CAPÍTULO 31

Caleb

—¿No lo has visto?— la voz de Nina del otro lado de la pared se oye como un cuchilleo, entre las personas que no saben que estoy aquí.

—No. No ha venido— es la respuesta de Devi.

—Creí que vendría aquí— se escucha preocupada. —No ha vuelto a casa desde que regreso antes que todos.

—¿Qué pasó allá?— cuestiona.

Un silencio más grande del que me gusta me hace pegar la cabeza en la pared.

—Ella te agrada. Lo que te diga solo te hará defenderla.

—No significa que no pueda equivocarse— es certero. —Ahora prefiero no saberlo. Ambos son jóvenes y obstinados, lo resolverán.

—¿Por qué estás tan segura?

El ruido de algunas copas de vidrios resuena. Devi debe estar arreglando todo para abrir.

—Digamos que, soy Team HARLEB.

Frunzo mi ceño.

—¿Harleb?

—Harriet & Caleb— un lado de mi labio se estira hacia arriba, para cuando me doy cuenta me pongo de pie.

No voy a escuchar este tipo de cosas ahora. Subo las gradas para volver a mi antigua habitación. El lugar donde resido de manera temporal consta de una sabana sobre el piso, quisiera decir que he podido dormir, pero no. He estado despierto más horas de las que a mi cuerpo le gustaría. Silencioso como un gato.

Enjuago mi cara con agua fría y mojo mi cabello hasta el cuello. Mis ojeras están volviendo, mi piel empieza a ponerse pálida, me recuerda como era antes. Cierro el grifo con el sonido de una llave siendo ingresada en la cerradura.

—Merda— maldigo corriendo hacía mis cosas, solo me importa una cosa y es la bolsita de cannabis que sigue sobre la sabana donde pase la noche.

Devi ingresa y va directo a la cocina. Estoy listo para ver a Nina detrás de ella.

—No tiene caso que te ocultes, Cal— suspiro.

—No intento hacerlo— digo saliendo de la habitación.

Devi coloca la mano en su cadera y yo me acerco a la puerta. Espero a una crespa de mediana estatura. —Ya se fue.

No hay nadie en las gradas.

—¿No pensabas decirme que estabas aquí?

—No.

Ella sonríe y niega por mi sinceridad. —Te ves muy mal.

—¿Peor que cuando me conociste?— tengo curiosidad.

—No. No tan mal— se hace a un lado. —Te traje comida. No te oí salir.

El plato cubierto por otro plato me abre el estómago. Tengo mucha hambre.

—Gracias. No quería que supieran que estoy quedándome aquí— paso por su lado y de un cajón saco un cubierto que enjuago con agua.

—No puedes ocultarte para siempre— dice siguiéndome con la mirada.

Mi cubierto de plata refleja mi rostro. —No me quedaré por mucho tiempo. No te preocupes.

—Puedes decírmelo a mí, pero ¿Podrás decírselo a ambas chicas que vinieron a buscarte?

—¿Harriet vino?

—Sí. Anoche, quiso subir pero yo le aseguré que no estabas. Se veía angustiada y se fue muy rápido. Ella...

—Detente— la cabeza empieza a dolerme con la idea de lo mal que puede estar pasándola.

—Cal... no retrocedas. Has avanzado mucho para que ahora vuelvas a donde estabas.

—¿Dónde estaba?— ¿Un agujero?

—Perdido— suspira. —No quiero verte deambulando sin sentido común. ¿Me dejo entender?

—Sí. Tan clara como el agua.

—Buen chico— me da una palmada en el hombro. —Ahora come todo. Tengo un bar que abrir— sonrío.

Devi se dirige a la puerta cuando la llamo por su nombre. —Podrías...

—¿No avisar que estás aquí?

—Si no fuera mucho pedir...

—Sé mentir— dice sin ningún problema.

Harriet

—No estaba— abro mi puerta con Sky siguiéndome detrás. —No está por ningún lado, Sky.

—Lo peor que pudo hacer es regresar a algún lugar de Italia.

El miedo recorre mi cuerpo. Si eso hizo entonces estoy muy lejos de encontrarlo.

—Es una broma. Debe estar escondido por ahí.

—Tengo que hablar con él. Asegurarme que no...— no quiero imaginarlo.

Caleb es inteligente. No lo haría.

—Harriet— puedo ver que algo va mal. —Es su decisión.

—Oíste a Nina, Caleb cree que no confío en él. Que no podrá resistirse...

