Capítulo 21

(David)

Cuando vi a Alice entrar, mi corazón se aceleró de una manera impresionante, no entiendo como en unos segundos consigue hacer que todo mi cuerpo salga de mi control, no la vi desde hace dos semanas y la verdad es que tenía unas ganas enormes de abrazarla, de besarla, de hablar con ella...
Nuestras miradas se encontraron de pleno y al instante supe que algo andaba mal. Tenía los ojos rojos y las mejillas muy coloradas. Había llorado.

James ni siquiera levantó la mirada del móvil.
Intercambiaron unas pocas palabras y  mientras tanto yo me dediqué a observarla, miente tan mal... Pero algo llamó mi atención, su muñeca estaba muy roja. Como si lo hubiese notado se la tapó con la otra mano y se fue escaleras arriba hasta su cuarto.

— Pon la película que me dijiste antes, enseguida bajo.

— Pero si me acabas de decir que no tenías ganas de ver nada.

— Ya, pero no hay nada mejor que hacer —  me levanté del sofá y me estiraba mientras subía las escaleras.

— ¿Dónde vas?

—  Al baño.

— ¿Al de arriba? —  preguntó James extrañado.

— Em... Sí, qué pasa.

— David hay uno en esta planta, para que quieres subir. — Será insoportable, no pregunta tantas preguntas en un mes entero y justo le da por preguntarme hoy.

— Ya, pero está ocupado, además que más te da ¡VOY AL BAÑO! Ni que vaya a robar. — James puso los ojos en blanco y empezó a buscar la película, sin perder más tiempo subí las escaleras y fui en dirección a la habitación de Alice.

—  ¡EL BAÑO ESTÁ EN LA OTRA DIRECCIÓN! — gritó James.

Será asqueroso el tío.

— A sí, es verdad. — volví por el mismo camino y cuando pasé por delante de la escalera James me estaba mirando con el ceño fruncido. Le di una sonrisa de boca cerrada aunque no colase mucho.

Abrí la puerta y la volví a cerrar para que se piense que he entrado, luego con muchísimo cuidado y de puntillas caminé todo el pasillo hasta llegar al cuarto de Alice. Toqué despacio, pero no me contestó, no aguanté más y entré.

Estaba sentada en la cama, me miró por unos segundos y enseguida apartó la mirada. No lo entiendo.

— Hola...  — no obtuve respuesta por su parte, así que me acerqué y me senté a su lado.

— No te he dicho que puedas pasar en ningún momento, no es por nada. —  no pude evitar sonreír, la Alice de siempre estaba de vuelta.

— No te imaginas lo que me costó llegar hasta aquí y ¿Ahora me dices que no me dejas pasar?

— Qué quieres David... — Su tono estaba roto, empezaba a preocuparme, miré de nuevo su muñeca pero se la tapaba con la otra mano.

— Saber qué te pasa.

— Estoy bien — me miró y sonrió, muy falsamente diría yo.

— Con esa cara no te silva ni la olla express.

— Ja ja qué gracioso — dijo con tono sarcástico.

— Puedo ver tu... ¿Puedo ver tu muñeca?

— No tengo nada —  me contestó nerviosa, pero ya no podía engañarme por mucho que se tapase.

— Ya, y yo me chupo el dedo.

— David, para ya con esto.

— No hasta que me cuentes TODA — puse énfasis en la última palabra—  la verdad. Que por cierto querida, mientes muy pero muy mal.

— ¿Y si no quiero? —  me miró desafiante, cosa que me encanta de ella.

— No me estarás poniendo a prueba ¿Verdad Alice Thompson?

— ¿Y qué harás al respecto?

— No querrás saberlo preciosa. —  no  se me pasó por alto sus mejillas sonrojadas.

— Me gusta los retos.

— El que avisa no es traidor —  dicho esto me abalancé sobre ella, dejándola debajo de mi, con sus dos manos arriba de su cabeza sujetándolas con mi mano derecha y sus piernas estaban inmovilizadas por las mías.- Vas a hablar o sufres las consecuencias.

— No eres capaz.

