CAP 2
La D de demonio y la S de satánico eso era Derian Sage.
Había pasado más de 1 semana desde que la rubia había humillado a un ser que se creía intocable, bien sabía que el se vengaría por haberlo dejado en ridículo pero eso no le importaba mucho, sabría que atacaría cuando menos lo esperaba, por lo que estaba alerta esperando la más ridícula opción, porque ahí era donde aparecería.
Miraba el espejo frente a ella con la mirada perdida maquinando las opciones en que podía aparecer y lo haría en dicho caso, debía ser rápida y eficaz sin dejarse burlar frente a ese hombre que con solo pensar en su nombre le producía asco tanto a él como todos los de su clan.
Todo aquello lo pensaba mientras se terminaba de arreglar su cabello castaño en unas ligeras hondas que perfilaban su atractivo rostro perfectamente maquillado.
La cabellera rubia al igual que su seudónimo de Lucky Clover era solo un respaldo por si pasaba algo en el casino la descripción de su verdadera apariencia que darían sería siempre errónea.
Era algo así como la Hanna Montana pero del poker, fuera de el lugar nunca podrían dar con ella.
Cosa que ante cualquier simple mortal era eficaz, pero si sabía cómo iba a actuar un hombre con el ego herido, siendo este ego más grande que la capa de ozono de la Tierra, solo sería un obstáculo momentáneo para dar con ella.
Pero ya estaba más que lista para ello, así que mientras él se dignaba a aparecer ella mantenía en su rutina normal mientras se alistaba para ir a su trabajo.
Terminada de arreglar, se aseguró que su conjunto ejecutivo azul marino, se amoldeara bien a su figura en las zonas correctas.
Tomo todo lo que necesitaba para su día y echo un vistazo final a la solitaria sala para verificar si todo estaba en su lugar.
Luego de eso saco su Bentley Continental Convertible plateado que representaba lo bien que le pagaban en el bufete de abogados Willow en el que trabajaba, el cual era uno de los más renombre en la ciudad.
A la castaña le encantaba ese empleo más de lo que su ego le permitía admitir, pero eran obvias las razones del por qué.
En ese empleo ella sabía que lo había obtenido por sus propios méritos de trabajo duro y no solo por tener un cuerpo envidiable y una cara bonita que hacían dudar a la gente patética sobre si realmente ella se merecía ese puesto.
Era el primero que no era basado en acoso por parte de sus jefes por su físico, si no que era apreciado su potencial y valor gracias a su jefe.
Que irónicamente era el hombre más caballeroso que había conocido de entre todos sus jefes apesar de batear al otro lado, chistes de la vida!
Repetía la castaña en su mente.
Y lo último pero no menos esencial ese empleo le proporcionaba cierta sensación de poder, lo cual era su sensación de placer favorita.
Cosa que a todos las personas como siempre envidiaban y despreciaban al no poder ser como ella.
Pero poco le importaba lo que pensara esa gente y si había la posibilidad se lo hacía saber claramente de una manera que Nadia pudiera probar e hundirla siempre era precavida en sus venganzas.
Una de esas personas era su irritable secretaria que la odiaba a muerte y no se lo guardaba ya que cada vez que podía le demostraba su desprecio y se irritaba al ver que su jefa le daba lo mismo sus absurdas pataletas.
Muestra de ello era cuando ella se rehusó a unirse a la parálisis y onda de saludos que siempre abuchean a la entrada de la impotente Hartley Kerr.
Siempre perfecta y sin necesitad de hacer mucho más que ser ella misma para ser adulada por unos y odiada por otros.
Con sus tacones de aguja, su conjunto impecable que desprendía sensualidad y seguridad a cada paso.
- Srta Kerr- eran uno de los sonidos fijos provenientes de los empleados ante la llegada de la castaña al lugar, para tener el privilegio de ser el centro de atención de ella por unos momentos aunque no muchos lo lograban.
La castaña estaba apunto de entrar en su ostentoso despacho cuando dio un paso atrás para mirar fríamente a su secretaria que ni se esforzaba por ocultar su fastidio al tener que trabajar para ella.
- Ve a traerme un café- ordenó la castaña antes de cerrar la puerta.
Ya dentro del despacho suspiro hondamente preparándose para hacer las tareas del día, necesitaba la cabeza fría y un poco de cafeína que esperaba que su mediocre secretaria le trajera.
Se sentó en su silla ejecutiva y dispuso abrir su ordenador para ver los correos de clientes que le habían llegado, luego de que su secretaria trajo su café y se largó sin esperar que diera alguna orden, lo miro dudosa desechando la idea de beber un poco de cafeína en la mañana sabiendo que su secretaria pudo haberle escupido para rebajarse a una muestra de venganza por su trato.
