4. Hola chica mala

Valeria camina apresuradamente hacia la escuela, se detiene una cuadra antes para acomodar su cabello y su ropa. La imagen de un chico abrazando un poste de luz invade sus pensamientos haciéndola reír, seguida de la imagen del mismo chico en el suelo, viéndola con desconcierto.

Sacude la cabeza eliminando esos pensamiento y avanza normal hacia la escuela, meneando su cabello como siempre, sonriendo sinceramente por primera vez. Observa a los chicos reunidos en el patio, les dedica una sonrisa a todos los que se atraviesan en su camino. Algunos la ven asombrados, unos pocos le devuelven la sonrisa.

La pregunta que se instala en el ambiente es la misma para todos, ¿qué puso a Valeria tan feliz?

—Buenos días — saluda entrando a su aula de clase.

Los chicos la miran confundidos mientras avanza hasta su lugar en la última fila. Siempre se ha sentado sola en la esquina del salón, aún recuerda la última vez que alguien ocupó el lugar a su lado, y un sentimiento de calidez la invade.

El profesor llega tiempo después. Un hombre joven, alto, de pelo castaño y ojos color avellana. Valeria ama las clases del profe Julio, le gustan sus explicaciones, y sobretodo, que le permite hacer los trabajos que son en equipo a ella sola.

—Buen día chicos — saluda al entrar al aula.

Todos toman sus lugares esperando las indicaciones del profesor, este abre su mochila y saca un frasco lleno de papelitos.

—La clase pasada les dije que hoy íbamos a hacer los equipos para las exposiciones. Pero esta vez no los van a escoger ustedes, he visto que el grupo esta dividido en subgrupitos. Cuando digo formen equipo lo hacen solo con sus amigos, así que esta vez lo va a formar la suerte — explica alzando su frasco — Y no voy a permitir que alguien trabaje solo — completa paseando su vista por el salón, y deteniéndose unos segundos en Valeria.

La clase comienza a murmurar mientras el profesor mete la mano al frasco y mueve los papeles. Por fin saca uno y lo lee en silencio, todos están nerviosos por saber con quien les va a tocar. El profe anota algo en su libreta y luego se gira ante el grupo.

—El primer equipo va a estar conformado por... Alberto.

El mencionado pone una cara de decepción al saber que es el primer equipo, sus amigos se burlan de él. Valeria cruza los dedos para que el siguiente nombre no sea el suyo. El profesor saca otro papelito y anota en su libreta.

—El siguiente integrante es... ¿Les dije de cuantos integrantes es el equipo? — pregunta el profesor.

Los chicos ahogan un grito ante la ansiedad de saber quien es el siguiente. Apuran al profesor para que termine rápido con esa tortura.

—Bien, como son treinta alumnos, serán diez equipos de tres alumnos — los chicos asienten para que continúe, el profesor vuelve a leer el papel —. Paloma.

La chica voltea hacia Alberto y anota en su libreta. El profesor mueve los papeles de nuevo, toma uno, lo lee y anota en su libreta.

—Juan — menciona — Estos son los integrantes del equipo uno.

El resto se relaja un poco al saber que no serán los primeros en exponer. El profesor repite su método hasta ir formando todos los equipos. Uno a uno los nombres van saliendo, chicos con suerte quedaron junto a algún amigo, otros quedaron con personas que no son de su agrado.

—Equipo ocho — menciona el profe Julio repitiendo su sistema — Lucas.

Los chicos ya mencionados se quejan, los que aún no han salido festejan. Lucas es el chico más aplicado del aula, con buenas calificaciones en todas las materias, y todos saben lo bien que se le da explicar temas. Lucas solo escribe en su libreta ignorando los murmullos que se dan mientras el profe revuelve los papeles.

—El segundo integrante es... Fabián.

El chico festeja y sus amigos lo felicitan. Fabián es un chico alto, moreno, con buenas calificaciones en la mayoría de las materias, aunque siempre deja las tareas para el último momento. Es conocido por ser un chico social, llevándose bien con todos, aún cuando sus amigos cercanos son solo tres.