— ¿Que no? —  levanté una ceja, y con mi mano izquierda empecé a hacerle cosquillas. Al primer toque ya se retorcía desesperadamente y no paraba de gritar, si su hermano la escucha se va a pensar cosas que no debería.

— ¡¡PARA POR FAVOR PARAAA!! — Decía riéndose, debería hacerlo más a menudo porque de verdad le sienta genial.

No sé como ni en que momento se soltó una pierna de mi agarre y en un ataque de autodefensa me dio en la parte que en ese momento más desprotegida estaba y lo que más me preocupó es que me haya dejado sin descendencia.

— Auch... Aly... Alice... — del impacto creo que los ojos se me pudieron bizcos porque ya no sabía a cuál de las dos Alices le estaba hablando. 
— Podrías pedirme perdón en vez de reírte en toda mi cara.

— Perdón David enserio, pero es que me es imposible pa... Parar, tu cara por favor, ¡FUE BUENÍSIMA! — dijo sujetándose la barriga mientras seguía y seguía riendo.

— A mi no me hace gracia — dije serio.

— A mí demasiada, pero... — ya disminuía su ataque de risa. — Te dejaré pedir un deseo, como disculpa.

— ¿Lo que yo pida lo harás? ¿Lo que sea? ¿Lo prometes? — dije levantando una ceja.

— Sí, antes de que me arrepienta. Venga, que esperas.

— Quiero que me cuentes lo que te ha pasado.

— ¿Enserio? Tenías la oportunidad de pedirme un beso y ¿Me pides que te cuente cosas?

— No me hace falta pedirte un beso, te lo puedo dar perfectamente cuando yo quiera. — sus mejillas en cuestión de segundos se sonrojaron.

— No te pases David, además no  quiero contarlo....

— Lo has prometido.

— David... De verdad, mejor que no lo sepas... — Me acerqué más a ella, y le cogí las muñecas.

— Quiero saberlo Alice. — me miró poco convencida y soltó un suspiro pero no me sostuvo la mirada, la bajó.

— Salí a dar un paseo por la plaza del pueblo, tenía la mente llena de cosas y quise despejarme, caminaba tranquilamente cuando escuché su voz detrás mía.

— ¿La voz de quién? — Empezaba a alterarme y no sabía ni la mitad.

—  De... De Lucas.

— ¿¡QUÉ!?

— Que era Lucas.

— ¡YA ME LO DIJISTE!

— ¡Tú me lo has vuelto a preguntar! — puse los ojos en blanco, me estaba enfadando mucho y no sabía por qué, la simple razón de saber que Alice ha estado sola con ese tal Lucas me ponía de los nervios.

— ¿El te hizo esto? — le levanté su muñeca.

— Sí.

— ¡¿QUÉ?!

— Que el me... Nada. Mira David me lo estás poniendo muy difícil.

— ¡La idea de imaginarme a ese patán contigo me pone así!

— ¡Y  POR QUÉ LA PAGAS CONMIGO!

— Por ... Porqué te lo hizo. — dije respirando hondo e intentando  tranquilizarme.

— No sé David, es mejor no contártelo...

— Dime Alice. No me voy a alterar — me miró con una ceja levantada —Vale, voy a intentar no alterarme.

— Él me preguntaba cosas y como no le respondía, me apretaba cada vez más.

— ¿Qué te preguntaba? — Vi que dudaba mucho en contestar, pero necesitaba saberlo... Lo necesitaba.

— David... Yo de verdad...

— ¡Dime! — seguía sin mirarme y eso me desesperaba completamente.

— Me preguntó quién eras... Sabe que vienes a mi casa, no sé cómo, lo sabe todo David, me preguntaba por tu nombre pero como no se lo decía apretaba más y más el agarre. — me quedé atónito, ese tal Lucas me conoce pero no tengo ni la menor idea de donde, aunque está la posibilidad... No, no puede ser. Quizá se está equivocando de persona. Pero si es quién yo creo... Alice está en problemas y por mi culpa. La miré y me estaba mirando confundida.

— Alice yo... — me levanté bruscamente que casi se cae de la cama. No soportaba la idea de saber que ella estaba en peligro por mi.

