Capítulo 13: 20 razones para estar contigo
Estaba cansada de sentirme humillada, ahora solo pensaba en cómo iba a hacer para explicarle a Axel.
Eso lo hice mucho antes de meterme en ese trío y si se enojó tanto por eso último, no me imagino que me dirá o pensará de mí al enterarse de estas fotos.
—Por favor, no le digas nada a tu primo —supliqué a la rubia a mi lado.
—¿Cómo vas a evitar que se entere, Morgan?
—No lo sé, pero no lo hará. No si no es por mí.
—Vale.
Suspiré, cansada de lidiar con mis pensamientos.
—Nos acabamos de arreglar, Kristie, y en serio me gusta tu primo, no puedo dejar que esta cagada que sucedió hace años arruine esto que estamos intentando construir.
—Lo sé, pero si te quiere, entenderá y te apoyará. Recuerda eso.
No lo sé, la última vez me dijo cosas muy hirientes y ahora tengo miedo de que se entere.
—Yo... hablaré con él luego —dije, en su lugar.
—¿Te sientes mejor? —preguntó, mientras acariciaba suavemente mi espalda.
—¿Quieres la verdad o la mentira? Porque ya no lloro, pero sigo sintiéndome de la mierda.
—¿Vas a bajar o les digo que algo te cayó mal y prefieres quedarte aquí arriba?
—No quiero que hagan preguntas, más tarde bajo, ve tú... yo necesito calmarme bien.
—¿Estás segura que quieres que te deje aquí sola?
Asentí con la cabeza.
Ella dejó un beso en mi frente antes de salir de la habitación y cuando me encontré sola nuevamente, tomé el móvil entre mis manos temblorosas y marqué el número de Logan.
Solo confiaba en él para estas cosas.
—Hola, muñeca, ese orgullo tuyo como no aguanta mucho extrañarme —bromeó.
—Necesito tu ayuda —sollocé.
—¿Por qué lloras? ¿Qué pasa, Morgan? —se alarmó.
—Necesito que me hagas un favor, pero ni Avery ni nadie de mi familia puede enterarse, ¿Lo prometes?
—¿Que ha sucedido?
—Logan, por favor, ¿Lo prometes?
—Si, lo prometo, pequeña, ahora dime.
—Hace... mucho tiempo, cuando tenía dieciséis, me tomé unas fotos, ya sabes, de mí, desnuda.
—No me digas que las enviaste.
—Las envié.
Escuché un bufido en queja, su frustración se sentía al otro lado de la línea fuerte y claro.
—Morgan... ¿En qué estabas pensando al enviar tus nudes? —hizo una pausa, alarmado—, espera, ¿A quién se las enviaste?
—Reese Hughes.
—¿El mismo de ese estúpido video viral?
—Si... ha difundido esas fotos mías. Y realmente necesito que me ayudes a desaparecerlas.
—¡¿Y yo como voy a hacer para desaparecerlas?! Te sale mejor colocar una denuncia a ese infeliz.
—No, no quiero denunciar a nadie. Solo... no lo sé, acabar con esto. Seth es muy bueno con la tecnología, ¿no? Puede dar de baja todo tipo de difusión, ¿cierto? Por favor, dime que sí.
—No lo sé, creo. No estoy seguro, pero veré qué puedo hacer.
—Logan, por favor, ayúdame —supliqué—, no sé a quién más pedirle.
—No te preocupes, haré todo lo posible por desaparecer eso. Es más, si me lo permites, puedo ocuparme en desaparecer a ese imbécil también.
—No, no quiero hacer nada en contra de Reese.
—¿Ni una denuncia? Vamos.
—No lo voy a denunciar.
—Está bien, como digas.
—Avísame cualquier cosa, por favor.
—Lo haré, cuídate mucho, bonita. Y procura patearles el culo a los que se metan contigo, no te enseñé a defenderte a los doce años para nada.
—Vale, gracias.
—Te quiero.
—Idiota.
—Se dice "yo también."
—Yo también, idiota.
Escuché su risa antes de finalizar la llamada.
Respiré profundo y me sequé las lágrimas. Me levanté del suelo e hice como si nada hubiese pasado. Tanto que cuando bajé nuevamente al comedor, Kristie me miró inmediatamente al ver esa sonrisa que tanto me había acostumbrado a fingir.