Estaba sumida en su trabajo cuando el sonido del teléfono de su oficina sonó lo descolgó rápidamente y se lo pegó a su oreja esperando que la persona hablara.
- Srta Kerr el señor Willow desea verla en la sala de juntas dijo que debía presentarse con urgencia a un prometedor cliente- exclamó su secretaria con un chillido fingido en su voz que provocaba siempre que su jefe estuviera cerca de ella.
No respondió nada en respuesta y colgó el teléfono sin más se levantó y arreglo su falda volviéndose a colocar la americana a juego con vestimenta.
Salió de su despacho y se dirigió caminando elegantemente hacia la sala de juntas manejando con destreza sus riesgosos tacones.
Entro fingiendo una de sus caras amables y atentas para quien fuera que era el nuevo jodido cliente que le daría una buena pasta por algún problema legal que ella resolvería en segundos.
Saludo a su jefe el señor Willow el cual el título solo era para recalcar su jerarquía laboral porque la diferencia de edad de aquel hombre no era más que de 9 años.
- Srta Kerr se ve usted muy hermosa hoy - respondió su jefe embozando una carismática sonrisa.
Ella solo asintió sonriendo y volvió sus ojos a el que iba a ser su cliente sentado en una de las acolchadas sillas de la habitación con los codos apoyados en la mesa transparente.
Y sorpresa!!
No era nada más y nada menos que el tipo al que le había ganado en una jugada de poker hacia una semana.
Lo cual no provocó en Hartley algún cambio drástico en su semblante, ni se inmutó ante hecho de conocer a ese hombre que había llegado ahí con el único propósito de exponerla y cobrar la venganza de su orgullo herido en el proceso, ella seguía sonriente como si nunca hubiera visto al tipo en su vida.
- mucho gusto Hartley Kerr- se presentó ante el hombre que la miraba con cierta diversión y le extendió su mano.
- es un placer conocerla al fin señorita su jefe me a hablado muy bien de usted-
Derian Sage se levantó de su asiento y correspondió al apreton con una aplicación de fuerza casi juguetona.
Los ojos de ambos conectaron por un instante con si tratarán de hablar solamente con la mirada, pero el instante paso y fue su jefe quién rompió el imperceptible duelo de miradas.
- solo he dicho verdades - se regocijo su jefe mirando a el tipo con tatuajes vestido costosamente- además el señor Sage a venido aqui solamente para pedir exclusivamente tus servicios, así que no he tenido que agregar nada que tú reputación no te precede-
Hartley solo sonrió agradecida y asintió.
- claro su reputación es admirable - recalcó pausadamente Derian
Quién la miraba con ojo crítico inspeccionando cada centímetro de su rostro para hayar una falla a su actual máscara de cordialidad y amabilidad como si nunca se hubieran conocido.
- que tal si hablamos de los detalles de mi caso en su despacho - recomendó Derian con una sonrisa cargada de arrogancia.
- sería estupendo mandaré a alguien de mi personal para que les proporcione unas bebidas - ofreció el señor Willow
Mirando con adoracion al mayor de los Sage , como un simple mortal siendo victima de los encantos malditos de los Sage.
- que sea algo fuerte - ordeno Derian con si tuviera mayor autoridad que el dueño de la firma.
- claro...por supuesto- dijo algo tembloroso marchándose del lugar el joven Willow como si fuera un simple secuaz temeroso.
- nos vamos?- inquirió el hombre de fría mirada hacia la chica castaña.
- por supuesto sígame por aquí- dijo la castaña con un tono amable totalmente finjido.
Mientras se repetía en su cabeza que la opción menos esperada era la acertada pero enserio debía ser en su maldito trabajo!
Todos se quedaron boquiabiertos al ver la aparición de un hombre tan importante como Sage en el despacho todos dejaron de hacer lo que hacían hasta algunos no sabían si quiera respirar.
- todos a trabajar que para eso les pagan - ordenó Hartley con un tono autoritario sacando a todos del trance Sage.
Hasta Natalie como se llaman la secretaria irritante de Hartley se quedó estupefacta al ver la figura imponente de Derian pasar junto a ella y como este era el peor de los patanes le repartió un sensual guiño al ver que la chica estaba ya casi soltando baba sobre el teclado de su ordenador.
- prepara los documentos de contrato ahora mismo y traelos a mi oficina - Hartley chasqueó los dedos frente a la cara de la rubia quien arrugó la cara de desagrado al ver que estaba junto a su jefa.
Hartley rodó los ojos y se metió a su despacho sin más seguida de Derian quien lo seguía en un paso tranquilo.
La castaña rodeo su escritorio impecable y se sentó en su cómoda silla como si fuera la reina apoyando los codos en la madera negra.
