Capítulo 02: El efecto mariposa
Muchas cosas sucedieron en mi vida que me terminaron marcando por completo. Cosas que jamás podré olvidar, y no, no estoy hablando únicamente del problema que tuve en la preparatoria sobre el vídeo.
Estoy jodida, si, pero en realidad todos lo estamos en cierta forma.
Quizá mis problemas son mínimos para ciertas personas, quizá para ellos estoy siendo dramática, y quizá para otros, mis problemas son más graves de lo que alguna vez alguien los haya tenido.
Pero lo cierto es, que pensé que con los años todo en mi vida cambiaría, han pasado dos, y yo sigo igual de rota que el primero, quizá más.
—¿Dónde estabas, Morgan? —pronunció Hailey. La nueva esposa de papá.
Me quedé estudiando en la biblioteca de la universidad para no verte la cara todo el día.
Lo pensé, pero no lo dije.
—No eres mi madre, así que no es de tu incumbencia.
Ella intentó acercarse a mí, pero yo la ignoré dirigiéndome hacía las escaleras.
—¿Algún día me vas a tener el mínimo respeto? Soy tu madrastra, tu padre tiene derecho a rehacer su vida, tienes que aceptarlo. Llevas varios años tratándome de mala manera, creo que ya es hora de que lo superes.
—Hailey, déjame en paz, ¿quieres? Estoy muy cansada y lo que menos quiero es escucharte, mi cabeza va a explotar.
Ella suspiró bajando la guardia, pero antes de dejarme ir escaleras arriba, respondió dulce:
—Al menos dime dónde estabas, tú papá se preocupa por ti.
—Primero que nada, a papá le dejé de importar cuando no pensó en mí y fue a enredarse contigo. Segundo, repito nuevamente, no eres mi madre, así que mi vida no es de tu incumbencia.
La ignoré caminando hasta mi habitación. Me dolía mucho la cabeza, pasé horas estudiando en la biblioteca para mi examen.
Me encerré en mi habitación y me aventé a la cama.
No sé en qué estaba pensando cuando decidí estudiar derecho.
Mi móvil sonó en el bolsillo de mi pantalón, era una videollamada de Luke. Mi hermanastro.
—Hola, tú —saludé y noté como hizo una mueca al verme.
—Te ves horrible.
Reí ante su saludo.
—Ah, pues muchas gracias por tu sinceridad.
—Lo siento, ¿mal día en la universidad?
—En realidad fue un día muy largo, estuve todo el día metida en la biblioteca estudiando.
—¡Vaya! Morgan Jones todo el día en una biblioteca estudiando, no lo puedo creer —respondió burlón.
—No sé quién me mandó a estudiar derecho, odio mi carrera.
—No seas exagerada, vas empezando. Yo decía lo mismo cuando inicié la universidad.
—¿Ah sí? ¿Y cuando te empezó a gustar?
—Nunca, así que cambié de carrera.
—Qué esperanza... —rodé los ojos.
—Cuéntame, ¿has hecho amigos?
—Nadie quiere ser amigo de la chica del video, créeme.
—Quizá no de la chica del video, pero todo el mundo querría ser amigo de Morgan Jones, eres increíble, hermanita —solté una pequeña risa—. No le digas a Avery que te dije eso porque después se pica.
—Tu secreto está a salvo conmigo.
—Bien.
Sonreí.
Estoy muy agradecida de tener en mi vida a alguien como Luke, fue el único que realmente no me abandonó, mamá lo hizo cuando era muy pequeña, papá cuando se casó con Hailey, Avery cuando se mudó a Australia y abuela Berenice cuando murió el año pasado.
—¿Estarás bien una semana sin mí? No me hagas regresar antes a Canadá, Morgan Elizabeth Jones.
—¡No me llames por mi nombre completo!
—No me cambies el tema, hermanita.
—Me portaré bien —rodé los ojos—. Lo más seguro es que pase el resto de la semana en que los Heinrich, papá no está mucho tiempo en casa y no soporto a Hailey, así que...
—Morgan, tienes 19 años, tu vida mejora cuando aceptas las cosas y simplemente sigues con tu vida. Mientras más importancia le des, más tardará en dejar de molestarte ese tema.
—Es fácil para ti decirlo, tú estás en Australia, ven a Toronto y sopórtala tú mismo, vivir con Hailey es un infierno.
