CAPÍTULO 38
https://youtu.be/lPtTABrOMNw
HARRIET
Matt arrastra el escritorio hasta lograr interferir con la única puerta de ingreso. Puedo oír los golpes y patadas de Caleb contra el pestillo asegurado, aunque lo logre otra barrera se atravesará en su camino.
—Matt, por favor— suplico con los ojos irritados por el humo.
Las llamas han crecido capturando casi la mitad de la habitación, sobre todo cajas de mudanza. El calor se vuelve insoportable cuando una parece arder con más intensidad que las otras, muy cerca de nosotros.
—Ryan— no me daré por vencida. Busco de nuevo su pulso y me acerco a su nariz. Tengo un poco de consuelo cuando siento una respiración débil. Él está vivo, pero su herida abierta bota un hilo grueso de sangre logrando preocuparme.
Busco algo útil mientras que Matt camina en círculos furioso con un masajeo en su cien, Caleb ha dejado un rastro de sangre con su puño. La cinta adhesiva debajo de la cama de Ryan me da esperanzas con poder ayudarlo, lo observo antes de estirar un buen tamaño y enrollarlo en su pierna con toda mi fuerza. Lo he visto en películas.
—¡Ah!— gruñe Ryan moviéndose.
Mis ojos se abren con sorpresa, exhalo con un poco de tranquilidad.
—¿Estás bien?— suelto antes de darme cuenta que es una pregunta estúpida.
Ryan tose mostrando la molestia de sus vías respiratorias por todo lo que vamos inhalando. Asiente.
—¡Maldita sea!— dice Matt viendo hacia la ventana. Un teléfono muy pequeño se encuentra ocupando la palma de su mano. —Maldito cobarde.
Veo hacia la puerta, los golpes ya no se oyen por lo que Caleb debe haber pensado en algo. Eso espero.
Él no me dejaría.
—Harriet— susurra Ryan. —El arma...
Mis neuronas hacen clic al buscar en las manos del psicópata, no lo tiene. Reviso su perímetro cercano hasta que lo veo del otro lado de la cama. Es prácticamente la misma distancia de donde Matt se encuentra, podría darse cuenta. Es peligroso.
—No puedo— susurro con cobardía. Él también lo ha visto.
—Yo lo distraeré— frunzo el ceño.
—No— me niego a la idea. —Estas herido.
—Puedo hacerlo— niego de nuevo.
—Caleb va a venir— yo sé que sí.
—No hay tiempo— sisea con dolor, puedo verlo en su rostro por más que quiera ocultarlo.
Con una mano se apoya en la cama y se levanta, la tela de esta queda ensangrentada provocándome un mal sabor en la boca. Matt lo observa con aburrimiento.
—No estabas muerto— dice dándole una mirada desinteresada.
—Aún no— dice él sosteniéndose de la punta del pie de la cama. Me deja el suficiente espacio para quedar detrás él.
—¿Cuál es tu plan ahora, Mattiu?— da un paso donde arrastra su pierna herida. —¿Escuchas eso?
Levanto la cabeza al oír como las sirenas se oyen a lo lejos, apenas perceptibles, pero son claramente conocidos como los bomberos.
—Él te lo advirtió— me inclino solo un poco para ver sus ojos fulminantes. —Vas a volver a la cárcel y te vas a pudrir adentro.
Sus labios se curvan haciendo una mueca que rápidamente se convierte en una sonrisa maliciosa.
—Primero muerto.
Mis manos tiemblan y regreso a ocultar mi cuerpo con el suyo.
—¿Sabes que es gracioso?— suena a burla. —Que todos creyeron que serías un buen sucesor, pero la verdad es que solo eres un fraude. Apuesto que tu querida y dulce madre se sorprenderá cuando sepa la verdad.
¿De que fraude habla?
—Te dije que no las metieras en esto— intenta alterarlo y lo está consiguiendo.
—Tu bonita hermanita decepcionada.
—¡Cállate!
—Apuesto que el entrenador estará tan desconcertado cuando sepa como ninguna universidad te acepto porque supieron tu oscuro secretito.
—No es cierto, fueron alterados y tú debes saberlo, lo hiciste tú— lo apunta con severidad.
—Regla básica del deporte Adams— dice lentamente. —Dile no a los esteroides.
—¡Basta!
Y eso es suficiente para que Ryan se aviente sobre él. Pego un grito cuando veo como ambos cuerpos caen cerca a las llamas que van consumiendo madera y papel. Una lucha con golpes empieza frente a mí, primero es Ryan quien se posiciona encima, un golpe y otro me hacen sentir lo molesto que está. Sin embargo, las cosas cambian cuando Matt lo hace rodar hasta cambiar las posiciones. Despego la vista de ambos cuando recuerdo lo que se me ha encargado, el arma.
—¡Ah! — escucho el terrible grito de Ryan. Me deslizo por encima de la cama y tomo el objeto pesado entre mis dedos.
Mi mano tambalea hasta acostumbrarse al peso que trae tan pequeño objeto, no lo sostengo bien cuando levanto la vista a ambos chicos.
