Cuarto capítulo

Cuarto capitulo: Roto.

—Chae HyungWon.

Soltó un suspiro bajo, levantándose de su asiento y tomando con lentitud la maqueta que tanto tiempo le había llevado hacer. Por suerte, ya no temía que camino al frente alguien le hiciera zancadilla y arruinara su trabajo, después del incidente con sus fotografías, el director había sancionado a TaeYong y a varios de sus amigos por varios días y, además, los había cambiado de clase.

Aún quedaban algunos del grupo de TaeYong en su clase, que de vez en cuando le daban miradas frías y cortantes, pero no se metían con él porque sabía que las directivas los tenían en la mira. 

Sus tareas habían bajado de calidad en comparación a las de antes, de hecho, para hacer su maqueta tuvo que rogar de rodillas a sus padres que le dieran algo de dinero para poder hacerla. Su padre estuvo reacio todo el tiempo diciendo que era inútil desperdiciar el tiempo estudiando cuando su vida no podía estar más arruinada.

Sin embargo, su madre, luego de la discusión, fue hasta su habitación en silencio y le dejó unos pocos billetes que por suerte fueron suficientes para comprar diferentes casas a escala y varias figuras de personas también. No era tan ostentosa como solían ser sus maquetas anteriores, pero funcionaba y creía que era suficiente para obtener una buena nota.

Habían pasado dos meses y los cambios en su cuerpo empezaron a ser notorios, lo cual empezó a ponerlo nervioso, porque a pesar de tener solo dos meses, su estómago ya tenía un pequeño bulto que era notable bajo sus camisas. Siempre que se sentaba colocaba su mochila en frente para ocultar su estómago, pero había ocasiones en las que no podía hacerlo y todas las miradas se centraban en esa parte específica de su cuerpo.

Comenzó a exponer, su voz siendo más baja de lo habitual lo que hizo que su profesora en varias ocasiones le pidiera que repitiera las frases. A pesar de que sus compañeros no decían nada, no podía evitar sentirse juzgado, por fuera podían aparentar no importarles nada, pero no tenía idea de lo que estaban pensando y el solo hecho de imaginar los miles de apodos con los que debían estar categorizándolo, le daban ganas de salir corriendo.

—Es una presentación muy regular, señor Chae, no está bien informado del tema y su material de apoyo está incompleto.

HyungWon tragó saliva, bajando su mirada con vergüenza. Nunca había sido de los chicos que entregaban trabajos mediocres, pero en ese momento su mente era un lío y, de repente, todo lo que antes era perfectamente calculado se habían convertido en obstáculos para él.

—Voy a dejar su presentación pendiente para la otra semana. Le doy la oportunidad de presentarme algo bien hecho, señor Chae, si no, me veré en la obligación de darle una mala nota.

HyungWon tomó una inspiración corta, asintiendo y agradeciendo en voz baja a la par que daba una reverencia; tomó su maqueta y salió de enfrente dándole paso a una de sus compañeras. Por suerte, ella llamó la atención con su voz fuerte al presentarse, lo cual HyungWon aprovechó para esconder su rostro entre sus brazos con vergüenza al llegar a su puesto.

Ese día estaba especialmente nervioso, sentía que en cualquier momento se desmayaría a causa de toda esa ansiedad que lo rodeaba. YoonA le dijo que lo esperaría fuera de la escuela, así que cuando salió de allí, la mujer estaba de pie frente al gran portón tal y como había prometido; vestida tan elegante como siempre.

HyungWon llegó a su lado con pasos lentos, tenía los ojos apagados y sus ánimos caídos. YoonA lo notó y dulcemente tomó su mentón entre sus manos mientras alejaba los cabellos oscuros de su rostro.

—Yo voy a estar todo el tiempo contigo, HyungWon, no voy a dejarte solo.

Él asintió, bajando de nuevo su mirada y siguiendo a la mujer que había tomado la delantera. Levantó su mirada al sentirse observado, y fue entonces cuando giró y notó que KiHyun lo miraba con labios fruncidos y una mirada molesta. Eso lo intimidó y decidió acelerar el paso. YoonA había contratado un servicio de transporte, así que un auto estaba esperándolos unos metros más allá, él subió después de que ella lo hizo y su viaje comenzó.

