11 "La fiesta" primera parte

Nora

Cinco días, cinco malditos días sin hablarme, ¿ha sido todo una venganza? No entiendo. Marco después del beso hizo como si nada hubiera pasado, ¿cómo puede ser tan frío?

Ni un simple "buenos días", NADA y mira que yo es verdad que soy un poquito borde, pero al menos le saludo y él nada, pasa de mí. Que no es que quiera que venga corriendo a morrearse conmigo otra vez, bueno en realidad sí, pero no, no sé, estoy hecha un lio, pero me jode muchísimo que pase de mí de esta manera, y ni si quiera sé por qué, debería ser yo la que pasase de él, no al revés.

Ahora me encuentro en mi cama mirando al techo y pensando en él ¿qué me pasa? Ni si quiera me gusta, es solo atracción física, porque para que mentir, el chaval me pone bastante, pero parece que no le gustó mi beso o algo, QUÉ ESTRÉS.

Llaman a la puerta y eso me saca de mis pensamientos.

—Hola Nora, nos vamos en diez minutos, baja a despedirte—es papá, hoy se piran y esta noche es la fiesta, en realidad al principio no quería hacer la fiesta porque no le veía mucho sentido, pero ahora amo a mi madre por haberla organizado, me apetece mucho.

—Voy—agradezco la interrupción porque unos segundos más y me vuelvo loca pensando en el idiota ese.

Me visto y bajo al salón, están los tres con la maleta, mamá mirando el móvil, Nico hablando con Marco y papá revisando unos papeles de algo.

—Bueno, volvéis el domingo ¿no? —digo para que me afirmen lo que ya sé, en verdad solo lo pregunto para dejar de pensar, no puedo estar callada o mi mente empieza a hacer de las suyas, y mucho peor si tengo al susodicho delante de mí.

—Sí, pórtate bien—me dice papá y luego mira a Marco—Y tú, cuidadito con lo que haces.

—Tranquilo señor, me voy a pasar el finde limpiando—dice con una sonrisa inocente.

En realidad, es cierto porque las fiestas ensucian mucho y está claro que yo no voy a limpiar, que se joda.

—Así me gusta—le lanza una sonrisa falsa, papá a Marco y yo no puedo evitar que se me escape una sonrisa al ver como marco pone los ojos en blanco cuando papá se da la vuelta.

—Bueno cariño, nos vamos ya—me dice mi madre—Y disfruta la fiesta, he comprado mucho alcohol, está escondido en la cocina, Marco sabe dónde—lo dice susurrando para que no la escuche papá.

—Gracias, mamá—le doy un fuerte abrazo, aunque la critique muchas veces en mi mente, en verdad mi madre es la mejor.

—Nora, te voy a echar de menos—me dice Nico abrazándome. Se separa y mira a Marco—Cuida bien a mi hermana o te las verás conmigo—dice Nico, haciéndole un gesto como si fuese a estar observándole todo el rato. Yo me río de mi hermano, si él supiera...

—Claro canijo, tú hermana está en buenas manos—le responde Marco despeinándole.

—Adiós—dice Nico.

Se van y Marco y yo nos quedamos a solas, nos miramos cinco segundos y me empiezo a sentir incómoda, es la primera vez que estamos solos desde el beso, siempre está Nico con nosotros o papá. Marco se ha encargado muy bien de que así fuese toda la semana.

—¿Quieres el desayuno? —dice rompiendo el silencio incómodo que se había formado.

—Sí—digo dejándole en el pasillo mientras yo entro en la cocina.

Me hace el desayuno en silencio, mientras yo veo una serie en el móvil, y después de dármelo, se larga a no sé dónde, ¿estará enfadado conmigo? Que yo recuerde no le he hecho nada, y ¿por qué tengo que estar yo rayándome por este chaval?

Ósea, Nora ¡ya! ¡No puedes estar todo el día pensando en él! ¡Ni si quiera te importa!

Después de desayunar me voy al colegio, cuando llego está todo el mundo hablando de la fiesta, llevan toda la semana hablando de lo mismo, sí que les ha sentado bien la idea de mi fiesta, ahora todo el mundo me trata súper bien y quiere hablar conmigo todo el rato.

Se me hace el día eterno deseando que llegue la noche, en el patio intento que mis amigos me digan de que van a ir disfrazados, pero me dicen que es una sorpresa, es injusto porque ellos saben mi disfraz, pero bueno.

También hablamos de cómo creemos que va a ir la gente, me da curiosidad y a Laila también, así que vamos persona por persona intentando adivinar que se va a poner.

