Un Oficio Antiguo
Kaisa no cabía en su incredulidad.
Y verdad era que siendo una bruja de biblioteca había visto muchas cosas raras, pero esto era...algo nuevo. Su acompañante, joven aprendiz de bruja de nombre clave Frida, había entablado dialogo con un charco...¡y el charco le respondió!
A su entender, las dos personas que se alcanzaban a ver en el agua eran el abuelo de Hilda, un tal Phinium y la antigua meteoróloga, Victoria Van Gale, quienes al parecer estaban en lo mismo que ellos: una búsqueda interminable por encontrar a Hilda.
A pesar a que de primera instancia el intercambio de palabras fue para preguntar sobre los posibles lugares donde se encontraba la niña, pronto el tono de la charla se volvió áspero cuando Frida cayó en cuenta de algo.
-Dígame, Phinium, ¿Cómo es que se atrevieron a abandonar a Hilda? - Preguntó muy seria Frida. La joven sentía un nudo en la garganta entre coraje y sentimiento al recordar que Hilda había sido dejada atrás, olvidando por completo la búsqueda de su amiga.
Del otro lado, Van Gale volteó a ver a Phinium con duda, el cual se aclaró la garganta antes de responder.
-Niña, nosotros nunca la abandonamos, ella quedó a cargo de su padre en lo que su madre se recuperaba, le dimos suficientes recursos a Anders para...-
-¿Con su papá? ¡Ese señor no ha visto a Hilda desde que salimos del mundo de las hadas hace creo ya un año! Hilda ha vivido sola durante meses desde que Doña Johana se fue. ¡¿Por qué se fue?! ¡¿Por qué la dejaron sola?!- Frida no pudo contener el llanto de rabia. Kaisa, aun sorprendida por el cambio en los hechos, se agachó para abrazar a la niña.
Del otro lado, Van Gale se limpió sus gafas, se las colocó y volteó a ver nuevamente a Phinium. -Te lo dije, hada. Ese hombre era en el que menos debiste confiar. Tu nieta ha estado viviendo como una abandonada desde que su mamá se volvió niña; cosa que aún no me queda clara, pero bueno. El caso es que después de que la dejaron sola, se tardaron meses en venir aquí para pedirme ver como está. La dejaron a su suerte como a un perro.
-Se...se supone que estaba bien, se supone que su padre la cuidaría...-
-¡Que su padre la cuidaría!- Gritó Frida. Kaisa volteó a ver a los alrededores por si alguien los estaba observando.
-¡Hilda se dejó caer! No comía nada, nos dejó de hablar y comenzó a hacerse cortadas. Aún no sabemos si siquiera está viva.
Phinium sintió como si su sangre fuera drenada. Sintió frío y las piernas le temblaron.
-Se...se supone que...-
-Suponer es la madre de todos los errores, Phinium.- Aseveró Van Gale, luego se dirigió a las dos personas en su visor. -Miren, sé que lo que hizo este horrible ser merece y tendrá un castigo, pero ahora tenemos un problema mayor. Tenemos que encontrar a su amiga antes de que realmente la perdamos. Primero, mi visor me indica que sigue viva, desgraciadamente, no sabemos en donde está por qué al parecer una magia evita que pueda verla.
-Eso es verdad.- Intervino por fin, Kaisa.- Hay magia poderosa cubriendo tres tabernas, en una de ellas se supone que esta Hilda. Nuestro amigo David acaba de entrar a una para ver si está allí.- Fue en ese momento que Frida y Kaisa se acordaron de su amigo.
-¡David!- Gritaron.
****
El tabernero había leído la nota.
Soltó un largo suspiro que movió algunos de los bellos de su barba para luego arrugar el papel con la mano y lanzarlo detrás de él.
