5. Deshilachado.

C I N C O


• U N   A Ñ O   A N T E S •


—...Y esa es la razón por la que el cumpleaños de Sam Smith debería ser un día feriado—Escucho una melódica voz a la lejos, flotando cerca de mis oídos. Sin embargo, me encuentro demasiado concentrada en el grupo de chicas de primer año que me observan para seguir la conversación. Ellas permanecen paradas al otro extremo del pasillo, con exceso de maquillaje en sus rostros y sus teléfonos en mano, soltando risitas escandalosas en cada oportunidad que nuestras miradas tropiezan.

A pesar de que solo ha transcurrido una semana desde mi ruptura con West Hale, la escuela poco a poco parece más un campo de batalla, donde todo el mundo escoge su bando y un arma a juego para aniquilar, metafóricamente hablando. La mayoría de las personas me culpan por romper su corazón, incluso si fue él quien me engañó en múltiples ocasiones. Ese el problema con la fama, la belleza y la popularidad, crean una cortina de humo alrededor de las malas acciones y de repente, no importa si eres un asno mientras seas lo suficientemente atractivo para compensarlo.

Una tos falsa a mi lado izquierdo me devuelve a la realidad. Levanto la vista de mi casillero, encontrándome con las gemelas Dawson, mis amigas desde el jardín de niños. Las conozco tanto o más que a Beth, sin embargo, con Bethany tengo esa clase de conexión cósmica que la vuele mi mejor amiga.

A pesar de ser idénticas, Olivia y Ofelia son muy diferentes. Mientras Ofelia es ruda, con un gusto excesivo por los chicos perversamente atractivos y decir en voz alta lo primero que cruza su mente, Liv es aplicada, reservada, mejor conocida por ser la hija favorita del predicador. Ambas comparten un cabello naturalmente cobrizo, ojos verdes, rasgos finos y hoyuelo en la barbilla, siendo la típica representación de bellezas clásicas. Lo único por lo que logro diferenciarlas a simple vista, es su cabello. En tanto Olivia prefiere lucirlo natural hasta la cintura, el de Ofelia apenas si roza su barbilla, teñido de un tono rosa pastel.

Las palabras idiota, zorra y estúpida golpean mis oídos como agua helada cayendo sobre mi cabeza.

Fe se voltea bruscamente en dirección al grupo de chicas que cuchuchean sobre mí, pero tomo su mano con fuerza, evitando que inicie una discusión. Sé a la perfección como es cuando se enoja, no le importa dañar a quien sea y en ocasiones, el veneno gotea fuera de sus labios. Mi mandíbula se aprieta mientras las desconocidas continúan riendo. Calmo mi respiración, negándome a caer tan bajo. Olivia también se ve preocupada, arrugando su frente hasta que el grupo de jóvenes desaparece de nuestra vista, aparentemente satisfechas consigo mismas.

Si tan solo no hubiera salido con West... mi corazón se encontraría menos dañado y no tendría una secta dispuesta a sacrificarme por haber "roto" a su ídolo, aunque de nuevo, él me dio tanto como me quito.

—Lo juro, si tengo que escuchar a una sola persona más hablando mal de ti, voy a romper su nariz. No me importa que mi padre me castigue por toda la eternidad, valdrá la pena—Escupe, Ofelia.

—Eso no va a arreglar nada, probablemente solo atraerá más atención negativa sobre Ava— Razona, Liv.

—Claro que arreglará cosas. Sus caras, por ejemplo —Comenta entusiasmada y luego se voltea hacia mí —Por cierto, Ava, ¿tu hermano va a acompañarte a casa hoy? — Finge un tono inocente, aunque dentro de mi cabeza, soy capaz de ver claramente como la baba se escurre a través de su barbilla y su boca cae ligeramente abierta.

La fascinación exagerada en su voz me produce arcadas. Aun no entiendo ese sentimiento de adoración que la mayoría de las personas guarda hacia mi hermano y sus amigos. Sí, son atletas, algunos de ellos con mucho dinero y muy atractivos, no obstante su personalidad es una completa mierda. El único medianamente decente es Atticus.