Durante el trayecto no pudo evitar morder sus labios agrietados, tirando de la piel seca. YoonA notó su mal hábito y le tomó la mano, dándole silenciosamente su apoyo.

Se detuvieron en una zona algo vacía de la ciudad, no era un barrio moribundo, pero tampoco era tan refinado como al que había estado acostumbrado siempre, por lo que se asustó por un momento al bajarse del auto, pero YoonA le tranquilizó poniendo una mano en su espalda.

—Le dije que se estacionara unas calles antes, HyungWon —ella le habló calmadamente. —Tenemos que caminar. No es mucho.

HyungWon asintió nerviosamente, caminando al lado de YoonA que tenía un aura calmada, intentando contagiarlo también de esta, aunque por dentro estuviera igual o más aterrada que HyungWon. Llegaron a un edificio común, con paredes de color cobrizo y unas bonitas puertas de cristal. Se veía como un lugar de residencias común y corriente, claro, no podían ser tan obvios.

En la puerta los recibió un hombre mayor, era el portero del lugar y les solicitó que se identificaran. YoonA fue la que se encargó de eso, lo cual le hizo sentir algo avergonzado; pero aun así dejó que ella respondiera. El portero asintió al encontrarlo en la lista y los dejó pasar. Tenían que ir al tercer piso, así que en silencio, subieron el ascensor. 

Una vez en la recepción, HyungWon se quedó en la sala de espera mientras YoonA hablaba con la recepcionista y cancelaba el pago.

HyungWon tomó asiento quedando frente a un hombre que vestía un elegante traje y tenía sus zapatos perfectamente lustrados. Se veía maduro y serio, todo lo contrario a él, con su uniforme manchado de sudor en la parte de las axilas, sus zapatos cubiertos de polvo y una expresión constante de temor en su rostro.

Se sintió curioso. Sabía que el doctor que lo atendería estaba especializado en interrumpir embarazos masculinos, pero se sorprendió de ver a alguien tan elegante y sofisticado en un lugar como ese. Las pocas personas que conocía así de elegantes y sofisticadas, eran tan superficiales y despotricaban sin pensarlo contra las personas con un estatus menor al suyo. Seguramente a un chico en una situación como la suya lo señalarían sin reparo.

Pero él estaba con la cabeza gacha, sus ojos estaban cubiertos por su flequillo rubio y sus manos agarraban con algo de fuerza el portafolio en sus manos. HyungWon tragó un poco de saliva mientras lo veía, finalmente también agachando su mirada mientras esperaba a YoonA allí.

 Minutos después ella apareció, tomando asiento a su lado.

—Te llamarán en unos minutos —le dijo—. ¿Tomaste algo antes de venir acá?

—Solo mi desayuno y una fruta en el receso —HyungWon hablaba en voz baja, en realidad, los últimos días había sentido su garganta lastimada y no podía hablar muy alto.

Ella asintió y ambos ahora se quedaron en silencio. Unos minutos después, de una habitación, salió un hombre de mediana edad que vestía una bata médica.

—¿Chae HyungWon? —preguntó, al aire. 

—Doctor —YoonA al instante se levantó de su asiento tomando la mano de HyungWon e instintivamente este siguiéndola—. Él... Él es HyungWon.

El doctor levantó una ceja y miró a la mujer que se sentía algo avergonzada de haber respondido al llamado como si de ella se tratara, y luego pasó la mirada al chico alto que tenía su cabeza gacha. Hizo un ademán con su mano para que le siguiera dentro del consultorio y HyungWon le dio una mirada a YoonA, quien al instante tomó sus manos entre las suyas y les dio un apretón, dándole a entender que ella estaría cerca y que no debía preocuparse.

Aún le parecía increíble que YoonA estuviera apoyándolo en eso, que estuviera allí en una clínica clandestina pagando quién sabe cuánto para que su embarazo fuera interrumpido. Cuando se lo comentó, ella solo le dio un largo silencio, lo cual le hizo desesperarse porque realmente necesitaba alguien que le aconsejara, alguien que le ayudara a buscar una salida de ese hoyo en el que se encontraba.