La respiración se me corta al ver a Ryan en el suelo quejándose de dolor, Matt tiene la punta del pie apretando en su herida.
—Déjalo— digo horrorizada.
Matt me observa sin obedecer. —¿O qué?
Relamo mis labios salados. Acomodo el arma entre mis dedos, nunca he sostenido una pero tomo la lógica para actuar.
El pie de Matt deja de emitir presión, lo veo alejarse pero no es una buena señal. Su rostro sonriente se acerca a mí. Noto una capa de sudor sobre su frente, la misma que ahora se que yo también tengo.
—No te acerques— pero él no me hace caso.
No me tiene miedo y eso lo sé porque toma la punta de la pistola, aun así no suelto el gatillo. Se coloca justo en frente, retándome.
—Hazlo— esos ojos bonitos que una vez vi ya no están. Solo veo vacíos. Oscuridad. —Hazlo, Harriet.
Una de sus manos, la que no sostiene la dirección de la siguiente bala, es alzada hasta mi mejilla. Lo frío que se siente me estremece sumándose a las ganas de alejarlo de mí.
—Eres tan hermosa— un cumplido que preferiría no recibir. —Y te conozco tan bien que sé que no lo harás.
Tiene razón. No puedo.
Puedo ver de reojo como las llamas empiezan a consumir la cama por donde he pasado hace poco. Mi nerviosismo aumenta.
—Dispara, Harriet— susurra como si fuéramos cómplices. —Es la única manera en que saldrás.
¿Ese es ahora su plan? ¿Que yo jale el gatillo?
—¿Recuerdas lo que dije ese día? — ¿A qué se refiere?. —Bueno, ya no puedo ver a Nate, pero sí a Caleb.
—¿Qué intentas decir?— pregunto.
—Lo que dije ese día, Harriet— ladea su cabeza. —¿Cuál de tus dos amores sufrirá más sin ti?
Lo recuerdo. Pero muy tarde.
El grito de Ryan diciendo "cuidado" y el sonido del cañón reventando crea un terrible dolor, lo curioso es que en alguna parte de mi cuerpo ocurre algo, me hace saber que algo no está bien.
Yo no estoy bien.
(***)
CALEB
Pateo con fuerza pero pronto descubro que algo más está interfiriendo cuando esta regresa al vibrar. Es una pérdida de tiempo que no pienso desperdiciar. Bajo las gradas como si fuera una competencia de velocidad. La gente que está afuera es menos de una docena, la mayoría de autos han desaparecido y los que quedan observan la casa o graban como si fuera un espectáculo, el alcohol los tiene más dominados e idiotas.
—Ya llamé a los bomberos— me alcanza Archie siguiendo mis pasos.
—¿Y los otros?
—Nos encontramos con la ambulancia en el camino. Sky subió con ellos.
Me quedo paralizado. —¿Aún vendrá otro?
El jugador de futbol se queda en silencio.
—Llama a otro— el nuevo lo necesitará.
Vuelvo a avanzar. Estoy tan preocupado en encontrar otra manera de entrar a esa habitación que no me importa que siga mis pasos con preguntas como ¿Ryan está herido?. No es el momento para explicar. Rodeo la casa hasta ver la ventana que quiero.
—¿Qué planeas hacer?
Hay un tubo en la pared que llega hasta el techo. Necesitaré ayuda.
—¡Oh dios mío!— la exclamación de una mujer me hace girar a ver. —¡Ryan!— grita desesperada.
La mujer lleva un saco largo y una pijama debajo, se lo acomoda tan pronto que nota que se ha abierto descubriendo lo que lleva abajo. Su cabello oscuro se mueve de un lado a otro buscando entre las caras de los jóvenes que están cerca de ella.
—¿Disculpa has visto a mi hijo?, se llama Ryan— su voz se quiebra con angustia. —Ryan Adams.
Un remordimiento aparece en mí con la imagen que tengo. Si ella supiera que su hijo está justo en el punto de fuego probablemente iría tras él.
—¿Tú no lo has visto?— pregunta a otro chico.
Cuando me mira a los ojos yo me aparto.
—No la dejes entrar— aviso a Archie. Corre peligro adentro.
—¿Él está bien, verdad?— no respondo.
—Trae esa ambulancia pronto— no olvido que se trata de una pierna herida y que él es un deportista que lo necesita. —Ayúdame— pido viendo la altura.
Archie no se opone cuando coloca ambas manos para apoyarme.
—Cuida la entrada por si intenta escapar— ordeno antes de impulsarme hacia arriba.
Uso toda mi fuerza para tomar de la losa que divide los niveles, el tejado no se ve en buenas condiciones por lo que me cuesta subir sin que nada se mueva de su lugar. Algunas piezas resbalan pero ninguna me hace perder el equilibrio para seguir con mi objetivo.
Ya estoy cerca, pazza
Las sirenas de los bomberos aparecen al fondo de la calle. El humo que sale de la ventana me deja de preocupar gracias a ellos. Estoy a dos pasos cuando me detengo, congelado. Todo el cuerpo se me estremece al oír el sonido de un disparo, un lapso de inmovilización completa.