Por ejemplo, Sofía, una chica loca por BTS, creemos que va a ir con la típica minifalda de cuadros y el pelo de colores o Sebas, un chaval loco por Marvel, sobre todo por Spiderman, creemos que va a ir de él. Y así llevamos todo el día.

En el intercambio de la última clase se me acerca León, un chaval que lleva toda la semana tirándome la caña, no es feo, es moreno con el pelo rizado y ojos marrones, pero no estoy interesada en él, aun así, me cae bien.

—Hola, Nora—dice sentándose a mi lado.

—Hola, León.

—¿Qué tal? —apoya su mano en mi pierna y me mira fijamente, yo me siento un poco incómoda cuando se me pone tan cercano, no tenemos tanta confianza.

—Bien, cansada, me quiero ir ya, encima ahora toca historia, que es la muerte para mí—se ríe de mi comentario, en realidad se ríe de todo lo que digo, aunque no tenga gracia.

—Pues suerte, estoy deseando verte disfrazada esta noche, seguro que te ves guapísima.

—Sí, la verdad es que el disfraz me queda muy bien—digo, no quiero sonar egocéntrica, pero tampoco voy a ir de humilde cuando a mí me gusta cómo me veo con el disfraz—¿De qué vas a ir tú? —intento sacar un tema para no pensar en la mano que tiene apoyada en mi muslo y con la cual, me acaricia.

—No te lo voy a decir, es sorpresa—me guiña un ojo y yo sonrío incómoda, ¿dónde están mis amigos cuando les necesito?

—Vaya, todo el mundo quiere sorprender hoy.

—Ya, es que hace mucho que no hay una fiesta, ya sabes, este curso nos convierte en antisociales—intenta hacer una gracia que no me hace gracia, pero me da pena, así que suelto una risa falsa y a él se le ve contento de haber conseguido que me ría.

—Ya, bueno pues espero que os lo paséis todos muy bien—entonces llega el profesor y León se va a su sitio, qué tensión.

Por la noche

Ya es la hora, ya han llegado algunas personas, mis amigos aún no, yo estoy en mi cuarto maquillándome, mientras que Marco está abajo haciendo de camarero.

Cuando termino, bajo a la cocina a ponerme un vaso de Larios con limón, junto con el tinto es la única bebida alcohólica que me gusta, así que me lo pongo cargadito y me siento en la mesa de la cocina a bebérmelo.

—¿Tan pronto empiezas a beber? —me pregunta Marco, es la primera vez que me habla desde el beso, la primera vez que me habla de verdad, preguntarme si quiero desayunar no lo cuento como una conversación.

—Sí, me apetece ahora ¿algún problema? —lo sé, soy muy borde con él, pero ahora SÍ que se lo merece. Además, son las once de la noche, no es tan pronto.

—No, pero tengo que cuidar de ti, no quiero que te dé un coma etílico—vaya, ahora resulta que se preocupa por mí.

—Tranqui, sé controlarme—cuando va a abrir la boca para seguir dándome la chapa, llaman a la puerta de la calle, salvada por la campana.

Cuando abro, están Robles, Laila, Jorge y Guerrero, y voy analizando sus disfraces según van entrando.

—Vaya Guerrero, ¿un delfín? ¿no ibas a disfrazarte de bombero? —en realidad va de tiburón, pero me gusta picarle.

—Soy un tiburón, y el bombero me lo han quitado—se lo ha quitado Jorge y la verdad me alegro, porque le queda como un guante.

—¿Y tiene alguna explicación el delfín? —digo porque sé que el disfraz tiene doble sentido, no me lo ha dicho, pero ya voy conociendo a Guerrero y está claro.

—Para cazar a mis presas, y es un tiburón—sabía que era por algo sexual.

—Eres un caso perdido—digo riéndome y guiando mi mirada a Laila—Laila, tú eres una vaquera—afirmo, está guapísima.

—Sííí, pero no una cualquiera, soy la de Toy story y estoy en busca de mi Buzz Lightyear.

—Pues suerte, aunque Buzz no se lía con la vaquera, que yo recuerde.

—Da igual, tú ya me entiendes.

Entonces miro a Jorge, que bueno está este chico.

—Jorge, debería estar prohibido estar tan bueno—ligo un poco con él, aunque él sabe que estoy de broma, aunque tampoco es tanta broma jeje.

—Lo mismo te digo, gatita—me dice y me guiña un ojo, acabo de perder mis bragas, y entonces miro a Robles y me quedo pasmada.