—¿Todo en orden? —me preguntó Axel, colocando nuevamente su mano sobre mi pierna cuando volví a sentarme a su lado en el comedor.
Todos seguían conversando en su mundo, ni se percataron que yo estaba a nada de tener una crisis existencial.
—Si, eh... ¿Puedo quedarme a dormir esta noche contigo?
A él le tomó por sorpresa, pero asintió sin dudar.
—Claro, ¿estás segura que está todo bien?
—Si, no te preocupes —le regalé una sonrisa y luego miré a mi padre, quien seguía hablando tranquilamente con Heinrich—. Papá...
—¿Si?
—Esta noche me quedaré a dormir con Kristie.
Mi padre miró a Heinrich, como si con los ojos pudiese decirle "nada de escaparse a otro lugar", una clara señal que él entendió.
—Cuidaré de Morgan, no te preocupes, Calum, siempre lo hago.
—Eso, siempre lo hace, a veces un poco más que demasiado —entrecerré los ojos hacia él.
—Mi techo, mis reglas, quédate el tiempo que gustes, siempre serás bienvenida, pero sabes que tengo mis límites si haces algo que pueda ponerlas en peligro.
Tiene razón.
A mi mente vino aquel accidente de Kristie, cuando la animé a escaparse de casa sabiendo que estaba castigada por hacer una fiesta mientras sus padres no estaban, la noche del trío, para ser mas específicos.
Cuando insistí en salir con ella a escondidas de su papá, jamás imaginé que terminaría en una tragedia. Oliver, su novio de ese entonces, murió por evitar que ella terminara ahogándose a donde fuimos a patinar.
Ella se sentía insegura, notando que el hielo podría romperse en cualquier momento, pero yo pensaba que estaba siendo paranoica y nada más.
Esa noche me sentí más culpable que nunca, porque quizá si la hubiese escuchado, ella no se hubiera caído al agua helada y Oliver no se hubiese lanzado a salvarla, la corriente no se lo habría llevado y él no estaría muerto por hipotermia.
Nos llevábamos bastante mal, pero eso no hace que me sienta menos culpable por lo sucedido.
Luego de la cena, cuando todos se fueron, me quedé en la habitación de Kristie para acomodarme para dormir.
Axel me esperaba en su pieza y de vez en cuando me enviaba mensajes a mi móvil preguntando si me faltaba mucho para ir a la suya.
Pero Kristie no paraba de hablar.
Así que yo solo esperaba a que terminara de contarme para ir a dormir.
—Morgan, vas a querer el lado de la ventana o el lado de la puerta.
—¿Eh?
—Mi cama, ¿de qué lado vas a dormir?
—Oh, no, yo no dormiré contigo esta noche, Kristie.
—Pero le dijiste a papá que te quedarías a dormir conmigo, ¿vas a salir?
—No, si voy a dormir aquí, pero con Axel y si lo decía frente a mi padre no me dejaba pisar esta casa de nuevo.
Ella me dio una mirada pícara.
—Entonces... ¿vas a dormir con Axel? —preguntó con burla.
—Ya te dije que sí.
—¿Solo dormir?
—No voy a hablar esto contigo, Krist-Rose.
—Entonces no tienes pensado solo dormir —soltó una risa.
—Que sí, solo voy a dormir y ya está.
—Claro.
—Tengo el período, deja de molestar.
—Si, porque conociéndote eso te impide hacer muchas cosas —ironizó.
—Me voy, no puedo contigo.
La escuché soltar una carcajada, pero ya me las iba a cobrar yo cuando la viera con JayJay.
Puedo llegar a ser un gran fastidio si me lo propongo.
Salí de la habitación y me adentré a la de Axel
Él me recibió en sus brazos cuando me acosté a su lado, me abrazó pegando mi espalda a su pecho, tomando mis manos entre las suyas y dejando suaves caricias entre mis dedos.
Sentí su respiración en mi cuello y por un instante me sentí tranquila, me encantaba estar a su lado de esta forma. Cerré mis ojos para intentar quedarme dormida, Axel se duerme rápido y yo siempre termino dando vueltas en la cama.
—Morgan.
—¿Mhm?
—¿Está todo bien?
Fruncí el ceño y giré mi cabeza por un segundo para observarlo.
—¿Contigo? Claro que está todo bien, estamos bien.
