PRISIONERO
Coloqué suavemente el tronco de madera en un pequeño agujero previamente hecho por mí en la tierra y con ayuda de un martillo comencé a golpearlo para enterrarlo con algo de dificultad, repetí esta acción varias veces con otros troncos hasta cubrir una distancia de unos quince metros aproximadamente, cada tabla estaba separada por la anterior por al menos medio metro.
- Maldita cerca va a acabar con lo que me queda de vida -gruñí de frustración-
Ya era la segunda vez que hacía aquella cerca, la primera no resulto muy bien, apenas la termine mi supervisor apareció y con un ligero toque a uno de los troncos hizo que los demás se vinieran abajo como si de un efecto domino se tratase.
- Dios -suspire para sentarme en el suelo- ahora es que me falta
Decidí tomar un breve descanso ya que mis patas me estaban matando sin mencionar también mis manos producto del constante martilleo a los troncos, tire la vista para apreciar el paisaje y detalle como a lo lejos sobre una casa hecha de piedra con techo de madera se encontraba una enorme figura haciendo aparentes reparaciones.
De repente dos grandes alas se extendieron de su espalda y de un salto descendió hasta el suelo no sin antes saludarme con un brazo y con una sonrisa que aunque no la viera estaba seguro de que allí estaba. Por un momento no pude contener una sincera sonrisa, algo que hace mucho tiempo no hacía.
- ¿Cómo es que termine aquí?
Solté un fuerte suspiro mientras apreciaba el sol ocultarse tras una colina más allá de la casa
- Hace cinco meses -
Estoy sentado cómodamente en mi silla tipo ejecutiva de mi oficina, grandes libreros decoran todas las paredes y una que otra planta las esquinas, atrás de mi a un gran ventanal con una increíble vista a la ciudad, llevo horas en aquel lugar y he perdido la noción del tiempo pero a juzgar por la posición del sol poniente ya deben ser cerca de las cuatro
Frente a mí se extiende un gran escritorio que me rodea parcialmente y un poco más allá sentado al otro lado de este un importante invitado, un viejo canguro muy bien vestido que me miraba y hablaba seriamente.
- Alan -me llamó el viejo canguro- los resultados lo confirman, es imposible operar el tumor en tu estado actual, este se ramifico a otros sectores de tu cerebro
Mi peor temor ha sido confirmado, aunque ya me había hecho a la idea de esta posibilidad y preparado mentalmente para recibirla no pude resistir, le di vuelta a la silla mirando a la ciudad y me hundí en está viendo el atardecer con mirada perdida.
- Está en un sitio muy comprometido -continuó- si operamos corremos muchos riesgos de causarte Dios sabe que, tal vez aun estemos a tiempo de actuar si nos damos prisa, debemos tratarlo primero y seguir su avance, necesitamos hacer estudios más minuciosos en la zona
- No me des falsas esperanzas -dijé sin voltear a mirarlo- tu y yo sabemos que es una sentencia de muerte Dr. Amaya
- No te puedes rendir, como tu doctor te recomiendo tomar medidas ahora o si no---
- ¿Si no qué? -le interrumpí- ¿Moriré unos meses antes? -gire de nuevo mi silla para verlo- ¿Cuánto tiempo me queda?
Amaya parecido tragar grueso y titubeo, era una pregunta que ningún doctor o paciente querían formular o responder.
- No sabría decirle -respondió- cada individuo responde de forma diferente a los tratamientos, las quimio y radioterapias, quizás un---
- Sin terapias -volví a interrumpirlo- no me someteré a esas cosas, solo tratamientos sencillos
- ¡¿Alan estás loco?! ¡Las terapias conjuntamente con las operaciones y el tratamiento es lo único que puede salvarte la vida! ¡Aun tienes por que vivir! ¡Puede que ocurra un milagro!
- Te diré dos cosas Amaya, la primera es que no creo en milagros, solo en lo que pueda lograr yo mismo con mi fuerza de voluntad y en estos momentos ya no doy para más, la segunda es que te equivocas en decir que aún tengo porque vivir, sabes a que me refiero con eso.
- Alan -apenas susurró-
El doctor de toda la vida de mi familia me vio con ojos de compasión, él sabía todo lo que había pasado hasta ese momento y entendía mis razones para no querer someterme a un sufrimiento innecesario que igual terminaría en mi muerte. Quizás si se hubiese detectado antes lo hubiéramos prevenido, pero nunca se mostró ningún síntoma hasta ahora y yo estúpidamente creyéndome invencible no se me paso por la mente hacerme chequeos rutinarios.
En mi prepotencia me condene a muerte a mí mismo, pero no les daría el gusto a los demás de verme sufrir, tomé el teléfono del escritorio y mientras marcaba sin mirar al doctor retome la conversación.
- ¿Cuánto tiempo Amaya? -volví a preguntar mientras marcaba unos números- solo con el tratamiento por favor
- Creo que un año a lo mucho -respondió finalmente- no sabría decirte si unos meses más o unos meses menos, solo te puedo decir que conforme vallas llegando al final sufrirás mucho si no te medicamos adecuadamente
- Con eso me basta -escuché una voz al otro lado de la bocina respondiendo- Jennifer, avisa a toda la junta que realizare una videoconferencia en treinta minutos con carácter de urgencia, también llama a los abogados, que vengan a mi despacho en una hora a más tardar -corte la llamada sin decir más-
- ¿Alan que piensas hacer?
- Dejar todo en orden para mi partida
Fue una tarde bastante ocupada ese día, toda la tarde con mi doctor de confianza, después de su partirá hice una conferencia con la junta donde anuncie que me retiraría de año sabático para descansar ya que tenía años sin tomar vacaciones ocultando mi verdadera condición, deje a cargo a los que considere más competentes y para finalizar la jornada laboral una reunión secreta con mis abogados para afinar algunos detalles legales en el peor de los casos, protegiendo mi legado y asegurando su futuro.
No fue hasta las diez de la noche que al fin llegue a mi humilde vivienda, una bella mansión en uno de los sectores más privilegiados de aquella ciudad, apenas cruce la gran puerta de mi morada me quite mi saco para colgarlo en un perchero cerca de la puerta. Justo en ese momento vi mi reflejo en un gran espejo que allí se encontraba, semanas antes veía un gran león en muchos sentidos, gran cuerpo, vestido formalmente para los negocios, traje perfecto, corbata elegante, una gran melena que variaba de marrón claro a oscuro peinada a la perfección por un estilista privado al igual que el mechón de la cola.