—¿Estás seguro, HyungWon? —le preguntó.

—¡No lo sé! No lo sé —tragó saliva, su garganta se sentía seca y su cabeza dolía—. Solo me ha traído problemas, no tengo nada que ofrecerle. Mis padres quieren que me vaya de casa y-y no tengo a dónde ir.

—HyungWon, es una decisión importante, tienes que estar seguro.

—Es lo mejor, YoonA —dijo, apretando el teléfono entre sus manos—. No puedo... No puedo ser tan egoísta de traer a ese bebé al mundo para que sufra. Tengo dieciséis años, no he terminado mis estudios y no tengo ningún ingreso... Sería solo un niño jugando a mantener otro.

Ella calló, sabía que él tenía razón. Ese bebé que estaba esperando no era lo mismo que jugar con una muñeca que simulaba ser uno. Él comía, vestía y necesitaba de tiempo y paciencia; HyungWon no podía ni tolerar su propia vida y no se sentía capaz de cargar con otra. Lo pensó, lo pensó mucho, pero finalmente la situación en su casa, con WonHo y en la escuela solo lo empujaban a lo mismo.

Deshacerse de ese bebé.

—Está bien, yo... Yo te ayudaré en lo que pueda, HyungWon, si no tienes a nadie yo estaré contigo.

No había escuchado esas palabras en mucho tiempo, por lo cual no pudo evitar sentirse sentimental y apretar sus labios mientras una lágrima corría por su mejilla. Agradeció en voz baja a YoonA y le prometió estar en contacto con ella. De ahí, había pasado un mes hasta el momento en el que se encontraba ahora, YoonA le había asegurado que era una buena clínica, o al menos era la más decente que había encontrado en comparación al resto.

—Tiene que quitarse la ropa y colocarse esta bata, puede cambiarse en el baño de allí. Lo estaré esperando.

HyungWon tomó la bata de tela quirúrgica que el hombre le ofreció y se adentró obedientemente al pequeño cuarto conjunto al consultorio. Una vez allí, se tomó su tiempo en desvestirse mientras su mente seguía torturándolo con el cuestionamiento de si realmente era correcto lo que estaba haciendo.

Cuando estuvo listo, salió del baño y el doctor lo recibió, indicándole que se recostara en la camilla y colocara las piernas en unos arneses allí instalados. Se sintió avergonzado de dejar tan a la vista su intimidad, pero cuando el médico se acercó, no se molestó en dar segundas miradas a su cuerpo y comenzó a desenvolver sus materiales de trabajo.

—¿M-Me va a doler?

—No, solo sentirá una pequeña molestia por un rato —su voz se escuchaba aterciopelada bajo su tapabocas, y el sonido irritante de los guantes de látex al moverse le ponían los nervios de punta—. No demorará mucho.

El doctor comenzó a explicarle cuál de los métodos era más seguro para él tomando en cuenta los meses de embarazo que tenía, pero para ser sincero todo lo que escuchaba le causaba terror y no podía soltar una sola palabra. Le explicó que sería buena idea por succión, y aunque no recibió ningún tipo de respuesta por parte de HyungWon, él empezó a preparar todo lo que necesitaría.

HyungWon, en cambio, no se encontraba tan relajado como el doctor le había sugerido. Su corazón latía con fuerza y en su frente brillaban gotas de sudor. Estaba asustado, perdido y avergonzado. No sabía exactamente cómo sentirse. Era un revoltijo de emociones que lo mantenía inquieto y lo supo porque el doctor le pidió que se calmara y se quedara lo más quieto posible.

HyungWon asintió avergonzado, dejando que el hombre nuevamente enfocara su vista entre sus piernas mientras murmuraba varias cosas que HyungWon realmente no entendía.

¿Realmente esa era la mejor decisión? ¿Qué tan seguro estaba de eso? ¿Que su bebé desapareciera haría que sus padres lo trataran como antes? ¿O cambiaría el concepto que sus compañeros tenían de él? ¿Perder a su hijo haría que repentinamente WonHo quisiera estar con él?