—¿Por qué? Cuando fui estaba muy dulce.
—Exacto, si quiero vivir con alguien dulce, me mudo con Kristie, ya suficiente amor me da ella.
Él soltó una carcajada.
—Estás loca, Morgan.
—Y cansada, también, hablamos mañana, ¿sí?
—Bonita manera de echarme.
—Agradece que te aviso y no solo te corto y ya como hago con Adler cuando Avery llama.
—Te quiero, Morgan Jones.
—Y yo a ti, visítame pronto, no te olvides de mi.
—Jamás, hermanita.
Sonreí.
Finalicé la llamada y me puse a revisar mis mensajes.
-Kristie
-Rubia cachonda
-Odioso mayor
-Triple M
Decidí abrir uno por uno, así que me fui por Krist primero.
Recuerda que mañana hay cena con mi familia, la tuya es bienvenida <3
Rodé los ojos.
Vale, es mi mejor amiga, pero me lleva recordando ese plan durante dos semanas.
Y ni siquiera quiero ir.
Y no por ella, que va, Krist-Rose me encanta, es la mejor amiga más grandiosa que he podido tener, pero a su primo lo detesto.
No lo soporto.
Axel Kingsley Valzer Reynolds y Morgan Elizabeth Jones Davies, jamás podrán estar juntos en una habitación porque se arma el desastre verbal.
No me hagas esa maldad de soportar a tu primo durante 3 horas.
Le envié, y luego procedí a abrir el de la rubia cachonda, mi hermana mayor: Avery Jones.
Reí para mis adentros ante ese maravilloso apodo.
Cuando tenía 11, escuché a una de sus amigas llamarla de ese modo, y desde ese momento empecé a llamarle así para molestarla, tanto que la agendé de esa forma y con el tiempo me dio flojera cambiarlo.
¿Sophia? ¿Emery? ¿Adeline? ¿Adery?
Esta mujer ha de estar bromeando.
Mi hermana está embarazada, es una niña, entonces está pensando en qué nombre ponerle y me escribe cada cinco segundos para saber cuál nombre me gusta más porque ella es muy indecisa.
Ni se te ocurra colocarle, Sophia, ese ya es tu segundo nombre y no queremos crear una versión mini de ti. Emery... no sé, quizá, Adeline es lindo, pero no me convence y... ¿Adery? ¿En serio?
Envié el mensaje y recibí una respuesta inmediata.
¿Qué? Es mi nombre y el de Adler juntos, es bonito.
Decidí dejarla en visto y pasé al siguiente chat. El de Logan, el hermano mayor de la mejor amiga de mi hermana, él es como mi hermano, es prácticamente de la familia, solo que es un odioso insoportable.
Buenas noches, muñeca, ¿siempre pasaré por ti mañana temprano para llevarte a desayunar?
Reí.
Este estúpido.
Si, espero seas impuntual, sabes que no me gusta la gente que se aparece cuando yo todavía no estoy lista.
Envié el mensaje y pasé al último chat pendiente, Triple M. Era de mi grupito de amigas de la universidad, Mar, Maelie y yo, Morgan. Estaban chismeando sobre una alumna de nuestra carrera que está embarazada y se supone es lesbiana.
Muchas personas se estaban burlando por el simple hecho de que salió embarazada a tan temprana edad ya que no ha cumplido ni los 20, no por el hecho de que ella haya afirmado que jamás se metería con un hombre y pues lo terminó haciendo.
Yo por mi parte sentí pena por ella, porque con esas burlas, reviví todo lo que habían comentado sobre mí cuando estaba en el instituto.
—Malditos inservibles sean los hombres que solo piensan con la cabeza de abajo —murmuré.
No respondí nada, detesto ese tipo de polémicas, me parecen absurdas, cada quien con su vida y ya, ¿Qué tanto le duele a la gente?, que ella se meta con quien se le da la gana.
¿Qué salió embarazada? Mala suerte, pero eso no le afecta a los demás en nada para andar criticando.
***
Al día siguiente, me levanté de la cama de golpe al escuchar el sonido de la llamada de mi móvil.
El odioso, Logan.
O como le dicen las amigas de mi hermana: el idiota mayor.
—¡¿Qué?! —respondí queriendo volver a dormir.
—Espero estés con ropa al menos, porque estoy fuera de tu casa y soy capaz de entrar para sacarte por hacerme venir para llevarte a desayunar.