Las mejillas de Liv enrojecen furiosamente, una costumbre que tiene siempre que hablamos sobre un chico, incluso si solo se trata del conserje.

—Sí, después de su entrenamiento —Le doy una mirada de advertencia, leyendo las intenciones que flotan en su iris —. Y antes de que vuelvas a preguntar, en serio no creo que quieras estar con alguien como Noah, con un complejo de Dios —Hago una pausa—. Por otro lado, Atticus es demasiado 'niño bueno' para tu gusto, Aspen le tiene fobia al compromiso y Kieran... él podría darte su atención, pero también te daría herpes.

—Está decidido, nunca voy a encontrar a alguien — Suspira dramáticamente —. Ya me resigne, el amor es una perra—Murmura, de mal humor, caminando junto a mí hacia las canchas de baloncesto de la escuela.

Niego con la cabeza. —El amor no es una perra, las personas lo son.

En cuanto tomo asiento en las gradas, las nuevas miradas no se hacen esperar, cada segundo más insoportables, asfixiantes, alimentándose de mi dolor. Y las voces musitando a mis espaldas, son cuchillos afilados cortando la capa más superficial de mi piel, a la espera de dejar cicatriz.

Son tantas las emociones que me embargan, que al final finjo no sentir nada.

—No sé cómo logras lidiar con esto. No quiero empeorar la situación, pero probablemente yo estaría llorando en un rincón —Admite, Olivia, en voz muy baja para que la gente detrás nuestro no alcance a escucharla.

—Costumbre —Me encojo de hombros.

Después de la muerte de mi madre y el alcoholismo de mi padre, oír a otros hablar sobre mi familia era el pan de cada día. Las palabras hirientes, las bromas pesadas, los dedos señalándome. Simplemente me hice a la idea y con el tiempo el enojo se transformó en resignación. Resignación por no poder cambiar a aquellos que juzgan sin tratar de entender. En un principio fue duro, sin embargo mi suerte me hizo ver que cada uno elige vivir a su manera, siempre habrá alguien que te odie, alguien intentando hacerte tropezar, es tu elección permitir que eso defina el resto de tu vida. Yo elijo ser mucho más que una víctima, soy una luchadora y no voy a dejar de pelear.

Mientras el equipo de baloncesto entrena al aire libre, las animadoras ensayan su coreografía para el juego del próximo viernes. Levanto la mano, dispuesta a saludar a mi mejor amiga, Bethany, cuando recuerdo su renuencia a ser vistas juntas en público. Tras la ruptura con West, me confesó que su estatus de animadora la ponía en una clase de encrucijada y de repente, hablar conmigo representaba un conflicto de intereses.

Ella quería ser Suiza durante las guerras mundiales, lo cual en su momento solo logro hacerme sentir peor que basura.

—Es una perra—El grupo de animadoras susurra cuando me levanto de las gradas, caminando cerca a la cancha con la intención de ver mejor el entrenamiento. Los jugadores corren de un lado a otro, sin tropezar ni soltar el balón. Sus posturas son poderosas y las miradas joviales, parecen liberar dopamina...—. Además, ni siquiera es tan bonita— Estallan en risas estrepitosas, ocasionando que el flujo de aire llegando a mis pulmones se detenga.

Siento como mi estómago se hunde en el momento en que el inconfundible sonido de la risa de Beth resuena en mis oídos, enviando escalofríos a todo mi cuerpo. En cuanto su mirada y la mía se encuentran, veo el pánico en sus ojos, una parte de ella quiere defenderme y otro más grande, muere por aprobación, pertenecer.

Me mantengo en silencio, atrapada en el tiempo.

En cámara lenta, observo la forma en que gesticula un "lo siento" antes de que agachar su cabeza. El cabello oscuro le cae sobre el rostro y mis ojos pican con lágrimas contenidas. No puedo moverme. Todo lo que quiero es desaparecer.

—¿Viste lo que lleva puesto? ¡Se ve tan barata! —Aprieto mis puños con fuerza. El veneno en la voz de Tamara, una de las animadoras principales, quema mi pecho. Respira, Ava. Sólo respira.