Antes de darse cuenta estaba soltando sollozos que hicieron al doctor levantar su vista. No pudo contener la calma un segundo más. Rompió en llanto en aquella sala antes de que el profesional hiciera algo en su cuerpo, este lo miraba en silencio, pero intentó calmarlo cuando comenzó a mover sus piernas con fuerza intentando zafarse de los arneses.

—No puedo hacerlo, no puedo.

—Necesita calmarse —él intentó ayudarle a zafarse de los arneses que sostenían sus piernas, pero HyungWon no se lo hacía tarea fácil con el berrinche que estaba haciendo.

Finalmente pudo zafarse y al instante llevó sus piernas a su pecho, soltando sollozos altos e hipidos en los que seguía repitiendo que no era capaz de hacerlo. Escuchó como el doctor salía de la habitación dejándolo solo, pero a los pocos segundos nuevamente ingresó solo que esta vez alguien lo sacudió levemente y trató de levantar su rostro de entre sus piernas.

—Esta es una clínica seria, señora. No hay reembolsos.

—Si, está bien, como diga, solo se vestirá y desocuparemos —YoonA habló por encima del llanto de HyungWon, levantando a este como pudo y guiándolo al baño para que se vistiera.

Una vez salieron de allí, HyungWon estaba algo más calmado, pero de sus ojos seguían brotando lágrimas. Se aferró al brazo de YoonA como si de su madre se tratara y agradeció que ella no le cuestionara nada respecto a lo sucedido. El hombre que estaba junto a ellos en la sala de espera los veía con enormes ojos mientras salían del consultorio. La tensión se reflejó en sus hombros y el portafolio en sus manos se apretó

HyungWon le dio una corta mirada antes de alejarse de la mano con YoonA, quien le guiaba lentamente. Salieron de la clínica en silencio, HyungWon no emitía ni un solo sonido y sus lágrimas habían cesado.

YoonA, quien se encontraba comiendo un par de galletas, se detuvo a mirar al chico que no había pronunciado una sola palabra en todo el camino hasta una pequeña cafetería en la que le compró un batido de frutas junto con un trozo de pastel.

—¿Por qué me pides disculpas?

—Porque te arrastré a esto. N-no debí... no debiste haberme ayudado. Sé que gastaste un montón de tiempo y dinero en esto y yo solo...

—Escucha, HyungWon, escucha —YoonA soltó su bocadillo y llamó la atención de HyungWon sosteniendo su mano—. Está bien, eso ya no importa, solo me preocupa saber cómo te sientes ahora.

Suspiró, no quería responderle, se sentía completamente destruido. Solo sentía unas inmensas ganas de llorar, de gritar y de acabar con todo eso que estaba sintiendo. Se sentía cobarde, aunque no sabía exactamente porqué, tal vez era porque estuvo al borde de cometer la locura de abortar a su hijo o tal vez por no haber tenido el valor suficiente para haberlo hecho.

No respondió nada, solo se quedó mirando su jugo de frutas lleno y su trozo de pastel intacto, YoonA había sido muy dulce al comprarle eso, pero en aquel momento lo que menos deseaba era comer. YoonA tomó su silencio como una mala señal, sin embargo, no quiso obligarlo a hablar y le dio su espacio, no insistió más en el tema y estuvo con él hasta que terminó la comida que le había comprado.

—HyungWon, sabes cual es mi número —sus manos estaban entre las de ella y YoonA apretaba éstas con delicadeza mientras le daba una mirada compasiva—. Puedes llamarme cuando necesites a alguien.

HyungWon asintió débil, apretando también las manos de YoonA, pero no con la misma fuerza.

—Gracias, noona, por todo.

Ella negó levemente con la cabeza, diciéndole que no había nada que agradecer, su único deseo era verlo bien. Sabía que YoonA tenía cierto apego a él porque su hijo menor compartía edad con HyungWon, ella le había comentado como especialmente su situación la conmovía y sentía la necesidad de ayudarlo.

YoonA se fue y lo dejó unas calles cerca a su casa, lo cual le dejó un sentimiento de vacío en el pecho, pero sabía que ella, por más intención que tuviera de ayudarlo, no podía estar todo el tiempo para ser su pilar. Ella tenía su propia familia. Esperaba que sus padres no se encontraran en casa, no se sentía con ánimos de lidiar con ellos y para ser sincero, lo único que quería era descansar después de un día tan pesado.

