empiezo yo—dice la rubia que va de Barbie.

—Mónica venga, admítelo, te mueres por besar a Robles—le dice Laila a la chica que acaba de prestarse voluntaria.

—Lo admito, ¿celosa?—se lanzan una mirada retadora ambas y yo me río de la situación.

—No—dice Laila soltando una risa falsa.

Entonces empiezan y la que ahora sé que se llama Mónica no hace el más mínimo esfuerzo para que no se le caiga la carta, es más, yo creo que hasta ha soplado aposta.

—¡¡¡Bien!!! Nos toca besarnos—miro a Robles que le lanza una mirada a Laila ¿estos dos tienen algo? Pegan bastante, además, se nota que a Laila le mola, solo hace falta ver como le mira los labios cada dos por tres. Dios pero, ¿qué más me da a mí? ¿Ahora también me he convertido en un chismoso?

Se besan y la chica le intenta meter la lengua, pero Robles no la deja, no abre los labios, ósea, los tiene pegados con fuerza, se nota que no la quiere besar.

Ahora le toca pasársela a Laila y lo hacen sin complicaciones, ahora nos toca a Laila y a mí, con tan mala suerte que se cae, mierda.

—Si no quieres que le bese no lo hago, Nora—dice Laila ¿por qué dice eso?

—A mí que más me da, como si se besa con toda la casa—me hace gracia su contestación, no hace falta ser un genio para saber que se muere de celos.

Nos damos un pico y seguimos, ahora me toca a mí dársela a Nora. Por favor, universo, que no se caiga, tengo un límite de autocontrol, como la vuelva a besar, ya no paro.

La pasamos sin problema, menos mal, ahora le toca pasársela a un chaval moreno que mira a Nora como si se la fuera a comer y, la verdad, también me entran celos, pero no se les cae, después se la pasan unos cuantos sin que se les caiga hasta que le toca al tiburón y la Barbie, esta pone una cara de asco tan cantosa que me da hasta pena por el pobre chaval.

—Un pico, eh—le dice esta, menuda borde, es peor que Nora.

—Bueno, no prometo nada—dice el que va de tiburón guiñándole el ojo.

Se besan, pero el tiburón no hace caso a lo que ha dicho la chica y le coge del cuello metiéndole la lengua hasta la campanilla. A este tío no hay quien le pare, le he visto liarse con dos en la cocina en menos de una hora. Se separan y a la tal Mónica se le ha ido la cara de asco que tenia, ha sido sustituida por un sonrojo.

Ahora vuelve a reiniciar la vuelta, los primeros la pasan y cuando les toca a Robles y a Laila se les cae, estos se echan una mirada intensa y dudan un poco, pero al final se besan, y se dan un buen beso, pero este sin lengua, eso sí, con mordedura de labio por parte de ella, que deja sorprendidos a todos los que estamos aquí. Laila me la pasa a mí y no se cae, ahora me toca a mí pasársela a Nora, DIOS ODIO ESTE JUEGO. Y entonces, pasa lo que más temía, se me cae la carta.

—¡¡¡Toma!!! ¡Qué alguien me traiga unas palomitas!—bromea Laila toda ilusionada.

—Tía, ya—le contesta Nora y le lanza una mirada asesina.

Nora y yo nos acercamos un poco y dejamos nuestros labios a centímetros del otro. Hay mucha tensión sexual en el ambiente. Estamos esperando cada uno a que el otro se lance mientras nos miramos a los ojos y a los labios alternativamente. Se puede ver la química a kilómetros, como veo que no se va a lanzar lo hago yo, aunque me lo tengo que pensar unos segundos, pero bueno, no es para tanto, un pico y ya, no es necesario que nos demos un beso intenso, pero claro, eso son solo palabras, a la hora de la verdad, cuando estampo mis labios con los suyos, hago caso omiso a mis pensamientos y la beso como llevo queriendo hacer toda la semana, ella me coloca las manos a ambos lados del cuello y yo la agarro de su enana cintura. Como me gusta, nuestras lenguas chocan de manera apasionada, Dios, tenía demasiadas ganas de volver a besarla, el beso del otro día me dejó sin palabras, fue increíble y me encantó sentir mi erección contra su sexo, el beso de hoy no es tan bueno como el primero, pero porque Nora está borracha y para que engañarnos, yo también voy un poco achispado.

—Bueno, idos a un hotel o algo—dice alguien, eso nos hace recuperar la conciencia y nos separamos, aunque si es por mí no lo habría hecho. Los dos estamos jadeando y seguimos mirándonos con intensidad, ella está un poco sonrojada.

—Ehh, pues menos mal que no te gusta—dice Laila con una sonrisa de oreja a oreja. Y los dos la miramos, que alguien le quite el alcohol, por favor.

—Era parte del juego, yo solo sigo las normas—dice Nora riéndose, se nota que el que habla es el alcohol.

Ahora le toca a ella pasárselo al que va de vampiro y el cabrón, cuando están boca con boca sujetando la carta, la sopla para que caiga.