-Pon precio.- Dijo siniestramente aquel pirata de nombre Wagner.- Acabamos de saquear una aldea bien gorda y podemos llenarte de oro. Yo también te conozco, Eluney. No es de ahorita. Dime ¿hay algún código nuevo que realmente evite que vendas a la nena? ¿Prometiste a algún Dios no hacerlo más desde aquellos días trágicos de la venta de esclavos de donde nos servimos a manos llenas?- Sonrió mostrando aquel diente de latón. – Pon precio, viejo amigo, no seas tonto.
Eluney le miró, luego movió su mano del mostrador y el pirata se tensó llevando por instinto su mano al cuchillo en el cinturón. Sin embargo, rápidamente se relajó cuando vio que el tabernero solo se había desplazado para buscar una pluma y un papel.
-Excelente decisión. -
Eluney no paraba de suspirar mientras escribía. Su rostro serio era inescrutable, pero se veía, a falta de cualquier otro adjetivo, cansado. Muy cansado.
Mientras tanto Wagner aprovecho para beber de su tarro a grandes sorbos que desbordaban de la comisura de sus labios; bebía imaginando que esa noche, cuando el capitán se cansara de esa pequeña mesera, él le daría un baño de esponja para limpiarla desde su frente hasta la pequeña punta de sus dulces dedos, curarla de cualquier herida, acariciarla para hacerla relajar y descansar. Luego podría ensuciarla a su retorcido modo sin que nadie, en un barco en altamar, pudiera hacer nada para impedirlo. Le sangre se le calentaba de solo pensarlo.
Eluney terminó de escribir. Dobló la hoja en tres partes y se la entregó a aquel pirata, sacándolo del humo de sus mórbidos sueños.
-Es para tu capitán. – Aseveró con voz firme y severa- Si tú la lees, se acaba el trato.
-No la leeré y no es por ti, Eluney. Si leo esta nota antes de entregarla, Barlag me mata.- Y tomó la botella de vino para dirigirse sonriente a la mesa.
Mientras eso ocurría, Hilda luchaba contra los agarres de Barlag. El hombre se había puesto de pronto más insistente y la había pegado más a él. Hilda se ahogaba en el hedor a canela y manzana podrida que despedía la camisa de aquel hombre que le chocaba en la mejilla, pero eso no era lo peor; pudo sentir algo que se le restregaba con insistencia a la altura de sus rodillas cada que él la estrechaba.
-Esto no estaba en el trato.- Dijo pero no obtuvo respuesta ni fue liberada. Entonces comenzó a tener miedo y su corazón se soltó a latir como el de un pajarillo. Levantó la vista a la barra en busca de apoyo.
Entonces vio al tabernero muy serio, este escribía una nota que luego le entregó al pirata.
-¡Eluney!- Gritó, pero no hubo respuesta.
Entonces por fin despertó en su mente una realidad, Eluney realmente podría estarla vendiendo a esos hombres.
Le temblaron los labios y se tensó completa, una bola de lava le explotó en el pecho. Barlag notó el cambio pues la resistencia de la niña se fue a cero y abriendo su mano la tomó con confianza esta vez de todo el torso, tocando y acariciando sus incipientes pechos, para pegarle a él y girar la cadera levemente para descaradamente frotar su miembro con las piernas de Hilda.
Y ella ya no respondió.
Ante el pensamiento de que la estuviera vendiendo Eluney, recordó por qué estaba allí en primer lugar. Recordó que estaba en ese lugar porque ya nada en el mundo le importaba y a nadie le importaba ella.
En realidad, ella, en sí, no importaba ya.
Recordó que, en el fondo de su pecho, en la oscuridad de su mente, añoraba amanecer sin existir.
Entonces, con la mente nublada como en las peores noches que pasó en lo que alguna vez llamó su hogar, dirigió la mirada al capitán y con unos ojos grises y carentes de brillo, le dijo:
-¿Me vas a violar?- El hombre sonrió aún más y bajó su mano a la delgada pierna, la cual apretó con tosquedad.
