2. Alcohol

Rafael se encontraba en su estudio, era sábado de noche y él estaba adormilado. Alguna mujer cuyo nombre no recordaba yacía en su cama cuando un portazo lo terminó por despertar.

—¿Qué haces acá? —preguntó Taís al verlo casi durmiendo sobre su escritorio, estaba en boxers y una botella de vino a medio tomar estaba a un costado del mueble.

—¿Qué horas son estas de llegar? —preguntó Rafael al observar que el reloj marcaba casi las cinco de la madrugada... o las cuatro... no lo sabía con seguridad porque las agujas por algún motivo se movían más rápido de lo normal.

—¡Apestas a alcohol! —exclamó Taís mirándolo con pena, odiaba aquello en lo que su tío se estaba convirtiendo—. ¿Te sientes bien?

—¡Quiero saber de dónde vienes a estas horas! —exclamó autoritario.

—Mira, no tengo por qué darte explicaciones —respondió la joven y Rafael se levantó tambaleándose para encararla.

—Tú estás bajo mi techo y mientras lo estés te riges por mis normas —dijo él trastrabillando mientras intentaba acercarse.

—¿Ah sí? ¿Y cuáles son esas reglas? ¡Tomar hasta que me duelan las tripas y acostarme cada día con una persona distinta? ¡Estoy cansada de esas reglas, papo, y si sigues así terminaré por irme de aquí! No me gusta en eso que te has convertido y si me quedo aquí es solo por el amor que te tengo y porque en todo este tiempo he aprendido que la gente se equivoca y comete errores. Se supone que si te amo debo estar a tu lado como tú siempre has estado para mí y debo tener paciencia, esperando que esta racha de joven desorientado se te pase y vuelvas a ser el de siempre. —Se quejó saliendo del estudio donde su tío acababa lentamente con su vida, según su percepción.

De camino a la habitación se cruzó con una mujer morena de pelo encrespado enfundada en un horrendo vestido negro que dejaba al descubierto casi todo su cuerpo. La mujer llevaba sus zapatos de taco en sus manos y le sonrió al verla. Taís no la saludó ni le respondió la sonrisa, estaba harta de cruzarse con una distinta cada fin de semana y estaba cansada de que su vida se hubiera vuelto un infierno.

Rodrigo era todo lo que tenía y le daba paz, él le prometía que al terminar la universidad se casarían y él la sacaría de ese lugar en donde últimamente era tan infeliz. A él también le dolía ver el proceso de autodestrucción que había elegido Rafael pero no había nada que ellos pudieran hacer, Rodrigo creía que la gente no mejoraba si no quería hacerlo, y Rafael en aquel momento lo único que deseaba era hundirse una y otra vez en su miseria, aunque ninguno de los dos sabían el porqué.

Cuando Carolina se marchó, Taís pensó que Rafael iría en su búsqueda, ella estaba segura que las cosas entre ellos se arreglarían, los había visto juntos, mirándose, tocándose, incluso los había descubierto besándose a escondidas en una oportunidad. Pero luego de aquella noche en la cual encontró a Carolina vestida solo con una camisa de su tío en la cocina, todo había cambiado... pero no de la forma en que ella lo esperaba, sino completamente al revés.

Rafael empezó a mostrarse frío con ella y a salir a menudo con Lina. Carolina sintió esa distancia y decidió partir. Lina por su parte decidió alejarse —aunque Rafael le gustaba—, sabía que eso afectaría su amistad con Carolina y para ella eso era lo más importante. Según la visión de Lina, los hombres iban y venían, pero las amigas eran sagradas y ella nunca había tenido una mejor amiga como Carolina, así que jamás le haría daño intencionalmente.

De todas formas, Lina le contó a Taís que Rafael la había besado y que aunque a ella le costó resistirse, finalmente lo hizo. Le dijo que él le había dicho que le gustaba y quería intentar algo con ella. Lina lo rechazó una y otra vez porque no quería fallar a su amistad con Carolina, pero cuando esta finalmente se fue, y como antes de irse le dijo que le dejaba el camino libre y que hiciera feliz a Rafael, un par de meses después, ella terminó por aceptarlo.

Lina realmente creía que Rafael estaba enamorado de ella, pero Taís sabía que no era así. Rafael no miraba a Lina de la forma en que miraba a Carolina, ni hablaba de ella o se preocupaba por ella como lo hacía con Caro. Aun así no entendía por qué él había rechazado a Carolina y había elegido a Lina... Sin embargo ambas eran sus amigas, así que prefirió no hablarlo con ninguna de las dos y dejar que ellos resolvieran sus cosas.

