7. El acuerdo.
S I E T E
—Salgamos juntos— Declara, Kieran, sorprendiéndome.
La luz emitida por la pantalla del televisor es la única que ilumina la sala, parpadeando tenuemente sobre nosotros y el murmullo de las voces del programa transmitiéndose en el fondo, llena el silencio. Observo con detenimiento la ligera sombra en sus ojos y el contorno de su boca, esperando por una sonrisa o algún indicio que me indique que se trata de un mal chiste pero que nunca llega.
Si hubiera estado bebiendo algo, probablemente lo habría escupido en su cara.
—¿Salir contigo? ¿Se supone que es una broma?
—No...
—No quiero ofenderte... —Me detengo un segundo—... pero, en primer lugar, no me gustas y en segundo, no estoy segura de poder lidiar con alguien más en mi vida cuando ni siquiera me agrado en ocasiones.
—Eso es perfecto —Declara—. Tampoco me agradas en ocasiones, ¿no tenemos mucho en común? — Se burla.
—Hablo en serio.
—Yo también —Sacudo la cabeza, frustrada por su actitud y empiezo a caminar en dirección a la escalera, sintiéndome incapaz de tener esta conversación en medio de la sala, de pronto me congelo al escuchar el sonido de sus pasos detrás de mí, haciendo crujir la madera de los escalones. Con exasperación, me giro hacia él.
—No quiero sonar descortés, pero ¿no tienes un lugar a donde volver, Kieran? ¿Gente que quieras atormentar además de mí? porque ya casi es medianoche y tenemos clase.
—Me gusta atormentarte.
—Kieran... —Advierto.
—Hablaba en serio cuando dije que necesitaba un lugar donde quedarme.
—No hay cuartos extras aquí —Digo, ahogando un bostezo.
—No soy muy exigente, me conformo con tu habitación.
—Quieres salir conmigo, vivir gratis en mi casa, dormir en mi habitación, ¿Se te ofrece algo más? ¿Tal vez una taza de café? ¿te presento a mi familia después o... —Dejo la frase en el aire, esperando que capte el sarcasmo.
—Un taza de café estaría bien —Responde haciéndose el desentendido. Entonces, dejo escapar un grito de exasperación, caminando hacia mi habitación con esa fastidiosa risa retumbando por todo la casa.
Mi mente da vueltas alrededor de su propuesta y entre más lo pienso, más absurdo me sabe todo ¿salir con él? ¿por qué querría algo como eso? ¿acaso está... drogado?
—No voy a salir contigo, Kieran — Murmuro, sacando de mi armario la camiseta larga que uso para dormir —. Es tan poco original que ni siquiera es gracioso — Sigo, girándome en su dirección y recogiendo un par de almohadas de mi cama para luego lanzárselas al rostro, sin embargo, él es más ágil o lo suficiente para atraparlas a medio camino. Ahora solo hay una molesta sonrisa en su perfecto rostro.
—No es una broma — Menciona y mis ojos se abren por la sorpresa. No entiendo que planea, pero segura como el infierno que tampoco me emociona averiguarlo.
—¿Enloqueciste? — Pregunto, elevando mis manos a la altura de mi frente. Un horrible dolor comienza a apoderarse de mi cabeza e intento disiparlo frotando en círculos mis cienes con la yema de los dedos. Entonces, cuando creo que nada podría ser peor, Kieran rodea mi cama, haciendo amago de subir del lado izquierdo. Mi lado. Gruño, llamando su atención —. No, ese es mi lado. Tú puedes dormir del derecho, pero si te atreves a respirar en mi dirección... te mataré —Asiente, sentándose en el borde de la cama para quitarse los zapatos y luego vuelve a retomar el tema que tanto conflicto me genera.
—No estoy loco. Sólo pienso que nos beneficiará a ambos — Eso despierta mi curiosidad.
—¿Cómo en el mundo podría beneficiarle a alguien salir contigo? ¿Acaso vienes con una cuenta de Netflix gratis o algo por el estilo? ¿Me dan descuento en las librerías si digo que soy tu novia? — Me burlo y una sonrisa fácil estira sus comisuras hacia arriba.
Por alguna extraña razón, la sensación de estar atrapada bajo su mirada me persigue constantemente.
—Es bastante simple. Yo quiero sacarme a Jane de encima y tu...— Duda un segundo en su elección de palabras. Me cruzo de brazos, levantando una ceja retándolo a continuar—... quieres olvidar a Cade o lo que sea.
—Acabé con Cade— Miento rápidamente, pero la piel de mis mejillas arde frente a la mención de su nombre y mi pecho se enfría, con el dolor calando hasta el último pedazo de mi corazón. Dios, ni siquiera puedo respirar correctamente.
—Miéntete todo lo que quieres, pero ambos sabemos la verdad — Él asegura y aunque soy incapaz de admitirlo en voz alta, sé que tiene razón.