-Dime, porque yo no te he dado permiso. -Dijo, pero su voz ya no sonaba con la firmeza y la fuerza que proyectaba apenas hacía unos minutos. Era monótona y hueca.
-Te has dado cuenta, ¿verdad?- Dijo el hombre separándola un poco de él y sonriendo casi con empatía. -Entendiste que Eluney te acaba de vender, ¿cierto? Eres inteligente, chiquilla.
Hilda bajó la mirada y dejó de escuchar. Sintió deseos de volver a estar en el piso de la sala de su casa, con heridas abiertas en los brazos sintiendo como la sangre no paraba de brotar y se extendía por la alfombra. Sonrió mirando a la nada pensando que era la favorita de su madre.
Entonces, Wagner llegó con el vino y la nota.
****
Para cuando Frida se asomó a la entrada de la taberna La Última Boya, David ya estaba encima de una mesa amordazado y amarrado de manos y pies, mientras un grupo de piratas parecía estarlo apostando en una mano de póquer. Rápidamente lanzó un hechizo desde afuera para tomar a David, quien solo movía la cabeza de un lado a otro, y sacarlo de golpe del lugar a donde Kaisa lo atrapó; luego escaparon rápidamente del área donde se veía venir una persecución peligrosa.
A penas se percataron de que nadie los seguía, se detuvieron para desatar a David.
-Gracias por salvarme, chicas.-
-¿Por qué no gritaste?- Preguntó Kaisa.
-Me atraparon por sorpresa. Me acerqué a la barra y pregunté por una chica de pelo azul y entonces alguien me amordazo por detrás y lo último que supe es que me estaban apostando.-
-¿Qué te dijeron de Hilda?- Preguntó Frida.
-El tabernero me dijo que él no conocía a ninguna chica así, pero uno de los jugadores me comentó que había visto a una chiquilla revoltosa con esas características.
-¿En dónde?- Preguntaron al unísono Kaisa y Frida.
-Ya no supe. Frida me sacó antes de escuchar, por eso te intente decir con la cabeza que no me sacaras aún.
-¡¿Como diablos iba a saber que me decías eso?!-
-¡¿Y yo como te lo iba a decir amordazado?!
-Ya cállense los dos. No necesitamos esa información sabiendo que es seguro que Hilda debe estar en una de las dos tabernas que nos quedan.
-¿Como saben que es seguro?- Preguntó David.
-Me contactaron el abuelo de Hilda y Van Gale.-Dijo Frida- Ellos igual están buscando a Hilda. Al parecer no pueden encontrarla con un "visor" o algo loco de Van Gale que tienen, pero les indica que está viva y que no la pueden ver por qué esta escondida en uno de los lugares protegidos.
-Y solo nos quedan dos sin buscar: Bar Alma Negra y el Nimbus Podrido.- Finalizó Kaisa.
-Entonces no perdamos tiempo y vamos al que esté más cerca.- Dijo David.
-Tendrás que volver a entrar. Esta vez vigilaré sin perderte de vista.-Dijo Frida.
-Y si -Afirmó Kaisa- Porque si te roban en vez de apostarte tendremos que buscar a dos en vez de a uno.-
Frida sacó de su bolsa un pequeño espejo mientras comenzaron a correr hacia la siguiente taberna. -Vamos a la siguiente, Van Gale.-
David se asomó al espejo y, en efecto, allí encontró a la meteoróloga.
Del otro lado del espejo, Van Gale fumaba cada vez con más intensidad mientras Phinium pensaba en que tenía que encontrar a su nieta lo más rápido posible. ¿Se había herido ella misma? ¿Cómo era posible?
Caminaba de un lado a otro angustiado sentenciando el cómo había sido tan estúpido, pero por, sobre todo, crecía en él un enorme deseo de ver a Anders...muerto y sangrante. Al pensar en el hombre los ojos le brillaron de odio y liberó una fuerte aura. Tragó saliva tan pesado que le dolió.
Lo voy a torturar por años...