—Te dije que detesto a la gente puntual, Logan.
—Y fui bastante impuntual, Morgan. Son las once de la mañana.
Me levanté de golpe.
¡Mierda, me pasé de impuntual!
—Es sábado, Sherman, ten piedad de mí.
—Debo tomar un vuelo esta noche, Elizabeth.
—¡Que no me llames así!
—Es tu segundo nombre, Morgan.
—Sí, y es horrible.
—Pues a mi me gusta —se burló haciéndome rodar los ojos— Ya, en serio, vístete y sal.
—Ush, bueno.
Corté la llamada y me apresuré a alistarme. Cuando bajé corriendo las escaleras, Hailey me miró de arriba a abajo pero no dijo nada, mientras tanto, mi padre que se encontraba en el sofá leyendo algo en su Tablet, se quitó las gafas para prestarme atención.
—¿A dónde vas, Morgan?
—Se dice buenos días —respondo.
—¿A dónde vas?
Ni un día, ¡Ni un maldito día me salvo de la amargura de mi padre!
—Solo saldré a desayunar con Logan, no es para tanto.
—Si lo es, solo tienes 19 años.
—Exacto, soy mayor de edad y puedo hacer lo que se me da la gana.
—Mientras vivas bajo mi techo, no, así que hasta que no compres tus propias cosas, trabajes, te mantengas y seas responsable, pues no, no me importa que seas mayor de edad.
—Nunca volverás a confiar en mí, ¿cierto, papá?
—Después de lo que hiciste, no, no te lo mereces todavía.
Su respuesta me decepcionó.
—No sé ni por qué me sigue sorprendiendo, no puedo esperar más de ustedes, nunca estuvieron presentes como mis padres cuando era pequeña y es absurdo esperar que lo hagan ahora.
Salí de casa dando un portazo.
¡Los odio! ¡Los odio! ¡Los odio!
Logan estaba recostado en su auto esperando por mi, pero cuando me vio salir hecha una furia intentó detenerme.
—Hey, hey, hey, ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así?
No había ni una pizca de burla en su rostro, solo preocupación.
Y es que tenía tantas ganas de llorar en los brazos de alguien, pero me contuve.
Soy muy reservada con mis sentimientos, no me gusta que me vean llorar, de hecho, las personas siempre dicen que tengo un corazón de hielo, porque nada de lo que pasa parece importarme.
Las únicas personas que me han visto llorar realmente son mi hermanastro y Krist.
Porque una vez mi abuela Berenice me dijo: «Nunca te muestres mal frente a los demás, porque los que te odian, se reirán de ti y a los que les importas, sufrirán al verte así».
—Cero preguntas, enciende el auto —fue lo único que respondí.
Y así lo hizo, no preguntó más. En todo el camino estuvo en completo silencio.
Hasta que llegamos a la cafetería.
Al entrar en Toast Coffee, Javier, el hijo del dueño, sonrió hacia mí.
Es un amigo de mi hermana que trabaja en la cafetería y siempre me ha tenido un gran cariño, así que cada que me ve por aquí, me regala unas galletas de chispas de chocolate porque sabe que las amo.
Logan y yo buscamos donde sentarnos, la cafetería estaba algo llena. En eso, Javier se nos acercó para tomar nuestra orden.
—Buenos días, chica sonrisas —me saludó y yo le regalé una—, chico deportista —asintió hacia Logan.
—¿Qué tal, Javier? —saludó él.
—Todo bien, ¿ya saben qué van a pedir? —preguntó sacando su libreta para empezar a anotar.
—Eh... yo quiero unos huevos revueltos con pan tostado y tocino. Para beber un jugo de naranja. ¿Tu qué vas a querer, Morgan?
—Depende, ¿tú pagas? —le pregunté.
—Todo corre por mi cuenta, bonita.
—Vale, entonces quiero unos croissants.
— ¿Y para beber? —me pregunta Javier.
—Tráeme una botella de vino.
—Pero son las once de la mañana —me dijo él confundido.
—El más fuerte que tengas —respondí en su lugar.
Él simplemente se va confundido a traer nuestros desayunos.
Logan acomodó los brazos sobre la mesa para acercarse a mí y verme fijamente. Hasta que yo le doy una mala mirada.
—¿Qué? Pareces idiota mirándome así, ¿te gusto o qué?