—HyungWon.

Maldición.

Para su mala suerte, estaban sus dos padres en casa. Les dio una mirada corta, permaneciendo en la misma habitación mientras cambiaba sus zapatos. Hubiera respondido el saludo, pero en ese momento estaba tan agotado física y mentalmente que no deseaba hacerlo.

—¿Dónde estabas? —su madre lo interceptó, debido a su falta de respuesta.

—Afuera.

—Debiste llegar hace cuatro horas a casa, HyungWon, ¿qué hacías afuera a esa hora? ¿Y con quién estabas?

Tomó una aspiración suave, soltándola al instante, no quería hablar de nada que haya acontecido ese día. Desde su desastrosa presentación que había terminado tirada en la basura o de cómo había estado a punto de abortar a su hijo.

—Con nadie —quería pasar de largo de ellos e ir hasta su habitación, pero sabía que si lo hacía se crearía una discusión más grande y lo último que quería era eso.

—Pensé que al menos ese embarazo lograría que tomaras juicio, pero llegas a casa a esta hora como si no te hubiera criado una familia decente —por esa ocasión fue su padre quien habló, el cual se encontraba sentado en su sillón mientras barajaba unas cartas de póker.

—¿Puedo subir a mi cuarto? —preguntó, ya cansado del cuestionario. Descansar, era eso lo único que quería.

—Que no se repita, HyungWon, mientras sigas viviendo con nosotros seguirás bajo nuestras reglas —su madre le dio una última advertencia antes de dejarlo irse a su habitación.

Una vez en su cuarto, cerró la puerta con seguro y descargó su mochila en una esquina de la habitación. Siempre había sido organizado con sus cosas; le gustaba que todo estuviera en su lugar, pero últimamente su vida era tan desordenada que ya no tenía mente ni ánimos para organizar su habitación. Si se encontraba de humor, arreglaba su cama, pero muchas veces no se encontraba de humor y solo la dejaba así tal y como estaba.

Escuchó a sus padres cenar abajo, por lo cual sabía que pronto ellos se irían a dormir y él podría bajar a cenar algo. Esperaba que le dejaran más comida de la que le habían dejado la noche anterior, porque aquello sinceramente no calmaba su hambre, que ahora era mucho más grande. Cambió su ropa de escuela por sus ropas holgadas y bajó a la primera planta cuando las luces ya se encontraban apagadas.

Caminó hasta las ollas, destapando estas y sintiendo de inmediato el agradable olor de la comida de su madre. Había preparado estómago de cerdo con verduras y arroz, así que sin pensarlo tomó la comida que aún estaba tibia y sirvió una gran porción de arroz junto a un trozo de carne y varias verduras. Su estómago se sintió agradecido por la comida; lo supo cuando pronto se sintió satisfecho y soltó un pequeño eructo.

Lavó los platos que usó y luego de nuevo se encerró en su habitación. Debería estar revisando sus libros por si tenía trabajos pendientes, pero para ser sincero, ese día no se sentía con la fuerza para realizar trabajos que solo lograrían estresarlo más, porque al parecer hasta sus habilidades matemáticas se habían oxidado en esos meses.

Antes de dormir, salió nuevamente de su habitación hasta el baño, donde tomó su cepillo de dientes y la pasta dental. Sin embargo, el reflejo en el espejo llamó su atención; sus ojos tenían unas oscuras manchas bajo ellos y su piel tenía un tono más amarillento del usual. El acné había brotado en zonas como su barbilla, y sus labios, que como ya era común, estaban agrietados y resecos. Sintió lástima por la persona en el espejo. No era ni la mitad de lo que había sido dos meses atrás. No podía creer que en tan poco tiempo su apariencia se hubiera degradado tanto.

Su cabello estaba desordenado como un nido de pájaros. Sintió un poco de vergüenza al verlo y saber que probablemente había andado por toda la ciudad así, cuando antes siempre estaba tan preocupado de que se viera bien peinado. Dejó su cepillo de dientes a un lado y sacó de uno de los cajones un cepillo para el cabello.