Pero lo más importante era que aquel león tenía unos ojos carmesí intenso, ya por ser un gran león era intimidante pero añadiendo esos ojos era más que eso, con una sola mirada podía imponer mi voluntad sin siquiera decir una palabra pero ese león ya no estaba en ese reflejo, solo había un cascaron vacío. Afloje mi corbata y camine perezosamente por el pasillo mirando los retratos en las paredes, me detuve un momento a apreciar uno en particular donde una familia de leones posaba felizmente.
Era yo mismo unos años atrás con una leona a mi lado y tres cachorros a mis pies riendo, fueron tiempos felices que quedaron atrás, Retome el camino hasta la cocina, abrí uno de los gabinetes y saque una gran botella de ron, en realidad saque lo primero que vi que pensaba pudiera hacerme olvidar mis problemas. Me senté en uno de los altos bancos del mesón y comencé a tomar de la botella directamente, ya para esa hora esperaba que todo el personal de mantenimiento se hubiese ido y el poco personal fijo ya estuviese dormido pero me equivoque, cuando iba por la mitad de la botella una voz me saco de mis pensamientos.
- Pero bueno chico usted no debería tomar así, es malo para la salud mi niño
No necesitaba voltear para saber quién era, su voz femenina y ese acento caribeño-cubano la delataban. María, una nutria de unos sesenta y ocho años que fue más madre y padre que mis propios progenitores se puso a mi lado, paso suavemente sus manos por mi frente organizando un poco mi fea melena con mucho cariño.
- Te preparare algo de comer mi niño -rasco un poco mis orejas y siguió a la cocina- ¿Qué le parece un buen trozo de carne roja con unas papas al horno?
- No se supone que este aquí abajo -seguí tomando de la botella- es muy tarde, hace rato que deberías estar dormida
- Decidí esperarte, algo me decía que mi niño me necesitaría
Me llamaba así desde que era un cachorro, mis padres la contrataron hace ya como unos cuarenta años para atender labores domésticas de la mansión, conforme paso el tiempo noto la ausencia de mis padres y como esto me afectaba. Me brindo todo el apoyo y amor que una madre adoptiva podía darle a un pequeño león, siempre me cuidaba y velaba por mi incluso en los momentos más duros como este.
- No fueron las noticia que esperaba ¿Verdad? -se notaba la tristeza en su voz-
- Te equivocas -tomé lo que quedaba de la botella de un golpe y la puse a un lado- era la noticia que con miedo esperaba pero que no quería aceptar
En ese momento se hizo un silencio bastante incomodo, yo solo veía con mirada perdida la botella vacía mientras escuchaba a María hacer la comida, en un momento dejé de escuchar y sentí un fuerte abrazo que hundió mi rostro en un sitio cálido y familiar, no necesitaba más en ese momento, la nutria había dejado de hacer lo que hacía para darme un fuerte y sincero abrazo. Solo me limite a restregar mi rostro en su blusa mojándola con algunas lágrimas que se me escapaban, la abrace con fuerza como un cachorro pequeño con miedo, un miedo que difícilmente se iría.
- Que patético soy, ya como león ni sirvo
Pase unos días en mi habitación, la depresión se había apoderado de mí y no quería hacer nada en lo absoluto. María cuidaba de que estuviera bien o no hiciera algo estúpido, normalmente entraba a ratos y me picaba con un palito a ver si estaba vivo, si me movía todo bien y entonces me traía el desayuno, almuerzo o cena según fuese la hora.
También me obligaba a bañarme a regañeses, realmente se comportaba como toda una madre pasada una semana en aquel deprimente estado tome una decisión, me iría lejos, no sé a dónde, simplemente quería irme a ver que encontraba, a ver que podía hacer, o tal vez simplemente un mejor lugar donde morir. María no me detuvo de irme, ella sabía que allí ya no tenía nada que necesitara o quisiera y que quizás encontraría algo mejor por fuera.
Mi primera parada la hice en Japón, apenas llegue como buen niño hice lo primero que le prometí a María, me compre una tableta de tipo militar para estar siempre comunicados. Los beneficios de la tableta iban un poco más allá de una ordinaria, tuve que pagar un poco mucho más pero no fue problema.
Era virtualmente indestructible y serviría en cualquier sitio del planeta ya que funcionaba conectándose a un satélite de una compañía y no a simples antenas de ciudades, la cobertura no sería un problema. Luego de eso tome la decisión de volver a las raíces de mi especie y a mi juventud, es decir un león promiscuo que no hacía más que tener sexo con toda hembra que se pasara por enfrente.
Las dos semanas siguientes la pase en toda clase de bares y discotecas, mi japonés estaba algo oxidado pero supe defenderme y aún más llevar a más de una hembra a la cama, en algunas ocasiones a más de una a la vez. Aun a mis cincuenta años seguía siendo un león bastante atractivo y dominante, no había perdido aquel toque que tenía en mi juventud y que tuve que dejar por cuenta propia cuando mi padre me obligo a casarme para seguir su legado.
No tarde en aburrirme de Japón y su sake y continúe mi viaje por algunos países latinoamericanos, era increíble la cantidad de hembras que tenían operados los senos y glúteos, parecía un león en una carnicería, todas las noches una especie diferente, una yegua, una gata, una husky, una zorra, y así sucesivamente hasta que empalague mis sentidos aburriéndome de las latinas.
Decidí seguir mi camino al viejo continente a ver que me ofrecía pero abrazando los recuerdos que recién había formado en aquella tierra. Como por ejemplo despertar en una discoteca cubierto de mi propio vomito a causa de una bebida alucinante que nunca antes había tomado llamada "Borrón y cuenta nueva".
Llegué al viejo continente mejor conocido como Europa, ya para este punto mi libido estaba más estable decidiendo solo acostarme con alguna hembra casual un día si un día no. Uno de esos tantos días después de echar de mi cuarto de hotel a una de esas tantas hembras volví a sentir la necesidad de continuar mi camino.