Él suelta una pequeña risa antes de negar con la cabeza.
—Ya quisieras tú, bonita, ya quisieras tú. Pero no, eres muy chiquita para mí.
—¿Y qué? No te culpo, soy muy hermosa, así que entendería tu atracción hacia mí.
—Siempre fuiste una niña muy linda, pero definitivamente no, es como si me metiera con Rachel y el solo pensar de estarme metiendo con mi hermana es muy asqueroso.
—Son ocho años lo que me llevas, Logan.
—Y eso para mí es toda una vida. ¿Por qué? ¿Acaso yo te gusto, Elizabeth?
—No, solamente me gusta gustarle a la gente, ser egocéntrica es mi pasatiempo favorito.
Él soltó una pequeña risa que yo le seguí, luego se me quedó mirando nuevamente, un poco más serio.
—¿Te sientes mejor?
—Estoy bien, Sherman.
—No lo parecías hace unos segundos, pero te conozco y eres demasiado orgullosa para dejar que te vea llorar o me dejes abrazarte.
—Pues nada, solo... lo mismo de siempre, ya sabes... problemas con mi papá.
—¿Quieres hablar de eso?
Lo miré, pero no respondí en el momento, porque en eso llegó Javier con nuestra comida.
—Jugo de naranja con pan tostado, huevos revueltos y tocino para el deportista —dejó el plato de Logan— y croissants, galletas con chispas de chocolate y vino para la chica sonrisas.
—Muchas gracias —respondí.
—Gracias, Javier —dijo Logan.
Él desapareció y antes que nada, yo tomé de la copa de vino.
Y si que estaba fuerte. Me gusta.
Logan me seguía mirando atento.
—¿Qué? Me incomodas, Sherman.
—¿Qué pasó ahora con tu papá, Morgan? —fue al grano.
—Nada, se molestó porque iba a salir contigo.
—¿Por eso? ¿Quieres que hable con él?
—¡No! ¡Estás loco! Es solo que todavía sigue controlando cada cosa que hago desde lo que pasó en el instituto.
—¿Sigue sin hablarte?
—Pues ya me dice algo más que monosílabas.
—Eso es un avance.
—Sí, pero para mí es una tortura, todo lo tengo que comunicar con Hailey y a esa mujer yo no la quiero ver ni en pintura.
—Es tu madrastra, Morgan.
—Podrá ser la mismísima Reina Isabel.
—Vale, ¿Y qué hay de tu madre? ¿Has hablado con Amanda?
—Tampoco quiero saber nada de ella. Amanda está muerta para mí, también. Avery es más mi madre que ella.
—Vamos, Morgan, no tomes esa posición, es tu familia.
—La familia no se abandona y ella lo hizo conmigo cuando yo tenía 11. Me dejó por un hombre, ¡Un maldito inservible!
—Ya han pasado varios años, ¿no crees que deberías perdonarla para seguir adelante?
—No, punto.
—Vale.
No dijo más nada al respecto, yo por mi parte, me dediqué a comer mi desayuno.
—¿A dónde irás? —pregunté.
—Nueva York. Tengo muchos pendientes que resolver con Nicole.
Hice una mueca.
—Asco.
—En el buen sentido, niña pervertida. Debo conversar unas cosas con ella.
—Vas llegando a Canadá. Vives viajando a cada rato, ¿no te cansas?
—¿De viajar? ¡Desde luego que no! Durante el verano regresaré para llevarte a un paseo en el yate Sherman para que se te suban los humos.
—¿A dónde fuiste? —pregunté refiriéndome a su último viaje.
—Australia, necesitaba hablar con tu hermana.
—Oh, Melbourne... ¿Y cómo está ella?
—Muy embarazada.
Reí ante su respuesta.
—¿No te preguntó por mí? —pregunté haciéndome la indiferente, como si en realidad no me importara saber la respuesta.
—Sabes que no puede viajar en ese estado, Morgan. En cualquier momento da a luz.
—Sí bueno, más le vale sacar a esa mocosa rápido para que se digne a venir a visitarme.
—Ay sí, hazte la dura, pero estoy seguro que vas a amar con tu vida a esa bebé cuando nazca. Ya te veré cuando seas madre.
—¿Yo? ¿Madre? Jamás, uy, no me veo con un niño encima, no.
—Nunca digas nunca, Elizabeth.