—En el caso de que fuera cierto y no digo que lo sea, pero si así fuera... ¿cómo salir con su hermano me ayudaría a superarlo? — Comento, en un esfuerzo por comprender su lógica.
—Porque yo soy un payaso...
—Eso es verdad—Murmuro, asintiendo efusivamente y me detengo al percibir la manera en que me fulmina con la mirada.
—...Y con nosotros fingiendo una relación, no te va a quedar tiempo para pensar en él...
—¿No es más sencillo superarlo como la gente normal? ¿Con helado y tiempo? ¿Enfocándome en mi misma?
—Puedes hacerlo de esa forma o puedes ayudarme con Jane —Hay un tono de desesperación fundiéndose en su voz y tengo esa extraña e inquietante sensación de que oculta algo más. Algo que no dice.
—No hago caridad —Me miro las uñas desinteresadamente escuchándolo soltar un resoplido.
—Bien, no voy a presionarte —Alza ambas manos al cielo, cediendo —. Supongo que ahora solo me iré y dejaré que superes a Cade de una forma sana y nada dolorosa.
Su comentario produce que mi mente entre en pánico. Las alarmas suenan con fuerza dentro de mi cabeza; anunciando un peligro inminente y solo entonces comprendo que no puedo dejarlo marchar porque eso significaría quedarme sola con mis pensamientos y justo en este momento, lo único que evita que me rompa en mil pedazos es él. Su estupidez es contagiosa al igual que una distracción a mis problemas.
Me muerdo los labios, incapaz de sufrir otra vez. No quiero ser esa persona. La persona que no olvida el olor a su perfume o quien sueña despierta cada noche, evocando el sonido de su voz mientras pronuncia mi nombre; con ese tono que hace que me encuentre dispuesta a perseguir todos esos "y si..." que nunca serán.
Porque cuando dice mi nombre sé que no tengo salvación.
—Kieran, espera— Lo llamó, antes de que pueda arrepentirme —. Está bien, hagamos esto.
—¿Es un trato?
—Es un trato — Confirmo, con seguridad.
Solo tenemos que fingir estar en una relación por un par de semanas hasta que se deshaga de Jane y para entonces, ya abre superado a Cade. Es un acuerdo de ganar-ganar por donde se vea.
Yo puedo hacerlo.
Esto será demasiado sencillo.
(...)
No puedo hacerlo.
Esto será horrible.
Desde el interior del Audi de Kieran, observo a la multitud de estudiantes que atraviesan la puerta principal del instituto, los mismos rostros sonrientes y expectantes que parecen burlarse de mi preocupación.
Mi garganta comienza a cerrarse y me niego a salir del auto.
Esta mañana, al despertarme sola en mi habitación, mis pulmones comenzaron a llenarse de aire y por un instante pensé que la noche anterior solo había sido un producto macabro de mi imaginación, pero luego Kieran apareció al final de la calle, tocando la bocina de su auto para que saliera a su encuentro.
—Hola, pecas — Saluda en cuanto me dejo caer en el asiento del copiloto. El olor a nuevo entremezclado con su fragancia de miel llena mis fosas nasales, abrumándome —¿Planeando como arruinar vidas esta mañana? — Empieza, con las manos en el volante.
Sonrío a regañadientes.
—No, sólo como arruinar la mía aparentemente —Hago una pausa—. ¿Qué sucedió con tu moto?
—Me preocupa tu seguridad...— Su voz disminuye cuando nota mi expresión de incredulidad puesta en él—. ¡Esta bien, esta bien! en realidad tengo miedo de que Aspen decida arrojarme tomates si llegamos a coincidir en el estacionamiento. Al menos con un auto tengo la posibilidad de arrollarlo sin que nadie note que fui yo.
—Excepto por la matrícula del coche y el pequeño de detalle de que solo tú conduces un Audi en el instituto ¿Quién podría descubrirte? —Expongo lo evidente—. Eres como una mente maestra criminal ¿no es así? — Me esfuerzo por sonar sarcástica.
—Y tú eres como un grano en el trasero ¿no es así? —Me imita.
—De todos modos, ¿por qué Aspen te arrojaría tomates?
—Porque le envié un mensaje de texto diciéndole que estamos saliendo y luego accidentalmente lo reenvié a Noah y a Atticus.
Dejo salir un jadeo de sorpresa mientras lo observo conducir —¿Por accidente? ¿Por qué no solo lo publicas en twitter?
—Bueno, yo.... —En cuanto nota mi mirada de horror, se echa a reír, haciéndome saber que bromea.
Solo en ese momento, con su risa llenando mis oídos, mis hombros rígidos logran relajarse.
—¿Qué te dijo Aspen? —Pregunto con curiosidad.
— Me dijo que él respeta cada una de tus decisiones y que si te lastimo, va a perseguirme hasta el fin de mis días e incluso más allá de la muerte.
—Suena a algo que él diría.