Ya para ese entonces habían pasado tres meses, tres meses de alcohol, hembras y una que otra droga, esa sensación vacía seguía allí sin ser llenada y el miedo seguía en mi corazón, el tiempo corría en mi contra aun por más que las borracheras y sesiones de sexo desenfrenado me hicieran olvidar temporalmente.
Camine fuera del hotel con maleta en mano con camino al aeropuerto, pero antes de subirme al taxi un gran camión que trasladaba un cargamento de motos nuevas paso frente a mí, en ese momento una idea se formó mi mente y una sonrisa en mi hocico se instaló.
Compre una moto que increíblemente no usaba gasolina ni gasoil, era totalmente eléctrica y al igual que mi tableta se cargaba con luz solar, saque solo lo esencial de mi maleta y lo guarde en el pequeño compartimiento de la moto tirando el resto a un basurero incluyendo la propia maleta, me puse mi casco y pise a fondo. Quizás aquel viejo continente aún tenía algo que ofrecerme en sus viejos caminos y ciudades, si era así entonces esta moto me conduciría a ellos.
- Hace un mes -
En menos de un mes recorrí en mi moto varios países de Europa, comencé en Portugal, pase por España, luego Francia donde particularmente no disfrute para nada su comida en miniatura, continúe mi camino hasta pasar por Italia comiendo toda la pizza que pude hasta reventar, proseguí hasta Austria que a pesar de ser un país pequeño sus hembras resultaron dar la talla a mis necesidades de forma temporal.
Finalmente llegue a mi ubicación actual, Alemania, pase varios días rondando de ciudad en ciudad probando cada cerveza de cada región hasta que finalmente termine en una ciudad llamada Luxemburgo. Me alojé en una posada y me fui al bar más cercano en busca de compañía como venía haciendo desde hace tiempo.
Llegue a una pequeña taberna a eso de las ocho de la noche, había muy poca gente tomando y ninguna hembra dispuesta a pasar la noche con un león moribundo, me senté en la barra y le pedí al cantinero una cerveza para pasar el tiempo hasta que llegara alguna posible presa. Paso un par de horas y extrañamente aún no había conseguido nada salvo un leve estado de ebriedad, en eso mi mejor amigo del momento es decir el viejo toro cantinero que me había estado atendiendo se detuvo frente a mi viéndome detenidamente a lo que le devolví fríamente la mirada.
- ¿Te parezco lindo? -le pregunte irónicamente al toro-
- Quizás si me tomase un galón de cerveza como tú me parecerías lindo
En ese momento no pude mantener mi seriedad y solo me reí igual que el toro, no sé si era por la cerveza o porque de verdad era agradable pero ya hasta lo consideraba un buen amigo.
- ¿Sabes? -continuó el toro- bebes como un león que busca su muerte
- ¿Por qué dices eso? -retomé mi cerveza-
- Llevo años atendiendo a clientes y escuchando sus historias, no todas tienen un final feliz pero sí tuvieron un mismo inicio
- ¿Y ese inicio cuál fue?
- Todos comenzaron en este bar cazando hembras y bebiendo, intentando olvidar el hecho de que están por morir
En ese momento me detuve en seco y miré fijamente al toro que solo se limitaba a limpiar los vasos de vidrio con su sucio trapo.
- Reconocería esos ojos muertos de miedo donde fuese -continuó- hace años yo tuve esa misma mirada hasta que encontré lo que necesitaba no muy lejos de aquí.
- Hace una semana -
No sé cómo estúpidamente había terminado en aquel lugar y mucho menos no sé cómo diablos le pude hacer caso a un viejo toro de un bar alemán. Estaba estacionado bajo un árbol, me tuve que detener ya que simplemente estaba perdido, entre una desviación y otra acabe en medio de la nada, literalmente.
- Ve a Irlanda, allí encontraras lo que necesitas -me dije a mi mismo- estúpido toro, no sé por qué carajo le hice caso
Deje mi moto bajo el árbol y camine hacia la solitaria vía, me asome a ambos extremos y lo único que veía eran verdes colinas por todos lados, el camino se perdía entre ellas incluyéndome. No lo pensé más y saque mi tableta para usar el GPS, en cuestión de unos minutos me ubique y le pedí que me guiara a la ciudad más cercana, sorpresivamente la aplicación me lanzo un error catastrófico al no reconocer ninguna ruta vehicular donde estaba y por lo tanto imposibilitándolo para trazar una ruta de escape a mi problema.
- ¿¡Pero qué mierda!?
Lance un gran rugido por todo lo alto maldiciendo el nombre desconocido de aquel toro, por la hora devolverme por donde vine no era una alternativa así que deje que el camino decidiera por mi como vino haciendo las semanas pasadas. Me subí a la moto y continúe por diversos caminos rurales hasta que por fin al pasar entre dos colinas llegue a un pequeño valle, me detuve para apreciar un minuto la vista.
Podía ver un rio que cruzaba el valle y algunas casas a lo largo de este, grandes árboles las ocultaban pero aún se podían ver, ahora entendía la razón de no poder ver este caserío en la tableta, literalmente estaba escondido, también pude apreciar que una pequeña porción de la tierra de aquel valle estaba dedicada a la agricultura y todo lo demás eran extensos y verdes pastizales que eran devorados por grandes vacas ferales.
Ya la noche estaba cayendo y por lo menos una posada tendría que haber en aquel caserío, no tarde en llegar a este en la moto y me detuve en lo que parecía ser el único almacén de todo en todo el lugar, me dispuse a bajar de mi vehículo y me acerque al pequeño negocio hecho de piedra el cual era atendido por irónicamente un viejo toro.
- Disculpe señor -saludé- ¿Sabe de alguna posada aquí donde pueda alojarme?
El toro me miro detallándome sin ninguna clase de disimulo para luego poner con cuidado una bolsa de papel marrón suavemente sobre el mostrador, en ese momento unas gigantescas garras aparecieron de mi lado tomando la bolsa, cosa que me asusto un poco porque no note a alguien más allí cuando me acerque al establecimiento.