—Harriet, sé que no quieres oír esto— nunca quiero. —Pero ambas sabíamos que Caleb tenía un serio problema. Se fue para dejarlo.

—Se fue por mí.

Él lo hizo por mí.

—De verdad, ¿Pensabas que ya se había acabado?

Su pregunta es tan parecida a la de Ryan. Lo cierto es que no quería pensarlo, no quería admitir o pensar en esas posibilidades. ¿Caleb se veía mejor, pero realmente lo estaba? ¿Por cuánto tiempo?

Al lado de la ventana, la gardenia que traje de la azotea de Devi hace un tiempo va empeorando. Ha perdido su color brillante, reemplazado por desgaste y falta de hojas.

—No revisé el árbol— en Hasting. —Puede estar descansando ahí.

Tomo mis llaves. —Hey— Sky me detiene al querer cruzar la puerta. —No has desayunado.

—Luego lo hago— no es tan importante.

—No— me sujeta de los hombros y me obliga a caminar hasta el desayunador. —Justin está en el campus, le diré que revise.

Estoy tan cansada de pensar en diferentes lugares donde podría estar, manejar buscándolo y decepcionando en cada parada. Su departamento, la casa de Amber, sus clases, el bar de Devi.

—Come— una ensalada de fruta y pan recién tostado aparece frente a mí.

Sky me sirve una taza de café mientras revisa su teléfono esperando la respuesta. Muerdo el pan sin apartar la mirada de ella.

—¿Qué pasa? ¿Si está?— digo atenta a la arruga en su frente.

—¿Qué?

—¿Por qué pones esa cara?

Ella pone su teléfono boca abajo. —Aún no ha respondido.

¿Entonces, que fue eso?

—¡Harriet!— chilla al verme tomar su teléfono.

La pantalla se enciende mostrando la notificación con el nombre que nunca imagine. No es Justin o cualquiera que haya visto las últimas horas o meses.

—Dámelo— me lo arrebata.

—¿Están hablando?— aún no me lo creo.

Sky esquiva mi mirada.

—Sky...

—No. Él me escribe, pero no he respondido.

—¿No has respondido?— no lo creo. —¿Justin lo sabe?

Bufa. —Claro que no.

—¿Que es lo que quiere?

—Es Spencer, molestar— que ingeniosa.

Pero no lo suficiente. —¿Desde cuándo?

Ella suspira y se sienta en una de las sillas altas.

—Empezó cuando paso lo de Nate— no me dijo. Entiendo por qué no me lo dijo.—No lo hace seguido. Quizás se aburrió de su última conquista.

—¿Estás enterada de sus conquistas?

—No controlo lo que sale en sugerencias de noticias— pica un pedazo de manzana de mi plato y se lo lleva a la boca.

—Tú no ves noticias.

—Los titulares dan mucho por imaginar.

Por supuesto.

—Mejor volvamos a hablar de un chico que ama el color negro.

Ese es el botón de apagado para el tema de Spencer, y el encendido para Caleb.

—¿Por qué no haces que Susan lo busque? Ya lo encontró una vez.

Eso me hace recordar. —Ella está ocupada ahora. Va a divorciarse— eso dijo Nina, luego de echarme de su departamento.

—No la culpo.

El anillo que Caleb me dio sigue en mi dedo. Brilla resaltando por si solo, si pudiera verlo, podríamos arreglar este absurdo alejamiento.

—Harriet— volteo sin ánimos. —Caleb está en Hasting.

(...)

El estacionamiento está repleto como siempre, mi mejor amiga y su novio me esperan en la entrada. Los estudiantes entran y salen, nadie con la cabellera negra y el tatuaje cargado en su brazo.

—¿Dónde está?— estoy nerviosa.

—Donde dijiste, el árbol— no espero más. —Harriet, espera...

—Déjala— su novia la detiene.

Cruzo por los pasillos hasta llegar al campo de césped, mis piernas trotan hasta que veo el árbol donde pasábamos el rato. Lo veo.

Caleb está de pie a unos cuantos metros del árbol, conversa con alguien que no identifico, un muchacho que cubre su cabeza con la capucha de sudadera. No sé quién es. Caleb pasa los dedos por su cabello, exasperado, se ve terrible, intercambian palabras hasta que decide empujar al desconocido. Problemas.

