CAPÍTULO 36

Caleb

Mis sentidos están encendidos, cada parte de la habitación se ha vuelto mi blanco por revisar.

—Me estás apreta...— solo esa voz delicada y suave puede hacerme bajar la guardia.

Harriet está entre mis brazos, como reflejo la he envuelto con lo que he podido de mis extremidades. Su cuerpo está rígido, la libero para que pueda respirar.

—Eso ha sido...— dice viendo hacia la puerta que continúa cerrada.

—Un disparo— doy por hecho dando una rápida verificada por su cuerpo.

Lo ha reconocido. No sé cuantas veces ha oído algo similar, pero a mí no se me puede escapar un sonido tan particular como ese. Sin duda, fue un disparo que sonó muy cerca.

—Quédate aquí— por más terrible y petrificante que fuera la música continúa con lo suyo. Abajo siguen celebrando sin sentido.

—¿A dónde vas?

—Solo espera— necesito sacarla de aquí.

Primero, debo revisar el pasillo.

—¿Crees que alguien este...

—Shh— pido tocando la tabla larga de la puerta.

No quiero sonar dramático, pero tengo que asegurarme que no haya peligro para ella.

He estado pensando tanto en lo que haré a continuación que me he olvidado de ver como está ella emocionalmente. Mi chica tiene la cara angustiada, como si estuviera viendo la peor película de terror.

—Hey— susurro acariciando sus mejillas. —No pasa nada— eso creo. —Quizás nos estamos confundiendo y alguien está haciendo una broma pesada.

¿Puede ser?

—¿Una broma?— sus ojos parpadean como considerando la opción. Es suficiente para dejarla con esa duda y quitarle algunas rayitas a su angustia.

Quisiera poder creer tanto como ella.

Doy un beso corto en sus labios, apenas un toque que me da solo un poco que disfrutar.

¡Diablos, de lo que me he estado perdiendo!

—Ven— tomo su mano y tomo una respiración larga antes de girar el pomo.

Saco parte de mi cuerpo al pasillo, para mi mala suerte no hay nadie y eso no es buena señal.

—Escucha, baja y sube a tu auto— pido a Harriet.

—¿Yo?— pestañea. —¿Y Sky?

—Ok. Baja, busca a Sky y suban al auto.

—Espera y ¿Justin y Amber? Hay gente abajo...

Gente que no ha escuchado nada o ya estarían corriendo. No quiero sonar insensible pero todas esas personas no me importan en este preciso momento.

Mi chica lo nota. —Dijiste que podía ser una broma...

—Es lo que voy a averiguar...

—Iré contigo.

No.

—No es posible.

—¿Por qué no?

—Pazza— digo viendo que nadie ha salido de las otras habitaciones. —Déjame ver que pasa.

—Voy contigo— niego.

Estamos expuestos.

Otro ruido, esta vez un golpe seco y nuevamente me coloco por delante de ella. Un golpe que me hace saber la ubicación exacta del evento.

—Baja— ordeno antes de verla rendirse y dirigirse a las gradas.

Algo está pasando. Y para mi mala suerte es dentro de las puertas de este nivel. Avanzo a pasos largos cuando alguien toma de mi brazo para detenerme.

Abro los ojos al verla. Ha vuelto. —Busquemos ayuda.

Pero otro impacto hace retumbar la pared delgada de la casa. Un grito sale de la garganta de Harriet, mis ojos se abren deseando que el sonido sea lo suficiente alto y las paredes tan gruesas como para que no se oyera desde adentro.

Veo todos los escenarios que pueden ocurrir antes de que pase, no tengo el tiempo suficiente como hacerla correr y así lo tuviera no sé si lo haría. En el caso de que esa puerta se abriera y alguien saliera podría defenderme, pero ¿Cómo cuido de ella al hacerlo?. ¿Y si tiene el arma? Como evito que la hieran hasta por accidente.

Lo único que logro alcanzar hacer es ocultarla con mi cuerpo, listo para ver a alguien salir de esa habitación. Quizás ella tenía razón y debimos bajar.

¿Ella es tan terca o yo tan incrédulo para creer que se iría sin mí?

Cuando una cabellera marrón sale por la puerta me siento tranquilo, pero esa tranquilidad me dura tan poco por la forma en que alza su cabeza para fijarse en mí. Su rostro se desfigura en alarma, en sorpresa y hasta algo peor, miedo.