—Este va a ser un buen equipo — susurra un chico frente a Valeria.

—No si lo arruina el próximo integrante — contesta su compañero.

El profe saca otro papel del frasco y sonríe al leerlo, anota en su libreta antes de anunciarlo a sus alumnos.

—Y el ultimo integrante del equipo ocho es... — hace una pausa dramática — Valeria.

Todos voltean hacia ella quien se concentra en fingir anotar algo en su libreta.

—Continuemos con los equipos — dice el profesor para llamar la atención de todos.

El sonido del timbre anunciando el receso basta para que que el salón se vacíe de alumnos. Valeria no se mueve de su lugar, aunque tiene ganas de salir corriendo para ver si Christian está bien, se arrepiente de haberlo dejado tirado en el suelo y no ayudarlo siquiera a levantarse.

—Hola chica mala — saluda Fabián sentándose junto a ella.

—Vete — dice con desgana.

—Tengo paso libre para hablarte, ahora somos equipo para una tarea. Además el salón está casi vacío, y no me voy a ir.

Valeria solo rueda los ojos. Si bien es sabido que en la escuela circula la advertencia de no hablar a esa chica, todos en su salón saben que pueden romperla cuando de tarea se trata, ¡vamos!, que los rumores y demás son cosas entre alumnos.

Sin embargo hay un sujeto al que nunca le han importado las amenazas, y ese es Fabián. Desde el día en el que se empezó a correr el rumor de no te acerques a Valeria o te irá mal, el quiso romperlo, le gusta ir en contra de lo que dicen los demás. Pero Valeria siempre se ha alejado de él, no quiere perjudicarlo, y Fabián respeta eso, por eso la habla solo cuando debe hacerlo.

—¿Es verdad que mataste al chico nuevo? — pregunta de repente.

—¿Y eso que tiene que ver con la tarea? — cuestiona volteando a verlo.

Valeria comienza a preocuparse solo con escuchar, al chico nuevo, sabe de quién está hablando, no hay otro chico nuevo por ahí.

—Vamos Vale, esta mañana cuando llegue escuche algunos rumores. Unos decían que lo mataste, otros que lo empujaste desde un puente, otros que le diste la golpiza de su vida, otros que...

—¡Bueno ya!, nada de eso es cierto — interrumpe lo que dice su compañero.

Si hay algo que Valeria ignora en la escuela son los rumores hacia su persona. Solo conoce algunos que Fabián le cuenta o que se cuelan a sus oídos de vez en cuando. Usualmente todos guardan silencio cuando ella está cerca.

Lucas entra al salón y camina hacia ellos, un tanto nervioso, pues es la primera vez que debe hacer equipo con Valeria, y nunca en la vida a hablado con ella.

—Entonces cuéntamelo todo — pide Fabián.

—¿Hablan de la tarea? — pregunta Lucas sentándose frente a ellos.

—No cerebrito, intento averiguar que le hizo esta mujer al chico nuevo — contesta viendo a Vale —. Pero gracias por venir, así esto de la tarea encubre mi verdadero propósito.

—Ya basta Fabián — ruega Vale.

—No hasta que me expliques, quiero saber si hubo sangre, ¿sufrió mucho? ¿O fue una muerte rápida y sin dolor?

Lucas lo observa un poco asustado.

—Deja el drama, yo solo intenté apartarlo, no fue mi culpa que no estuviera bien parado y se cayera de culo al suelo — suelta Valeria.

—Fuertes declaraciones. ¿Entonces admites que..?

—Adiós Fabián — lo interrumpe Vale poniéndose de pié y saliendo del salón.

Camina por los pasillos como siempre, o al menos lo intenta, por que no puede apartar a Christian de sus pensamientos, ni fingir una sonrisa. ¿Será que algo grave le pasó? Las miradas de los chicos en el pasillo la ponen un tanto nerviosa.

Llega hasta el patio y se desploma en la única banca libre que encuentra, junto a un árbol que le da sombra y refresca el ambiente. Respira profundo para intentar tranquilizar a su corazón que late muy rápido, pero sus minutos de paz pronto se ven interrumpidos.