- Lo siento pero no, en este lugar no tenemos ninguna posada o algo similar para los viajeros, de hecho casi nunca vienen viajeros por acá
- ¿Está seguro? -miré disimuladamente a un lado intentando ver al otro individuo- es que ya casi es de noche y a decir verdad no sé cómo llegue aquí y mucho menos como llegar hasta la siguiente ciudad
No pude detallar mucho del individuo a mi lado por una gran capa que lo cubría desde el rostro hasta los pies, salvo su increíble altura que debía sacarme como cabeza y media a mi estatura solo podía deducir que era alguna especie de lagarto por su hocico de escamas grisáceas y su gruesa cola que arrastraba. En ese momento aquel individuo se dio la vuelta alejándose, dejándonos solo a mí y al toro nuevamente.
No pude sacarle mucha información a aquel toro renuente, era obvio que los extraños no eran bienvenidos en aquel valle, me indico una vieja ruta y un tiempo estimado de siete horas para llegar a la siguiente ciudad, sería una muy larga noche para mí pero no tenía más remedio que seguir, luego me encargaría de volver a ese bar de Luxemburgo y matar a ese toro que me puso en esa situación.
Llevaba ya unos cuarenta y cinco minutos en aquella vía, era totalmente de tierra y algo angosta lo que reducía mi velocidad considerablemente, la noche acaba de caer hace ya una media hora. Para rematar unas gotas de lluvia chocaban contra mi casco como si lo anterior no fuera suficiente malo.
El camino para mi desgracia se ponía peor puesto que empecé a atravesar una serie de curvas cerradas, era más que obvio que aquel camino no estaba diseñado para tránsito vehicular sino peatonal pero mi mayor desgracia vino unos segundos después de tomar una de esas tantas curvas topándome de frente con un animal cuadrúpedo de clase bovina, es decir, una estúpida vaca feral en mi camino.
Me desperté de golpe al sentir un fuerte resoplido en mi melena, apenas abrí los ojos lo primero que vi fue una gran nariz olfateándome seguido de un asqueroso lengüetazo a mi melena sacándome un quejido de dolor.
- ¿¡Pero qué!?
Me separé rápidamente de mi agresor y lo pude detallar claramente, era una vaca que aparentemente confundió mi melena con pasto.
- Nota mental -pensé- matar vacas ferales y toros
Gire mi cabeza inspeccionando mi alrededor, estaba bajo techo en lo que parecía ser un pequeño y simple granero con la única compañía de aquella vaca que me confundió con su desayuno. Intente hacer un poco de memoria de lo último sucedido antes de despertar no sin antes sentir un fuerte dolor de cabeza.
- Maldición -gruñí un poco-
Entonces al fin recordé todo, una vaca feral se había atravesado en mi camino, gire rápidamente para no chocar contra ella saliéndome del camino, comencé a ir a toda velocidad colina abajo, intente frenar pero no pude por la gran inclinación y lo mojado del pasto a causa de la lluvia, choque contra una cerca y no recuerdo que otras cosas más pues todo pasaba muy rápido, al final del recorrido termine perdiendo el poco control que aún tenía separándome de la moto y rodando por el suelo sintiendo un fuerte golpe en mi casco.
Apenas estaba medio consiente para entonces y la lluvia se había intensificado, me levante como pude del lodoso suelo y busque la moto, la vi a unos pocos metros de mí y un poco más allá una vieja estructura de madera. Tome la única decisión que parecía prudente en aquel momento, abandone la moto en la lluvia y tome ruta a aquel viejo edificio.
Al llegar empuje la puerta de madera ingresando al recinto, lo poco que recuerdo después es que me lance sobre una pila de paja donde me quede profundamente dormido. Ya habiendo puesto mis ideas en orden procedí a levantarme de aquella paja que sirvió como cama la noche anterior, sentí algo de humedad en mi ropa producto de la lluvia del día anterior, me quité mi chaqueta tirándola por allí quedando solo con una camisa sin mangas roja y mis jean azules.
Camine hacia la puerta del granero para salir pero antes de llegar la puerta se abrió de un golpe bañando todo el sitio con la luz del sol cegándome por unos instantes haciéndome cubrir con una mano.
- Así que tú eres el responsable por todo el desastre de allá afuera -dijó una profunda voz-
- ¿Que yo que? -pregunte tontamente intentando adaptarme a la luz-
Apenas mi vista se adaptó a la luz retiré lentamente el brazo para identificar la fuente de aquella gruesa voz, pero lo único que pude ver fue una enorme sombra parada frente a mí, hice un poco más de esfuerzo en detallar a aquel individuo y mi sorpresa vino cuando lo logro identificarlo como aquel sujeto misterioso en la tienda del toro la noche anterior, lo identifico por el simple hecho que sigue usando la misma capa desde la cabeza hasta las patas.
- ¿Usted no es aquel de la tienda del toro? -pregunté-
- No intentes desviar mi atención
En ese momento sentí como una fuerte manos me tomaron de mi brazo y me jaló hacia afuera cegándome nuevamente por unos segundos.
- ¡Mira el desastre que hiciste!
En ese momento el sujeto se quita la capucha revelando lo que ya yo sospechaba, era un reptil grisáceo claro, casi plateado aunque no sabría decir cual especie exactamente, tenía un hocico alargado y grueso, de los lados de su cabeza salían dos pares cuernos grandes ligeramente curveados hacia atrás.
- Oye de verdad lo siento no fue mi intención -intenté explicar- anoche iba rumbo a la ciudad en mi moto y una vaca feral se atravesó en el camino haciéndome perder el control---
Y fue justamente cuando realmente vi el daño que había provocado, a lo lejos pude divisar sobre una colina una gran distancia de cerca de troncos unidos por alambres rota, por la colina se podía ver la marca de los neumáticos de mi moto en mi intento de frenado. Ya llegando al final de la colina se podía ver claramente un camino directo hasta mi posición actual acompañado de un pequeño sendero de destrucción.
Había atravesado lo que parecía ser un campo de trigo, llevándome todo a mi paso incluido un espantapájaros que yacía en el suelo tirado, otras cercas de madera que dividían varias secciones del lugar pero hay no terminaba todo. Casi llegando a nuestra posición había un pequeño rio con un molino de agua parcialmente destruido que había detenido su movimiento, ya para ese momento tenía la mano en la frente sin palabras que decir.