—Ry...— pero volteo solo la cabeza para hacerle una señal de silencio.

—¿Quién es?— pregunta una voz desde el interior.

Solo entonces entiendo que no es una pesada broma, que el chico nuevo no está solo, alguien que creí que nos habíamos deshecho. El agarre de la chica que cuido me aprieta desde los bordes de mi camiseta, ella también lo ha oído.

Ryan tiene sudor sobre su frente y un pequeño raspón en su mejilla, ninguno nos movemos ni un centímetro. Estoy intentando pensar en lo que dirá.

—Es Caleb...—mi mirada se vuelve afilada y retadora porque no lo deja ahí. No me importa que tan triste se vuelva su mirada. —Y Harriet.

No hay tiempo para correr o sacarla de aquí. Apenas logro apretar los dedos cuando de la habitación sale el mismo chico que una vez molí a golpes, Mattiu Donovan, el mismo que vi como era esposado para cumplir con su condena por la muerte de Archer.

Su cabello castaño y lacio cae sobre sus ojos el exceso de largo, los mismos que se ven hundidos con una capa oscura bajo sus pupilas. Ha perdido peso, pero lleva la misma ropa de marca que solía llevar cuando iba a Hasting.

—Harriet...— pronuncia con felicidad.

Pongo cada sentido a funcionar por el arma en su mano, la mueve como si se tratara de unas miseras llaves. Mis brazos se colocan por los lados para no permitirle acceso a ella.

—¿No me vas a saludar?— pregunta el maniaco.

Calculo cada paso que necesita para llegar, cada golpe que le daría si la tocará.

—¿Es que aún no me perdonas?— dice desenfadado. —Fue un accidente. Yo no quería que eso pasará.

No pierdo de la mira el arma que mueve sin ningún cuidado. Si su dedo llegará a moverse por la mínima presión, podría ocasionar algo grave.

—Harriet— me muevo con él. —Quítate.

Ni loco. —No la vas a tocar.

No estuve con ella ese día, no la protegí como debía, pero el principito lo hizo por mí. Pase lo que pase, ella va a estar bien de nuevo. Lo prometí.

—¿Estás seguro?— pregunta alzando el arma a la altura de mis ojos.

Yo daré la vida si es necesario. Lo haré como lo hizo él.

El chico que nos delató se espanta detrás de su compañero, pero yo no quito mi mirada ni me muevo.

—No, por favor— dice mi loca mostrando sus palmas. —No lo hagas.

Matt mira a la chica con unos ojos que desearía arrancar. Su sonrisa crece tanto que me causa un dolor de estómago.

—Ahí estás— baja el arma.

Con la punta de su pistola se acerca a su rostro. Quiero impedir que la toque, pero la mano de Harriet presiona mi antebrazo.

La boca del arma de fuego se desliza por su mejilla, reprimo mis ganas de tirarlo a un lado o gritar. Los ojos de mi chica se cierran por el contacto que imagino frío y espera a que su agresor termine con esa tortura.

—¿Alguna vez te dije que tu cabello es hermoso?— puedo jurar que mis dientes van a romperse de tanta presión.

—No— responde secamente.

—Ya tendremos tiempo para...

El sonido de los pasos corriendo por las escaleras nos alarman a todos. Si alguien llega a interrumpir su desequilibrio mental podría ocasionar que use su juguete.

—Te pedí que nadie subiera— dice el recluso viendo con enfado a Adams.

—Lo encargué...

—Muévanse— señala la habitación donde antes estaban solo ellos dos. —¡Ahora!

Tomo a Harriet de la mano, sabiendo que no tengo otra opción y la llevo donde me indica. La habitación tiene las paredes azules, distinta a donde estábamos antes, cajas sobre la cama y una jaula donde veo algo peludo moverse. Debe ser de Adams.

—Dijiste que no había llegado— escucho reclamar. Se refiere a Harriet.

—No la vi cuando subí.

Aún no sé cómo es que este par se conoce, pero de lo que estoy seguro es que voy a matarlo cuando esto se acabe.

—¿Es cierto o no querías que la viera?— Matt lo golpea en la cabeza aprovechando que Adams se ha sentado sobre la cama. No importa que sea más corpulento que el otro, él deja que lo golpee. —¿Acaso querías arruinar mis planes para esta noche?

Cuando sus dedos se incrustan dentro de su bolsillo considero que instrumento afilado o peligroso puede tener adentro, empero, se trata de una inofensiva cajetilla de cigarrillos.