—¡Que no me llames así! —lo pateé por debajo de la mesa.
Él en su lugar soltó una carcajada.
—¿Ya terminaste de reírte?
—No —me respondió y siguió riendo.
Rodé los ojos.
Mi móvil indicó un nuevo mensaje de un número que yo claramente conocía bastante bien.
Arnie Nicholas Sinclair.
Me ha llamado desde el problema del vídeo, me ha dejado mensajes de voz disculpándose conmigo e incluso intentó buscarme varias veces en mi casa, pero papá no lo dejaba verme porque estaba castigada en ese entonces.
Esa fue la única vez que agradecí que no me dejara salir de casa.
Porque además de que tenía que lidiar con los comentarios de las personas que desgraciadamente habían visto el vídeo, también podría encontrarme con ese par de imbéciles que se la quisieron tirar de graciosos conmigo.
Luego reactivé mis redes sociales y empezó a reaccionar a cosas que compartía en las que Kristie me etiquetaba, pero seguí sin responder a sus reacciones.
Por suerte, a Reese nunca me lo volví a cruzar cuando inicié la universidad y tenía que estar de aquí a allá por las calles de Toronto. En cuanto a Arnie, nadie es mejor evitando apegos emocionales que Morgan Jones.
Así que se me hizo muy fácil mandarlo a la mierda.
Morgan, quiero verte. ¿Puedo? Solo quiero saber de ti, saber que estás bien.
Miré el móvil de reojo, la pantalla se oscureció nuevamente sobre la mesa, así que regresé mi vista a Logan.
—¿Quién te escribió que regresó tu cara de trauma?
Fruncí el ceño.
—¿Qué cara?
—Esa que pones cuando algo invade tu mente y luchas contra ella para dejar de pensar en eso porque te molesta.
Me cansa que este idiota me conozca tan bien.
—Nada, solo me ha escrito Arnie.
No me molesté en negar nada u ocultar algo, además de que él es muy observador y me conoce realmente bien, yo suelo ser muy honesta. Simplemente no me gusta mentir, lo que me pregunten, yo siempre diré la verdad y si no me preguntan, no tengo que ir por la vida diciéndole a las personas porque sí.
—¿Uno de los del trío? —preguntó haciéndose el desinteresado.
—Ese mismo inservible.
—Ah, ¿Y qué quería?
—Deja el chisme, Sherman.
—Solo me preocupo por ti, Elizabeth, esos chicos te hicieron bastante daño.
—Quiere verme, nada más.
—Imagino que no irás.
—Imaginas mal, iré y tú vas a llevarme.
—¿Qué? Ni de coña, Morgan.
—¡Por favor, Sherman! Déjame en su casa. Y cualquier cosa estoy contigo, papá jamás me dejaría.
—¿Para qué quieres ir a su casa? ¿Para que pueda terminar de follarte y publique una película porno sobre ti?
—Él no lo hizo, fue Reese —dije intentando mantener mi voz firme.
Ese tema me dolía como el infierno, porque desde muy pequeña en el fondo, fondo, mi corazón se ilusionaba al estar con él porque sentía algo muy chiquito por Reese Hughes.
Me conformaba con esos encuentros sexuales con él porque una parte de mi anhelaba ser algo más que una amiga con beneficio, luego llegó Arnie y decidimos probar por primera vez los tres, y cuando hizo lo del vídeo, me sentí tan, pero tan... decepcionada de saber que nunca signifique algo para él.
Ni siquiera le importé cómo una amiga de la infancia a la que le tiene mucho cariño, no, nada. No pensó dos veces en arruinarme la vida de esa manera.
En cambio, de Arnie nunca supe bien lo que ocurrió y lo había estado ignorando porque estar cerca de él me lastimaba, me recordaba cada momento en el que estuvimos los tres juntos entre besos y toqueteos, pero nada más allá de eso, cada problema que ese maldito video terminó causando, y me afectaba muchísimo, pero jamás dejaría que me vieran destruida.
Así que salí con la frente en alto ocultando el mar de emociones que solo querían derrumbarme, mientras por dentro iba muriendo poco a poco.
La buena noticia es que nunca nadie se enteraría... solo mi mejor amiga, ella fue la única que me vio llorar cada noche.
Ahora me siento lista para enfrentarlo, porque ya ha pasado tiempo y aunque todavía me duele, ya no me quema como antes.
