Capítulo 02
Abrí los ojos de golpe al sentir como algo líquido caía sobre mi rostro, mi mirada se cruzó con la de mi hermana quien volvió a rociar sobre mi rostro algo de agua con el atomizado, normalmente le gritaría o incluso le daría un castigo pero con el nuevo trabajo nocturno me era bastante difícil el tener que levantarme a la mañana siguiente para poder llevarla a la escuela, solté un largo quejido mientras me levantaba con una enorme fatiga, no entendía como había personas que podían soportar grandes desveladas y continuar al día siguiente como si nada.
—Es tarde.
—Lo se, lo se.
—Pues no pareces entenderlo del todo.
—Ya voy, me estoy apresurado —dije mientras me colocaba los zapatos para salir de mi habitación.
—Andando, me alegra que sea tu último día en ese trabajo, realmente te sienta bastante mal.
—Solo necesito dormir un poco más.
—A este paso vas a necesitar una hibernación.
—Solo vamos a la escuela.
Dije mientras tomaba su mano para salir de casa, lo acepto desde que empecé ese trabajo el cansancio fue mayor ya que cuando volvía solo dormía un par de horas y tenía que volver a despertar para llevar a Talina, cuando regresaba dormía un poco más pero cuando menos me lo esperaba tenía que volver por ella, solo le agradezco a Dios por haberme conseguido otro empleo mucho más tranquilo.
Definitivamente trabajar como bibliotecaria seria algo más satisfactorio, no sólo quedaba cerca de la escuela de Talina, también me permitían que ella estuviera en mi trabajo mientras supiera como comportar y sabía que eso no sería un problema ya que ella amaba el leer, al final de cuentas la espera por conseguir un mejor trabajo y con un buen sueldo había válido la pena, solo necesito sobrevivir a este último día de trabajo y todo saldrá bien.
Como tenía de costumbre salude a todos los trabajadores mientras llegaba, uno a uno me devolvían el saludo antes de continuar con sus respectivos labores de trabajo.
Al llegar a la barra salude al cantinero quien me sirvió una bebida.
—¿A que mesa la sirvo?
—Es para ti.
—No bebo, además, ¿no tenemos prohibido el beber?
—Es tu último día, disfruta del trabajo.
—Agradezco la oferta pero no gracias, quiero terminar tranquilamente este día.
—Bueno, yo si la acepto—una de las meseras se acerco para beber la copa de un trago— realmente eres el mejor en tu trabajo Roberto.
—Y tu como siempre un gran bebedor.
—¿No crees que hacemos un gran equipo? —interrogó coqueta.
—Si, no lo creo. Ahora ve a trabajar.
—Me gusta cuando te haces del rogar.
Note la incomodidad de Roberto mientras se alejaba no pude evitar reír ante la situación pues desde que había llegado Susan tenía esa reputación de coqueta pero sin ningún compromiso.
—Aimee, ¿puedes atender al hombre de la mesa quince antes de que Susan le vaya a coquetear?
—Tu también eres aburrido Julián —le recriminó Susan al jefe de meseros quien le dio una advertencia debido a su comportamiento. Me aleje de la barra para dirigirme a la mesa número quince, vi a un hombre de traje quien miraba el menú a lo cual le sonreí.
—Bienvenido, espero que tenga una excelente noche. Soy Aimee y seré su mesera de esta noche, ¿le gustaría pedir alguna entrada o espera a algún acompañante?
Pregunté pero él se mantuvo en silencio, al principio pensé que sólo me ignoraba ya que era normal en alguna clientes pero este hombre se veía tan perdido, observaba el menú pero no parecía que lo estuviese leyendo, podía notar en su mirada cierto cansancio y hasta cierto punto algo de tristeza.
—¿Se encuentra bien, señor? —pregunté tocando su hombro con delicadeza, note la sorpresa en el por un momento, miró mi mano la cual se encontraba en su hombro a lo cual yo me aleje lentamente —¿Se encuentra bien, señor?
Volví a preguntar un tanto preocupada, lo vi soltar un largo suspiro mientras masajeaba su cien.
—Solo traeme la bebida más fuerte que tenga.
—Enseguida.
Le mire nuevamente notando su preocupación, no era una de las primeras personas que observaba que llegaba a este lugar para aliviar esa carga pero de alguna forma se sentía algo diferente en él, ese toque de tristeza me hacía ver que había una historia pero no era algo en lo cual podría intervenir después de todo solo soy la simple mesera.
—La bebida más fuerte que tenemos, ¿cuál es? —le pregunté a Roberto en cuanto llegue a la barra.
—Parece que alguien tuvo un pésimo día —Roberto miró en dirección hacia la mesa número quince.
—Eso parece, realmente se ve desbastado.
—Bueno, espero que se le pase pronto porque de lo contrario Susan querrá ir detrás de él, no dejes que su vida sea más miserable de lo que ya es.
Bromeó Roberto mientras me entregaba la bebida a lo cual reí mientras la tomaba para ir de regreso a la mesa número quince en cuanto coloque la bebida lo observe tomarla como si de un vaso de agua de tratará.
—Wou, no se cuales sean tus penas pero deben ser horribles si te hacen beber de tal manera.
—No puedes ni imaginarlo—respondió el hombre ante mi comentario innecesario—.Quiero otro igual.
—¿Esta seguro de ello señor? —pregunté a lo cual él me miro—. Se que es bastante entrometido de mi parte y que me arriesgo mucho al decirlo pero no debería ahogar sus penas en alcohol, sabe no es un buen hábito, además podría provocar algún accidente grave o incluso algo de lo cual se arrepienta, creo que lo mejor es hablar de nuestras preocupaciones.
—¿Y con quien se supone que deba hablarlo? ¿Contigo?
—No creo que una mesera sea una buena opción pero tal vez un buen amigo si. Es tan solo un pequeño consejo.
Le regale una pequeña sonrisa pues sabía lo duro que era tener que combatir con la tristeza, mi padre se ahogo en alcohol debido a sus penas y terminó convirtiendo a un buen hombre en alguien despreciable, sentía que el alcohol era uno de los peores vicios después de todo robaba una parte de ti y te cegaba por completo.
Le mire nuevamente antes de tomar la copa que había dejado vacía, me di la media vuelta pero volví a girar a escuchar su voz.
—Quisiera algo más suave... Y gracias por el consejo.
—Le traeré algo con lo cual pueda acompañar su bebida, sabes un estómago feliz es también un corazón contento.
Aquello hizo reír al hombre a lo cual yo me acerque nuevamente a la barra, Roberto me miró en espera a que le contará lo sucedido después de todo había durado más del tiempo necesario en la mesa número quince.
—Esta vez será una bebida suave, también iré a pedir algo en la cocina.
—No cabe duda que eres un ángel, serás recompensada por esto.
—Yo también espero eso.
Me dirigí a la cocina para pedir algo ligero, incluso un poco de botana de alguna el hombre de la mesa quince se había convertido en un niño pequeño al cual debía cuidar, creo que tener a Talina en mi vida había desarrollado en mi un instinto maternal a tan temprana edad.
Una vez que todo fue preparado le lleve la orden a lo cual el agradeció para seguir solo en aquella mesa pero ver algo de tranquilidad en su mirada también me hizo mantener la calma por lo que continúe mi trabajo en las demás mesas.
Mientras dejaba un par de bebidas a los clientes escuche como alguien soltó un gran grito, la música se hizo presente al igual que varias luces, al parecer alguien había pedido un evento un tanto extravagante.
Me disculpe con los clientes debido al escándalo pero ellos parecían estar acostumbrados.
—¡Bebidas para todos!
—grito fuertemente alguien lo cual me sobresalto un poco, gracias a Dios este sería mi último día en este lugar.
—Vamos a divertirnos Aimee—Susan se acercó a mí con una bebida la cual tuve que tomar si no quería que ella vaciara sobre mi.
—No bebo.
—Bla, Bla, Bla, diviértete, es tu último día aquí además tu turno ya termino.
—Debo ir a casa, mi hermana pequeña me espera y...
—Solo un trago y ya, tranquila, ¿que es lo peor que puede pasar?
Mencionó Susan en insistencia, no era algo que me agradaba pero ella seguía pegada a mi y si no lo hacía no podría irme rápidamente a casa, se supone que solo beberla esa copa y me marcharía a casa después de todo no tenía nada de que preocuparme pero de un momento a otro todo se volvió tan borro, incluso algo confuso.
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