Hilda de Trollberg
La forma en que soplaba el viento era tan deliciosa, especialmente por las tardes cuando se detenía a observar el valle desde aquel enorme hongo. Su caperuza verde con rojo ondeaba casi solemnemente mientras ella esbozaba una enorme e infantil sonrisa.
Pensaba en lo increíblemente afortunada que era de poder decir que pertenecía a esa hermosa tierra, con estanques, ríos y lagos.
La niña se bajó de un golpe y arrancó a correr llena de felicidad pues la tarde estaba cayendo y en su hogar le esperaba su madre con un tarro de leche caliente con chocolate para la cena, y también su padre quien le contaría un hermoso cuento para dormir.
La pequeña Johana era feliz, mucho más que feliz. Sus mañanas eran atendidas en la escuela de las hadas donde tenia muchos amigos con los que aprendía historias, ciencias, naturaleza y jugaba. Claro, después de desayunar panques con mantequilla amorosamente preparados por su madre.
En las tardes hacía sus deberes de la casa como la buena niña que era y a cambio le daban tiempo para recorrer el bosque con total libertad. Ese mundo que cada día se le hacía nuevo e increíble.
Que dicha era simplemente estar viva.
***
Hilda se despertó tirada en medio de la sala de la casa. Notó con pesar que eran pasada las 10 de la mañana y ya no había ido a trabajar. No se lamentó.
Ella se encontraba vistiendo solo su ropa interior y una camiseta sin mangas que alguna vez debió ser blanca, pero que ahora estaba teñida de rojo casi en su totalidad.
Al darse cuenta de ello Hilda se estremeció y abrió los ojos ampliamente al recordar que esa noche se había sentido rara al cortarse y que se había hecho dos cortes más provocando un exceso de sangre que paulatinamente se derramó entre sus dedos y entre sus costados. Se había literalmente revolcado en su sangre mientras se lamía los dedos en la oscuridad de la noche en una casa vacía.
De pronto se sintió aliviada de que nadie la haya visto realizando semejante acción, de pronto se sintió asqueada porque lo que había hecho, era producto de estar sola.
Se incorporó llevándose una mano al estómago; el pequeño ciervo zorro se le acercó con las orejas bajas, se le veía muy triste. Ella le acarició dulcemente mientras le decía que en un segundo le servía de comer, que iría a asearse. Que no se preocupara.
El frio que su cuerpo sentía ya no le molestaba tanto como ayer, a pesar de estar toda húmeda por la sangre y mientras sus pies desnudos se llenaban de tierra al andar hacía el baño, notó en sí misma algo que la sorprendió: su pecho, se sentía frío, sucio, pero a la vez, se sentía como estancado. Y eso le hizo sonreír levemente.
Dolía...pero ya no dolía igual, y este pensamiento la hizo de alguna manera feliz. Ya nada podía lastimarla.
Una vez en el baño tomó de un cajón algodón y desinfectante y sin mucho cuidado se limpió los hombros lacerados. Ante el contacto arrugó la nariz y apretó los dientes con fuerza.
Agua con sangre y mugre escurría por sus codos mientras aplicaba el líquido, gotas comenzaron a caer al suelo y mientras realizaba esta labor, casi sin querer, se miró al espejo.
Se detuvo.
Ya no podía reconocer su reflejo.
Su cabello antes azul brillante, ahora era opaco, manchado de sangre, revuelto y lleno de basura, sus enormes ojeras, su piel ya traslúcida y sus labios partidos, manchados de rojo.
Dejó el algodón en el lavabo y estampó su mano en el espejo sin dejar de mirarse. Luego descubrió un dolor en su boca.
De entre sus labios había sacado uno de sus dientes frontales.
***
Victoria Van Gale había roto algunas reglas al quedarse en el universo de las hadas. Como eterna científica e investigadora le llamó mucho la atención que una buena mañana descubrió a una niña castaña con caperuza verde corriendo de aquí para allá. Una niña que nunca había visto y que de primera instancia creyó que se trataba de Hilda.
