1. Distancia
Ocho meses puede parecer mucho tiempo, y lo es dependiendo del punto de vista con que uno lo vea. Para Carolina esos ocho meses habían sido incluso más difíciles que los tantos años que había pasado separada de Rafael. Pensaba que la vida, el karma, el destino, o como lo quieran llamar se había cobrado venganza.
Llevaba ocho meses en Alemania y no había vuelto a hablar con Rafael en ese tiempo, ella simplemente no le había escrito pues no quería saber de él estando con Lina o con cualquier otra mujer, y por algún motivo —que ella desconocía— Rafael tampoco la había buscado.
Aquello le dolía, pues no esperaba que las cosas resultaran de ese modo. En realidad cuando viajó con la idea de buscarlo, no deseaba nada más que su perdón, pero al haberlo obtenido y luego de los momentos vividos junto a él, no pudo evitar sentirse esperanzada. Una esperanza que al parecer no había tenido fundamento alguno pues para él obviamente no había significado nada.
No podía concebir la idea de que Rafael hubiera cambiado tanto como para convertirse en un hombre tan vengativo, pero tampoco podía evitar sentir que él la había utilizado. Que por primera vez en la historia —en su historia—, Rafael había hecho algo que ella no hubiera esperado jamás de él, usarla y luego dejarla... como otros tantos en su vida. Aquel pensamiento fue inyectándose lentamente en su sistema, y como no había ningún motivo para creer lo contrario, Carolina empezó a pensar que esa era la única explicación lógica. Quizás él no la había perdonado, solo había fingido hacerlo para poder vengarse de ella, tomándola e ilusionándola para luego dejarla y que ella sufriera algo de lo que él había sufrido en aquel tiempo... ¿Sería Rafael capaz de algo así?
Por momentos no lo creía factible... pero entonces recordaba que ocho meses eran demasiado para no intentar comunicarse aunque fuera como amigos. Con Taís hablaba casi a diario, pero por algún motivo que Carolina desconocía, esta no le hablaba de su tío y se limitaban a conversar sobre sus vidas, Rodrigo, la danza, el negocio o cualquier otro tema.
El llanto del bebé la sacó de sus pensamientos, Carolina caminó entonces hasta la habitación del pequeño Adler y lo tomó en brazos.
—Hola chiquito... ¿por qué lloras? —le preguntó mientras lo acunaba. Adler dejó de llorar enseguida y pronto cayó dormido de nuevo. Carolina no lo quiso dejar en la cuna, por lo que se enrolló el fular portabebés y colocó al pequeño por su pecho para que durmiera tranquilo mientras ella se encargaba de contestar algunos emails que tenía pendientes.
Hacía un tiempo —apenas un mes después de volverse a Alemania— Taís le había confesado que ella había tomado el libro de su cartera. Carolina no se molestó aunque hubiera preferido que se lo dijera en su momento, después de todo ella misma le había regalado una copia del borrador del libro y no le importaba que lo leyera.
Taís le dijo que leer su vida había sido emocionante y que solo podía decirle que la admiraba aún más. Aquello emocionó a Carolina quien por un momento sintió miedo—o vergüenza— de que Taís supiera toda su vida. No era lo mismo que leyera aquello cuando desconocía que era sobrina de Rafael a que lo leyera cuando ya lo sabía, la hacía más cercana, más partícipe de dicha historia. Sin embargo la reacción de Taís fue positiva y eso llenó de alegría el corazón de Carolina, que por un instante había estado a punto de renunciar a sus sueños de publicar ese libro.
Efectivamente en su bandeja de correo tenía un email de la editorial con la cual había firmado contrato. El libro estaría disponible para la venta en muy poco tiempo y se estaba organizando un lanzamiento tanto en Alemania como en su país de origen, así que Carolina debería volver en unos meses más, aquello le generó algo de ansiedad.
Una vez que respondió todos los emails que tenía pendientes, apagó la computadora y fue a preparar algo para cenar. Niko llegaría de un momento al otro y seguro vendría con hambre, además Adler despertaría en cualquier momento bastante hambriento también pues llevaba mucho tiempo durmiendo.
Antes de que pudiera llegar a la cocina el bebé abrió sus pequeños ojitos color miel tan parecidos a los de su padre. Carolina sonrió y lo besó en la frente, le encantaba llevar al bebé en esa tela que se liaba alrededor de su cuerpo, había aprendido un montón de cosas desde que se juntaba con Berta, y una de esas eran todos esos temas referentes a la crianza con apego.
Berta era fanática de la vida sana y las cosas naturales, era vegana y estaba completamente a favor de las corrientes de crianza respetuosa y maternidad consciente. De ella Carolina había aprendido que a los bebés no había que dejarlos llorar, que debían mamar a demanda y que era mejor que durmiera con los padres o al menos cerca de ellos en lo que se llamaba cuna colecho. De hecho había aprendido que el colecho era que los bebés o los niños compartieran cama con los padres hasta que ellos lo decidieran. Había aprendido sobre la importancia de la lactancia materna y el porteo, que se trataba justamente de llevar al bebé con mochilas o dispositivos especiales que no dañaban al desarrollo de su columna ni de sus caderas y estaban diseñados para cada etapa del bebé. Y es que Carolina nunca se había sentido tan cerca de la maternidad como en ese momento, y era algo que en realidad la hacía feliz.