—No conmigo, contigo —me quedé callada. Si hablaba del tema, iba a llorar al recordar todo y no quiero que él se entere—. Sé que algo no está bien, te siento molesta, triste, pero cuando te sientas lista y quieras hablar, aquí estoy.
Sonreí inconscientemente.
¿Por qué era tan lindo?
Me giré completamente para quedar de frente, lo miré a los ojos y acorté la distancia para besarlo.
Sus labios provocaban cosquillas en mi estómago haciendo que mi corazón se dispare hasta llegar al límite. No me sentía asustada, al contrario, me sentía segura, quería quedarme así el resto de mi vida, con él a mi lado abrazándome, diciéndome que todo estará bien.
—Te quiero, ¿lo sabías? —le dije.
—También te quiero, ojos lindos.
—¿Ojos lindos? —me burlé.
—Sí, me encantan.
—Pero si son claros normales.
—Pues es el verde claro más hermoso que he visto.
—¿Es la hora la que te pone así?
—¿Así como? ¿Cursi?
—No, iba a decir "tonto."
—Bueno, tonto estoy siempre que estas conmigo, ojos lindos.
Esa noche, aunque parezca mentira, dormí tranquila a su lado, no hubo pesadillas, no hubo insomnio, no hubo pensamientos ni recuerdos de aquellas fotos.
Mi mente se apagó al segundo que sentí sus brazos rodear mi cuerpo, algo que ni siquiera me sucedió la primera vez que dormí con él.
Aunque probablemente, no me sucedió porque estaba demasiado nerviosa.
A la mañana siguiente, me pasé a escondidas a la habitación de Kristie por si Heinrich me veía y empezaba a molestarme.
Me preparé mentalmente para el día que me tocaba ya que por la noche, era mi fiesta de cumpleaños. Ese día, Axel me regaló un ramo de flores con una nota, la cual no abrí al instante.
Pero solo algo me llamó la atención de allí, la frase "20 razones para estar contigo."
Ya lo leería a la noche con más calma.
Kristie me ayudó con la lista de invitados, Hailey por otro lado, estaba más emocionada que yo con los preparativos.
Creo que esa fue la fiesta de cumpleaños más increíble que había hecho en mi vida. La temática era formal, una fiesta de máscaras, la elegancia era mi arma bajo la manga favorita.
Sentí que volví a tener 15 años con todos mis amigos del instituto aquí.
Jareth, Caden, Brenan, Nash, Kristie, Rowdy, Jay, Abbey.
Solo faltaban Reese y Arnie para estar completos.
Pero ellos eran unos imbéciles.
Al final Arnie sí apareció en mi cumpleaños, con un ramo de flores. Noté a Axel un poco cabreado ante la situación, pero pudo controlarlo cuando él explicó que solo venía a felicitarme.
—Siempre te tendré cariño, Morgan. No busco nada contigo, lo prometo.
No lo creí, hasta que dejó en claro que está saliendo con alguien.
«¿Quién será la desafortunada?» pensé.
Le sonreí en respuesta y caminé hasta mi espejo favorito del salón. Mi labial ya estaba pasando a mejor vida, así que me detuve a retocarlo.
—Morgan, ven, quiero una foto contigo —me llamó Abbey.
—¡Espera, deja me retoco el maquillaje!
—¡Date prisa!
Reí para mis adentros, Abbey estaba muy borracha. A veces entre ella y yo competimos a ver quién se emborracha más rápido, esta vez ella ganó. Y solo porque esta vez, no lo hice porque Axel me lo pidió.
Su excusa fue que me necesitaba en mis cinco sentidos esta noche. Así que me emocionaba saber qué tenía planeado para mí luego de la fiesta.
—Estás hermosa —dijo él a mis espaldas.
Le miré a través del espejo terminando de retocar, dejé el labial en mi bolsa y me giré hacia Axel.
—¿Hoy nada más o todos los días? —pregunté en tono coqueto.
—Ya sabes la respuesta a eso, solo quieres alimentar tu ego.
Se acercó a mí y rodeó mi cintura con sus brazos, yo pasé los míos alrededor de su cuello sin despegar mis ojos de los suyos.
Joder, que bien se ve este chico en traje.
—He dicho que me gusta llamarlo amor propio, ¿no?
Él rio suavemente ante mi comentario.
—Cierto, pero respondiendo a tu pregunta. Siempre estás increíblemente hermosa, Morgan Jones.
—Excelente elección de palabras, estás ganando puntos, Kingsley.
