Hoy me peleé con mis padres en una disputa muy violenta, donde, mientras escribo esto, siento unas ganas inmensas de irme de casa y abandonar todo.

La razón por la que escribo es para decirte, estimado lector, que escapar no soluciona nada. Huir no es una opción, porque si aquí fue difícil, allá será peor.

Los jóvenes, hoy en día, tenemos que enfrentarnos a este tipo de situaciones frecuentemente, donde no somos valorados, que aunque hagamos lo que hagamos no seremos suficiente, donde sabemos que somos un posible estorbo.

Los jóvenes y adolescentes nos entendemos los unos a los otros, por eso los adultos no nos comprenden.

Nunca tomemos una decisión cuando estamos enojados, tristes o muy alegres. Podríamos arrepentirnos.

Aunque tengamos a dónde ir, escapar no soluciona nada. Está bien enojarse, pero no nos pasemos.

Lucho internamente si hacerle caso o no a la razón, pero no es la razón que me habla, es el resentimiento e ira.

Estoy cansada de mi familia, de sus tratos, de que, aún si me mato haciendo lo posible por enorgullecerlos, nunca es suficiente.

Pero escapar no es la solución.

Me pregunté muchas veces intentando saber lo que hice mal, pero todo lo que hacía, era encontrado defectuoso.

Pero escapar no es la solución.

Recibí ofertas de irme a vivir a otro lado, trabajar y estudiar para ser independiente, donde una familia de la cual viví un par de años sí me sentía en casa.

Pero escapar no es la solución.

Todas las noches, en mi insomnio me pregunta la ansiedad lo mismo, ¿por qué no me voy? ¿Qué hago en un lugar donde no me valoran?

Pero escapar no es la solución.

Y todo lo que hagamos y está mal, escapar no es la solución. Es mejor enfrentar el problema e intentar una y otra vez hasta que lo superemos.

Sea lo que sea que sintamos, escapar no es la solución.