La siguió para pegarle un susto y de esa manera fue que se dio cuenta que no era la pequeña peli azul; así que, aprovechando que ya la había contactado, le preguntó su nombre y si era nueva o de familia nueva en el valle. Van Gale, como nueva "regente", los conocía a todos.
Así fue como se enteró de que su nombre era Johana y que sus padres siempre habían vivido con ella en ese lugar.
Sus padres eran Phinium y Lydia.
Y allí comenzó el verdadero enigma.
Van Gale había pensado en visitar a los padres de Johana, pero verdad era que no gustaba mucho de interactuar con la especie, sin contar que algunas reglas de su pacto con la Entidad eran de no interferir en el estilo de vida de las hadas.
Fue de esa misma forma que ella quedó como una controladora del "visor" al mundo humano. Evento del cual Phinium se enteró después de traer a Johana a su mundo.
Van Gale decidió sacudirse la duda de si esa pequeña era realmente la Johana que alguna ocasión conoció, aunque la probabilidad era risible. Su principal duda era "¿Cómo fue posible devolverla a su estado infante?"
Su duda debería quedar saldada en el momento que encontrara a Johana en el mundo humano, pero, desgraciadamente, una vez que lo pensó con algo de frialdad se dio cuenta que era una estupidez que no conllevaba ninguna urgencia. Saldaría su duda, quizá, más tarde.
***
David, Frida y Kaisa se encontraban horrorizados con lo contado por Alfur. Habían entendido que lo dicho por el elfo era ya un límite que no podía dar paso a la tolerancia.
Hilda en su momento les había dicho a sus amigos que no interfirieran, que ella iba a salir adelante a como pudiera pero que, por favor, no preguntaran nada de lo que hacía, que deseaba estar sola y salir adelante sola como la había dejado el destino.
No estaban muy de acuerdo en hacerle caso, pero cuando los adultos mandaron a Servicios Infantiles, arraigaron la casa haciendo destrozos y no consiguiendo nada, la reacción de Hilda para la comunidad fue de furia. Y ellos decidieron dejarle su espacio.
Ahora ella comía su sangre.
Se dirigieron a la casa de su amiga a mucha velocidad, no sin antes querer acceder a través de los túneles del espacio Nisse pero Alfur les dijo que era inútil ya que Tontú de igual manera había abandonado la casa, ya que Hilda no solo lo corrió a él, si no a todos los seres, con excepción de Twig.
Kaisa por su parte les dijo que ella no tenía acceso para entrar con magia de aparición a una casa sin previo permiso, por lo que todos tuvieron que correr.
Una vez frente a la casa, tocaron la puerta con insistencia y le gritaron para que saliera pero nadie abrió ni contestó. Después de un rato, Kaisa uso magia de ataque y sin pensarlo más, voló la cerradura, ya vería como repararla luego. Así fue como el grupo entró completamente dispuestos a hacer una intervención a su amiga.
Una enorme mancha de sangre en el suelo de una sala completamente desordenada y sucia fue lo primero que vieron.
***
Buscaron a Hilda por toda la casa dando gritos que no eran respondidos, pronto se dieron cuenta que ella no estaba allí, así como tampoco el ciervo zorro. Kaisa había intuido que Hilda se debió cortar mucho hacía varias horas (la sangre estaba seca) y que luego se fue a bañar debido a que había huellas con algo de sangre rumbo a las escaleras.
En el baño del segundo piso, encontraron los algodones con sangre.
-No está aquí.- Dijo David con enormes ganas de llorar. -¿Dónde está?
-¿Kaisa?- Preguntó Frida igual de afligida.
La bruja estaba igual asustada, pero debía mantener la compostura.
-Vayan a casa, me quedaré aquí a limpiar este lugar y posteriormente iré con el concilio. Tenemos que encontrar a Hilda.