—Creí que ya había ganado por completo.
—Ni te ilusiones.
—Ilusionada vas a estar tú cuando veas tu regalo de cumpleaños.
—¿Ya me puedes decir qué es?
—No, después del pastel, vendrás conmigo.
—Tengo que despedir a los invitados.
—Tu papá me ha dado permiso para sacarte de aquí hasta mañana, no voy a desaprovechar esa oportunidad que se presenta cada quinientos años.
—¿Mi padre me dejará pasar la noche contigo? ¡¿Pero qué mierda le has dicho para que ceda?!
—No te diré, conformate solo en verte bonita esta noche y estar preparada para venirte conmigo.
—Espera, ¿eso fue con doble sentido? ¿Venirme en donde? ¿En tu auto? ¿En tus dedos? ¿En tu...?
—Esa mentecita tuya vuela con ganas, ¿no?
—¿Qué te puedo decir? Es mi habilidad más destacada en mi currículum.
—Está sospechoso ese currículum tuyo.
Reí antes de dejar un beso en sus labios.
—Compórtate —le dije.
Él me besó por última vez antes de dejarme ir, Abbey seguía insistiendo en hacer una foto conmigo.
Pero no cualquier foto, ambas borrachas éramos bastante cachondas. En su fiesta de cumpleaños, me grabaron cuando hice mi espectáculo en el pole dance, me quedó increíble, por cierto.
Yo no me lo creí hasta que me mostraron el video.
Me veía bastante sexy, también hice un beso de tres con Abbey y Mar.
Y aunque parezca raro, a Rowdy, su novio, no le molesta. Eso es lo más gracioso del asunto.
Mar si es bisexual, Abbey simplemente se besa con sus amigas cuando está demasiado borracha.
Y para mi... no es la gran cosa. No me molesta.
Hice un trío con dos bobos, ¿qué es un beso de tres con mis mejores amigas?
—¿Estoy despeinada? —me preguntó.
—Estás bien.
—¿Segura? Rowdy siempre me dice lo mismo y cuando me miro al espejo, tengo el cabello horrible.
—Es Rowdy, él jamás te dirá que estás horrible aunque estés como vagabunda.
—Tienes razón. Bueno, ¡Caden, toma rápido la foto, necesito hacer pipí!
Solté una fuerte carcajada luego de que Caden capturó la fotografía.
En ella salía yo con los labios fruncidos hacia ella pidiendole un beso, Abbey por su parte, tenía la lengua fuera hacia mi mejilla, como si fuera a lamer parte de mi rostro. Y su rodilla levantada hasta mi abdomen, hacía que el vestido quedara aún más increíble, solo se veía mi mano cubriendo su piel.
Qué recuerdo más bonito.
—Morgan, tu móvil no ha dejado de sonar —me dijo Kristie.
—¿Quién es?
—Tu madre.
¿Mi madre? ¿Desde cuando ella llama el día de mi cumpleaños? Siempre lo hace un día después.
—Gracias.
Tomé el móvil entre mis manos y le envié un mensaje.
¿Qué pasó?
Ahí mismo, cuando lo leyó, me entró otra llamada.
Decidí contestar.
—¿Qué pasa, Amanda?
—Hola, mi amor, feliz cumpleaños.
—Gracias.
—¿Cómo la estás pasando?
—Bien.
—Mmm, me alegro mucho. ¿Qué harás mañana?
—No sé.
—¿Y estás en tu fiesta?
—Sí.
—Vale, me envías fotos para verte, te amo.
—Ajá.
—Veo que no quieres hablar, pero al menos dijiste un poco más que el año pasado, en fin, pasala bien, mi vida. Mi regalo te llegará pronto.
—Vale.
Al finalizar la llamada, rodé los ojos.
Con tal de que ese regalo no sea como todos los años, siempre es un libro diferente.
A mi no me gusta leer, esa es Avery, no yo.
Se hace llamar mi madre y no sabe lo que me gusta y lo que no, no me conoce.
Luego de varias fotos con mis amigos del instituto y la universidad, por alguna extraña razón, no encontré a Maelie por ningún lado. Así que asumí que se había ido.
El pastel fue mi parte favorita, todo dorado, el brillo, las velas de chispas, las fotos, fue un momento bastante agradable. Y fue la primera vez en mucho tiempo que vi a mi padre sonreír hacia mí.