Se dio una mirada más antes de empezar a pasar el cepillo por su cabello, este quedándose atorado entre algunos de sus nudos y siendo difícil de sacar de allí. Hizo una mueca al sentir cómo las hebras de su cabello era tironeadas bruscamente por el cepillo hasta que finalmente este pudo pasar de largo. Continuó con el resto de su oscuro cabello hasta que este se encontraba liso y sin ningún nudo, pero aun así, eso no podía ocultar el hecho de que estaba opaco y sin vida.

Miró sus manos, allí había demasiadas hebras que se habían desprendido de su cuero cabelludo mientras lo peinaba, eran muchísimas más de las que usualmente veía. Esta situación lo estaba acabando, lo estaba destruyendo lenta y tortuosamente y no sabía hasta qué punto podría llegar así, ¿siquiera su cuerpo aguantaría tener un parto? ¿Al menos llegaría a estar vivo para esa época?

Era muy común que pensamientos así lo rondaran. Por más pesimista que sonara, él no sabía qué tan buena era su resistencia, así que todo era posible. Sintió unas inmensas ganas de llorar al ver los cabellos en sus manos, ¿por qué el destino se había empeñado en hacer las cosas tan difíciles para él? Aun si quisiera ver un lado bueno de la situación, no podía encontrarlo, no había nada que le ayudara a salir adelante.

Guardó el cepillo para el cabello nuevamente mientras lágrimas gruesas y silenciosas corrían por sus mejillas. Esta vez tomó su cepillo de dientes y comenzó a limpiar su dentadura, aun cuando podía ver a través del espejo cómo las lágrimas seguían saliendo sin parar de sus ojos. No quería seguir pensando en el asunto. Ya había llorado suficiente esa tarde como para hacerlo nuevamente en la noche; ni siquiera creía que fuera sano llorar tanto.

Por un lado, creía estar haciendo lo correcto al mantener ese bebé, él no tenía la culpa de sus errores y había sido concebido sin consentimiento. Pero, por otro lado, era algo triste saber que tendría que pasar necesidades y probablemente humillaciones, así como él las estaba pasando ahora, porque ni sus padres ni el resto de la sociedad lograrían empatizar con alguien en su situación nunca.

No pudo dormir mucho esa noche, pero aun así tuvo que asistir a clases la mañana siguiente y no podía irse a casa por más que sus ojos se cerrasen mientras los maestros le explicaban cada tema a detalle. Cuando fue la hora del almuerzo, se sintió bien de encontrar una mesa vacía en la cafetería, no siempre era fácil tomar una de estas y él, al igual que otros muchos estudiantes, tenían que consumir su almuerzo en las mesas de afuera. Lo cual a él no le agradaba porque la cancha estaba cerca y siempre existía la posibilidad que un balón cayera sobre tu comida.

Ese día había traído comida desde casa, antes de irse a clases había notado que aún quedaba un poco de cena de la noche anterior y se veía en buen estado, así que había tomado un tupper y la empacó. Para ser sincero siempre había preferido la comida de casa, aunque la comida de la cafetería era deliciosa, no tenía el mismo sabor que la comida de su madre y eso ya hacía una gran diferencia para él.

Él había tomado asiento solo, a su alrededor había chicos y chicas con sus mesas llenas de libros terminando trabajos de última hora y aprovechaban la hora del almuerzo para hacerlos y también estaban los chicos que se concentraban tanto en sus teléfonos que no veían nada más a su alrededor. No era común ver a gente almorzando sola, pero él venía haciéndolo desde hace algún tiempo, además, no se sentía completamente solo.p Incluso si KiHyun no le hablaba, siempre buscaba la forma de sentarse en una mesa cerca suyo con su grupo. Eso lo hacía sentir acompañado, de cierta forma.

Comenzó a comer con tranquilidad, estaba seguro de que sería un almuerzo tranquilo, sin embargo, pronto vio varias bandejas de comida posarse sobre su mesa al igual que escuchó las sillas ser corridas.

Eran chicos... desconocidos. Tal vez los había visto por los pasillos algunas veces porque eran de la otra clase, podía reconocer al chico bajo de cabello castaño y el chico alto de piel canela, pero no estaba completamente seguro de haber visto al otro castaño que los acompañaba. Nunca había tenido ninguna clase de interacción con ellos, su repentina aparición lo tenía sumamente confundido.