- ¿A la ciudad? -se acercó a mi- ¿Estas borracho o qué? -dio un fuerte resoplido en mi cabeza- no lo pareces, ese camino le da tres vueltas al valle antes de regresar al caserío nuevamente, es para distribución de suministros y ya casi no se usa en la actualidad
- Maldito toro -lancé un pequeño rugido de frustración- ¡Primero termino perdido en Irlanda y ahora esto! -me calmé un poco- escucha te pagare todos los daños ¿Sí?, solo déjame ir a la ciudad y te lo compensare con intereses
- ¿Lo prometes? -respondió con algo de ironía-
- Lo prometo lo prometo -camine hacia la moto que aún seguía tirada en el suelo- dame unas horas y regreso
Apenas levante la moto me subí en esta y procedí a encenderla pero para mi sorpresa nada paso, la moto estaba totalmente muerta y ni un ruido hacía, intente varias veces encenderla pero no obtuve respuesta alguna por parte de mi vehículo. Una fuerte risa proveniente de aquel sujeto me hizo voltear a verlo, en su mano dos grandes cables tenia, uno rojo y uno negro que obviamente reconocía.
- Aquí nuestra moneda no es el dinero, extraño -guardo los cables en su capa- es el trabajo duro
- ¿¡Estás loco!? -me bajé de la moto furioso y camine hacia el- ¡Te dije que te pagaría y más! ¡Estoy loco por irme de este condenado continente lleno de vacas homicidas y toros lunáticos!
- Me das más razones para desconfiar de que volverás -contesto con suma calma- te propongo algo, arregla todo lo que dañaste y te devolveré los cables para que te puedas ir en tu moto
- ¿¡Enserio!? -ya estaba empezando a gruñir de ira- ¿Crees que me importa esta moto? -me devolví hasta la moto dándole una fuerte patada tumbándola al suelo- ¡Puedo comprarme cualquiera que desee cuando llegue a la ciudad!
- Nadie en el caserío te dirá la verdadera salida de este lugar si yo se los pido, tu tableta tampoco lo hará y sí, me tome la molestia de revisar tus cosas Señor Alan, irte a pie a ciegas te tomaría yo diría que más o menos una semana para llegar a la ciudad más próxima sin mencionar los riesgos que correrías en pleno campo abierto -me dijo sonriendo-
En ese momento una inmensa ira se apodero de mí, quería abalanzarme sobre el para arrancarle los ojos pero antes de dar el primer paso me quede inmóvil al ver como desabrochaba con su mano un botón en su cuello. Botón que sostenía su capa para después retirarla de un tirón con la misma mano.
Lo que vi me dejo petrificado, enganchadas a sus hombros por unas garras y cruzadas entre si se encontraban dos alas que casi tocaban el suelo, poco a poco sin el menor esfuerzo estas se desengancharon y cayeron rosando levemente el piso, el individuo respiro hondo y sus alas comenzaron a tomar lugar atrás de su espalda, comenzaron a estirarse completamente hasta un punto que dio un fuerte aleteo golpeándome el rostro con un suave viendo para finalmente recogerlas naturalmente atrás de su espalda en posición de descanso.
- Valla -exclamó con un suspiro- mucho mejor
Era un dragón, mis ojos no me engañaban, era un maldito dragón, una de las especies más raras y menos conocidas en todo el planeta sin mencionar más longevas. Los pocos dragones de los que tenía conocimiento eran figuras públicas muy poderosas o grandes empresarios que habían construido sus carreras gracias a las herencias provistas por sus antepasados y sus conocimientos guardados celosamente.
Pero algo no encajaba con este dragón grisáceo de ojos azules, solo vestía un pequeño pantalón viejo y ajustado que sorprendentemente resistía la musculatura de sus piernas. No llevaba camisa puesta exponiendo orgullosamente su bien formado torso y pecho, simplemente algo no estaba bien en lo que mis ojos veían.
- Te diré que, serás algo así como mi invitado forzado -continuó el dragón- te hospedaras en mi tierra el tiempo que te tome reparar el daño que hiciste y luego te podrás ir tranquilamente
- Bastardo -susurré-
- ¿Qué dijiste?
- Tu ganas -suspire resignado guardando mis garras- ¿Por dónde empiezo?
- ¡Esa es la actitud! -aleteo sus alas fuertemente con una sonrisa- podemos ir en el mismo orden que tu pequeño sendero de destrucción -señalo en lo alto de la colina- primero la cerca de mi granja, el campo de cebada, las cercas internas, los espantapájaros y por último el molino de agua
- ¿Cuánto tiempo crees que llevé reparar todo esto? -hice lo más parecido posible a una mueca de fastidio-
- Eso mi querido león dependerá del esmero que le pongas
- Presente -
Recogí el martillo y el pico de cavar para luego dirigirme a la casa del dragón donde este posiblemente ya estaba esperándome, apenas había pasado una semana desde que comencé a reparar la cerca, me llevo cuatro días hacerla y en un minuto el dragón con una mano la tiro abajo, por poco lo mato pero cuando estaba por saltarle encima solo me miro con una sonrisa estúpida y dijo que me enseñaría a hacerlo bien esta vez.
Por unas horas estuvo a mi lado enseñándome cuidadosamente cada detalle por estúpido que fuerza, que tan profundo debía cavar el agujero y como debía para no fatigarme tanto, además de eso la forma correcta de enterrar el madero y como verificar que al final el trabajo estuviese hecho correctamente.
Yo era del tipo de león que hacia todo eficiente y eficazmente pero aquel tipo de trabajo no era mi especialidad, más sin embargo aquel dragón lo hacía parecer sencillo tomándoselo con una calma que me desesperaba.
- Recuerda -me había dicho mirándome fijamente sin dejar de trabajar- las cosas hechas con apuro nunca salen bien, tomate tu tiempo, ponle cariño y esfuerzo, así tu trabajo perdurara
Seguía pensativo durante el trayecto a la presunta y humilde casa del dragón, digo presunta y humilde porque no me ha dejado entrar en ella desde el primer día, dijo que tenía prohibido entrar por miedo a que rompiera algo más. El me preparo una habitación en el primer piso del granero, una cama de paja cubierta con un cobertor y almohada, una mesa de noche y otras cosas básicas, la primera noche pensé que me resultaría imposible conciliar el sueño pero apenas me acosté en la cama de paja improvisada por el dragón la encontré muy acogedora
Cuando tire la vista al techo me percate de un tragaluz que me dejaba ver directamente el cielo despejado, las estrellas simplemente en su máximo esplendor me hipnotizaron e hicieron caer en un profundo y tranquilo sueño. Un sueño que se repetiría cada noche mientras estuviese en aquel lugar.