Me sentí tan feliz, me abrazó con todas sus fuerzas diciendo que me amaba, siempre solía hacerlo en fechas especiales y me sorprendió que lo hiciera de nuevo, ya que ese gesto había disminuído luego del tema del video.
Al acabar mi cumpleaños, Axel tomó mi mano y me sacó de la fiesta. Durante el camino estuve insistiendo en saber a dónde íbamos, pero él seguía negándose a decirme.
Mi móvil sonó al menos unas cuatro veces, pero no quise atender la llamada, era mi madre y no me apetecía arruinar el momento.
Axel detuvo el auto.
—¿Quién te llama tanto? ¿No piensas contestar?
—No.
—¿Otra vez es ese tal Arnie que anda buscándote?
—Pff, ojalá fuera él —Axel alzó una ceja hacia mí. Rodé los ojos—. Es mamá.
—Bueno, ahora tiene más sentido por qué quieres que sea él.
—¿Por qué detuviste el auto?
—Porque ya llegamos.
Observé bien a mi alrededor, estábamos justo en el mirador al que tanto quise ir de adolescente para ver el amanecer, lo dije en aquella pijamada, frente a él, no puedo creer que lo recuerde.
—¿En serio nos quedaremos aquí hasta el amanecer?
Él sonrió hacia mí.
—Feliz cumpleaños.
Bajé del auto, emocionada. Él caminó detrás de mí y sacó unas mantas de la parte trasera.
—¿Le dijiste a mi papá que me traerias a ver el amanecer? —me giré hacia él, viendo como se sentaba sobre una de las mantas.
—Excusa perfecta para poder besarte toda la noche, ¿no?
Me senté a su lado y lo miré a los ojos con una sonrisa, no pude evitar sentirme feliz por un instante.
Una de sus manos viajó a mí cabello para quitar el broche y dejar caer cada mechón sobre mis hombros.
—Me gusta más así, cuando lo llevas suelto.
No me aguanté más, lo besé. Fue un beso ansioso, más que nada apasionado, ese que quería darle desde que lo ví por primera vez con otra chica que no era yo cuando era una niña.
Sus manos sostenían mi rostro, pero cuando una de ellas me sostuvo por el cuello, estuve a punto de desvestirme ahí mismo.
Pero mi móvil sonó nuevamente.
—¡Maldita sea! —me quejé, encendiendo la pantalla de una vez por todas.
—Es tu mamá, contéstale, quizá sea importante.
—No me importa, que espere a que amanezca entonces, son las tres de la madrugada, se supone que a esta hora yo estoy dormida.
—¿Le dirás que te llame luego?
—Apagaré el móvil para no bloquearla de mis contactos.
Guardé el móvil de nuevo en mi bolso, sus llamadas me habían estresado. Se había tardado en ponerme de mal humor.
—Por su culpa se me ha bajado cualquier tipo de calentura que haya intentado aparecer por ese beso.
—Yo puedo ayudarte con eso... —respondió, acariciando mi pierna y subiendo su mano lentamente con el vestido.
Sonreí hacia él.
—¿Ah, sí?
Me senté a horcajadas sobre su regazo, pasé mis manos por su cuello hasta su cabello, acariciando cada hebra castaña que se me interponia en el camino.
Su mano terminó de levantar el vestido hasta mi cadera entre caricias, y sentir su tacto sobre la tela de mi ropa interior, solo me hacía desear que me la quitara lo más pronto posible.
Sentí la humedad de sus besos sobre mi nuca, el cual fue bajando por todo mi cuello haciéndome suspirar.
Sus manos seguían subiendo lentamente sobre mi cuerpo arrastrando el vestido, cuando se detuvieron en mi estómago, sentí mi cuerpo arder. Mordí mi labio inferior de manera inconsciente y cerré mis ojos esperando su toque con mayor intensidad, pero en su lugar, dejó un camino de besos sobre mi clavícula, luego en mi cuello y finalmente atacó mis labios con deseo haciéndome olvidar el resto de mi existencia.
Ese beso fue brusco e intenso, lleno de necesidad acumulada. Como si hubiesen sido años de los que se contuvo para tenerme de esta manera.
—¿Estás nerviosa?
—¿Por qué lo estaría? Estoy más que segura que este momento lo llevo esperando muchísimo más tiempo que tú.
Fue allí cuando decidí quitarme el vestido, mis pechos quedaron expuestos, sólo unas pequeñas bragas cubrían mi intimidad. Pasé mi mano por mi cabello para echarlo todo hacia un lado.
