Capítulo 2

☝Caleb Thompson☝

Al cruzar la puerta de mi casa no pude evitar preguntar quién era aquel chico y James solo levantó la ceja izquierda y me miró burlón.

— ¿Y por qué tanto interés si se puede saber? — Al instante empezó a levantar las cejas y bajarlas repetitivamente. Al principio iba a pasar de él e irme a cocinar algo porque mis padres trabajan todo el día y me suele tocar a mi hacer las tareas de la casa. Justo cuando giré sobre mis talones, delante de mí, apareció el pesado de Caleb, es el tercero en la lista de los Thompson. Genial, había escuchado la conversación y ahora se burlarían de mí. Eran dos contra uno, la situación estaba bastante complicada y muy injusta también.

— ¿No estarás hablando del vecino, verdad Alice?

— Pero qué di...

— De ese mismo — Soltó James sonriente.

—  Dejarme en paz, solo preguntaba, ¿Se puede saber qué tiene de malo?

— Pues que acabarás como aquel día con Tritón. Después de tus intentos no apareció tu príncipe, lo que apareció fue un labio hinchado y un mora... Morado — Caleb ni pudo acabar su frase ya que empezó a partirse el culo de la risa, sujetándose la barriga y tirándose al suelo. James solo empeoraba la situación diciendo cosas como:

— Oh! Lo que te ha dicho... Yo que tú le pegaba.... — Mientras se llevaba las manos a la cabeza, o las agitaba desesperadamente, o se tapaba la boca para no reírse.

Por si no sabéis Tritón era mi tortuga, le tenía bastante cariño así que un día me dio por besar su cabecita. Pero resulta que en una milésima de segundo se giró y PAM. No me dio tiempo a reaccionar, solo sentía algo colgando de mi labio, y un dolor indescriptible, mis lágrimas no tardaron en salir a la luz, así que empecé a agitar las manos desesperadamente como si así me iba a soltar, pero que va, del grito que solté apretó más la mandíbula.
Bajé corriendo y me encontré a Nathan, mi otro hermano, que cuando me vio se puso rojo como un tomate. Entré en casa en busca de James y de Caleb para que me ayudasen, pero los muy listos empezaron:

Hay Aly... Espera amor mío, que aún no me he convertido en príncipe.

Espera un poquito más, que esto no se repite todos los días.

En vez de ayudarme, se partían de la risa, y cambiaban su voz, como si fuera la tortuga. Al final no tuve otra opción que apretarle la cabeza con tanta fuerza que me soltó. Al instante me pregunté cómo no se le habían salido los ojos. Fui corriendo al baño y me encontré con mi labio superior hinchado y con una marca de triangulo pequeña y morada.

Al final me estaba empezando a enfadar.

— Perro que ladra no muerde Caleb— Solté con orgullo, pensando que ya se iba a dar por vencido pero James como siempre:

— ¡¡¡Oooohhhh!!! Te ha llamado chihuahua.

Ya empezamos, puse los ojos en blanco y me fui a la cocina. De fondo tenia las risas de mis queridos hermanos que como siempre disfrutan metiéndose conmigo.

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