Pero ahora necesito saber las razones de Arnie, necesito saber que por lo menos una persona en ese trío tenía sentimientos reales y no era la única.
—Quizá no lo haya hecho pero estaba bastante enterado y no lo detuvo en ningún momento.
—¿Y tú qué mierda sabes?
—Soy hombre, fui adolescente, también pienso con la cabeza de abajo, que no se te olvide.
—¿Vas a llevarme entonces o me harás caminar hasta su casa?
Él suspiró aceptando finalmente.
—Bien, te llevaré, pero esto no significa que esté de acuerdo con todo esto, Morgan. No deberías recuperar el contacto con ellos.
—Déjame ser.
—Lo haré, sé que jamás habrá algo que haga o diga para que me hagas caso y cambies tu opinión. Eres así de terca y orgullosa.
Así fue como después de desayunar me aparecí en casa de los Sinclair, la madre de Arnie me recibió con una sonrisa, pues creyó que no volvería a verme por su casa luego de lo que pasó.
Sí, ella también supo del vídeo.
Gracias al cielo no lo vio, o al menos eso es lo que ella me hace creer.
«Si hace la más mínima cosa que no quieras, lo golpeas y me llamas para venir a buscarte, ¿me entendiste?» Me dijo Logan antes de dejarme bajar de su auto.
Recordé sus palabras mientras iba subiendo las escaleras para dirigirme a la habitación del susodicho.
El cuál no tenía ni idea que me aparecería por allí y cuando lo vi, lo encontré en toalla recién salido de la ducha.
—¡Mierda, Morgan! Me has asustado.
—¿Boo? —me burlé mirándolo de pies a cabeza sentada desde su cama.
Este inservible seguía malditamente bueno.
—No sabía que venías.
—Mejor, así no te daba tiempo de armar la cámara y buscar un lugar estratégico dónde yo no me diera cuenta que me graban mientras decides follarme a tu antojo.
Él suspiró dándome la espalda acercándose a su armario para sacar su ropa.
—Yo no lo hice, Morgan —respondió cansado del tema.
—Ya no me interesa —respondí seca, poniéndome de pie y caminando hacia él.
Arnie se giró hacia mi en ese momento dejando poco espacio entre nosotros. Yo me alejé unos centímetros intentando recobrar la compostura.
Todavía me afectaba su cercanía hasta cierto punto.
—¿Ah no?
—No, ya eso pasó y nada me sirve buscar culpables. Todos pecamos esa noche.
—¿Incluida tú? —alzó las cejas, sorprendido ante mi declaración—. Vaya, eso es nuevo, Morgan Jones admitiendo que cometió un error.
—Sí, Reese cometió el error de publicar ese vídeo, tú de no detenerlo o al menos hacer algo al respecto y yo claramente al meterme con ustedes y confiar que jamás se aprovecharían de la situación.
Él rodó los ojos sabiendo que respondería algo así. No suelo hacerme responsable de nada, usualmente mi mentalidad es "todos pecaron, menos yo".
—¿Entonces a qué viniste? ¿Recibiste mis mensajes?
—¿Sino porque estaría aquí? Necesito saber tu versión porque eres un cobarde y no diste la cara en el momento, sino ya tiempo después.
—Yo no sabía, te lo juro.
—No me creas tan manipulable, Sinclair.
—Me enteré ya cuando estaba circulando por toda la ciudad, ¿O creíste que me encendería que todo el instituto viera como una mujer me manda a su antojo mientras tenemos sexo?
Buen punto, Arnie se cree muy machito por fuera, pero es muy pollito por dentro.
—Nunca dejé de sentir cosas por ti, Morgan —me recordó.
Intenté mantenerme firme, pero esa era la respuesta que buscaba. La cosa es que Arnie siempre me quería solo para él, sentía cosas por mi desde hacía mucho tiempo, pero yo andaba boba por Reese, pero también me gustaba gustarle a Arnie.
Así que iniciamos todo ese trío.
Pero antes de él, yo estuve con otros chicos, también del instituto, mismo grupo de amigos. Entre ellos estaban: Jareth Mills y Nash Dixon.
No me gustaba andar en nada serio, solo me gustaba su atención.
—¿Sigues hablando con el imbécil de Reese todavía? —decidí cambiar de tema.
—No te preocupes por Reese, él se fue a estudiar en Inglaterra, así que no lo verás por un buen tiempo.