Antes de seguir mi ruta a la casa del dragón me detuve en el granero a dejar las herramientas, retomé a paso lento mi ruta por un pequeño sendero hecho de piedra que conducía a su casa. Rápidamente pude divisarlo usando su aliento de fuego en unos leños que reposaban entre unos ladrillos, estaba preparando la fogata para la cena.
- ¿Qué hay para esta noche Señor Dragón? -pregunté sarcásticamente mientras me acercaba por detrás
Por increíble que parezca aun no sabía el nombre de ese dragón, aun después de una semana trabajando para él, le pregunte su nombre en más de una ocasión y lo único que logre sacarle fue que me lo diría cuando fuera de verdad necesario con esa sonrisa estúpida que me saca de quicio.
- Algo tradicional de algunos países latinoamericanos -coloco una gran plancha de metal sobre el fuego- lo aprendí hace algunos años cuando estuve por allá de visita, lo llaman "Arepa"
- ¿Arepa? -pregunte incrédulo- que nombre tan poco llamativo
- No puedes juzgar algo solo por su nombre Alan
- ¿Lo dice el dragón que ni su nombre me quiere decir? -me senté en una silla de un pequeño comedor rustico cerca de la fogata- ¿Sabes qué?, olvídalo no me interesa, pero tu edad si me da curiosidad
- ¿Es de mala educación preguntar la edad de alguien sabes? -colocaba en la plancha lo que podrían ser las arepas antes mencionadas-
- Te equivocas, es de mala educación preguntárselo a una hembra -alce una ceja mientras sonreía- ¿O eres uno de esos reptiles que es hembra y macho? ¿Como es que se llaman? ¿Hermafroditas?
En ese momento el dragón extendió sus alas completamente aun de espaldas a mí y se giró de forma lenta hasta quedarme viendo con una cara que no reflejaba emoción alguna. Quizás lo ofendí, quizás y solo quizás había cometido un error.
- ¡Asustado! -batió sus alas fuertemente para luego recogerlas riendo- debiste ver tu rostro, de verdad que te asuste ¿No?
- Serás idiota -gruñí por caer en su juego-
- ¿Enserio quieres saber de verdad la respuesta a esa pregunta?
- ¿La de tu edad o lo otro? -pregunte incrédulo-
- Bueno -puso una sonrisa de esas que detesto- la de la edad no te la diré, me avergüenza un poco -se giró de nuevo a la fogata dándome la espalda- la otra quizás algún día te deje averiguarlo
- ¿Ah? -la respuesta me dejo mudo-
-
Su respuesta solo me dejo más dudas, seguía sin saber su nombre, su edad, o incluso su sexo, era totalmente desesperante, afortunadamente mi desespero fue rápidamente aplacado por su extraña comida. Resulta que su mencionada arepa solo era el inicio, puso las arepas en el centro de la mesa y junto a ellas otro platos que contenían carne, pollo, pescados, granos y quesos, toda una variedad de contornos.
- Presta atención -tomo una arepa caliente con una servilleta y un cuchillo en la otra mano- solo debes medio abrirla así -clavo el cuchillo abriéndola hábilmente- colocas un poco de mantequilla a gusto y lo que más te guste a continuación -tomo una cucharada de carne mechada colocándola suavemente dentro de la arepa- y listo, prueba a combinar diferentes contornos
Mi primer intento de arepa fue una blasfemia contra la cultura latinoamericana, el segundo fue igual que el primero, simplemente no sabía abrirla. El dragón entre sus risas se levantó de su silla dando la vuelta hasta mi puesto. Sujetó mis manos con las suyas guiando el cuchillo suavemente a través de la arepa enseñando me como si fuese un cachorro, me sentí muy incómodo al principio cuando me tomo de las manos pero el sentimiento fue desplazado por otro que no sabía identificar del todo, uno entre vergüenza por mi ineptitud y gratitud por su paciencia.
- No es tan difícil ¿O sí? -me dijo mientras tomaba asiento nuevamente- no eres muy bueno en la cocina por lo que veo ¿Algo que decir en tu defensa?
- Bueno -tome un poco de mantequilla- digamos que nunca he tocado una cocina, siempre como en restaurantes y en casa hay gente que hace eso por mi -tome un poco de queso rallado de un plato y lo puse con cuidado dentro-
- Entonces eres alguien de la alta sociedad, justo como sospechaba -comenzó a comer- no es por ofender pero no eres muy bueno en trabajos de campo y mucho menos de cocina
- Que te puedo decir -hecho un poco de pollo a la arepa también- soy un león citadino
- Ser un león citadino de la alta sociedad no justifica tu falta de destreza en tareas básicas
Di un primer mordisco a la arepa que arme y quede sorprendido su buen sabor, exterior crujiente, interior suave, relleno de pollo y queso, sabores sencillos combinados para un mayor deleite.
- ¡Exquisito! -exclamé sin contenerme-
- Sabroso ¿Verdad? -el dragón se reía al verme comer-
Me acosté en mi cama improvisada mirando el cielo, la comida había estado sorprendentemente buena, y el dragón ha resultado ser de mejor compañía de lo que esperaba, aunque no pude sacarle mucha información personal si me ha contado un poco más acerca de la zona, sus personas, sus costumbres, el clima, advirtiéndome que dentro de poco llegara el invierno y prácticamente quedaran aislados hasta la primavera, con mayor razón debo apresurar mi paso.
Tome mi tableta a un costado de la cama y la encendí, revise algunos informes nuevos de la compañía verificando que todo estuviera en orden, navegue un poco entre las aplicaciones e inicie una video llamada a casa.
- ¡Mi niño! -apenas la llamada se estableció pude ver el rostro de María con mucha preocupación- ¿¡Dónde estabas?!, me tenías preocupada ¡Llevo días sin saber de ti!
- Lo siento jefa -me reí un poco con la disculpa- termine en un sitio bastante apartado y entre una cosa y otra se me olvido llamarte
- ¿Dónde estás? ¿Te sientes bien? ¿Quieres que valla por ti?