Lina y Rafael estuvieron saliendo por un par de meses pero entonces Lina decidió terminar la relación y tomar una oportunidad de trabajo en otra ciudad. Antes de partir le dijo a Taís que sentía muchísimo haberse involucrado con su tío, que él no había sanado sus heridas y que solo la había lastimado. Taís no entendió pero luego Lina le contó cómo la trataba, lo frío que era con ella y finalmente le confesó que una noche, cuando ambos habían tomado y luego discutido por alguna nimiedad, Rafael en el calor del momento le había dicho que solo estaba con ella para lastimar a Carolina.

Eso hizo sentir a Lina como la peor de las personas, no solo se sentía humillada y utilizada por un hombre a quien pensaba bueno y admirable, por el hombre que amaba... sino que además había ayudado sin saberlo a lastimar a su amiga del alma. Se preguntó por qué Rafael quería hacerle daño pero él no se lo dijo, la dejó allí llorando y se marchó a su casa.

Taís no pudo imaginarlo comportándose de esa forma, pero creía en Lina y sabía que ella no le mentiría, así que la apoyó en la decisión de alejarse y rehacer su vida.

Justo después de eso la bebida fue formando parte de la vida de Rafael, al principio era solo un vaso de vino o una lata de cerveza, pero luego fue aumentando paulatinamente y no había noche que no durmiera embriagado. Pronto empezó a salir y a traer mujeres a la casa, cosa que Taís no aprobaba pero tampoco podía hacer nada al respecto. Rafael estaba imposible, huraño y solitario y no podía conversar con él, era como si otra persona hubiera poseído su cuerpo y ella ya no lo conociera.

Y eso la hacía infeliz, él siempre había sido su sostén, su pilar, su fortaleza... ellos habían tenido una relación única de padre e hija que no existía más que en libros... y ahora él era un desconocido a quien no le importaba nada ni nadie. Y lo peor, es que no quería hablar de ello, no se abría, no le contaba a Taís por qué estaba actuando así...

—¿Qué crees que sucedió? —preguntó Rodrigo una vez cuando tuvieron que ir a buscarlo borracho de un bar—. ¿Crees que Caro le hizo algo y por eso se fue?

—No lo creo, ella lo amaba... me lo dijo... Los vi, no sé qué sucedió y no quiero preguntárselo a Carolina, si no me lo dice es porque no quiere hablar del tema... además ella me dijo que no sabía por qué él había cambiado, de hecho por eso se fue y no volvió...

—Pero entonces... ¿qué es lo que sucede con él? —preguntó Rodrigo mirando al tío de su novia dormir ebrio en el asiento trasero de su auto.

—Ni idea, me duele que esto esté sucediendo y no sé cómo ayudarlo...

—¿Y si le dices a Carolina que regrese?

—Es que no quiero decirle nada de esto porque no sé si sea buena idea... No sé lo que pasó entre ellos así que no sé si su regreso sea algo que mejore o empeore a papo... No sé nada...

—Creo que peor que esto no puede estar —dijo Rodrigo suspirando y luego vio que su novia lloraba.

—Tranquila, sabes que él no es así... quizá solo sea un momento... Pasará y volverá a ser el mismo de siempre... solo ten paciencia, yo estaré aquí... —Le prometió tomándola de la mano y ella sonrió con tristeza.

La vida se había vuelto confusa para Taís que se enfocó más que nunca en retomar sus clases de danza y prepararse para una nueva audición, así como en buscar alguna carrera universitaria que pudiese seguir sin descuidar sus ensayos. Gracias a Dios contaba con el apoyo de Rodrigo y Paty, porque tanto Lina como Caro estaban lejos ahora y aunque aún hablaban —y teniendo en cuenta que ambas tuvieron una situación particular con Rafael— ella no podía contarles lo que estaba sucediendo.

En realidad había pensado contárselo a Carolina un par de veces, había pensado que quizá si ella regresase y le hablara... Pero no sabía en qué términos ellos habían quedado, entonces no tenía certeza de que esa fuera una buena idea o terminara por complicarlo todo aún más.

Carolina le había comentado que regresaría para el lanzamiento de su libro, así que esperaba que para ese entonces pudieran hablar, así ella le contaría lo que estaba sucediendo con Rafa y quizá Caro pudiera hacer algo... o no...

¡Me encantan sus mensajes!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top