5. Romeo y Julieta
Christian camina lentamente hacia la escuela, volteando hacia atrás de vez en cuando, intentando ver alguna cabellera rubia, pero está solo. Sin duda no quiere llegar a la escuela, lástima que no sea bueno inventando excusas para que su madre lo deje faltar.
Después de lo que paso ayer, no quiere tener que encontrarse con Valeria, aunque sus ojos deseen verla. Voltea nuevamente hacia atrás, nadie camina por ahí, regresa su vista al frente justo a tiempo para ver al poste de luz con el que casi se choca el día anterior. Se detiene junto a él.
Se imagina abrazado al poste y no puede evitar sonreír, en verdad debió dar risa, no culpa a Vale de reírse de él, también lo habría hecho si la situación hubiera sido diferente.
—Esto es tu culpa — le reclama al poste —. Si no te hubieras atravesado en mi camino no hubiera descubierto a Valeria, ella no me abría empujado, nunca se hubiera armado un espectáculo en la escuela y hoy no tendría que ir sin ganas a ese lugar.
Suspira terminando su discurso, deseando escuchar una voz burlándose de él, pero no hay nadie.
El día anterior no supo como reaccionar, solo fue un espectador más. Vio como Valeria se fue enojada, y luego Sandy, aunque a ella no la volvieron a ver en todo el día. Ni siquiera se puede imaginar lo que los alumnos deben estar diciendo sobre él.
—Bueno, creo que debo irme — se despide del poste —. Nos vemos cosa.
Suspira y comienza a caminar nuevamente, con la misma lentitud, sin importarle que pueda llegar tarde, dejando de voltea hacia atrás, ignorando la existencia de la rubia que a unos metros se está riendo de él.
—Christian, saca la cabeza de la mochila — dice Roberto sacudiendo al chico.
—Mi cabeza está sobre la mochila — contesta sin ganas.
Roberto rueda los ojos. Desde que Christian llegó no se ha movido de su lugar, ni siquiera lo ha hablado. En otro momento le hubiera gustado su actitud, así podría aprovechar para por fin leer el libro que carga desde el primer día. Pero la concentración no llega a él, y piensa que toda la culpa la tiene el chico a su lado.
—Oye avestruz, debes salir de tu hoyo — insiste colocándose en pie.
Christian lo observa sin levantar la cabeza. Roberto intenta pararlo, sin conseguirlo.
—Vamos Chris — ruega.
Christian para sin ganas y Beto lo empuja hacia afuera. Caminan por los pasillos, lentamente, Chris camina viendo el suelo, sin ganas de levantar la mirada.
—¡Bueno ya!, dime que rayos te pasa — exige Roberto haciendo que su amigo lo vea.
—No lo sé, siento que lo que pasa es mi culpa — contesta el chico llegando al patio.
—¿Lo que pasa? Estás hablando de Valeria y Sandy. No es tu culpa Chris, Valeria te empujo, a la loca de Sandy no sé que le pasó y se fue a enfrentarla, agradece que Vale no la golpeó. Pero si buscas un culpable, yo diría que fue Sandy... ¿o Valeria?
Christian sonríe ante el intento de su amigo para hacerlo sentir bien.
—No quiero que llegue la hora del club — suelta Chris.
Roberto se detiene y lo observa extrañado. Chris voltea al ver que su amigo no lo sigue, y cuando ve su expresión recae en lo que dijo.
—¿No que no ibas a entrar a un club? — pregunta Beto.
—No iba, pero...
—Dejame adivinar — pide Beto fingiendo pensar — Mmm... Club de teatro, y la razón por la que entraste tiene nombre y apellido, Valeria Estrada.
—No es como dices — justifica Chris volviendo a caminar.
—Si, claro. Pero al menos no lo negaste del todo — sonríe Roberto llegando a su lado.
—Si es el club de teatro, pero no entré por Vale, sí. La maestra me obligó.
—Los maestros no te obligan a entrar a los clubes.
—Esta sí...
—No amigo avestruz, yo sé que lo hiciste por cierta rubia y no me vas a convencer de lo contrario. Y hablando del rey de Roma, ahí está tu chica.
Christian voltea hacia donde señala discretamente su amigo. En el mismo lugar del día anterior se encuentra sentada Valeria, solo que esta vez hay algo distinto, dos chicos están con ella. Uno está sentado a su lado derecho, con una libreta en sus piernas y sosteniendo un lápiz. El otro está a la izquierda sentado en el respaldo de la banca con sus pies descansando en el asiento.
