CAPÍTULO 29
Harriet
Cada vez que creo que ya no puedo estar más enamorada, siempre llega Caleb a demostrar que estoy equivocada. Mis emociones se disparan con él y ni siquiera sé que tan sano es eso. Mi mente y mi corazón se sincronizan para funcionar por sus ojos grises.
—¿Dónde están todos?— pregunto viendo hacia la cabaña del gran comedor.
Caleb acomoda mi cabello dejándonos alumbrar por la fogata que los chicos encendieron. La noche ha caído y yo sigo recibiendo sorpresas.
—Ya vienen.
Acaricio mis manos para apaciguar la espera. No he podido dejar de ver o sentir el anillo que ahora tengo, se siente un poco extraño sentir el objeto rodeando mi dedo.
—¿De verdad te gusta?— me ha atrapado.
—Muchísimo.
Casi se me sale el corazón cuando lo vi de pie en el puente, creí que propondría matrimonio. La idea de que hiciera esa pregunta me alarmo, no sabía que iba a responder porque por ningún motivo se me hubiera ocurrido el matrimonio para mi cumpleaños. Aun así, los pocos segundos que tuve sirvieron para hacerme una idea de lo que sería un sí.
¿Caleb y yo en el altar?
He aprendido a no hacerme ideas del futuro desde que las cosas con Nathaniel no funcionaron. Yo tenía muchas ideas con él. Pero con Caleb, se me hace difícil seguir resistiéndome.
—Tortolitos— los chicos están de vuelta.
Cada uno trae algo consigo, lo que me hace sentir mal.
—No tenían que comprarme algo— esto es demasiado.
—Claro que sí— manifiesta mi mejor amiga.
Sky toma asiento en los troncos como todos los demás. Todos tienen un regalo.
—Ya que alguien se nos adelantó— todos miran al pelinegro de mi lado. —Comienza conmigo— Sky levanta una bolsa de regalo pequeño.
—Sky— susurro. No creo que pueda devolver lo que contenga, con delicadeza saco la pequeña caja rectangular.
Caleb me ayuda con la bolsa cuando veo que se trata de una pulsera dorada.
—Es muy bonito— sigo avergonzada por tener a todos mirándome. —Muchas gracias.
Sky me sonríe y su novio se levanta.
—Ahora es mi turno— su bolsa es más grande, lo que hace preocuparme. —Sé que te va a gustar.
Siento la tela y los colores azul y blanco se alzan cuando descubro lo que es. Una chaqueta de los guerreros.
—Hice que pusieran tu nombre— ya lo veo "Moore" con el número "10". —También creí que te gustaría ese número.
Asiento con una sonrisa. El número de Nate. No se equivocó.
—Muchas gracias Justin— él baja la cabeza y le da un golpe a su compañero de lado.
—Yo...— Archie me entrega una bolsa mediana, este tiene peso por lo que me sorprende al tomarlo. —Espero que sea de tu gusto.
Abro la bolsa y ya entiendo por qué se me hizo pesado. Una Colección de 7 libros de Jane Austin.
—Recordé que tenías a Orgullo y Prejuicio como favorito.
La clase de Literatura del Sr.Potter, lo recordó. Que bonito detalle.
—Muchas gracias— esto claro que se va a mis estantes de libros favoritos.
Entonces, cuando Caleb sostiene mi último regalo, todos miran a la chica de cabello negro con rulos. