CAPÍTULO 43 - PARTE 1
Caleb
Primero fue el birrete, luego fue la toga y por último fue el saco que me negaba a usar. Cada prenda cayó por su propio peso mientras corría hacia el hospital, lo interesante es que aunque me liberaba de ciertos pesos, me seguía sintiendo pesado.
Mis dedos siguen marcando una y otra vez el número que antes me ha marcado, pero no obtengo respuesta.
—Todo debe estar bien— dice Susan que me ha alcanzado en el auto cuando pretendía llegar corriendo.
Estiro el cuello de mi camisa porque siento la presión como si alguna corbata imaginaria me estrujara, solo consigo sacar un botón que rebota hasta caer al suelo del auto.
Por el retrovisor observo el auto de Justin alcanzarnos y rebasarnos por la izquierda. Golpeo el respaldar del asiento delantero
—¿Puede ir más rápido?— mi pregunta suena más a un reclamo que el chofer solo atina a asentir varias veces.
Debí quedarme con ella. No debí ir a la maldita graduación.
Sigo marcando el número de nonna, pero no hay respuesta.
El tiempo parece hacerse lento, lo que es imposible pero es justo lo que pienso al saber que aún falta un tramo para llegar al Hospital.
—¿Qué pasa?— pregunto a Susan.
Su postura de pronto está inmóvil y callada.
—No quiero ser negativa, pero el doctor dijo...
—No— zanjo.
No puede haber pasado algo malo.
—Caleb— giro la cabeza para no ver esos ojos derrotados.
—Ya dije que no.
No pienso discutir la posibilidad de eso, ni siquiera puedo pensarlo. Ella no.
—Solo quiero prepararte ante esa probabilidad. La pérdida de alguien nunca será fácil de aceptar
Niego con la cabeza. Ya perdí a mi madre. Dios o quien esté arriba no puede hacerme esto. Yo estaré muerto para esto.
—Llegamos— informa el conductor.
Abro la puerta y salgo volando a mi propio juicio final. Esquivo personas y estoy llegando al ascensor cuando voy reconociendo el pequeño cuerpo de Sky apretando el botón sin parar.
—Eso no hará que baje más rápido— le dice su novio.
El ascensor no cambia del número 10 por lo que opto por buscar más opciones. Finalmente le encuentro el sentido a las señaleticas, el dibujo de la escalera me ayuda a saber a dónde ir y de dos en dos subo hasta mi destino.
—¡Caleb!— me grita Sky siguiendo mis pasos.
No hay nada ni nadie que pueda detenerme.
Cuando llego al piso me acerco al pasillo que lleva a la puerta correcta. Hay algunas personas en el lugar pero solo una capta mi total atención.
—¿Harriet?— cuestiono al ver esa melena castaña.
Ella se encuentra de espalda, empujando un palo metálico que carga una bolsa que llaman suero. La bata le queda algo grande.
—Harriet— digo más fuerte.
Corro hacia ella. Coloco una mano en su hombro, lo que provoca que una extraña sensación recorra mi cuerpo entero.
—¿Si?— dice aquella chica de ojos muy verdes.
No es ella. Una tristeza me gobierna con una pizca de melancolía.
—Disculpa, me equivoqué— ella asiente.
Regreso a mi objetivo anterior, pero todo va mal cuando noto que la puerta de su habitación está abierta. Lentamente, termino de empujar la placa de madera. Cuando logro ver hacia adentro solo encuentro una cama vacía y limpia.
Mi corazón por primera vez da un vuelco completo, una opresión que solo había sentido una vez en la vida. Aquel día que perdí a mamá.
—¿Caleb?— reconozco la voz de Sky llegando a mí.
Pestañeo buscando cualquier movimiento dentro de la habitación. Nada. Está vacía.
—¡Harriet!— gritó fuerte para que me escuchen. —¡Harriet Moore!— repito ahora junto a su apellido.
Algunos pacientes me miran con curiosidad y otros quizá con lástima. Escuchó el llanto de Sky, el consuelo de Justin y como los tacones de Susan van llegando.
Mis ojos vuelan al módulo de atención, pero esta brilla por la ausencia de cualquier persona. Mi cerebro busca otra vez opciones, y mis manos buscan en la siguiente habitación.
—¿Harriet?— preguntó al abrir. Un hombre mayor se encuentra acostado.
Pasó a la siguiente puerta. —Harriet...
Pero tampoco está.
Una mujer con un traje de color gris se detiene en la puerta, en sus manos trae unas sabanas blancas y observo sus intenciones de entrar.
—¿Dónde está la chica que estaba aquí?— cuestiono poniéndome frente a ella.
—¿La chica?— su confusión me irrita aún más.
—Había una chica ahí— apunto el interior.
—Yo no sabría... — susurra con temor. —Solo me ordenaron que cambie las sábanas.
Cierro los ojos.
—No es posible que no viera a nadie— mascullo.
La mujer se asusta y lo noto en sus hombros alzados y su expresión.
—Señor...— dice alguien a mi lado, la primera enfermera que veo. —¿Lo puedo ayudar en algo?
Al fin alguien que quizá me pueda dar respuestas. Aunque no sé si las quiero.
—Harriet Moore, busco a Harriet Moore— le informo en un intento de vocalizar correctamente.
Sky llora viendo la habitación que le pertenecía a su mejor amiga.
—Ella estaba ahí — señalo la puerta abierta. —¿Dónde está?
¿Y si me da una mala noticia? Me jaló los cabellos sintiendo mis ojos arder y pesar.
—Déjeme buscar en la computadora— dice la enfermera.
Pero mis esperanzas se agotan y mis fuerzas no dan para sostenerse más. Caigo de rodillas.
Las imágenes empiezan a reproducirse como un flash de momentos en mi mente. Su sonrisa. Su voz. Su cabello. Sus besos. Ella...
—¿Harriet Moore?
Una voz que conozco muy bien llenan mis oídos. El canto de un mismo ángel. Mis ojos se abren grandes cuando quito mis manos para ver a la mujer que acaba de hablar.
220125✨
Aparezco para desearle un ✨ Feliz cumpleaños a @AhylenMaidana. ✨Alejandra me contactó para contarme como encontraste el gusto por la lectura y como es CTVAV uno de los libros que más te han gustado. Te deseo un hermoso día y espero disfrutes de este pequeño pedacito de capítulo.
La historia está a punto de terminar y espero con todas las ansias que a todas(os) les guste🖤
Atte. ASP
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