-Siento sacarte de tus pensamientos homicidas, Phinium, y no me veas feo que yo no fui quien provocó todo esto. Ya que conoces el hechizo ese que hace que no veamos a Hilda, has algo útil y dime, ¿Existe una forma de contrarrestarlo?
-Es un antiguo hechizo céltico. Para echarlo abajo deben de encontrar uno de los 5 elementos que rodean el lugar y romper uno. Sin embargo, son extremadamente duros. Ninguno de ellos podrá romperlo sin herramientas adecuadas. Mucho más sabiendo que está hecho para repeler brujas y banshees.
-Entonces solo nos queda confiar en ese niño enclenque.-
En Trollberg, David, Frida y Kaisa por fin habían llegado a la entrada del Bar Alma Negra. David enseguida se paró erguido sacando el pecho y les dijo a las chicas que no se preocuparan, que esta vez tendría mucho más cuidado.
Frida se fue tras él para vigilar desde la puerta y en caso de emergencia volver a jalarlo. A unos saludables 10 metros estaba Kaisa, quien no se podría acercar más debido a la protección mágica del lugar.
Desde el visor, Van Gale y Phinium observaban con nerviosismo.
-¿Te das cuenta, Phinium, que si atrapan a ese niño el rescate se acaba? La niña no va a hacer nada sola, y la bruja no puede entrar. ¿Conoces a alguien que pueda ir a apoyarlo?
-Desgraciadamente, no. No me ha sido posible contactar a mi hermana. Tú vienes del mundo humano, ¿conoces a alguien?
-No. No fui especialmente sociable. Es lo malo de ser villanos de un cuento.
-Yo no soy un villano, me engañaron.
-Le quitaste su madre a una niña para revivir el cuento de la familia. Eres un desgraciado y lo sabes.- Van Gale le tiró el humo a la cara. -Eso te hace más sexy, guapo.
-¿Estás loca? Mi nieta corre peligro y tú no dejas de comportarte como quinceañera ebria.
-Creo que me confunde, señor hada. Claro que me preocupa la niña y haré todo lo que pueda para rescatarla, pero si muere hoy, no me quitará el sueño. A diferencia tuya, yo no tengo nada de culpa de lo que está sucediendo.-
David inhaló antes de entrar. Se llenó de confianza guerrera olvidando que hacía menos de 20 minutos había estado amarrado en una mesa. Esta vez decidió no entrar con fuerza llamando la atención. Abrió con lentitud y se escabulló.
Tratando de no hacerse notar y aprovechando su tamaño, logró, increíblemente, llegar hasta la barra. Frida no lo perdía de vista desde la parte de afuera de la puerta procurando que no la vieran. David, con dificultad, se subió a una de las sillas.
-Disculpe.- Dijo al tabernero del lugar que, al verlo se quedó completamente pasmado. Luego soltó una risa.
-¿Vas a tomar algo?
-No ¿Ha visto a una niña de cabello azul por aquí?
-¿Cabello azul? Vaya, ahora todos la buscan. Claro que sé quién es, me está robando clientela a pesar de que habíamos quedado de no usar menores en los bares del norte.
-¿En serio? ¡Dígame donde podría encontrarla!-
El hombre sonrió y dejó el tarro que estaba limpiando. Miró a los lados y luego volvió a ver a David, extrañado.
-Yo...la tengo acá atrás, desde hace unos días trabaja para mí. Está en su horario de comida. Si quieres pasar a verla, hazlo rápido.-
-David se volteó hacia Frida y le sonrió haciéndole una señal con el pulgar, sin notar que ya varios piratas habían notado su presencia, con rapidez bajó de la silla para dirigirse a la parte de atrás de la barra sin notar la sonrisa maliciosa del tabernero.
A punto estaba de cruzar la puerta cuando sintió que alguien lo agarraba de la camisa y lo elevaba por los aires, lo siguiente que supo es que estaba siendo cargado como un costal en el hombro de alguien.
