Capítulo 3
☝ Nathan Thompson ☝
Menos mal que hoy es sábado, me levanté con pocas ganas de la cama, me lavé la cara para despejarme y fui a la cocina arrastrando los pies. De repente me viene olor a comida. ¿Cómo? Si mamá no está en casa.
En dos pasos ya estaba en la cocina y para mi sorpresa me encontré a Nathan, preparando una especie de desayuno, bueno creo que ni él sabia lo que estaba " cocinando"
— Nathan, ¿Qué se supone que estás preparando? —Me asome a la sartén y vi una especie extraña de tortita quemada, muy quemada.
— Déjame Aly, que se me va la inspiración. — le miré de arriba a abajo y solo llevaba unos pantalones cortos, el delantal de mi madre y un papel con forma de " gorro de cocinero" que usan los cocineros profesionales. Quizás se creía uno de ellos. Casi me da un ataque de risa cuando lo veía tan concentrado mirando la "tortita", y me sonríe como si nada.
— ¿Qué te parece mi obra maestra? Es receta propia. — dijo con orgullo hinchando el pecho, y sonriendo con todos los dientes.
— Oh Nathan, ¿Cuándo fue la última vez que te lavaste los dientes?
— Em, creo que hace dos días, o no, creo que tres ¿o cuatro? ¡Déjame que se me quema la tortita! — ¿Más de lo que está? — dije para mí, cuando lo veo que mueve la sartén con desesperación, por desgracia con dos movimientos bruscos, su gran obra maestra salió volando y se pegó del techo. Nos miramos los dos con cara de sorpresa, en realidad él más que yo, porque sinceramente ya me lo esperaba.
— ¡Por tu culpa!
— ¿Encima? Mas te vale limpiar eso antes de que llegue mamá porque yo no pienso limpiarlo.
— No... Me levanté tan temprano, fue mi récord...
— ¿A qué hora te levantaste? — pregunté por curiosidad ya que él es el dormilón de la casa y cuando miré eran las doce.
— A las once y diez — levanté una ceja y aguanté una carcajada. — Déjame, que es un récord ¿vale?
Me giré en dirección a la puerta cuando me encuentro a Anna con unos pelos de loca, como si hubiera metido los dedos en el enchufe y con un poco de saliva secada a un lado de la boca. Por la pinta que llevaba, daba por hecho que se acaba de despertar o mejor dicho, la acabábamos de despertar.
— ¡Pero qué sucede...! — levanta la mirada en dirección a la Nathan que estaba mirando con cara de pena su "tortita" quemada, pegada del techo.
— Ui... Mas vale que os deis prisa en limpiar esa cosa, por cierto, ¿Qué es eso? — mira con cara de asco la "obra maestra" de su hermano.
— ¿Pero qué os pasa? Se ve claramente que es una tortita ¿no?
— Si... Si... Claro.
— Me vais a ayudar ¿verdad?- pregunta Nathan con un puchero.
— Em... Creo que me tengo que ir, porque... Se me olvidó hacer la cama. Lástima que no te pueda ayudar Nathan. — Me escabullí lo antes que pude de la cocina cuando escucho a Anna correr mientras cantaba.
— Qué lástima pero adiós, me despidooo de tiii y me vooyy.
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