— ¿¡Donde vas!? ¡DAVID! — me cogió del codo pero me deshice de su agarre.

— Tú solo quédate aquí, estarás más segura que a mi lado.

— ¡QUÉ HABLAS! David por favor para antes de hacer una locura, por favor... — sus ojos se llenaron de lágrimas, y os mentiría si no se me encogió el corazón. Pero no podía, lo siento Alice.
Salí del cuarto, mientras bajaba las escaleras me froté la cara con las dos manos, no podía ser cierto, por favor que no sea cierto, no podía sacar esos pensamientos por más que lo deseaba.

—  Menos mal que decidiste salir ya del baño, te habrá sentado mal la comida o algo. Porque llevas exactamente cuarenta y cinco minutos. ¡Tío enserio! — dijo James mirándome con cara de asco. Pero no le hice caso, simplemente salí por la puerta principal.

— ¡David, que era una broma! —  escuché a James gritar desde dentro.

Caminaba dirección a mi casa cuando levanté la mirada y me encontré con quién menos quería encontrarme en ese momento. Me miraba sonriendo y de brazos cruzados, como que ya sabía que iba a salir de la casa.

— Vaya vaya, cuando tiempo, de verdad me esperaba otra cosa de ti David.

— Qué haces aquí Lucas.

— Quería dar por verdaderas mis sospechas y veo que di en el blanco.

— Vámonos de aquí, resolveremos las cosas en otro sitio. — dije con tono seco.

— ¿Por qué David? Ella no sabe ¿Verdad? No sabe nadie que nosotros nos conocemos ¿Cierto?

— Basta.

Lucas soltó una carcajada y se acercó a mí con pasos lentos.
Escuché a Alice preguntar a James por mí, por favor no salgas, me giré y no debí hacerlo al mismo tiempo, porque se confirmó lo que Lucas pensaba.

— Vámonos de aquí. — repetí otra vez.

— ¿Y perderme la cara de todos? No lo creo.

Y pasó todo como a cámara lenta, la puerta de la casa se abrió y una curiosa y preocupada Alice salió y se nos quedó mirando asustada.

— Alice entra.

— ¿Qué hace aquí él?

— Eso no importa ¡ENTRA YA EN CASA DE UNA VEZ!

— ¿Por qué no se lo cuentas David?

— ¿Contarme? ¿Cómo sabe tu nombre? ¡DAVID!

Lucas soltó una carcajada y James también salió por las voces  supongo.

— ¡Qué pasa aquí!- pero su mirada se fue directamente hacía Lucas.  — ¡TÚ!

— Toda la familia aquí reunida, que bien, así se enteran todos de una vez.

— David, a qué se refiere. ¿De que lo conoces? — dijo Alice acercándose pero James la detuvo.

— Como veo que tu no hablas, lo haré yo. Queridos David y yo nos conocemos, demasiado bien, porque él es mi hermano.

— ¡¿QUÉ?! — dijeron  al unísono.

—  No soy tu hermano, soy tu hermanastro.

— No intentes arreglar la situación David, ya lo saben. Caíste muy bajo en intentar hacer tuya a la ex novia de tu hermano ¿No crees? — eso fue lo último que dejé que diga porqué le callé la boca con un puñetazo, no se sorprendió mucho y sin esperármelo el me lo devolvió en la ceja y así empezamos a meternos puñetazos uno al otro, James quiso parar la pelea alejándome de Lucas, pero no quería.
Lo único que deseaba es ver a Lucas destrozado. Alice gritaba que ya era suficiente, la miré y estaba llorando. Eso fue lo que me hizo parar, parecía un monstruo... Me levanté de encima de Lucas y James me cogió de los hombros dirigiéndome dentro de casa. Me giré para ver a Lucas, y este dijo:

— Esto no se queda aquí, no cantéis victoria antes de tiempo.

Y la puerta se cerró.

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Ya estamos de vuelta con un capítulo largo e intenso ¿verdad? Se acercan cosas muy interesantes así que abrocharos bien el cinturón, recordar:
¡El que avisa no es traidor!

Un beso a todos y gracias por leer queridos lectores.

PD: El chico de la foto es Lucas Collins.










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