Querida amiga:

El primer tema que se me ocurre es el de las falsas amistades. Verás, aunque no me lo creas y vayas a pegarte la cabeza contra la pared de todas formas, que no todas las personas que se llaman tus amigas te quieren. Descubrirás a fuerza de dolor que la gente es egoísta –como también lo eres tú– y que además, son inseguras. Tanto como para abandonarte en el momento en el que más las precisas porque los demás han hecho eso mismo.

Te van a decir cosas horribles en frente del colegio, usando el uniforme de escuela católica. A los directivos no les dará la cara para defenderte y todos quedarán viéndote como "la loca" porque es imposible que un curso entero esté en tu contra. ¿Sabes qué? En parte te lo mereces, por hablar sin filtros. Por creer que porque tienes la verdad en tus manos, puedes decirla como se te dé la gana. También te lo tendrás merecido por defender gente que parece indefensa pero debería aprender a luchar sus propias batallas. Para esta altura habrás cometido muchos errores, habrás querido a la gente equivocada y habrás confiado en personas que no merecían escuchar lo que salía desde lo más profundo de tu corazón.

Te alejarás, escaparás como una cobarde y comenzarás a lamerte las heridas en un lugar en que no puedan alcanzarte. Te esforzarás por encajar nuevamente y conocerás gente. Ellos no serán ni mejores ni peores que los anteriores; pero tus ojos ya están un poco más enfocados. Ahora sí estás prestando atención. Por desgracia, alzaste barreras muy altas y hasta hoy te cuesta conectar con la gente.