-¿Por qué mejor no salimos a buscarla por la ciudad?- Dijo David.
-Porque nos tomaría mucho tiempo, será mucho más rápido a través del concilio, pero si Hilda llega a volver, de verdad no quiero que llegue a este lugar, así como esta, es un reflejo de lo que siente. Todo esa sucio y hay podredumbre y no puede una niña vivir así.- Entonces fue Kaisa quien sollozó. Quizá debió llevársela ella misma amarrada a la biblioteca.
Frida se acercó y le tocó el brazo -Te ayudamos a limpiar, de esa manera será más rápido para todos.
Kaisa asintió.
***
Esa tarde en el mundo de las hadas, Johana niña llegó corriendo feliz a su casa, presumiendo un 10 en ciencias. Apenas entró, fue a los brazos de su padre quien la tomó y la lanzó al aire un par de veces mientras ella se reía orgullosa.
El aroma en el aire era a galletas y dulce.
Johana le contó a sus padres que había conocido a un chico lindo, y que le regaló una flor. Lydia le dijo que era algo bonito y Phinium dijo que se alejara, porque esos chicos robaban hadas pequeñas.
Cuando Johana se fue a bañar, ambos padres miraron felices a su pequeña desaparecer en el cuarto de baño. Fue cuando Lydia puso una expresión de consternación.
-Phinum, estoy preocupada por Hilda, se cumplen dos meses de que no sabemos de ella. ¿Cuándo vas a ir a ver a esa Van Gale para que nos deje mirar cómo está?
-Cariño, yo también estoy muy preocupado, pero tú sabes bien como yo que esa mujer hizo un pacto e incluye poca o nula interacción que pueda afectar nuestro modo de vida. Por eso no he ido. Hilda está con su padre y Anders no la dejaría sola, ya lo conocimos y en el fondo es un buen hombre.
-Phinium...
-Pero si, mañana voy a ver a Van Gale sin falta y confirmar que nuestra nieta este bien. No creas que no me importa, aunque no te niego que tener a nuestra hija de vuelta ha sido el milagro mas hermoso que la vida nos haya podido otorgar. Es como un milagro y cada segundo es invaluable y a veces todo lo demás se me vuelve pasajero. Es solo que...estoy muy feliz.
-Entiendo, amor, me pasa lo mismo. Pero no podemos dejar así nada más a nuestra nieta.
-No. Lydia, no podemos. Mañana voy a ver a esa mujer.
***
No es algo secreto decir que para Hilda los trabajos eran un misterio. Al faltar a la tienda creyó que simplemente había sido despedida, y, dándose cuenta de que después de esa noche que durmió teniendo de alfombra su propia sangre ya pocas cosas le importaban, había decidido asistir a un lugar que al final había sido el primer letrero que vio un poco más a las afueras, cerca de la zona mas alejada de la costa.
No lo había ni siquiera considerado por que aún era la "Hilda tonta" como se había llamado, pero ahora sentía que nada podría lastimarle. Se había llevado a Twig consigo por cualquier cosa.
Aquel letrero fuera de aquella casa alargada de paredes de madera vieja decía:
"Se solicita mesera"
Se encontraba en un camino ya de tierra, pasando el ultimo muelle donde al frente solo había pasto y oscuridad.
Cuando el tabernero la vio, antes que nada, tuvo un ataque de risa.
-Pequeña, este no es lugar para ti.
-He estado en una taberna antes.
-De la ciudad, aquí las cosas son, un poco diferentes.
-Miré, señor, necesito dinero, soy una adolescente independizada y debo valerme por mi misma.
-¿Independizada? ¿Quieres decir que estas emancipada?
-Si, eso.- dijo con seguridad.
Él no le creyó. Pero tampoco era que él fuera la mejor muestra de cumplimiento legal y había muchos vacíos al respecto.