—Vale, realmente me has sorprendido—me esperaba cualquier cosa menos lo que lleva puesto.

—¿Has visto? —levanta las cejas orgulloso de su disfraz.

—¿Estás haciendo honor a tu apellido? —pregunto, aunque ya se la respuesta.

—efectivamente.

—Has conseguido verte sexy disfrazado de árbol, si hubiera un concurso de disfraces lo habrías ganado tu—suelta una carcajada y me da las gracias por el cumplido.

—¿Bueno, donde está el alcohol? —pregunta Guerrero y los acompaño a la cocina, donde sigue Marco de camarero.

—Hola Marco—le saluda Laila dándole dos besos.

—Hola ¿qué tal? —dice sacando más vasos para mis amigos.

—Muy bien, ¿de qué vas disfrazado? —le mira de arriba a abajo y después me mira a mí, alzando una ceja.

—De Batman—Sí, mamá le ha comprado un disfraz a juego con el mío—esa señora nunca dejará de sorprenderme.

—No te puedo creer que vayáis conjuntados SHIPPO FUERTEMENTE—dice Laila emocionada y yo la miro horrorizada.

—No shippees tanto que ha sido cosa de mi madre—digo riéndome, pero en el fondo me ha incomodado, evito mirar a Marco a toda costa.

—Tía, déjame fantasear un poco, me gustáis como pareja—Laila, no sigas, por favor... Tengo el corazón a mil.

—Bueno, yo me piro a buscar a mi primera presa, os dejo con la novelita chavales—dice Guerrero y se pira, aunque al salir se choca con Mónica y esta le lanza una mueca de asco y le grita que mire por donde va. Que mujer más agradable.

Junto con ella, van Raúl y Paula y no puedo evitar flipar con sus disfraces.

—¿Podéis explicarnos vuestro disfraz, por favor? —dice Jorge quitándonos las palabras de la boca.

—Claro, mira, yo soy Barbie, Paula es Midge Hadley, la mejor amiga de Barbie y Raül el coche—dice Mónica toda orgullosa.

—Tío, me has decepcionado, ¿cómo has aceptado llevar esa mierda? —le dice Robles a Raül.

—Te aseguro que la recompensa vale la pena—dice este lanzándole una mirada lasciva a Paula. ¿Le ha prometido sexo? Que básico.

—Estoy flipando—dice Laila partiéndose de la risa.

—No te rías mucho que tu disfraz es aún más ridículo—dice Paula intentando defenderse.

—¿Qué tiene de malo? —dice Laila sin parar de reír.

—Te hace gorda, si no tienes piernas para ponerte esos pantalones, no te los pongas—contesta Paula intentando dejar mal a Laila, que chica tan tonta, lo peor es que Laila no está para nada gorda, tiene un cuerpazo.
Laila pasa de ella y se va a servir un vaso de alcohol.

—Bueno, y ¿tú eres? No me suena tu cara—le dice Mónica a Marco, en un tono de ligoteo, y siento algo horrible en el cuerpo.

—Me llamo Marco, soy amigo de Nora ¿quieres alguna bebida? —pregunta educado, no veo ningún flirteo de su parte y eso por desgracia me tranquiliza.

—¿Estás tú en el menú? —le dice guiñándole un ojo, joder que directa, ni loca dejo que estos dos se líen, no por celos, sino porque Marco no está como para tener novia, debe centrarse en su condena por delincuente.

—Eh, lo siento Mónica, pero Marco tiene novia—digo y me arrepiento, Laila me mira con cara de que sabe que estoy mintiendo y a Marco le sale una sonrisa burlona.

—¿Y dónde está la novia? —dice mirándole, sigue con el flirteo, QUE PESADA.

—Ehh, no está invitada, no se lleva muy bien con Nora—dice Marco mirándome con la misma sonrisa burlona.

—Una pena, bueno, nos vamos—dice y se largan ella y sus secuaces.

Tras esto empieza la fiesta de verdad, Laila y yo nos vamos al equipo de música a poner buenas canciones y nos las bailamos todas durante horas, en realidad no sé cuánto tiempo estamos, solo sé que llevo dos copas, parecen pocas, pero realmente con una sola ya voy muy achispada, así que me las voy tomando poco a poco.

Paro de bailar, cansada y me doy cuenta de que Laila ha desaparecido y estoy bailando yo sola, entonces alguien me tapa los ojos por atrás.

—Hola guapa—susurran a mi oído, es León. Le reconozco porque tiene una voz bastante aguda.