—Vaya... Que mala suerte, ahora me tienes que besar a mí—le dice el idiota este sonriendo.

—No vale, has soplado, no te voy a besar—dice ella cruzándose de brazos y menos mal, porque no me apetece que se bese con otro tío después de habernos dado ese beso.

—No he soplado, ¿no seguías tan bien las normas? Ahora me tienes que besar como le has besado a él—dice señalándome a mí y acercándose cada vez más a Nora.

—No te voy a besar—dice está frunciendo el ceño, me sienta bien que ponga tanta resistencia con el tío ese y conmigo lo haya hecho sin más.

Pero entonces el maldito idiota la coge de la cara y la besa, Nora intenta separarse, pero este no la deja y yo actúo por impulso, así que me levanto, les separo de un empujón y me lanzo a él, le meto un puñetazo en la cara.

—¡¿Qué es lo que no entiendes por no?!—le grito mientras le sigo dando golpes.

—Es un juego ¡suéltame!—siento manos intentando separarme, pero no puedo, siento todo rojo, solo veo la cara de este gilipollas y mi puño partiéndosela, aunque él también me devuelve los golpes intentado apartarme, me da en el labio y me lo parte.

—¡Marco para!—es Nora y de repente caigo en donde estoy, y cómo debo comportarme si no quiero ir a la cárcel. Mierda.

—¡Estás loco!—me sigue gritando el vampiro este mientras me separo.

Miro a mi al rededor, está todo el mundo expectante, busco a Nora con la mirada, cuando nuestras miradas se cruzan voy hacia ella y la cojo de la mano para subirla a su habitación.

Cuando llegamos la siento en la cama, tiene la cara seria y no tengo ni idea de lo que está pensando, pero me siento a su lado y la miro como un cachorro.

—Perdón, no sé que me ha pasado—digo esperando que me diga de todo menos bonito.

—Dios ha sido tan...—y se calla.

—Tan ¿qué?—estoy nervioso, no quiero que me siga tratando mal y con esto la he cagado fijo.

—¡Tan excitante!—dice tumbando la espalda en la cama y mirándome de forma lasciva.

Vaya, eso sí que no me lo esperaba.

—No te entiendo—digo con una sonrisa, me gusta verla así de despreocupada.

—Es la primera vez que dos tíos se pelean por mí—vale, definitivamente es el alcohol el que habla por ella.

—Venga Nora, duérmete, ya es tarde y has bebido mucho—digo abriendo su cama costosamente, ya que ella está tumbada encima de la colcha.

—Pero yo no quiero dormirme—dice mordiéndose el labio mientras me mira.

—¿Y qué quieres hacer?—me quedo de pie delante de ella, no quiero estar muy cerca suya para no volver a tentarme.

—Quiero follarte—joder. Así es muy difícil contenerse.

—Estás borracha, dudo que quieras hacer eso—ella se me acerca gateando por la cama, como una depredadora y yo intento no mirarla, es muy tentadora esta imagen, no me quiero aprovechar de ella borracha, pero tengo un límite. Cuando se me acerca del todo intenta besarme, pero le hago la cobra y pone los ojos en blanco.

—Eres un aburrido, ¿me quitas la ropa? Yo no puedo—y sin más, vuelve a tumbarse. Yo noto como mi polla cada vez se va estirando más y más.

—¿Para que te la quieres quitar?—digo tres pasos más atrás de donde estaba antes, lo estoy pasando demasiado mal ahora mismo.

—¿Para que me la voy a querer quitar, Marco? para dormir cómoda, te prometo que no voy a intentar cosas sexuales—me sonríe como una pequeña inocente y yo acepto.

—Vale...—le quito la ropa y la dejo en ropa interior, Dios esto es muy duro, es muy difícil desvestir a alguien mientras intentas no mirar demás —¿Dónde está tu pijama?

—No me lo quiero poner, tengo calor—se estira en la cama y no puedo evitar fijarme en su escote.

¿Cuánto es la raíz cuadrada de 6.724?

—Ahora sí, pero luego tendrás frío—le advierto, aunque ella tenga el cuerpo ardiendo, ahí fuera hace máximo cinco grados.

—Pues caliéntame tú—dice con voz seductora, diosss, me está matando—Ven túmbate conmigo—da palmadas al lado de donde está ella para que me tumbe.

—No creo que sea buena idea, Nora—no tengo ni idea de donde estoy sacando la fuerza de voluntad.

—Porfiiiiiii—no puedo decirle que no, me hace un puchero imitando a una niña pequeña a punto de llorar, está chica me tiene hipnotizado. Me tumbo a su lado boca arriba y ella apoya la cabeza en mi pecho, y pone una pierna encima de las mías.

—¿Te puedo hacer una pregunta?—me dice mirándome a los ojos.

—Claro.

—¿Por qué mi hermano te llama Franco?—vaya, esa pregunta no me la esperaba.

—Es mi apodo—le sonrío, la verdad que cuando no está en modo borde de mierda, es muy simpática y, hasta podría decir adorable.