—¡Valeria! — escucha que exclama una voz femenina.

Voltea confundida, usualmente nadie la habla, mucho menos le grita con la emoción de alguien que ha pasado horas buscándote. Lo primero que nota son unos ojos color chocolate que la observan. Suspira disimuladamente, siente alivio de saber que al menos sigue vivo.

Pero Christian no pudo ser la fuente del llamado. Deja de ver al chico y se da cuenta de la situación que se desarrolla ante ella. Los estudiantes la rodean esperando un espectáculo, delante de Chris puede distinguir a una chica delgada y de cabello negro, tan lacio que envidia. La conoce bien, pero no entiende que hace allí.

Lentamente se levanta de la banca, sin apartar los ojos de aquella chica. Parece enojada, furiosa. Valeria no recuerda otra ocasión en la que la halla visto tan molesta.

—Sandy Almeida — menciona suavemente.

—Valeria Estrada — escupe con rencor.

—¿Que pasó con el universo para que tenga el honor de hablar con la gran Sandy? — pregunta burlona.

Algunas risillas se cuelan entre la multitud haciendo que Sandy se enoje más.

—Más bien es un horror dirigirte la palabra — contraataca la pelinegra.

—¿Y solo veniste a decirme eso? Mejor me voy, esto me aburre, tengo mejores cosas que hacer — dice esto y se voltea intentando salir de ahí, pero algo la detiene.

—¿Como empujar a chicos inocentes?

Voltea nuevamente para ver la sonrisa triunfal en el rostro de la chica.

—Admite ante todos que empujaste a Christian — ordena Sandy.

Valeria instintivamente mira a Chris, sigue parado detrás de Sandy sin saber que hacer. Sus ojos se conectan con los de ella y puede leer en sus pupilas que quiere detener eso.

—Lo siento Sandy, no sé de que hablas — contesta intentando huir nuevamente.

La multitud abre un camino para que ella pase, pero alguien la jala del brazo impidiéndole avanzar.

—Eres un ser humano despreciable Valeria, ¿qué te hizo Christian para que lo trates así? — cuestiona la chica apretándole el brazo.

—Que te da valor para hablarme de esa manera — espeta Vale un tanto enojada y desesperada por la situación.

Sandy se sorprende por un segundo que Valeria aprovecha para sacarse de su agarre.

—Tú no...

—Tú no tienes derecho de tocarme, de hablarme, ni de reclamarme nada —

Valeria avanza un paso por cada palabra que menciona, Sandy retrocede intentando mantenerse firme.

—Yo empujo a quien quiera — suelta empujándola suavemente —. No me interesa que sea tu nuevo novio, o alguien más. Y si tienes más cosas que decir, hazlo sin traer a toda la escuela para que te de valor — finaliza alejándose de ella.

La multitud comienza a festejar y a aplaudir a Valeria, haciendo que su enojo aumente.

—¡Y ustedes! — menciona fuerte para que todos la escuchen —. Dejen de estar inventando cosas sin sentido, ¿ven a Christian? — señala al chico —. Está vivo, entero, con perfecta salud, no necesitan decir que lo empuje desde el puente más alto, o que se rompió un brazo. Les vale más quedarse callados que estar diciendo estupideces.

Tras decir eso sale hecha una furia, los chicos se apartan dejándole el camino libre. La adrenalina del momento disminuye con cada paso que da, y para cuando está lejos de su público comienza a sentirse culpable, no debió haber dicho nada de eso.

Sacude la cabeza de los malos pensamiento y camina rápidamente hacia su salón, no piensa salir de ahí hasta que todos en la escuela se hayan marchado. El aula está vacía, he intuye el porqué, no ha terminado de sentarse cuando un chico entra aplaudiendo.

—Buen discurso chica mala — felicita sonriendo.

Pero ella no lo cree así. Todo en su vida parece complicarse desde la llegada de esos ojos color chocolate, que espera no volver a ver.

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