Corro hacia ellos. El desconocido no responde y se mantiene de pie cuando llego. Caleb, su rostro está algo más claro que la última vez que lo vi, lleva su cuaderno de siempre. Sus ojos grises cruzan con los míos.

—¿Qué estás haciendo?— pongo la cara más seria que puedo.

Caleb alza la mirada, ignorando mi existencia entre su compañía y él. Duele.

—Dámelo— ordena.

El chico lleva sus manos al interior de su sudadera, un bolsillo a la altura de su estómago. —No quiero problemas...

—Conozco el negocio. Date prisa— el tono de su voz es tan gruesa que tengo que mirarlo para saber que es Caleb quien dice eso.

El chico mira a los lados y abre los dedos mostrando una bolsa relativamente mediana transparente. Su contenido provoca que me quedé tiesa por segundos. El cuerpo entero se me congestiona por lo que veo.

—Oye— el grito de Caleb me hace salir de mi congelamiento. Ya se estaba alejando y ni me había dado cuenta. —No olvides lo que te dije.

Mis ojos se abren por su comportamiento. Ni siquiera intenta ocultarlo, descarado, con su rostro tan pálido.

—¿Qué has hecho?— lo empujó con todo la fuerza que tengo.

Mis brazos consiguen hacerle dar un paso hacia atrás, sigo golpeando su pecho con impotencia y rabia.

—¡Que has hecho!— Caleb infla su pecho sin afectarse. —¿Es esto lo que quieres? ¿Quieres tirar todo por la borda? Has trabajado tan duro para salir y tú...

—¿Y yo qué?— siento que he cruzado una línea muy fina. —¿Me vas a decir que creías que estaría bien? ¿Qué no volvería a necesitarlo? Dímelo ahora, Harriet. ¿Hubo un momento en que creíste que todo ya había quedado atrás? ¡Dímelo, Harriet!

—¡No!— exclamo en un grito para que se calle.

Caleb parpadea con los ojos muy abiertos. Diablos.

—Es cierto, no quería pensarlo porque dentro de mí sabía que era probable, en un mal momento, una mala situación o hasta un conflicto de pareja. Era posible...

Él da media vuelta y empieza a caminar hacia el interior del edificio lleno de estudiantes.

—No hemos terminado— digo tomando de su brazo.

—Tengo un examen ahora— no tengo nada en contra de eso.

Sin embargo, hay un detalle que tiene tamaño pequeño.

—No te irás con eso— señalo.

Caleb me ve desde arriba, todo su cuerpo está tenso, lo puedo sentir bajo mis dedos.

—Dámelo.

—Llegaré tarde.

—Solo tienes que dármelo.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que lo uses

Inhala. Exhalo.

—¿Qué te hace pensar que no lo hice ya?

Parpadeo una vez. Caleb aprovecha mi desorientación para apartarse e irse.

Casi es una hora mas tarde y Sky y yo hemos tomado una de las mesas de la cafetería. Esperaré a que Caleb salga de su examen.

—¿Crees que lo hizo?

Me encojo de hombros. Llevo observando las manchas de desgaste de la mesa por varios minutos. He pasado tiempo analizando nuestra conversación. Los juegos mentales que hace Caleb, no miente, pero también se las ingenia para no decir la verdad. Nunca dijo que volvió a fumar marihuana, todo lo que dice son interrogativas, me deja en duda y con suspenso. Deja que crea lo que yo crea. Astuto, pero llevo más de un año conociéndolo.

—¿Esperas que te diga "Harriet, fume marihuana", para creerlo?— inclino la cabeza sobre la palma de mi mano.

—Básicamente.

Suena descabellado y puede que algo tonto, pero no voy a dejarlo. Él se alejó de mí una vez, no lo hará de nuevo.

—Estás loca— ya me lo ha dicho. —¿Ya lo sabrá su amiguita?

—Lo dudo, si Nina se entera no tardará en aparecer.

Levanto la vista hasta las puertas, no la veo, que alivio.

—Tengo que decir que, esa chiflada exagera más que tú, pero tiene razones.

—¿Razones?

—No es que me ponga de su lado— puntualiza. —Digamos que entiendo el porqué tanto alboroto con Caleb.

—¿Me explicas?

—Es como...— ¿usará analogías? No es buena para eso. —Una madre y su hijo— alzo las cejas. —Al inicio creí que estaba intentando quitártelo, te miraba con odio, como si fueras su enemiga.

—¿Así?

—Sí, pero luego entendí que no solo puedes mirar a alguien así por celos o un interés amoroso— estoy intrigada. —Nina solo intenta cuidar de Caleb.