—¡Hola! —saludó Niko como siempre cuando ingresaba a la sala. Observó de un lado al otro buscando a Carolina y entonces la vio bajando de la escalera que daba a los cuartos en el primer piso, traía a Adler en el fular.
—¡Hola, Niko! —saludó acercándose—. Adler está despierto y yo tuve que dejar la comida a medias para ir a cambiarlo y darle la leche. Lávate las manos para poder cargarlo mientras termino la cena —ordenó y Niko sonrió para luego obedecer.
Se colocó entonces el portabebé y luego metió a su hijo dentro llenándolo de besos. No había nada en el mundo que le importara más que ser un buen padre para ese pequeño. Jamás pensó que la vida le daría la oportunidad de volver a ser papá y aunque al principio tuvo muchísimo miedo, su señora le dio la suficiente confianza para que terminara creyendo que sería un gran padre.
—Tengo tanto miedo de fallar —le dijo una vez asustado mientras la observaba sobar su pancita redonda de unos siete meses de embarazo.
—No tienes que tenerlo, mi amor. Serás un gran padre... como lo fuiste para Frieda.
—No digas eso, sabes que no fui un buen padre para ella —respondió asustado y dolido.
—No es cierto, fuiste un padre genial para Frieda y lo que sucedió no fue tu culpa, solo fue un accidente —añadió la mujer abrazándolo y besándolo en los labios.
Ese tiempo que duró el embarazo de Adler, Nikolaus sanó muchas heridas que aún tenía abiertas incluso sin saberlo, y gracias a su mujer y a sus amigos que lo conocían y lo apoyaban, pudo salir adelante y creerse capaz de ser un gran padre.
Incluso su exmujer se lo dijo una vez. Cuando se enteró por una publicación de Facebook que Niko estaba por ser padre, le escribió un mensaje privado.
«Hola Nikolaus,
Sé que hace mucho no hablamos aunque siempre te sigo por redes sociales. Por eso me he animado a escribirte pues he visto que estás esperando un hijo. Sólo quería decirte que no temas, sé que las cosas no salieron bien entre nosotros y que probablemente te he hecho mucho daño haciéndote sentir culpable por lo que sucedió. Cuando me volví a embarazar también tuve mucho miedo, pero finalmente las cosas salieron bien y hoy mi hija es una niña feliz... como también lo era nuestra pequeña Frieda.
No quiero entretenerte ni tocar temas que causan recuerdos dolorosos, solo quiero decirte que lo harás bien, Niko. Siempre has sido un gran padre. No temas.
Marian»
Aquella nota removió todo dentro de sí y se la leyó a Carolina con lágrimas en los ojos. Entonces terminó por admitir que fue sanadora, liberadora, y que si Marian pudo rehacer su vida, él también podría.
Se acercó a la cocina para ver a Carolina cocinar y conversar con ella. Le dolía muchísimo que las cosas para ella no hubieran salido como lo esperaban, que finalmente todo quedara inconcluso o... confuso. No entendía por qué Rafael había actuado con ella de la forma en que lo hizo y aunque en un par de ocasiones se le ocurrió la loca idea de escribirle y preguntárselo de hombre a hombre, finalmente no lo hizo... temía que esa intromisión enojara a Carolina y no quería que sufriera más.
Según lo que ella le había contado lo habían hablado, se habían perdonado y lo habían resuelto. Incluso le contó que había sucedido algo entre ellos, pero entonces Rafael empezó a mostrarse frío y distante y cuando ella regresó, ni siquiera la había buscado.
Desde donde Niko podía ver la historia, Rafael había amado plenamente a Carolina, y también había sufrido. Pero la idea que se había hecho de él, era la de un hombre bueno, con un corazón grande capaz de perdonar e incluso volver a amar a esa mujer que a sus ojos valía tanto. Sin embargo, ahora parecía comportarse como un hombre frío, vengativo y rencoroso.
Carolina le había dicho que quizás él se hubiera estado vengando, pero Niko no estaba tan seguro de ello. No le parecía esa clase de personas, aunque la vida le había enseñado que nada es lo que parece y que la gente no siempre es como se cree. Así que finalmente, no podía estar seguro.
De todas formas quería que Carolina fuera feliz de una vez por todas, como lo era él... pero la felicidad parecía escabullirse de las manos de esa mujer a quien la vida le había mostrado su peor cara desde muy pequeña. Aun así la admiraba, era fuerte y no se dejaba vencer. Ella era una persona llena de luz, y con esa luz lo había ayudado a salir de la oscuridad y él siempre le estaría agradecido y estaría para ella, para lo que necesitara.
Se regreso y para sacar las dudas de algunos, esta obra estará narrada en tercera persona, como ven... Bueno, gracias por tantos mensajes que me dejaron ayer y hoy. ¡Si quieren que les dedique un cap me lo piden en el grupo!
Quiero decir no más que trabajo vendiendo esa clase de portabebés y me muevo en todo el mundo de la crianza respetuosa por eso derramé en este capítulo algo de mi filosofía jajaja
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