- y bien?- inquirió ella al ver que Derian solo se había quedado observándola con un semblante divertido y arrogante aún de pie- vas a sentarte para hablar sobre tu caso?-
- ¿por qué aún no has preguntado sobre cómo logré encontrarte ?- exclamó él hundiendo sus espesas cejas en un gesto interrogatorio.
- ya está hecho además, no quiero que tengas el motivo para vanagloriarte de tus muy desarrolladas habilidades de astucia , voy a darme la libertad de darme ese pequeño placer - informo la chica mirando con una sonrisa de superioridad.
Pero eso no provocó que el castaño se moviera de su lugar.
- vaya ni siquiera me he sentado y ya has sacado las garras- exclamó con falsa admiración lo que molesto a la castaña sentada en su silla de oficina
- si solo viniste a hacer evidente que me habías encontrado puedes largarte, mi tiempo es valioso -replico ella con algo de fastidio- y aunque no es de tu incumbencia nunca guardo las garras- concluyó desviando su vista hacia los documentos que tenía en su escritorio.
- eso veo - rectifico él con su clásico tono engreído que lo reactificaba - en realidad no vine por esa razón en particular he venido por una asunto que quiero que resuelvas, ya que mi tiempo es más valioso que él tuyo-
Aquello cabreo un tanto a la pelinegra sentada en el escritorio pero solo se limitó a ordenar sus documentos que de hecho ya estaban perfectamente alineados, para luego apoyar los codos en el escritorio sujetando su barbilla con los nudillos de sus manos entrelazadas.
- pues si es tan importante porque lo desperdiciaste viniendo en persona a tratar un supuesto y ficticio simple asunto - inquirió ella sonriendo cínicamente.
Se quedó en la espera de que sus palabras, hiciera una reacción delatadora en el individuo que miraba por la ventana, pero este solo se limitó a torcer su sonrisa mientras pasaba sus dedos buscando algún rastro de polvo, el cual era inexistente, sobre las orillas del escritorio cercano a él.
- por qué mi asunto es tan importante que requiere que lo haga yo mismo en persona- contraataco
- no hago trabajos sucios y menos si es para ti -advirtió la perinegra imperturbable en su asiento.
- no es nada de eso - aclaro él con un gesto de falsa sorpresa ganándose la mirada sería de la abogada, sabiendo que él ser capaz de estar implicado en cualquier tipo de asuntos turbios, lo cual ya era de esperarse.
- entonces que es?- dijo la abogada un tanto cansada de la conversación
- es una demanda la cual su objetivo es declarar que soy arrogante no tiene una causa concreta-
- pues dime dónde estan recogiendo firmas para apoyarles - exclamó irónica la perinegra causando una sonrisa sombria en el rostro del castaño.
-pero tal demanda se está volviendo una molestia y quiero irradicarla de raíz, por lo que quiero contratarte para que deshagas todo este desastre- ordenó lo que provocó una sonrisa irónica en la chica.
- tienes todo el puto dinero del mundo y por pura casualidad del universo me escoges a mi - conjeto la pelinegra fingiendo estar desconcertada.
- debes sentirte afortuna- dijo coqueto sentándose frente a ella.
- por su puesto que no - exclamó ella horrorizada causando un gesto de confusión en el hombre frente a ella - y no voy aceptar tu caso - sentenció haciendo que el hombre se pusiera rígido en su asiento.
- sería el caso de tu vida y te pagaría bien - advirtió el pelirrojo enarqueando una ceja
- no tengo material para comenzar un caso, así que no puedo cerrar un trato que del que solo sé, el concepto superficial de lo que consiste - explico la chica hábilmente- y en mi profesión sería poco ético aceptar un caso a ciegas así que hasta no ver pruebas y documentos del caso mi respuesta es NO Sr Sage- concluyó la pelinegra levantándose de su asiento.
- ni siquiera lo pensaras bien, luego te arrepentirás- advirtió de nuevo.
- si me arrepiento será mi problema no el tuyo, así que con gusto lo acompañaré a las afueras de mi despacho- ofreció la chica con una sonrisa de cortesía falsa en el rostro señalando con su palma abierta la puerta.
-no será la última vez que nos veamos Srita. Kerr- sentenció en un murmullo Derian Sage mientras se arreglaba la chaqueta de su traje antes de salir del despacho.
- creame que lo sé muy bien, maldito idiota- murmuró por lo bajo Hartley mientras cerraba la puerta lentamente.
Ya que sabía lo que le esperaba, porque una vez que un Sage tenía un objetivo no se detendría hasta obtenerlo, pero eso no era ningún impedimento para la pelinegra que máquinaba una astuta jugada en su cabeza con una sonrisa de satisfacción en el rostro porque está vez la que obtendría su objetivo sería ella..
........... continuará.
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