—¿T por qué Franco?

—Es una larga historia—no creo que se vaya a acordar mañana de lo que le cuente ahora.

—Tengo tiempo—dice sonriéndome, la verdad que la Nora borracha me cae mejor que la normal, se la ve más relajada y abierta conmigo, ojalá fuera así sin estar borracha.

—Pues es porque hace unos años tuve una gran crisis, y cada vez que tenía un problema lo rompía todo, golpeaba lo primero que tuviera delante y ocasioné muchos desastres, así que un día me regalaron un francotirador para pegar tiros a latas cuando me estresara.

—¿Quién regala un francotirador para desestresárse? Yo cuando necesito relajarme aprieto una pelota de goma—dice y suelto una carcajada.

—Bueno, cada uno tiene sus métodos, el caso es que a la gente le hacía gracia que lo necesitara y hubo un tiempo en el que lo necesitaba cada dos por tres, así que la gente empezó a llamarme Franco, y así me quedé.

—Pero si sólo tienes diecinueve años, ¿cómo es posible que lo necesitaras tanto?—me mira con pena, y eso es lo último que quiero que haga, no necesito la compasión de nadie.

—He tenido una vida complicada—no me apetece mucho recordar el pasado, espero que cambien de tema.

—Franco—dice despacio y en un susurro, me gusta como suena en su boca—Me gusta ¿te puedo llamar así?

—Me encantaría que me llamaras así—la verdad que es un gran paso en nuestra escasa relación, aunque seguro que no va a volver a llamarme así nunca más, así que disfruto estos minutos lo máximo que puedo.

—Franco—vuelve a repetir sonriendo—Me gusta como suena.

—A mí me gustas tú—se me escapa y me arrepiento al instante, es por el alcohol, ella no me gusta, ósea, me atrae físicamente, pero es solo eso. Ella me lanza una sonrisa tímida.

—¿Te puedo hacer otra pregunta?

—Sí.

—¿Por qué llevas toda la semana evitándome?—mierda.

—Es complicado—DEMASIADO complicado.

—Para ti todo es complicado. Dímelo—tiene razón, en mi vida todo son complicaciones, y no quiero meter otra más.

—Es que no lo sé ni yo mismo, tenía miedo de que te hubieras cabreado por el beso, se lo dijeras a tu padre y me mandara a la cárcel, además, como tú tampoco me hablabas pensaba que no te había gustado y tenía que controlar mis impulsos, porque cuando estoy cerca de ti me entran muchas ganas de besarte y es difícil controlarme—digo mirándole los labios, me he dado cuenta de que se los muerde mucho y lo peor es que me pone bastante.

—Yo no te he hablado porque me daba vergüenza—su declaración me sorprende y me gusta a partes iguales.

—¿Vergüenza de qué? Si fui yo el que te besó.

—Ya, pero yo también creí que no te había gustado el beso y que estabas arrepentido—¿quién me iba a decir a mí que Nora iba a estar rayada porque he estado pasando de ella? Es increíble.

—Me gustó mucho, pero sí, estaba arrepentido—confieso, ya que después de ese beso no he podido dejar de pensar en ella.

—Ah—dice ¿decepcionada? No sé.

—Pero me arrepentía porque tenía miedo de que te enfadaras—explico para que no haya confusiones.

—¿Por qué me iba a enfadar?—me mira con el ceño fruncido. Esta demasiado claro porqué se iba a enfadar.

—porque me odias—digo soltando una risa, esta conversación me está pareciendo surrealista.

—No te odio—dice sonriéndome y mirándome los labios, yo también le miro los suyos y hago un esfuerzo muy grande para no mordérselos.

—Bueno, te caigo mal.

—Si me cayeras mal no me habría tocado pensando en ti después del beso—Dios, eso no me lo esperaba, me acaba de dejar de piedra.

—¿Te...tocaste?—me cuesta hasta decirlo, su confesión me ha puesto muy nervioso y ha hecho que se me acelere el corazón, ¿Por qué cojones se me acelera el corazón? ¿Será por qué estoy cachondo?

—En la ducha, y deseé que fueras tú el que me estuviera tocando—joder, estoy durísimo, me la estoy imaginando en la ducha tocándose, preferiría no haberlo sabido.

—Sabes que mañana te arrepentirás de decirme esto ¿no?—le digo de broma, aunque es justo lo que va a pasar.

—puede, pero me da igual.

—Me gustas mucho cuando estás relajada.

—Siento haberte tratado tan mal—vale, esta noche me está sorprendiendo mucho.

—Tranqui, en realidad te entiendo, te has tenido que cambiar de ciudad por mi culpa y has tenido que dejarlo todo atrás—ósea, la entiendo, pero también me gustaría que ella intentara entenderme a mí.

—Pero ese no era motivo para tratarte así, Franco—dios que bien queda mi apodo en su boca.

—Tranquila, te perdono.

—Gracias—me echa una mirada dulce y la beso.

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Os dejo una foto de Guerrero con una de sus muchas conquistas de esta noche jajajaj 🫣

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