Capítulo 11: La primera cita

Desde que conozco a Axel, sé que ha sido reservado con su vida. En cuanto a mi, realmente de vez en cuando soy un libro abierto que solo las personas que me conocen realmente pueden leerme a detalle.

Aquella tarde de octubre tuvimos nuestra primera cita...

Y todo comenzó con un "Eres una cobarde" cuando tenía trece años.

—¿Cobarde? Mírate al espejo, idiota —respondió aquella pequeña versión de mí.

—Oye, cuida tu boca, Morgan. Deja de estar a la defensiva.

—Soy la mejor en todo lo que hago, Kingsley.

—Si tú lo dices...

Volví al presente observando a mi alrededor, todavía seguía analizando muchísimo la situación. Axel había llegado a mi puerta con un ramo de tulipanes blancos sabiendo que eran mis favoritos, me adentré con él a un viaje sin destino simplemente confiando en que él sabía lo que hacía, pero en ningún momento me quiso decir hacia dónde me llevaba.

Cuando estuvimos a punto de llegar me vendó los ojos, haciendo de toda esta situación una "sorpresa", pero yo realmente odio las sorpresas.

Entonces aquí estaba yo, anonadada observando la gran pista de hielo frente a mí.

—¿Te gusta?

—¿Por qué me trajiste aquí para nuestra primera cita? —pregunté, confundida.

Le miré a los ojos con las manos temblorosas, hace años no pisaba una pista de patinaje, cuando abuela Berenice murió saqué todas esas pasiones de mi sistema.

Él notó que estaba un poco alterada y se acercó a mí para calmarme, aunque mi mente solo era un caos de pensamientos intrusivos.

Tomó mis manos entre las suyas obligándome a respirar profundamente.

—Sé que dejaste de hacerlo porque te duele recordar, pero también sé que amas este lugar, te encantaba venir aquí, recuerdo lo competitiva que eras y también sé que dejaste muchos recuerdos increíbles en esta pista de patinaje. ¿No te gusta?

—Me encanta, extrañaba esto, pero... me duele, me hace sentir culpable estar aquí sin ella.

—No pienses eso, te aseguro que ella está muy orgullosa de ti e incluso feliz de que sigas haciendo lo que amas por ella.

—¿Cómo te diste la idea de que quería regresar a patinar?

—Solo lo supe, pero también noté que tienes miedo. Odias recordar y es válido, Morgan, no puedo juzgarte, pero si puedo ayudarte a crear nuevos recuerdos, unos agradables sobre un lugar que te hace tan feliz. Ahora, siéntate —señaló el banco.

Le miré divertida.

—¿Qué? ¿Me vas a poner los patines como si fuera una si fuera una princesa? —bromeé.

—Sí.

Me hizo sentar y se puso de rodillas frente a mí, me reí divertida y aproveché de sacar mi móvil para tomarle una foto.

—Qué adorable te ves de rodillas frente a mí.

Él me miró horrorizado.

—No sé si lo dices con doble sentido, de verdad, o por ganas de molestar, contigo nunca se sabe.

Reí, realmente no había pensado nada malo.

—Voy a empezar a pensar que la mente cochina de aquí eres tú y no yo, porque en ningún momento lo dije con doble sentido o te imaginé en otras —respondí con un tono de diversión absoluta.

Como me encantaba verlo delatarse solito.

—Solo estoy siendo amable —se defendió.

Pero decidí voltear la tortilla, como de costumbre.

—¿Porque eres así o porque soy lo mejor que te ha pasado en la vida?

—Extraño cuando ni me hablabas, era más fácil soportarte.

Sonreí hacia él y cuando se puso de pie, le di un beso corto en los labios.

—Así de odiosa y parlanchina me amas.

Me adentré en la pista sin intenciones de esperarlo, ahora él se encontraba sentado colocando sus patines, mientras yo volvía a sentir cada recuerdo en mi memoria.

Le di una vuelta a la pista de patinaje, sonreí emocionada de estar aquí nuevamente.

Entonces, Axel entró junto a mi.

—¿Cómo se siente volver a patinar? —me preguntó, interesado.

No pude evitar sonreír.

—Increíble, había olvidado lo mucho que me gusta estar aquí... pero disfrutarlo sin ella me hace sentir culpable, porque era algo de ambas.

—Alejemos esos sentimientos de culpa, sabes que tu abuela estaría encantada de tenerte aquí de nuevo con o sin ella presente.

Tenía razón.

Ese día creé recuerdos demasiado agradables a su lado, todo iba tan bien.

Para mí, era la primera cita perfecta.