—Una jirafa luciría mejor en falda— Coincide, Tiffany. Me volteo en su dirección, dispuesta a enfrentarla, cuando la capitana del equipo de animadoras —Rose Winters— salta en mi defensa.

—¿Hablando de tus propias inseguridades, Tiffany? — Me tomo unos segundos para procesar sus palabras, dejando que la sorpresa remplace el sentimiento de enfado.

La imponente castaña de ojos oscuros, vestida con el uniforme rojo, apenas vacila ante las nuevas miradas de reproche que le lanzan sus compañeras de equipo. Entonces, bajando las gradas, aparecen Olivia y Ofelia. El ambiente se oscurece, anunciando una tormenta.

— Por mucho que la insultes, eso no va a hacer que West responda tus mensajes ¿lo entiendes, Tam? —Chasquea su lengua, para después dirigirse a todas — Insultar a los demás no es una personalidad y no las hace ver geniales.

—Cállate, perdedora. La única razón por la que eres la capitana es porque tu papi dona dinero a la escuela—Escupe, Tamara, mirándola como si fuera estúpida —. Ya deberías dejar ese papel, no te queda. Todos saben que solo te haces la santa cuando no eres más que una fácil, ¿o crees que no vimos el video que envío tu ex, Charles, al grupo de WhatsApp?

—Lo único para lo que sirves es para estar de rodillas—Finaliza, Tiffany, haciendo un gesto obsceno con su mano izquierda, simulado dar una mamada mientras gime sin control. Las risas aumentan y el semblante de Rose decae.

Esto es demasiado.

—Cierra la boca, Tiffany —Exploto, sin poder contenerme—. ¿Avergonzar a alguien por tener sexo con su novio? ¡Sorpresa, sorpresa! ¿cómo crees que te tuvieron tus padres en primer lugar? ¿Te trajo una cigüeña? ¿O acaso estás intentando anunciarle al mundo que tu madre es una fácil? — Las personas jadean—. ¿Por qué no mejor vas a la iglesia y sacas una cita para que te hagan un exorcismo? El mundo te lo agradecerá —Respiro bruscamente, alzando las manos en dirección al cielo. Oigo a Ofelia reír.

Sin esperar por una respuesta, envuelvo mis dedos alrededor de la muñeca de Rose, intentando alejarnos de esa situación.

—Zorras— escupe, Tiffany, con odio y siento como toda la sangre sube a mi cabeza.

Mi respiración falla, consciente del inconfundible roce de uñas en mi piel. De repente, la castaña me jala del brazo, empujándome hacia atrás con fuerza.

Saboreando el odio y el enojo en el ambiente, me giro en su dirección, encajando un puño en su mandíbula. Mi mano hormiguea por el impacto mientras ella trastabilla, cayendo al suelo de forma cómica. Un segundo después, se pone de pie y en cámara lenta se arroja sobre mí. Ambas terminamos en el piso, con puños, jalones de cabello, patadas y gritos formando parte de la banda sonora.

Todo el infierno se desata.

Tiffany me sacude con agresividad y me toma un segundo comprender lo que está pasando. Dos, en ver a Rose a un costado esforzándose por arrancar el cabello rizado de la cabeza de Tamara. Y tres y medio para notar la bofetada que le propina Ofelia a una chica desconocida.

Al pie de las gradas, dentro del grupo de personas al margen, se encuentran Beth y Olivia. Intento sonreírle a Liv, pero pronto, Tiffany me golpea la quijada con tanta fuerza, que la multitud a mi alrededor se distorsiona, como cuando vas dentro de un auto a toda velocidad y lo único que logras captar por la ventana es una mancha borrosa, encendiendo el fuego en tus venas.

Respiro profundamente en cuanto sus dedos se enredan en mi cabello, jalándolo por tanto tiempo, que mis ojos empiezan a escocer debido al dolor. En un movimiento arriesgado, giramos en el suelo y acabo encima de ella, golpeando su nariz, una y otra vez. Mis nudillos arden y la sangre mancha mi piel, pero aquello no me detiene. La adrenalina que surge de mi cuerpo rápidamente se transforma en enojo.