-¡¿Qué diablos haces?! ¡Ese mocoso ya es mío!- Gritó el tabernero del bar.
Al escuchar los gritos, Frida se asustó. No sabía bien que pasaba solo que un hombre de gabardina café había atrapado a David y lo tenía sobre su hombro. Se preparó para jalarlo.
-Se equivoca, señor. Este niño es de mi propiedad.- Al decir eso le dio una fuerte palmada en el trasero a David que solo alcanzó a decir "ouch".
-Es mi sobrino y el muy travieso se escapó de casa. Su madre lleva buscándolo por horas pero lo bueno es que lo encontré.-
-¿Cómo sé que lo que dices es cierto?
-Conozco a sus padres, donde estudia y que siempre está lleno de bichos. ¿De verdad te vas a robar a un niño frente a alguien que conoce a su familia?
El hombre apretó los dientes del coraje, se le acababa de ir un buen negocio.
-Dile a tu sobrino que este no es lugar para niños.- Dijo antes de volver a limpiar tarros.
Frida se había quedado pasmada. Al reconocer al hombre y ver que se acercaba a la salida lo único que pudo alcanzar a hacer es a correr hacia donde estaba Kaisa para sentir seguridad sin saber exactamente de qué.
El hombre salió del bar y se acercó a las chicas, luego dejó a David en el suelo e inhaló antes de gritar:
¡¡Se puede saber qué demonios están haciendo en esta área del puerto!! ¡Y tú, niño bicho, te pudieron haber vendido por partes!-
Frida y David se sintieron sumamente avergonzados de pronto al ser reprendidos por un adulto.
-Esto va para los niños, joven, usted ya es adulta, aunque no le aconsejo entrar a esos bares siendo bruja.-
-Frida, ¿él quién es?- Dijo Kaisa señalando aquel hombre delgado de cabello castaño oscuro, barba y bigote entrecano, que la miraba.
-Es Runar, el campanero. Es algo así como nuestro amigo.- contestó.
-Señor campanero, ¿ha visto a Hilda en esa taberna?- Preguntó con prisa, David.
******
Wagner se sentó y colocó la botella de vino en medio de los dos tarros de aquella gran mesa redonda. Sonriendo de oreja a oreja se acomodó en la silla y miró a Hilda quien ahora se le veía muy diferente.
-¿Y que le pasó a la fierecilla? Se ve muy tranquila. ¿Ya la domaste, Capitán?
-La pequeña acaba de descubrir la realidad en la que siempre estuvo, compañero.- Barlag puso su enorme mano en la cabeza de Hilda y la acarició metiendo sus dedos entre el azul cabello. -Tu cabello es precioso, mi amor.- Dijo.
-Va a ser una linda velada la de esta noche.- Comentó Wagner para luego limpiarse los labios que se le habían humedecido de tan solo imaginar que podría jugar con aquella pequeña esa misma noche. Deseaba tenerla desnuda en su camarote.
-¿Cuánto te pidió?
Wagner entregó a su Capitán aquella nota doblada en tres. Barlag recibió la nota, tomó su cerveza hasta acabarla y dejó el tarro.
Abrió la nota con una mano mientras la otra la comenzó a meter dentro de la camiseta de Hilda quien ya no ponía resistencia y, ciertamente, parecía estar ajena a todo al grado que, aunque le causó dolor la muy áspera mano del hombre al pasar por sus pequeños pezones no hizo ningún sonido ni movimiento ni levantó la mirada de la mesa. Solo respiraba pesadamente mientras era tocada de una forma que nunca concibió.
-Veamos cuanto vales, querida.- Dijo antes de que se le fuera la sonrisa.
"Querido amigo, Capitán Barlag. Nos conocemos desde hace más de diez años y creo que sabes que amenazarme no da resultados. El lugar está completamente cargado de pólvora, si entra tu gente, nos vamos todos a la mierda.
Tu amigo, Eluney, el tabernero.