-Bien, mira, esta noche llegan varios barcos al puerto y va a haber bastante clientela, así qué si, necesito ayuda. Pero quiero en una hoja de tu puño y letra donde escribas que estás emancipada, que me lo hiciste saber y aceptaste las condiciones que te puse y lo firmes. ¿Lo harás?
-Deme papel y pluma.
El hombre dio la vuelta por el mostrador y rápidamente colocó los elementos frente a Hilda quien se sentó en unas de las sillas de la barra para escribir.
-Solo una cosa- Dijo- Mi ciervo zorro estará conmigo en todo momento.
Fue entonces que el tabernero se dio cuenta del animal y los ojos le brillaron.
-Nena, si lo que quieres es dinero, te puedo dar lo que aquí ganaras trabajando en un año si me das al cachorro.
-¿Sabe qué? Ya no me interesa el trabajo.- Y se bajó de la silla.
-¡Espera! Solo tenías que decir que no lo vendes y ya. No te pongas así. Solo que está hermoso.
Twig gruñó molesto.
-Y es muy bravo, así que no lo moleste, ¿De acuerdo?
-Enterado, niña.
Hilda haló el papel, y escribió.
"Soy Hilda de Trollberg, soy una adolescente completamente emancipada y el dueño lo sabe de mi voz, sin dependencia de ninguna figura paterna acepto el trato de trabajar en esta taberna y entiendo perfectamente las condiciones. Las cuales quedaran invalidadas si algo le pasa a mi cachorro mascota, mi ciervo zorro, Twig.
Firma: HILDA DE TROLLBERG."
Cuando el hombre lo leyó, no pudo evitar soltar una enorme carcajada.
-Eres lista, pequeño demonio. Bienvenida, no tengo un uniforme de tu medida porque obviamente no eres una adolescente, pero mandaré a achicar uno. Mientras tanto, déjame decirte que el trabajo es en su mayoría nocturno, hay un espacio para que duermas en caso de que se alarguen las jornadas, se paga por día y tus labores son de atender las mesas y limpiar el lugar antes de retirarte. ¿Alguna pregunta?
-Ninguna. Tampoco es como si regresar a casa fuera urgente. Solo respete mis reglas y yo sigo las suyas.
El hombre sonrió.
-Bienvenida a bordo, Hilda de Trollberg.
***
Así comencé mi primera noche de trabajo en ese lugar. Usando vendas en mis hombros evitos que el roce de la camiseta me haga sangrar de nuevo.
La taberna esta llena. Hay gritos, groserías, maldiciones. Muy diferente a las tabernas que vi cerca de la ciudad. Muchos tipos del mar, como los que ya había conocido, pero estos se notan con algo diferente. Son más sucios y asquerosos.
"¿No eres muy pequeña para este lugar, primor?"
"¡Viejo! ¿Ya contratas infantes? ¡Creí que habías abandonado ese negocio!"
"Si estás de vuelta, avisa"
Esa misma noche, un hombre rubio, no muy viejo me ofreció una cadenita de oro, diciéndome que en mi cuello se vería perfecta.
Antes, mi antigua yo ni de broma estaría aquí, pero hoy, de verdad, pocas cosas me importan.
-¿Y qué desea a cambio?
-¡Nada! Qué tipo de ser horrible crees que soy; aunque, quizá, solo un besito en la mejilla, bastaría, preciosa.
Le acepté la cadena.
***
Phinium estaba sentado en una silla, al lado de la cama de su hija, la pequeña estaba arropada y solo su pequeña cabeza asomaba de entre las mullidas sábanas donde su cabello castaño se esparcía.
-¿Entonces, ya no le hablo al niño que me dio la flor?
-Olvida eso, cariño. Aun eres muy pequeña para eso.
Luego, le dio un tierno beso a su sonrojada mejilla.
*********************
No sé bien qué final tendra, pero, como aquel fic de Su Hermana la Idiota, no será largo.
Gracias a todos por comentar.
Gendo -el despedido- Uribe
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