Aún tengo sujeta de la mano a Harriet, puedo sentir su sudor en mis palmas por el arma que sigue apuntándonos.

—Esto se ha hecho adictivo— menciona colocando un cigarro entre sus labios, prosigue con su encendedor.

Un maullido se escucha en la habitación.

—Si no callas esa cosa, te juro que esta vez no fallo— amonesta.

El hecho que exhale y hable provoca que una nube de humo se esparza por la habitación. El olor a nicotina consumida hace que la chica de mi lado mueva la nariz.

—Que— dice dando otra calada. —Creí que te gustaban estas cosas.

Claramente, lo dice por mí.

—Es lo que uno puede conseguir adentro— agrega.

Los tres mantenemos el silencio en la habitación. Adams sigue con la preocupación en su rostro, se ha levantado y colocado frente la jaula del gatuno.

—Donde ustedes me metieron— dice viendo fijamente a mi chica.

Me causa fatiga verlo tan enfocado en ella. 

—¿Cómo escapaste?— pregunto con la intención que eso cambie.

—Excelente pregunta— muestra una sonrisa.

—El dinero hace cosas imposibles— otra nube de humo se extiende.

Noto como lo mencionado hace que Adams cambie el rostro. Él sigue de pie junto a su mascota.

—¿No te gusta la realidad?— cuestiona alejándose de nosotros. —Deberías agradecer a personas como nosotros, somos quienes donan para esa miserable beca que cargas.

Es nuestra oportunidad. Ryan vino por ella, no se irá sin nada. Puedo sacar a Harriet de aquí, puedo cubrirla hasta que cruce la puerta.

—¿Confías en mí?

Sus ojos mieles desorientados traspasan los míos, queriendo descifrar mi plan. Ella no lo aceptaría.

—Hice todo lo que me pediste— escucho su conversación.

—¿Crees que soy idiota?— lo tiene entretenido. —¿Crees que no sé qué hiciste un propio plan para hoy?

—Teníamos un trato...

—¡El trato era que él estuviera aún encerrado!— me apunta. —Pero como siempre, interfiere en mis planes. Tendré que matarte.

La inyección de odio y rencor reflejados en su mirada me causa un brutal miedo en mi ser, pero no por mí. Harriet no está a salvo, este psicópata ha planeado algo más y quiso asegurarse que no interfiriera.

—Hice todo lo que me pediste— recalca su cómplice.

Ahora sé quién hizo que me esposaran.

—Fallaste— dice con desdén.

Me inclino hasta la altura que ella pueda oírme.

—Has lo que te diré, por favor— susurro.

Harriet aprieta su agarre al mío. No quiero soltar su mano, pero lo haré si ella esta a salvo.

—Vete al diablo. Yo ya terminé aquí— dice un impaciente Adams.

—¡Yo digo cuando termina! ¡Tú no!

Estoy listo, pero el llanto felino del gato blanco se me adelanta.

—¿Crees que no se donde esta tu linda familia?— puedo sentir el escalofrío de Harriet.

Ryan se pone tan blanco como el papel.

—No te metas con ellas— sisea con la rabia mas encendida que antes.

—Harás lo que te diga— da por hecho el tal Matt. 

Veo las cenizas caer sobre la alfombra del piso, se ha dedico a tenerlo mucho tiempo entre sus dedos que ni se ha fijado en el fuego consumiendo solo el cigarro. Eso lo molesta aún mas.

Quiero mover a Harriet pero ella no se deja. Se ha plantado tanto en el suelo que no me deja moverla ni un centímetro. Para entonces Adams se queda con los puños hechos y su gato vuelve a maullar.

—¡No tienes palabra!

—¡Te dije que callaras esa mierda!

Pum.

Otro disparo hace temblar su delgado cuerpo y las paredes. Un grito sale de su garganta.

—¡Ryan!

Los pasos afuera de la puerta se oyen con mucha prisa, eso significa que, el grito y el disparo han sido escuchados. 

—¡Corran!¡Tiroteo!— gritan algunas voces con muchos mas gritos.

Cambio de planes.

180623✨

Próximo capítulo: Deuda pendiente

¿Se esperaban el regreso de Matt?

✨Feliz cumpleaños a @XimenaMendoza207 que todos su deseos y sueños se hagan realidad✨ Gracias por dejarme tu bello mensaje, me motivaste✨

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top