P.D.: Voltéame a ver, hijo de puta."
Barlag levantó la vista y se puso de pie violentamente tomando con rapidez a Hilda del cabello, la cual lanzó un grito ante aquel rudo acto.
Eluney le apuntaba con una escopeta. Wagner igual sacó un arma, pero no alcanzó a apuntar.
-¡Si levantas esa pistola, Wagner, mató a tu capitán!
-¡Si disparas, mi gente te matara a ti, a la mocosa y a todo en este lugar!
-No me importa y sé que a ella tampoco.
Al ser sacada de su sopor por el dolor y el escándalo, Hilda por fin reaccionó y cayó en cuenta de la situación. Barlag la tenía bien sujeta del cabello y le dolía horrores, se había apoyado un poco en la silla para no quedar colgada en el aire mientras se agarraba de la mano de aquel hombre.
-¡Eluney!- Gritó angustiada.
-No hago esto por ti. Es solo que detesto que no respeten las reglas de ¡MI TABERNA!
Barlag gruñó de rabia, volteó la mesa con fuerza estrellando botellas y tarros, caminó hacia la barra con Hilda como escudo.
-Ella saldrá herida, pero tú te quedas sin cara si das un paso más.-
-Eres un mentiroso, Eluney.- Dijo Barlag con rabia.- Claro que haces esta escena por la niña. Eres listo.- Dijo y continuó mientras agitaba levemente a Hilda del cabello haciéndola quejarse de dolor, ahora si había quedado en el aire.- Sabes lo que es, ¿cierto? La quieres para ti y juegas al protector. Ella es un híbrido de hada. Es el primero que veo en mi vida. He tenido cabello de hada porque lo vendemos para pócimas a las brujas desde siempre. Este cabello no es pintado y las hadas no pueden venir a nuestro mundo. Ella es hija de hadas. Lo sabes y sabes lo que vale. ¡¿Cuánto maldito dinero quieres?!
-No está a la venta...y si no la bajas a la de tres no regresas a tu barco.-
-500 monedas de oro...-
-uno...-
-1500...-
-Dos...-
Hilda cerró los ojos.
Barlag pegó a la niña a su cuerpo aun suspendida por el cabello. – Niña,-dijo en susurro- conozco a este hombre; él te venderá por partes, ya lo ha hecho, créeme. Yo te iba a cuidar como un tesoro en mi barco, como mi presea particular. Como mi gota de parafina. Nadie te tocaría y serías reina del mar junto conmigo. Mi esposa mitad hada. Este ser, lo primero que va a subastar es tu virginidad. Lo conozco bien. Por eso te está peleando.
-Se acabó el tiempo, "Capitán"-
Entonces Barlag aventó a Hilda contra la barra de la taberna. La niña se golpeó la cabeza con el filo de la barra cayendo pesadamente. Comenzó a sangrar por la sien derecha.
-Esto no se acaba, Eluney. Cometes un terrible error el día de hoy. No quedaran ni raíces de donde estás parado.-
Barlag y Wagner salieron con prisa del Nimbus Podrido.
****
Eluney levantó a la niña, con cuidado la acostó en aquella barra de madera vieja donde por más de una década se habían servido distintos tipos de alcoholes. La colocó lentamente mirando como una fea cortada apenas encima de su cabellera lucía brillando en rojo dejando caer gotas que ya le habían bañado media cara. Luego fue a su habitación por algodón, vendas y alcohol de 90 grados con el que preparaba el licor más barato.
Cuando volvió, Hilda ya estaba incorporada en la barra, pero con un semblante gris, tan gris como el día en que había llegado con él.
-Te dije que sería peligroso el oficio que estabas tomado.- Le dijo mientras humedecía el algodón.
Ella no respondió y apenas hizo un gestó cuando Eluney comenzó a limpiar la abertura de dos centímetros que le había quedado en la cabeza producto del impacto.