—Hola León—digo y le quito las manos para darme la vuelta y mirarle—¿Vampiro? Que original—digo riéndome.

—Bueno, no soy muy original, pero cuidado con este vampiro que está deseando chuparte la sangre—dice en un intento de flirteo, y como ya voy un poco achispada se lo sigo.

—Cuidado con Cat woman que te saca las garras—hago un gesto como arañando al aire y él se ríe.

—Puff, lo estoy deseando—lo dice demasiado cerca de mi cara y huelo el alcohol desde aquí.

—Pues te vas a quedar con las ganas porque esta gatita necesita otra copa—digo para librarme de este chico, he intentado flirtear con él, pero es que no me gusta. Así que le dejo ahí y me piro a la cocina.

Marco sigue ahí, sirviendo copas, me pongo enfrente de la mesa, es decir de él y nos miramos, me empiezo a sentir incómoda.

—Con que ahora tengo novia ¿eh? —mierda, esperaba que se le hubiera olvidado.

—Perdón, el alcohol me hace decir cosas sin sentido.

—Cuando lo has dicho no ibas borracha—dios que vergüenza.

—Ehh, bueno me tengo que ir—digo y me giro para salir escopetada de la cocina, pero él es más rápido que yo y me coge del brazo para darme la vuelta, estamos demasiado cerca.

—¿Te has puesto celosa? —me quito de su agarre y le miro con cara de asco.

—Ni en tus mejores sueños—soy una MENTIROSA.

—Mentira—dice susurrándome al oído, ósea, ¿qué narices le pasa? Lleva días sin hablarme y ahora de repente me susurra al odio, como si fuese una muñequita con la que hace lo que le da la gana, pues va listo.

—Verdad—le desafío con la mirada.

—No te creo, me gusta que te hayas puesto celosa—confiesa y me entran ganas de besarlo, un movimiento de cabeza y nuestros labios se pegarían, pero no puedo hacerlo, no soy un trapo de usar y tirar.

—Eres un idiota, ya te gustaría que estuviera celosa, déjame en paz—digo y salgo con las piernas temblando.

Al entrar en el salón, vienen Robles y Laila a por mí.

—Tía, te estaba buscando, he ido al baño y cuando he vuelto ya no estabas—me dice Laila difícilmente, ya va un poco perjudicada.

—He ido a por otra copa.

—¿Cuantas llevas? —me pregunta Robles, este no va casi borracho, o al menos eso parece.

—Está es la tercera—digo enseñando mi copa medio vacía. Al salir de la cocina he pegado un gran trago, lo necesitaba.

—Joder, parece que llevas diez copas encima—dice Robles riéndose de mí estado.

—Pero si voy perfecta—bueno, a ver, estoy un poco mareada, pero voy perfectísima.

—Eh, chavales, vamos a jugar a algo—dice Guerrero al entrar al salón desde la terraza.

—¿Cuantas presas llevas? —le pregunto por curiosidad.

—Tres, pero necesito más—nunca entenderé su necesidad de ligarse a cinco tías por noche.

—¿A qué quieres jugar? —le pregunta Laila, bailando y acercándose demasiado a Robles, o se frena un poco o va a hacer una tontería esta noche.

—A soplar la carta—se refiere al juego en el que le pasas una carta con la boca a otra persona y, si se cae os tenéis que besar.

—Síí, me parece súper mega diver—dice Laila saltando de emoción, ella va más borracha que yo, eso está claro.

—Vale, pero vamos a buscar a más gente—dice Robles buscando a gente con la mirada.

Tras tres minutos buscando a gente para que se ponga, estamos Robles, con Laila y Mónica a sus lados, al otro lado de Mónica está Guerrero, luego Cynthia, después Jorge, después Lola, después Raül, seguido Paula, al lado León, después yo y falta un chico entre Laila y yo.

Cynthia y Lola son unas amigas de Guerrero, van a mi clase, pero he hablado con ellas tres veces.

—Vamos a llamar al amigo de Nora—dice Mónica refiriéndoselo a Marco.

—Sííí, me cae muy bien, y así tenéis excusa para besarossss—me dice Laila sonriendo, y haciendo como que besa a alguien.

—Pero es que yo no quiero besarle—la miro con los ojos abiertos para que pille la indirecta de que tiene que parar con ese tema, pero no la pilla.

—No te creo, le miras con ganas de querer follártelo.

—Joder, que burra eres—digo riéndome y entonces Robles se levanta para ir a buscarlo, nooooo que vergüenza. 

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