Luego de patinar, me llevó a comer sushi.

Yo amo el sushi, es mi comida favorita.

Y ahora me encontraba en su auto todavía estacionado en el restaurante. Yo estaba sobre él en el asiento de piloto, adueñándome de sus labios una vez más.

—Creo que esta es mi parte favorita de la cita —susurré.

Él sonrió sobre el beso, mirándome fijamente.

—Mi parte favorita fue verte caer tres veces haciendo la pirueta en la pista.

Sonreí también.

—En mi defensa, hace mucho no hacía patinaje artístico. Pero anda, dime qué no te gustan mis besos.

—No, tus besos me encantan —acarició mis caderas buscando mis labios nuevamente.

Mi móvil empezó a sonar arruinando el momento.

—No respondas —me insistió.

—Pero puede ser importante, Axel.

—Vale, mira quién es.

Tomé el móvil entre mis manos viendo el nombre de mi mejor amiga en la pantalla.

—Es Krist-Rose.

—Atiende —me dijo sin pensarlo dos veces.

Me acomodé sobre su regazo para atender la llamada.

—¿Qué quieres ahora, ricitos de oro? —pregunté

—¿Dónde andas, Morgan?

—Te dije que iba a salir con Axel.

—No, no me lo dijiste.

—¿Y entonces a quién fue que se lo dije? No me acuerdo.

—Te estaba esperando, quedamos en arreglarnos juntas para la fiesta de Abbey.

—Cierto... bueno, dame un chance, voy en camino.

—Vale, y disculpa si interrumpí algo —se apenó.

—Siempre interrumpes, Krist-Rose —bromeé.

—Muy chistosa.

—Lo sé.

—Bueno, llega rápido.

—Vale, adiós.

Corté la llamada y miré a Axel.

—Debo irme.

—¿Y como hacemos si no quiero que te vayas?

—Una lástima, tendrás que disfrutarme lo poco que nos queda.

Volvió a besarme, esta vez un poco más suave, sus dedos inquietos acariciaban mi hombro y bajaban por todo mi cuerpo hasta descansar en mis caderas nuevamente.

Amaba que me hiciera ese tipo de cariñitos.

—Debo irme, quedé en arreglarme con Kristie para la fiesta de Abbey. Así que ricitos de oro en cualquier momento se aparece en mi casa.

—¿La fiesta es esta noche?

—Si, ¿no quieres venir conmigo?

—No lo sé, a mí no me invitaron.

—Pero yo te estoy invitando, serías mi pareja. Además, conoces a Abbey, entre más personas, mejor.

—Vale, te acompañaré, pero no puedo llegar contigo, debo resolver unas cosas antes sobre mis pasantías académicas.

—De acuerdo, pero no tardes, y busca un disfraz, sino te aseguro que no te dejarán entrar.

—No te preocupes, tengo uno en mente.

Le di un último beso y me pasé a mi puesto de copiloto. Él durante el camino a mi casa, tomó mi mano en todo momento.

Algo que me hizo sentir las malditas mariposas en el estómago. Era una sensación fastidiosa, sentí que el corazón se me iba a salir en cualquier momento, pero cómo amaba estar de esta forma... con él.

No quería irme, no quería que este momento acabara, pero lo hizo más rápido de lo que pensé.

Sobre todo porque al llegar a mi casa, encontré a Reese esperándome en el frente.

¿Qué demonios hacía este imbécil aquí?

Axel estacionó el auto y pasó su mirada de él hacia mí enojado.

—¿Por qué parece cómo si te estuviese esperando?

—No lo sé, te prometo que estoy igual de sorprendida que tú —respondí bajando del auto igual que él. Sabía que le diría algo por cómo se transformó en un segundo. La sonrisa juguetona paso a un completo ceño fruncido, así que tomé su mano buscando su mirada antes de avanzar hacia Reese—. Por favor, no digas nada. Déjamelo a mí, ¿si?

—Pero si él—

—Yo sabré defenderme, Axel.

No dijo más nada, simplemente asintió con la cabeza dispuesto a cerrar la boca.

Axel era bastante educado, respetuoso, definitivamente era un buen chico, pero lo conozco, y una vez alguien cruzaba los límites de su paciencia, se transforma en un fosforito que explota en cualquier momento.

—Creí que nunca llegarías —me dijo cuando finalmente nos acercamos a él.

—¿Qué haces aquí, Reese?

—Pues vine a verte, ¿no es obvio?

Rodé los ojos.

Definitivamente odio a la gente.

Sobre todo a la gente que respira.

—Deja de hacerte el gracioso, te hice una pregunta.