—Pues espero que el avión donde iba se haya caído durante el viaje porque no lo quiero ver más.
—¿Y qué hay de mí? ¿Tampoco quieres saber nada sobre mí, Morgan?
—No lo sé.
—Por favor, Jones, me conoces desde hace mucho, sabes lo que siento por ti.
—Reese también me conocía desde hace mucho tiempo, Arnie, y aún así no pensó dos veces en humillarme de esa manera.
—Es que... te extraño —dijo acortando la distancia entre nosotros.
Y en ese momento mi cuerpo no pudo evitar sentirse afectado por su cercanía. Habían sido años de atracción sexual entre nosotros, así que no me sorprende que yo haya reaccionado de esa manera.
—¿Ah sí? —lo provoqué pasando mi mano por su cuello sin alejar mi rostro ni un centímetro del suyo—, ¿me extrañas a mí o extrañas follar conmigo?
—A ti, a todo lo que viene contigo, Morgan Jones.
—Excelente respuesta.
Acorté la distancia entre nosotros con un beso, uno que solo sus labios sabían provocarme millones de sensaciones al mismo tiempo, uno que no había experimentado desde ese día, desde aquella noche en casa de Krist, aquella fiesta que fue mi karma durante los siguientes dos años.
—¿Ese beso significa que me darás otra oportunidad? —preguntó él, ilusionado.
—Ese beso significa que te daré una última oportunidad. No la desperdicies porque nadie juega conmigo dos veces.
—Lo sé y por eso es que me encantas tanto.
Sonreí besándolo nuevamente.
Esa tarde no hubo nada más que besos, en ningún momento volví a acostarme con él.
Y es que no lo había hecho con nadie más desde hace tiempo, desde aquella vez que me grabaron, para ser específicos.
Ahora cada vez que estoy a punto de meterme con alguien me entra la paranoia de que se están aprovechando de mi calentura.
Y no puedo permitir otro video sobre mi rodando por la universidad. Suficiente bullying me intentaron hacer en el instituto.
—Morgan, esta noche iré a una fiesta que hará un amigo de la universidad, ¿vendrás conmigo? Ya sabes, como en los viejos tiempos.
—Sí —ni siquiera me detuve a pensarlo bien. No dudé en aceptar porque necesitaba salir un rato de mi casa, y Hailey siempre mantenía informado a papá de cada cosa que yo hacía o dejaba de hacer. Después recordé la cena con los Heinrich e hice una mueca de fastidio—, pero no puedo, tengo una cena con mi familia esta noche en casa de Krist.
—Oh, vamos, yo te espero, cuando la cena termine puedes venir conmigo, ¿no? yo pasaré por ti, ¿Qué te detiene?
—Mi papá, él estará allí y por culpa de ustedes ahora no me deja ir a ningún lado sin supervisión.
—Tienes 19 años, Morgan.
Lo sé, todo el mundo me lo repite y qué vergüenza que ni Kristie sea tan sometida como yo.
—El punto es que papá está muy sobre protector conmigo y la bruja le cuenta absolutamente todo lo que hago.
—¿Quién es la bruja?
—Mi madrastra, Hailey.
—Ah, ¿tú padre se volvió a casar?
—Sí, hace un tiempo... —luego lo pensé mejor—, ¿sabes qué? acepto tu invitación.
—¿En serio?
—Sí, yo veré como me las arreglo para escaparme de esa cena y de mi padre.
—Genial, pasaré por ti a las 10, ¿te parece?
—Perfecto.
Mi primer error fue dejarme llevar y asistir a esa fiesta, porque aunque estaba cansada de obedecer e intentar que mi padre pudiese perdonarme y darme una oportunidad, estaba segura de que luego de esa noche iniciaría el efecto mariposa más grande de mi vida.
Aquel que terminó atormentándome los siguientes años.
Un capítulo un poco largo y suave para mi gusto, PEEEEEEROO, tenemos un poco de Logan y Luke que es lo importante.
Lo que más me gusta de esta historia son ellos dos, el como protegen a Morgan por sobre todas las cosas, simplemente hermoso.
En fin, prepárense que para el próximo capítulo tendremos una cita con el protagonista de la historia. Para que vayan preparando esas mentes enamoradizas.
Y bueno, eso es todo por hoy.
Besos,
Paola Velásquez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top