- Tranquila, estoy bien y no, no quiero que vengas por mí, de hecho ni siquiera sé exactamente dónde estoy, solo te puedo decir que es algún sitio apartado de Irlanda, en un pequeño pueblo, acabe aquí por accidente
- ¿Estás seguro mi niño? -era difícil no notar su preocupación-
- Si, los primeros días odié estar aquí pero -me detuve-
Para ese entonces me había levantado de la cama y caminado hasta una ventana que daba hasta la casa, vi al dragón sentado en una silla mecedora, lo que hacía me dejo más intrigado de lo que ya estaba, en sus piernas se encontraba un gran pliego de tela dorada en la que aparentemente trabajaba, estaba cociendo, no podía detallar exactamente qué tipo de trabajo realizaba a aquella tela, solo sabía que estaba cociendo con una serenidad que con solo verlo se me contagiaba.
- ¿Alan? -la voz de la nutria me saco de mis pensamientos-
- ¿Ah? ¿Sí? -volví a mirar a la pantalla-
- ¿Que estabas viendo que te tiene así?, no eres así, te conozco
En ese momento lo único que se me ocurrió fue activar la cámara trasera de la tableta creando una división en la conversación, de un lado María, del otro un dragón cociendo en una silla a lo lejos
- ¿¡Eso es un dragón!? -exclamó María-
- Si, no se su nombre, es el dueño de esta tierra, me hizo quedarme para reparar unas cosas dañadas -me rasco la nuca riendo nerviosamente- como decía, al principio odiaba estar aquí pero he empezado a sentirme extrañamente tranquilo aquí
- Pero que no los dragones son bueno, tú sabes ¿De la clase Elite? -puso una mueca extrañada-
- ¡Fue exactamente lo que pensé!, esta algo fuera de lugar ¿Verdad?, quizás se perdió en el camino -me reí un poco mientras lo volvía a mirar por la ventana-
- ¡Mira mira! -señaló a la pantalla- ¡Te saluda!
No me había dado cuenta que el dragón había detenido su trabajo, puso todo a un lado en la mesa y se levantó estirando sus alas, me miró fijamente y como suele hacer me dedico una de esas sonrisas suyas mientras me saludaba fuertemente con su brazo.
- Será idiota -me retire de la ventana sin evitar sonreír un poco-
- Si que esta fuera de lugar pero creo que te está haciendo mucho bien estar allí, no sé qué te mantiene allí en primer lugar pero quizás debas permanecer allí lo más que puedas.
- ¿Eh? -la mire con una cara de incredulidad- ¿Estas loca mujer? ¿Por qué querría quedarme más tiempo aquí?, apenas termine de reparar todo lo que rompí me iré
- ¡Así que por eso estas allí! -se río un poco- bueno eso no importa, lo que importa es que estar allí te devolvió eso que hace tanto tiempo no veía en ti
- ¿Y eso es?
- Una sonrisa -me miró fijamente- una genuina y tranquila sonrisa -dio un ligero suspiro y continuó- te daré un último consejo y espero que lo tomes mi niño, en este mundo las coincidencias no existen, solo lo inevitable
No pude responder lo que me dijo ya que apenas lo dijo se despidió de mi con un beso y termino la llamada. No entendía que quiso decir con ese último consejo pero si algo he aprendido estos años es nunca ignorar la sabiduría de una madre caribeña cubana, retuve su consejo en mi mente, tomé mis medicinas que estaban en la pequeña mesa de noche y me acosté en la cama.
Mi mirada se enfocó en las estrellas que podía ver a través del traga luz, no sé si estaba alucinando por el cansancio o las medicinas pero empecé a ver como las estrellas se movían tomando diferentes formas. Un león primitivo que parecía herido, pequeños cachorros a su alrededor que parecían molestarlo esperando su fin.
Luego un gran dragón que llegaba volando y los asustaba, el león se encontraba ya en el piso acostado quizás a punto de morir, el dragón se hecho a su lado y lo abrazo con su ala como intentando consolarlo. No recuerdo más después de ese punto y quizás tampoco recuerde esto por la mañana.
Una sensación de calor inundó mi rostro, la luz del sol había inundado el granero seguramente, otro día más en aquel sitio había empezado y sentía como si mi cuerpo ya quisiera que fuese de noche para seguir durmiendo.
- Pereza -refunfuñe para mí mismo mientras me cubría con la sabana-
Sin previo aviso sentí un fuerte resoplido en mi melena seguido de una gran lamida que me saco un chillido de dolor mezclado con susto, me levante de un golpe de la cama y observe mi agresor muy extrañado.
- ¿¡Pero como mierda llegaste aquí?! -exclamé asombrado-
- ¡Moo!
Estoy casi seguro que esa vaca no es normal, el cómo llego hasta mi si estoy en un primer piso y la única forma de subir es una escalera de madera rudimentaria me dejo aún más extrañado. No quise darle mayor importancia al asunto, después de todo no iba a ponerme a pelear con una vaca, definitivamente era una pelea que no iba a ganar.
Esquive a la vaca tranquilamente y baje a la planta baja donde estaba mi moto, abrí el compartimiento de carga para ver me pondría para trabajar hoy y tristemente me di cuenta que solo me quedaba una muda de ropa, después de todo había decidido viajar ligero. Me quite mi pijama quedando en bóxer y me puse rápidamente el último Jean y camisa que me quedaba, saque toda la ropa sucia y la metí en una gran bolsa que tenía en otro compartimiento para casos de emergencia.
- Espero tenga una lavadora o algo parecido
Salí con rumbo a la casa del dragón, a juzgar por la posición del sol debían ser como las siete de la mañana, seguí mi camino por el sendero de piedra apreciando a lo lejos la cerca que ya llevaba a medio camino.
- Con algo de suerte la terminaré mañana -intenté convencerme a mí mismo-
Estaba casi llegando a la casa cuando la puerta se abrió suavemente dando paso al dragón, este al verme de inmediato me lanzó algo suavemente que tome con mi mano libre en el aire, su olor inmediatamente me llamo la atención, era un sándwich.
- ¡Buen provecho!
- Gracias Señor dragón -dije irónicamente- ¿No tendrás por casualidad una lavadora escondida en esa casita tuya?, resulta que no tengo más mudas de ropa, esta es la última
- Veamos -se quedó pensativo- no, no tengo una de esas, no me gustan la verdad, tenía una pero se dañó , me ofrecieron otra pero preferí volver a la antigua forma
- ¿A la antigua forma? -lo mire extrañado-
Volvió a entrar a la casa y unos segundos después volvió a salir con una pequeña caja en mano.