—Solo quería hablar contigo, tenemos una conversación pendiente —no dije nada. Lo sabía y él también, sabía que yo siempre quise una explicación de su parte, pero tampoco dio la cara luego de que me suspendieran aquella mañana en el instituto—. ¿Y este qué? ¿Están saliendo?

—No es tu problema —respondí.

Él soltó una risa desviando la mirada de Axel hacia mí.

—Vaya, que risa saber lo reemplazable que es Arnie para ti.

—Yo no he dicho eso.

—Oh, pero lo has hecho, preciosa. Cómo yo no estoy, siempre lo buscas a él como reemplazo, así que... qué risa saber que nadie te es suficiente.

—Cierra la boca —le dije.

Se notaba que Axel estaba muy obstinado, cansado de su horrible presencia.

—Vale, ¿tu noviecito no tiene boca para defenderte?

—Sé defenderme sola.

—Ya —se burló—. Bueno, dile al mudo que se vaya, quiero hablar contigo a solas.

—No me iré a ningún lado, no pienso dejarte solo con ella —habló Axel por primera vez.

—Es a solas o nada, Morgan.

Maldición, maldito listillo bastardo, maldita sea.

Él sabía a la perfección que yo nunca me quedaba tranquila y hasta que no conociera el por qué lo hizo, no estaría en paz.

Porque sabe que el muy imbécil me importa.

Y me odio por eso.

—Axel, ve tranquilo, yo estaré bien —le dije.

Él me miró incrédulo.

—¿En serio me estás echando para quedarte a solas con este tipo?

Pasé una mano por su pecho y dejé un beso en su mejilla.

—No haré nada con él porque estoy contigo ahora, no pienses cosas que no son. Te veo en la fiesta.

Él no dijo más nada. Simplemente se alejó en su auto todavía molesto.

Suspiré agotada y me giré hacia Reese.

—Vale, dime en serio, ¿A qué has venido? —me crucé de brazos.

—¿No me vas a invitar a pasar?

—No.

—Ouch, veo que sigues molesta conmigo. Deberías aprender a dejar de vivir en el pasado, Morgan.

—Lo que me hiciste fue una maldita putada.

Él levantó las cejas sorprendido.

—Y veo que sigues igual de grosera. ¿Así de boca sucia eres en la cama cuando estás con ese noviecito tuyo?

—Deja de provocarme.

—Oh, no, yo no estoy haciendo nada. En realidad, solo he venido para—

—No me interesa, mejor dime, ¿por qué publicaste ese vídeo donde estoy haciendo un trío con ustedes?

Me observó con burla.

—¿Todavía traumada con eso? Me pregunto si tu terapeuta ya sabe todo sobre mi también —sonrió con arrogancia.

«No, porque me di de alta sola antes de poder explicarle mejor sobre lo inservible que eres» 

Lo pensé, pero no lo dije.

En realidad, algo más salió de mis labios.

—No sé cómo es que en algún momento de mi vida creí que sería suficiente para ti. ¿Pero sabes qué? Me costó entender que tú no eres ni la mitad de lo que quiero para mí, te saqué del pedestal y ya puedo ver lo patético y ordinario que eres, así que... soy demasiado para una persona tan mediocre como tú. Puedes largarte de mi casa, no tengo nada que hablar contigo.

Él quedó asombrado ante mi respuesta.

—¿Segura que quieres jugar a tomar esa posición ahora?

—Oh, no, yo no estoy jugando a nada, porque te prometo que cuando el reloj marque que me toca jugar a mi, te aseguro que me vas a odiar.


***


Las fiestas de Abbey siempre solían ser las mejores, hacia las cosas a lo grande y jamás me aburriría. Solo que esta vez... no estaba disfrutando ni un poco.

Me acerqué a Kristie que bailaba con la cumpleañera sin ningún tipo de vergüenza.

—¿No has visto a tu primo? —le pregunté, ella simplemente frunció el ceño hacia mí.

—¿Iba a venir?

Rodé los ojos.

—Olvídalo, necesito un trago.

Me serví otro vaso mirando a todos lados.

Nada que aparecía.

¿No iba a venir?

Lo llamé a su móvil nuevamente y lo tenía apagado.

—Hola, bebé.

Giré hacia esa voz tan masculina que recordaba a la perfección. Me sorprendió tenerlo frente a mi, pero no pude ocultar mi emoción, hace mucho no nos veíamos, pero claro, por supuesto que Abbey lo invitaría a su cumpleaños.

Jareth Mills, mi última relación seria antes de meterme en todo ese problema del trío.

—¡Hey! —le abracé con emoción sintiendo su risa—. Que gusto verte.