Mi mano derecha se adormece mientras que la izquierda, sujeta lo que queda de mi corazón, completamente roto por West, por sus palabras, su engaño. El dolor me consume, una bestia que crece y se alimenta de los recuerdos, esos recuerdos que queman al igual que las lágrimas, haciéndose más presentes durante la noche.

Lo odio tanto.

Lo quise tanto.

¿Por qué me engañó?

¿Por qué no soy suficiente?

En algún momento dejo de pelear con Tiffany, enfrentándome a West, a mi padre, al jodido planeta. El tiempo parece ralentizarse e ir más rápido, todo a la vez. Me vuelvo consciente de mi entorno, la brisa desordenándome mi cabello junto al sudor que empapa mi nuca y de pronto, mi respiración se transforma en extraños jadeos que estrangulan mi pecho.

Oigo quejidos y finalmente el silencio en el momento en que Tiffany deja de pelear, su cuerpo cede, inconsciente bajo el mío.

—Cálmate, Ava— La respiración me falla en cuanto alguien me levanta del piso; jugando con mi sentido de la gravedad y la animadora vuelve a la vida, tosiendo de forma exagerada. 

—¡Eres una lunática! —Me grita  —¡Maldita demente!

Intento llegar a ella, sin embargo un peso me detiene. El entendimiento golpea mi rostro por completo cuando bajo la mirada y veo el brazo musculoso que rodea mi cintura.

—¡Déjame, déjame! —Grito, con lágrimas en los ojos.

Pataleo, lucho, en un vano intento por alejarme de aquel sujeto que me carga, apretándome contra su pecho. Y frente a la vista de todos, me desborono, con mi cuerpo temblando por la impotencia.

Dios, quiero esto. El dolor físico. Lo anhelo. No puedo, ya no puedo más. Ya no más, por favor.

—Todo está bien, Ava. Estoy aquí— Murmura, con la voz extremadamente ronca, rozando con sus labios intencionalmente la parte sensible de mi oreja. Me congelo mientras su aliento cálido hace bailar mechones de cabello sobre mi mejilla. 

Es Cade.

Las emociones encontradas me toman por sorpresa al igual que fuegos artificiales explotando en mi interior. 

— Respira, cariño.

Como si de magia se tratara, sus palabras disipan todo mi enojo y mis puños comienzan a aflojarse.

—Ahora voy a sacarte de aquí antes de que el entrenador llegué y termines en la oficina del director ¿de acuerdo? — Giro un poco la cabeza, en busca de su rostro. Sus ojos cafés se mantienen fijos en los míos con un brillo de preocupación que provoca que mi corazón corra ridículamente rápido.

Lo miro confundida. —¿No deberías estar regañándome por golpear a alguien?

—No voy a dejar que te metas en problemas cuando Tiffany merecía que alguien le reiniciara la vida de un puñetazo. Sí no lo hacías tú, yo estaba muy tentado a hacerlo —Se esfuerza por hacerme reír y lo consigue.

—Tú nunca le harías daño a nadie, Cade. No intentes engañarme.

Cierro la boca bruscamente, empezando a sonrojarme, repentinamente consciente de su mano acariciando como la seda la piel de mi estómago sobre mi ropa y su pecho que se pega contra mi espalda, permitiéndome oír los latidos rítmicos de su corazón. ¿En qué momento ha llegado a mi lado? Ni siquiera me di cuenta de que la pelea era tan feroz para llamar la atención de todo el equipo de Baloncesto.

Pestañeo un par de veces, notando con sorpresa al grupo de basquetbolistas sudorosos, que nos rodean en un círculo con expresiones divertidas, intercambiando comentarios y a mi hermano Aspen, esforzándose por mantener la cabeza oculta entre sus manos, como si estuviera haciendo algún tipo de súplica silenciosa. Luego mis ojos caen en... Kieran. El hermano de Cade, él simplemente se queda allí, observándome como un perfecto acosador.

Controlando mis ganas de rodar los ojos, rompo el contacto visual, absorbiendo el caos a mi alrededor. La mayoría de las chicas tienen el cabello hecho un desastre, ojos morados y labios rotos.