- Sigue este camino entre esas dos colinas de allá -señaló un sendero más pequeño de lo habitual-
Di un largo suspiro mientras volvía a tallar la ropa que yacía en la gran piedra con un jabón azul que me dio el dragón horas atrás, quien me hubiese imaginado en aquella situación tan extraña. Cuando se refería a la antigua se refería a lavar la ropa mano limpia en el río, un tanto agotador pero he de admitir que no estaba tan mal, quizás por el hecho de que el camino para llegar hasta aquí atravesaba una sendero de árboles gigantescos muy frondosos que daba la sensación de estar pasando por un túnel
Mayor mi sorpresa al llegar al río mencionado por el dragón, el río estaba allí en efecto, pero una sección del río estaba delimitada por rocas indicando una zona segura para lavar, aparte de eso encontré piedras talladas con formas de lavadero para restregar la ropa, en la orilla del río habían algunos postes para tenderla donde daba perfectamente la luz del sol, calculaba que si la exprimía bien con unas tres horas bastaría para secarla.
- Ya me decía yo que lavar a mano con María me serviría algún día
Reí un poco ante lo que dije, en efecto cuando era un cachorro y estaba aburrido me ponía a seguir a María de vez en cuando, incluso le decía para ayudarla a trabajar, de tanto insistir me colocaba a hacer ciertas cosas tontas de vez en cuando, entre ellas lavar mis propios interiores, según ella quedaban mejor así que lavarlas en la lavadora
- Si que tenías razón María -sonreí al notar lo bien que quedaba- ¡Ahora a secar!
Me había quitado mi ropa, solo estaba en unos boxes para evitar mojar la ropa, después de todo no había nadie por allí por allí viéndome. Salí del río para tender el bóxer y observe entonces que ya solo quedaba esperar que secara, tendría que esperar más o menos dos horas, no quería dejar la ropa allí por miedo a que el viento la volará o algún animal salvaje se las llevara, la mejor opción era pasar el rato allí.
- Bueno ya que, tú también -me dije a mi mismo quitándome el bóxer-
Quede completamente desnudo en aquel sitio sin darle mucha importancia, tome el bóxer y volví de nuevo al río a lavarlo, me senté en una roca bastante cómoda que estuve usando para tallar la ropa y comencé a lavar la prenda. Ya casi terminaba solo me faltaba sacarles el jabón y listo pero sin previo aviso un pez chocó contra mis manos fuertemente, por la impresión solté el bóxer que fue rápidamente jalado por la corriente del río fuera de la zona delimitada por las rocas
- ¡No! ¡Espera!
Comencé a correr tras el rápidamente, pensé en que pudiera ser más vergonzoso que un león de ciudad lavando su propia ropa en un río solo en bóxer y la respuesta fue bastante obvia para mí, correr desnudo tras un bóxer en un río corriente abajo. Afortunadamente para mí el nivel del río era bajo y el fondo era algo arenoso, lo que me facilitaba mucho el movimiento más sin embargo no era suficientemente rápido para alcanzar la prenda.
- ¡Vuelve aquí! -comprendí lo tonto que fue decir eso- claro como si fuera a escuchar, león idiota
Divise un gran desnivel adelante donde el agua parecía desaparecer, una cascada por el ruido que emitía.
- ¡Mierda mierda lo pierdo!
Camine hacia el borde del rio para buscar una forma de bajar, vi entonces un pequeño camino de piedra, lo seguí hasta el borde de la cascada y note que comenzaban unos escalones en bajada bastante rurales. Comencé a bajar por ellos y tras bajar unos diez metros aproximadamente volví a ver la continuación del rio, me salí del camino para llegar al rio donde volví a ver mis bóxer que estaban flotando en círculos en una corriente.
- ¡Te tengo!
Di dos pasos adentrándome más al rio para alcanzar el bóxer pero al dar el siguiente paso caí completamente en lo que parecía ser un pozo sin fondo. Asustado nade rápidamente hasta la superficie y apenas la alcance tome una gran bocanada de aire
- ¡Oh Dios oh Dios!
Me calme un poco y nade rápidamente a lo que me dio la impresión era el borde de aquella especie de piscina, al acercarme mis pies se tropezaron con algo sólido, un escalón y luego otro, seguí así hasta que estaba completamente fuera del agua como un principio. Lo que vi me dejo otra vez sin aliento.
Una gran estatua de un dragón se alzaba frente a mí, tenía al menos el triple de mi tamaño, dos grandes alas se extendían por todo el ancho de la cascada, dos alas más pequeñas por debajo de las grandes en lugar de extenderse junto a la cascada se extendían ligeramente hacia abajo protegiendo un recipiente de piedra del agua que caía. Dirigí mi vista al rostro de piedra, por un momento pensé que se trataba de mi carcelero en esa tierra pero no lo era, esta estatua tenía tres cuernos en lugar de dos como él.
Los detalles de aquella estatua me tenían cautivado, parecía estar hecha de mármol pulido, no mostraba signos de daños por el tiempo como si recién la hubiesen colocado allí, sus alas estaban tan bien talladas que parecía que en cualquier momento podría flexionar las alas y salir volando. No resistí más y caminé hacia adelante con cuidado bajando los escalones para sumergirme nuevamente en aquel lugar, ya dentro nadé unos metros hasta quedar a los pies de la estatua contemplándola desde abajo, simplemente una obra de arte pérdida en el bosque.
No sé cuánto estuve admirándola, eventualmente me separe de ella siguiendo el borde del lugar, me tope con un escalón pero me di cuenta que no era para salir de la piscina como los otros, era un único escalón que salía del borde por debajo del agua, si no conducían fuera del espacio como los otros entonces debía tener otro propósito, no tarde mucho en averiguarlo, sencillamente era un banco para sentarse.
Me senté en este para descansar un poco, el agua me llegaba un poco más debajo de los pectorales, podía sentir como una suave corriente de agua empujaba mis pies de una forma agradable. Hasta ese momento no lo había notado pero el agua estaba tibia, no fría como en el resto del río, simplemente tibia, una temperatura bastante agradable, me recosté contra la pared y volví a contemplar de perfil aquella estatua.
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