—Lo mismo digo, luces igual de hermosa que siempre.

—Gracias, es un don.

Ambos reímos.

Jareth fue mi relación más sana y duradera. Aunque en aquel momento era una "mala influencia" según mi madre, nunca me dio ni el más mínimo trato que me dio Reese o Arnie.

—¿Todo en orden? —me preguntó, notando mi distracción.

Esto estaba empezando a fastidiarme, ¿por qué Kingsley no aparecía?

—Eh, sí. ¿Quieres bailar?

Él sorprendido ante mi pregunta, aceptó.

Pero yo necesitaba distraerme.

Dejar de pensar en todo lo que me dijo Reese.

Dejar de pensar en Axel.

Necesito dejar de pensar con urgencia.

Esa noche me emborraché, porque necesitaba hacerlo.

Incluso, luego de la fiesta, me quedé a dormir en casa de Rowdy, estaba muy borracha e ir a que los Heinrich y que Kingsley me vea así, no era una opción.

Estuve molesta toda la noche, no se dignó a aparecer, no atendió ninguna de mis llamadas, ni siquiera quiso dar la cara para decirme "no quiero hablar contigo, deja de molestar", nada, y me cabreé porque entonces empezaba a pensar en ese "¿Qué hice mal?"

—Rowdy... —intenté despertarlo a media noche.

—Duérmete, Morgan.

—¿Cómo lograste estar con Abbey sin estropearlo? —fui directa.

Él se giró hacia mí somnoliento. Cualquiera pensaría que somos algo más que simples amigos por dormir en la misma cama, pero es algo que hacemos desde niños, la diferencia es, que esta vez Kristie no está en el medio de ambos.

—¿Por qué preguntas?

—Necesito consejos amorosos, no sé qué hice mal con Axel. Ayer íbamos tan bien y de repente... no sé, ya no me habla.

—Quizá te estás haciendo ideas y solo está ocupado.

—Dijo que iría a la fiesta conmigo y no apareció.

—Quizá tuvo algún percance de último minuto.

—No atiende a mis llamadas.

—Puede que no tenga batería o el móvil a la mano.

—¡Deja de justificarlo, Rowdy! Me las rechaza todas.

—Vale, está molesto entonces.

—Pero no sé qué hice. Estábamos tan bien, tuvimos nuestra primera cita y quedamos en vernos anoche en la fiesta de Abbey, pero nunca apareció.

—Bueno, ¿y pasó algo en esa cita? Algo que... no sé, le incomodara.

—No, más bien, luego de la cita. Cuando llegué a casa estaba Reese ahí.

—Ahí tienes tu respuesta.

—Pero no pasó nada, te juro que no puedo ver a Reese ni en pintura, solo tengo ojos para Axel.

—Pero él no lo sabe, ¿no?

—¿Qué no es obvio?

—Morgan, quizá solo piensa que lo estás usando por aburrimiento, y como ya llegó Reese, alguien por quien todo el mundo sabe que sentías algo, quizá solo pensó que irías corriendo tras él.

—Pero no lo hice y no pienso hacerlo.

—Díselo.

—¡Se lo dije! Le dejé bien claro que nada iba a pasar entre Reese y yo porque quiero estar con él. ¿Qué más quiere que le diga?

—Una cosa es decirlo y otra es hacerlo, solo debes demostrarle con acciones que quieres esta, hacerlo sentir seguro, hacerle saber que no estás jugando a nada.

—Lo llamaré de nuevo —me giré hacia la mesa de noche para tomar mi móvil, pero Rowdy me detuvo.

—No, duerme, todavía tienes la borrachera encima. Búscalo mañana y le dices en persona, pero ahora debes descansar.

Obedecí volviendo a la cama, quizá tenía razón.

Vale, Rowdy siempre tenía razón.

Y al siguiente día, fui a casa de los Heinrich para demostrarle a Axel Kingsley que no estoy jugando a nada.

Una lástima que cuando lo hice, él fue quien terminó jugando conmigo...

Siento que llevo una vida desaparecida por aquí, pero bueno.

SERÍA JUSTICIA QUE REESE APARECIERA PARA DAR LA CARA, peeeero, nos debe una explicación a Morgan y a mi, esto no se va a quedar así >:(

Por otro lado, ¿vieron a mi amado Jareth? Muy pronto conoceremos mucho más sobre los personajes secundarios de esta historia.

¿Qué opiniones tenemos hasta ahora sobre el capítulo? ¿Algo más que decir sobre el libro? Desahóguense todo lo que quieran.

Besos,

Paola Velásquez

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top