—¿Cuidarlo de qué?

—De ti— quedo perpleja.

En un remoto instante creo que me he salido de esta conversación. ¿De mí?

—Harriet, cualquier persona que los haya visto a ustedes dos, sabe que se aman hasta ser molesto a veces. ¿Sabes lo que implica amar a alguien? Ella lo sabe, implica que cualquiera de los dos es capas de destruir al otro. En este caso, Caleb tenía las peores consecuencias.

Su adicción.

—Por eso ella nunca me quiso— le costó aceptarme.

—No lo admitiré frente de ella, pero sí— confirma lo que digo. —Aún recuerdo cuando intente advertirte de él.

Yo también me acuerdo.

—Pero él consiguió salir de eso.

—Y lo respeté por eso— suspira. —Pero recuerda lo que te dije "Es más fácil cambiar de persona que a la persona"

Agacho la cabeza. Nina siempre tuvo sus motivos para querer alejarme, su rechazo ahora es tan entendible que hasta creo que yo hubiera hecho lo mismo en su posición.

—¿Iras a ver a la bruja?— su cambio de tema me agrada. Algo más en que pensar.

—Dudo que quiera verme— si su abogada hizo lo que le pedí.

—Al menos ya no tendrás que preocuparte por su empresa—el lado bueno.

Cuando aparecieron dos barras de red en la carretera, revise los periódicos virtuales, LiMo era muy nombrada en muchos, el repertorio estaba en el nombre Lilian Moore. Exonerada de cargos imputados por falta de pruebas.

Lilian es libre. Mi madre es libre. No importa nuestras discusiones, me sentí aliviada y feliz por ella, aunque solo me duro un segundo.

—¿Chicas?— Justin me saca de mi viaje al pasado, le da un beso en la mejilla a Sky. —¿Que estan haciendo?

—Acosando a su novio— la fulmino con la mirada.

—Ah— dice él tomando asiento.  —¿Lodge?

Sky y yo intercambiamos miradas. ¿Quién mas?

—¿Que sabes?— termina por confrontarlo, directa al grano.

Justin se encoge de hombros. —Él ya se fue.

—¿Qué?— me coloco de pie. Miro a mis lados como si eso me ayudará a ver cualquier avenida, obviamente no sirve de nada.

—Lo ví tomando un taxi.

—¿Ahora?

—Creí que ya habían hablado— dice atemorizado.

Es inocente, pero como me gustaría golpearlo. Corro hacia la entrada, pero por más que reviso calle arriba a abajo no lo veo. No hay señales de Caleb. Lo he dejado escapar. ¿Ahora como lo encontraré? ¿Cuando lo volveré a ver?

(...)

Caleb

3:00am

No logro dormir. ¿Cuántos días puede estar una persona sin conciliar el sueño?

Estoy sentado en la banca del piano del Black Day con un vaso de ron a un lado derecho, y un porro recién hecho al lado izquierdo. El primero me deja la garganta amarga y no hace más que hacerme oler mal y perder un tanto el equilibrio, no me ayudará a dormir. No llevo ni dos sorbos y me rindo a lo estúpido que es beber para mí. ¿Cómo es que existe personas a las que les gusta esto? ¿Ebrios dormidos en los taburetes por tanto licor? No lo entiendo.

Reviso el porro, intacto, sobre el capo del piano. Esta es una de las cosas que ella no entendería, fumar me hace adormecer mis sentidos, no estoy sobrepensando y definitivamente llego a relajarme hasta caer en los brazos de morfeo.

Quiero descansar de todo esto. Quiero escapar.

Suelto todo el aire de mis pulmones, mis dedos acarician las teclas, es una sensación que me tranquiliza, pero la mejor es cuando escucho una melodía. Me he decidido. Hay una nueva canción que quiero tocar. Wicked Game.

Y al terminar la canción yo habré tomado mi decisión. 

(El video musical también está anclado en el inicio de la lectura, deslicen a la derecha y podrán cerrar los ojos y hacer lo suyo, imaginar)

https://youtu.be/BoyceAvenue

010323✨

Ustedes que dicen, ¿Caleb va recaer?

Próximo capítulo: La cruda y dura verdad.

Nota: Estamos llegando a un momento muy crítico en la historia. Ya no falta tanto para el final.

Lamento la tardanza, tuve una cena de cumpleaños y se extendió sin previo aviso.

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