11. ¿Por qué sufrimos?
Siempre me he preguntado el porqué sufrimos, el porqué nuestro corazón es destrozado y ni cuenta nos damos del daño que nos han causado.
Un día me dije; ¿por qué Dios permite ésto? Pero la respuesta no me la tenía que dar Él, yo la tenía que descubir.
Hasta el momento, aún me falta mucho camino por recorrer.
No empezaré a hablar de lo que aprendí porque me tacharás de maniática religiosa. Y no lo soy.
Cuando mi corazón es destrozado por las personas que amo, cuando muere alguien a quien quería muchísimo, cuando me hacen sufrir y no puedo hacer nada al respecto, siempre me digo, ¿por qué a mí?
Y duele no conocer la respuesta clara.
Conforme pasa el tiempo, he aprendido muchas cosas, conforme mis experiencias se hacen presentes en ciertas situaciones, me he dado cuenta que todo es porque sufrí.
Si, porque al sufrir siempre aprendemos algo. Quizá no sea de la mejor forma pero es algo que solo con el sufrimiento logramos aprender.
Me destroza el corazón sólo pensar en lo doloroso que es sufrir y no conocer porqué a tí, siempre me dije: "¡¿por qué yo, que hice para merecer esto?!" Pero la respuesta es sencilla, porque es necesario.
Hace poco murió una persona que yo consideraba como mi madre, porque me crió y me cuidó de todo. Yo era una adolescente sin tener interés en nada de la vida, nunca le dije "te amo, mamá" ni tampoco "te quiero, eres lo mejor que me ha pasado". Nunca le mostré lo mucho que la quería porque siempre he tenido problemas para mostrar lo que siento.
Hasta hoy en día, nunca le he mostrado a mi progenitor cuando le aprecio, ni tampoco a mis hermanos.
Cuando ella murió, me arrepentí totalmente de nunca decirle lo que sentía. Se rompió mi corazón al verla en ese ataúd, solamente la miré por videollamada.
Sin embargo, me negué a llorar, ella siempre me dijo que no quería que le lloraran. Me tragué las lágrimas y encaré al dolor, porque si nunca le mostré mis sentimientos es porque no pude, por mis traumas.
Cuando se fue para siempre, aprendí lo mucho que importaba mostrar mis sentimientos a los que me importan, aunque me costara. Admito que aún me cuesta, pero lo intento.
Aprendí que nada dura para siempre, al final todos mueren, pero se mantienen vivos dentro de los corazones.
Me dolió demasiado su partida, y aún duele como si la herida fuera de ayer, pero tenía que pasar, y con eso, sin decírmelo, ella me dio una lección.
Al final el sufrimiento nos hace más fuertes.
Si tú sufres, no te lo tomes tan enserio, ¡no vayas a cometer ninguna locura! No hagas lo que hice yo, que casi acabo tres metros bajo tierra. Levántate, sé fuerte y dale una patada al dolor.
Yo sé que puedes, confío en tí.
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