Miedo. Es la primera vez durante la noche que siento eso, miedo.
Me termino por acercar a la ventana para descubrir la escena que no quiero ver. Adams arrastrándose por el suelo. Corriendo de las llamas que están a punto de atraparlo.
—Harriet— escucho que la llama.
Entonces presto atención, justo al lado de la cama encendida en flamas anaranjadas por la materia que consume, donde crean una cortina de calor y no me deja ver más allá encuentro dos cuerpos en el suelo.
No lo pienso ni un segundo y ya me encuentro saltando en el interior. Puedo sentir el calor en mis brazos y piernas por un segundo. No le presto atención, ya que solo quiero llegar a ella. Harriet yace al lado de Matt Donovan.
—Loca— me arrastro hasta llegar a su rostro.
—Caleb...— dice parpadeando varias veces.
Un mango de lo que es un cuchillo compacto se encuentra incrustado en su pecho, justo en el lado izquierdo. Ella parece no entender que sucede.
Mi labio y mis manos tiemblan sin saber que hacer, mi cabeza no reacciona con respuestas.
—Hay un...— dice con dificultad. Asiento sin poder emitir ruido.
—Nadie se quedará con ella— una risa cargada con arcadas me hace desviar la mirada a su lado.
Matt bota sangre de la boca y oreja, la camiseta que lleva adentro de la chaqueta ha quedado completamente manchada de sangre, donde sea que haya recibido el disparo ha acertado. No creo que aguante tanto.
—Tú...— pero la mano de Harriet me hace ignorarlo y enfocarme.
—No...— dice tragando con fuerza.
—Hasta nuestra...— tose dirigiéndose a ella. —próxima vida.
—No. En la próxima...— dice apretando mi mano pero viéndolo a él. —Lo seguiré eligiendo... a él.
Matt aprieta tanto su entrecejo que puedo ver como eso lo ha molestado, pero la vida no le alcanza para dejarlo responder. Su boca intenta emitir una respuesta que al final solo es balbuceo hasta terminar de moverse.
Harriet aparta la mirada de él. Matt ha muerto.
—Ya viene la ambulancia— aviso para ella.
Tomo su cabeza entre mis manos y acomodo un poco de su cabello de la frente.
—Te amo— susurra pero me niego.
—No te despidas— digo sabiendo por qué me lo dice. —Vas a estar bien.
Su sonrisa débil y sus ojos cristalizados me hacen oprimir la parte que más me duele en estos momentos, mi pecho. El corazón que parece cerrarse y encogerse tanto que duele.
—Caleb— volteo a ver a Ryan.
El chico se ha levantado, comprendo que quiere mover el escritorio de la puerta.
—Tenemos que sacarla de aquí— mi shock ha podido más conmigo que no he pensado en como la habitación sigue ardiendo, así como ciertas partes de mi cuerpo.
Me levanto y con solo un empujón logro mover lo que él no podía.
—Tienes que sacárselo— dice cojeando para dar un nuevo paso.
—Pero podría empeorarlo.
—No puedes cargarla en ese estado y no puedes dejarla aquí.
Mi cabeza estalla en las posibilidades de cada acción. Quiero voltear y que sus ojos me den la seguridad que necesito para hacer lo que voy a hacer, pero cuando volteo ya no puedo hacerlo.
—Hey...— vuelvo a su lado, no responde. Sus bellos ojos se ocultan.
—Hazlo ya— insiste Ryan.
Una lágrima resbala por mi mejilla, el mango brillante que me aterra mover se vuelve en mi pesadilla. La beso en los labios antes de tomar mi decisión.
No te dejaré ir.
Tomo el mango y con dolor en el alma retiro el cuchillo afilado de su pecho, el desgarre lo siento como si me lo hiciera a mí mismo. Como si al aliviar su dolor me lo trasfiriera y cuanto daría porque así fuera.
—¡Vámonos!— grita Ryan con desespero.
Suelto el cuchillo en el suelo y paso un brazo por detrás de su cabeza y piernas. Puede que no haya perdido fuerza en lo que hice, pero el cuerpo se me ha debilitado de alguna manera, aun así no pienso dejarla caer.
Soy el primero en salir y en bajar las gradas. Los siguientes momentos pasan por mis ojos como si se tratara de mi vida en automático.
Los bomberos pasando por mi lado y corriendo a apagar las llamas que ahora deben consumir a un asesino.
La madre de Adams abrazando a su hijo.
Archie señalándome junto a una ambulancia y tres paramédicos corriendo hacia mí.
Su cuerpo es retirado de mi poder y subido a una camilla dentro del auto equipado.
—¿Signos vitales?— pregunta una mujer de blanco.
Nunca antes una respuesta había sido tan necesitada para mí. La respuesta que puede cambiarlo todo.
Y aquí estoy de pie frente a la chica que cambio mi mundo y me devolvió la vida. A punto de quitármela en solo un segundo.
Ti amo, pazza.
020823✨
Inhalen y exhalen. Esto son los últimos capítulos de LQNTD
Prox. capítulo: Promesas.
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