Hilda llevó su mano a la mejilla y se limpió la humedad que no era otra cosa más que sangre. Luego, para sorpresa de Eluney, comenzó a lamer la palma de su mano cerrando los ojos con cierto éxtasis una y otra vez, hasta que no quedo nada. Se relamió los labios.
Eluney le termino de vendar la cabeza y la observó un momento. Para su sorpresa, Hilda lo volteó a ver directamente.
-Creo- le dijo- que lo mejor es que también me vaya de aquí.-
El tabernero le respondió muy serio. -Lo siento, pero no puedo dejar que te vayas.-
En respuesta Hilda sonrió levemente.
-Lo imaginé.- Se giró para dejar colgar sus pies en la barra quedando de frente a Eluney.- Solo te pido que me lleves al bosque para liberar a Twig y no me quejaré más. Podrás hacer lo que quieras conmigo. Venderme o rentarme o violarme o matarme. En realidad, si aun sigo con vida es por él. Solo déjame eso para mí, devolverlo a su manada, y ya lo demás no me importa.-
Eluney le miraba. Su mente daba vueltas por que la realidad es que si suponía que Hilda era un hada. Un híbrido y con eso su vida cambiaba por completo. Barlag se lo había confirmado. Era un ser único en el mundo. Conocía lugares donde pagarían por su cabello, uñas, piel y un gran etcétera. Ni hablar de su virginidad. Ni hablar de los que quisieras tener sexo con un hada.
Realmente era una mina de oro.
-Estás mal.-Le dijo- No voy a lastimar a mi mesera. Me debes lo de la mesa y los vasos. Te quedarás hasta que me pagues cada centavo.
Hilda se quedo pensativa un momento. Luego se encogió de hombros y de un brinco bajo de la barra para dirigirse a limpiar el lugar; pero no se movió, un latir del corazón le impidió continuar, luego dio media vuelta para quedar frente al tabernero.
-No.- Le dijo firmemente.
-No ¿Qué?-
-Dije que ¡NO!- Hilda gritó esa negativa tan fuerte que Eluney agachó la cabeza.
-¡Que te pasa, loca!
-¡No! ¡no! ¡no! ¡no! ¡no! ¡No quiero que me trates así! ¡Es mentira! ¡No quiero que me digas que sea la mesera y que pasen días mientras olvido este maldito dolor que es mi vida! ¡Todo para que de un día para otro ya me hayas vendido! ¡O una noche se te olvide todo y me violes!
-¿De qué hablas?
-No creo en tus palabras de bondad.- Y Hilda tomó la mano de Eluney y la metió debajo de su camiseta, el hombre pudo sentir lo que serian solamente dos perlitas ínfimas. Hilda movía su mano generando una brusca caricia con un semblante retador al tabernero.
-Esto es lo que quieres, ¿no es cierto? Esto es lo que ese pirata quería y tú también y también al que me venderás. Dímelo de una maldita vez y no me hagas volver a olvidar que yo estoy muerta en vida para luego hundirme más hondo.-
El hombre frunció el ceño, la tomó de la cintura y la regresó a sentar a la barra, luego sacó de su bolsillo dos monedas de oro.
-Y esto ¿Qué?- Preguntó Hilda
-Son las reglas de mi taberna, si la mesera acepta, todo se permite.-
Hilda tomó las dos monedas de oro, las sintió en sus manos.
-¿Qué es lo que quieres?-
-Quiero verte desnuda encima de la barra.-
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Antes que nada un gracias por esperar y una disculpa por lo mismo.
Con este capítulo espero perfilar el final y no dar mas rodeos.
Por cierto, hay un spin off de esta historia que será mas oscura realizada por la amiga Fandomship
https://www.wattpad.com/1521612680-olvido-degradaci%C3%B3n-y-placer-pr%C3%B3logo
No se bien como linkar esa historia pero aquí esta la liga.
Saludos y espero tener actualización pronto.
Gendo Uribe
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