La sangre se derrama de la nariz de Olivia, manchando sus labios y parte de su dentadura mientras me sonríe, intento devolverle el gesto pero fallo miserablemente. Mi estómago se contrae cayendo en cuenta de lo que he provocado.

Entonces, por primera vez en mi vida siento que soy igual a mi padre.


• E N  L A  A C T U A L I D A D •


El teléfono suena cuando mis converses blancas golpeen la acera conocida de mi cuadra, justo después de haber aparcado la motocicleta de Kieran fuera de mi casa. Mi respiración se detiene mientras observo el número de Cade iluminando la pantalla. Entonces, contesto sin reparar en mis emociones luchando y compactándose en mi estómago que amenazan con salir volando en cualquier instante.

—¿Cade? — Mi voz suena patéticamente entrecortada y no me volteo para observar la expresión de confusión en el rostro de Kieran, en vez de eso, cierro los ojos escuchando su tono increíblemente reconfortante calentando mi oreja.

—Yo... espero no haberte despertado — Hay una nota de culpa en su voz y para este momento, estoy segura de que se encuentra mordiendo su labio inferior como siempre que está nervioso —. Esto es tan jodido— Suspira mientras mis dedos sudorosos juegan con el borde de mi camiseta, esperando pacientemente que continúe. La forma en la que arrastra las palabras y su respiración increíblemente caótica me hacen saber que esta borracho.

—Te necesito, Beth...— Mi corazón se quiebra solo un poco. Muerdo la cara interna de mi mejilla para evitar gritar —. Sé que desde que empezamos esto hace dos meses, aclaramos que solo sería sexo. Pero nena... eres todo lo que veo en las noches, eres todo lo que alguna vez necesite y necesitaré — Se ríe nerviosamente del otro lado, desgarrando un poco mi pecho con cada palabra. Las lágrimas caen por mis mejillas y mi pecho comienza a vibrar debido a la emoción contenida.

Entonces, solo puedo escuchar los latidos de mi corazón sobre el sonido de los latidos de mi corazón.

—Eres tan increíblemente hermosa — No, no lo es. Sin embargo no se lo digo, manteniendo el teléfono contra mi oreja con la respiración irregular y el corazón roto. Antes de que mis sentimientos me traicionen, cuelgo como la única cosa sensata por hacer. Mis hombros se agitan violentamente mientras dejo que las lágrimas vuelvan a caer sin detenerse goteando de mi barbilla. Intento limpiarlas con furia, pero mis dedos no son capaces de contener la emoción rompiendo mi corazón como una tela que lentamente comienza a deshilacharse.

Sabía que Cade Donovan cambiaría mi vida desde que tenía ocho. Así que a los quince años, cuando mi madre murió y pensé que mis pulmones colapsarían por el dolor y mi corazón jamás podría olvidar, no fue una sorpresa que él se convirtiera en ese faro señalando el camino seguro de regreso. Al final del día, con su cabello alborotado y las mejillas rojas por el frío, Cade me sonrió, jurando que las cosas mejorarían.

Soy tan patética, pero francamente fue lo único real que tuve por mucho tiempo y de alguna manera, mantuve esa frágil fantasía de que un día despertaría y me vería, por primera vez, él realmente me vería parada a su lado, donde siempre he estado, conteniendo la respiración mientras la lluvia continúa cayendo sobre nosotros. ¿Por qué es tan difícil ser esa persona? ¿por qué no puede darse cuenta? La saliva en mi garganta se atora y los sentimientos que han permanecido tanto tiempo ocultos, se niegan a dejarme ir, rasguñando mi piel al igual que los trozos descubiertos de mi alma.

Ya no...

Yo no puedo seguir así, soy su mejor amiga, conozco cada pieza de él, todos sus tipos de sonrisas, y aunque comprendo que no tiene la culpa por no quererme devuelta, el silencio está asfixiándome... todo lo que callo resulta letal para mi corazón. Cargar con este peso es condenarme a verlo feliz con alguien más mientras me hago a un lado. Siempre me hago a un lado.

Suspiro, intentando juntar las piezas de mí que se han roto en el camino.

Porque a veces te enamoras de alguien con tanta fuerza, que al final encuentras que te has perdido la parte más importante del amor. Amarte a ti mismo.

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