—¿Y esos quienes son? ¿No se supone que nadie debe acercarse a Valeria? — pregunta Chris sin apartar la vista de ellos.
—Deben estar haciendo algún trabajo, si tienes que hacer tarea con ella debes hablarla no crees. Pero eso solo aplica con personas de su salón — cometa Ro viendo a Chris —De su salón, o de su club — suelta sonriendo y comienza a caminar.
—Entonces...
—No, no puedes acercarte a ella Christian — se adelanta a su amigo.
—No iba a decir eso — contesta Chris encogiéndose de hombros.
—Lo que tu digas amigo avestruz.
—Buenas tardes chicos, espero y hayan disfrutado un buen día de clases — saluda la maestra Melani entrando al salón.
—No maestra, nos dejaron mucha tarea — responde un chico en el fondo.
—Que mal, pero solo falta esta hora y podrán irse a casa — anuncia feliz la profesora.
Yo podría ya estar en casa, piensa Chris. La idea de salirse del club se cuela entre sus pensamientos, pero entonces sus ojos se giran instintivamente hacia una chica rubia del otro lado del aula. Sus ojos grises siguen atentos cada movimiento de la maestra, su cabello rubio se extiende hacia a delante cuando apoya la cabeza sobre una mano.
—Seleccioné tres obras... — escucha que dice la maestra.
Menea levemente la cabeza sin saber de que están hablando. Mira discretamente a su alrededor, otros veinte alumnos miran atentos hacia el frente. Entre ellos descubre al chico que siempre anda con Sandy, uno de los que le dieron la bienvenida en su primer día, también descubre a otra chica de su salón. Los demás son rostros apenas conocidos, excepto el de Valeria.
—Ustedes decidan cual representar para el primer parcial — dice la maestra señalando el pizarrón.
Una lista de tres nombres se extienden en letras grandes y legibles. Romeo y Julieta de William Shakespeare, Fuenteovejuna (adaptación) de Lope de Vega y La Suegra de Octavi Franch.
—La próxima clase...
—Romeo y Julieta — interrumpe alguien.
No, ¿Qué?
—Deben acordarlo como grupo — contesta la maestra.
—¿Quienes apoyan Romeo y Julieta? — pregunta la misma voz femenina.
Christian voltea para saber quien es la de la que hace semejante propuesta. Encuentra que la mayoría del aula está levantando la mano a favor de la chica pelinegra que va en su mismo salón.
—¿Alguna otra propuesta? — pregunta la maestra.
Todos guardan silencio, viéndose unos a otros.
—Bien, ya que nadie más quiere opinar no quedaremos con la propuesta de Amelia. Romeo y Julieta será la obra que actuaremos. Por favor, Valeria y Christian repartan los libretos.
Chris suspira al saber que era solo eso, se coloca en pie y por alguna razón siente que está temblando, la idea de salirse del club suena muy tentadora para él. La maestra saca unos paquetes de hojas y se los da a ellos, quienes se encargan de repartirlos a los demás. Valeria lo ignora mientras camina entre los alumnos.
—Bien, todos deben aprenderse para la próxima clase el guión, de Romeo los chicos y de Julieta las chicas, primer acto, escena tres. Haremos una pequeña audición, esta obra lleva varios personajes así que todos van a participar. Eso es todo chicos, nos vemos la próxima semana.
Todos comienzan a guardar sus cosas y a salir del salón. Christian y Valeria acomodan sus maletas sin prisa, cada uno espera que el otro se vaya primero. El aula se vacía rápidamente, dejándolos a ellos, la profa Melani y Amelia, la chica que propuso la obra.
—¿Maestra puedo hablar con usted? — pregunta la chica.
—Claro Amelia, ¿que pasa?
—Me gustaría que el papel de Julieta se lo diera a Valeria — contesta simplemente.
—¿A mí? — pregunta Vale acercándose a ellas.
—Sí, en cada obra te dan papeles protagónicos y nunca aceptas. Esta vez puede ser la excepción — menciona la chica sonriendo.
—Lo veremos en las audiciones chicas, no se preocupen por eso.
La maestra se despide y sale del salón, Amelia hace lo mismo, dejando solo a Christian y Valeria. Chris se concentra en su celular, intentando ignorarla, pero la sensación de ser observado lo está matando.
—Nos vemos Chris — suelta después de unos segundos y sale del salón.
Christian alza la mirada solo para comprobar que ella no está. Sale del salón y observa hacia los lados, no hay señal de Valeria por ninguna parte. Toma su mochila para irse a casa, sin darse cuenta de los ojos grises que lo observan ocultos por tercera vez en el día.
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