—Veo que te gusta tomar la iniciativa.
—No, solo me gustas tú y ya está, eso lo hace todo muchísimo más fácil.
En ese instante en un movimiento rápido nos hizo cambiar de posición, ahora yo estaba acostada sobre las mantas viendo como comenzaba a desvestirse.
Llevé uno de mis dedos a mi boca soltando una pequeña risa nerviosa.
—¿Ahora sí lo estás?
—¡Déjame en paz! —él rio conmigo, deshaciéndose de toda su ropa para volver hacia mi.
Separó mis piernas con delicadeza y se acomodó entre ellas, regresando sus labios a los míos.
Capturó mi labio inferior entre sus dientes para hacer el contacto más profundo. Solté un pequeño gemido sintiendo su cuerpo contra el mío, deseando que aquella tela de su ropa interior hiciera desaparecer la mía por completo.
Mis caderas se elevaron por inercia, deseando sentir algo más que un simple roce. Sus labios bajaron a mis pechos, haciéndoles saber con su lengua que esta noche él me haría ver algo más que un amanecer.
Mordí mi labio inferior acompañado de un suspiro de placer, sus ojos conectaron con los míos cuando sus besos empezaron a hacer un recorrido pasando por mi estómago, sentir la humedad de sus besos solo me hacía desearlo dentro de mí más que nada.
—Deja de hacerme sufrir, hazme tuya ya.
—¿No que te gustaba tener el control?
—Pues déjame decirte que me estás haciendo perderlo por completo.
Sentir su aliento sobre mi piel debido a su risa despertó en mí más cosquillas en mi vientre, esta noche solo sabía que tenía la calentura a mil en cada centímetro de mi cuerpo.
Cuando sus dedos comenzaron a tontear con la tela de mis bragas, tuve que tomar un poco de aire para controlar los latidos de mi corazón. Con mi ropa interior fuera, sus besos llegaron a la parte interna de mis muslos, recorriendo junto con sus dedos entre caricias hasta mi intimidad.
Quería tocarlo, sentirlo dentro de mí, estaba tan excitada que mis caderas parecían tener vida propia cada que su lengua exploraba mi cuerpo.
Sus labios volvieron a los míos mientras sus dedos estimulaban mi clítoris, gemí contra su boca sintiéndome más humedad que persona. Entonces, él se detuvo para deshacerse de su ropa interior y no pude evitar comérmelo con la mirada, cada centímetro, cada acción, cada mínimo detalle de su cuerpo.
—¿Te gusta lo que ves?
—Me encanta, lo guardaré en mi memoria —respondí.
—No necesitas hacerlo, después de esta vez, te aseguro que habrán más para que te sea demasiado fácil recordar.
Reí ante su comentario.
Volvió a mí, no me sentí nerviosa, más bien ansiosa.
—Pensaba que lo tenías más pequeño —bromeé.
—Y yo pensaba que tus pechos no existían.
—Una lástima, son más que reales. Preciosos, ¿no?
—Cállate, Morgan.
Reí nuevamente.
Sus labios saborearon los míos, y en el instante en que se introdujo en mí, abrí la boca fascinada. Sus ojos no se apartaron de mi rostro en ningún momento, sus movimientos eran placenteros, sus besos salvajes, húmedos, mi cuerpo ardía ante su tacto mientras mi mente se desvanecía con cada embestida.
Sentir el placer acumulado en mi vientre me hacía retorcerme debajo de su cuerpo pidiendo más, estaba tan llena de deseo que estaba segura que explotaría en cualquier momento.
Mordí mi labio inferior sintiendo su voz susurrar cosas a mi oído, quería dejar todo guardado en mi memoria, cada detalle, pero me era imposible mantener los ojos abiertos completamente, el placer que me hacía sentir era increíble.
Esa noche fue mi primera vez sintiendo lo suficiente por una persona para entregarme por amor, y cada detalle permaneció en mí durante mucho tiempo.
Aunque ese fue nuestro primer paso, estaba muy ilusionada para ponerme a pensar que no fuera el último.
Pero dejarme llevar quizá fue mi primer error, porque aunque todo esté bien o lo parezca, cada cosa puede cambiar en cualquier momento.
Solo que yo no me di cuenta cuando empecé a perder a Axel Kingsley.
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