—Esta mesa está ocupada —habló, con la boca llena.

—Lo sabemos —respondió uno de ellos.

—Queremos hablar contigo —le dijo otro.

HyungWon tragó, tratando de disimular lo nervioso que se sentía ahora.

—Perdón, pero en serio yo...

—Queremos ayudarte —lo interrumpieron.

HyungWon frunció el ceño. Bajó lentamente sus palillos mientras miraba a los tres chicos que no habían despegado su mirada de él en todo ese tiempo.

—Sabemos lo de tú... Embarazo.

Debió suponerlo, nadie hablaba de otra cosa que no fuera sobre eso. Pensó que podría pasar ese día tranquilamente, pero ya entendía que últimamente la vida estaba encargada de hacerle pasar amargos ratos.

No se creía eso de que lo venían ayudar de todas formas, era demasiado bueno para ser cierto.

—Y-Yo... Yo también estuve embarazado —quien lo dijo fue ese chico de cabello castaño a quien no conocía.

Esta vez sí que el silencio entre las tres personas fue más prolongado. HyungWon se encontraba anonadado, fue algo inesperado, aunque YoonA le había dicho que los embarazos adolescentes no tan fuera de lo común, nunca pensó que en su escuela algo así hubiera sucedido antes. Todos lo trataban de una manera tan despectiva, que pensó que solo él había cometido ese error.

—Él es mi primo, MinHyuk, va un año más adelante que nosotros —habló el moreno, señalando al chico que decía haber estado embarazado y luego señaló al castaño a su lado—. Él es ChangKyun, mi amigo, y yo soy HyunWoo

—Eso no me explica porque se sentaron aquí.

—Sabemos lo mal que la debes estar pasando, MinHyuk también la pasó mal cuando estaba embarazado, pero no mucha gente lo supo porque lo mantuvo en secreto por un largo tiempo —el chico moreno hablaba como si fuera el líder de lo que sea que estuvieran planeando. No iba a mentir diciendo que no se sentía al menos un poco mejor sabiendo que había alguien que había pasado por lo mismo que él, o por lo menos algo similar, porque según lo que contaban MinHyuk no había sufrido ni la mitad del acoso que él había recibido.

HyungWon se sintió abrumado y hasta cierto punto, incómodo,. No sabía porque ese chico se estaba abriendo tan fácilmente con él, pero le había contado todo sobre su embarazo, desde el momento en el que se había enterado hasta el momento en el que lo tuvo.

—¿Y qué pasó con el bebé? —se atrevió a preguntar, luego de un buen rato en el que solo los estuvo escuchando.

Notó lo tenso que se había puesto el chico cuando le mencionó al bebé, abría su boca en un intento de hablar, pero ninguna palabra salía de allí. Eso no pasó desapercibido por HyunWoo, quien tomó su mano y le dio un apretón cariñoso. Una muestra de silenciosa comprensión.

—Eso es un tema delicado para MinHyuk —respondió el moreno—. El punto es que queremos ayudarte. MinHyuk conoce lo difícil que es pasar un embarazo completamente solo y ni él ni nosotros quisiéramos que alguien más pasara por lo mismo.

—¿Qué les hace pensar que yo estoy solo?

Los demás chicos callaron, dándole una mirada algo sugestiva, entonces fue cuando HyungWon calló y agachó la mirada avergonzado. Era claro que todo él gritaba que estaba solo, había que darle un vistazo nada más a su aspecto descuidado, a sus almuerzos solitarios y caminatas de ida y vuelta a casa sin ninguna compañía.

—¿Quieres aceptar nuestra ayuda?

——————————

me perdí dos
semanas, que
vergüenza.

en fin, aquí
presento mis
disculpas en
modo de
capítulo.

¿qué dicen del
nuevo trío?
¿de verdad
quieren ayudar
a hyungwon?

¿dónde está
wonho y por
qué no
responde por
su hijo?

¿no merece
yoona todo el
amor del
mundo?

nos vemos el
próximo fin
de semana,
bye bye.

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