—Sí, ese es Aspen. Siempre tan dulce como su hermana—Kieran tamborilea el timón con sus dedos al ritmo de ninguna canción en particular y paso por alto su comentario, demasiado nerviosa para pensar con claridad.
—Creo que esto es un error.
—¿Estás rompiendo conmigo tan pronto, pecas? —Se lleva una mano al pecho dramáticamente, luciendo dolido, pero esa expresión no dura mucho tiempo, dando paso a una sonrisa juguetona—. Relájate, es un gran plan — Me tranquiliza y en ese momento, parece que nada puede salir mal.
Ahora en el instituto no me suena como una buena idea.
Abro la puerta del auto, dispuesta a enfrentarme a la multitud de estudiantes del instituto Morgan, cuando el viento frío de la mañana golpea mi rostro y de nuevo, tengo ganas de vomitar. A una distancia prudente de la entrada, se encuentran Cade y Bethany compartiendo su saliva. Ella se presiona más contra él en el momento en que mi mejor amigo deja un camino de besos en su mandíbula.
Mis ojos pican y de repente, todo el aire abandona mis pulmones, como si alguien acabara de darme una patada en el estómago. Me inclino ligeramente hacia adelante, dejando que mi cabello se deslice sobre mi rostro. Me duele el corazón y las lágrimas comienzan a acumularse en la línea inferior de mis pestañas, provocando que su imagen no sea más que una mancha borrosa en medio de la escuela.
Cuando estoy por entrar al auto nuevamente, un jalón en mi muñeca me lo impide. El agarre es tan fuerte que me obliga a retroceder hasta el punto en que choco directamente con el pecho de Kieran. Me doy la vuelta, presionando mi espalda contra la puerta del auto, en un intento por establecer una distancia segura entre nosotros.
—¿Estás bien, pecas? — Pregunta y su expresión sincera es abrumadora. De pronto, siento la necesidad de decirle como me siento.
—No, Kieran— Mi corazón palpita más rápido por ninguna razón en específico —. No podemos hacer esto. Nadie va a creer que estamos enamorados... — Él se inclina hasta presionar su mejilla contra la mía.
—¿Qué estás haciendo? — Pregunto, sorprendida por su arrebato.
—Cade nos está mirando — Admite, provocando que un par de mechones de mi cabello se remuevan bajo su respiración. Trago el nudo en mi garganta, observándolo directamente a los ojos y casi me pierdo en ellos.
Su mano cálida se acerca hasta ahuecar mi mejilla y mis ojos involuntariamente se cierran, perdiéndose en la calidez junto a la nueva sensación que me transporta a otro planeta.
—¿Me odias? — Susurra, rozando sus labios contra los míos tan suavemente que el toque podría confundirse con el de una pluma.
Asiento, confundida.
—No lo olvides — Es su brillante respuesta.
—¿Qué...— Empiezo a preguntar, pero mis palabras mueren consumidas por su boca en el momento en que me besa de forma contundente. La respiración se atora en mi garganta al sentir una presión cálida en mi labio inferior y sin esperar por mi aprobación, él lo atrapa entre sus dientes, haciéndome jadear. El pulgar de Kieran roza la piel de mis mejillas encendidas en llamas mientras mi corazón golpea con rapidez contra mi caja torácica.
Él continúa con el beso, volviéndose cada vez más agresivo, necesitado y en contra del mejor de mis juicios, me encuentro tratando de seguir su ritmo, apenas puedo respirar, pero en este momento poco importa si eso acaba con mi existencia. Mis dedos se aferran del dobladillo de su camiseta y mi estómago baila en todas las direcciones posibles como si alguna vez hubiese seguido un camino premeditado.
Finalmente, después de lo que parece una eternidad resumida a segundos, él se aleja lo suficiente para colocar su rostro en el hueco de mi cuello y su respiración inestable me produce cosquillas. Tiemblo contra su pecho, oyéndolo reír por lo bajo —Deberías ver la cara de Cade. No tiene precio — Murmura en mi hombro.
Lo miro confundida por un momento antes de comprender que todo hace parte de su plan.
Me estremezco involuntariamente alejándome de él y mi boca cae ligeramente abierta al notar la cantidad de estudiantes que observan la escena con atención. Unos lucen perplejos, otros un tanto confundidos y un círculo de chicas se muestran bastante molestas. Trago saliva con dificultad en cuanto distingo a Jane Watson parada en el medio. Justo lo que Kieran quería.
Parpadeo lentamente, cohibida por el peso de la atención y me detengo de poner los ojos en blanco al notar a Cade cuestionándome con la mirada. Él se mantiene rígido en su puesto, con la mandíbula apretada y sus manos en puños mientras Beth apenas es consciente de algo más allá del chico que me gusta, luciendo completamente embelesada.
Reprimo mis ganas de sonreír, cuando la hace a un lado para entrar al instituto.
—Yo creo que somos lo suficientemente convincentes, pecas — Dice Kieran, entrelazando sus dedos con los míos.
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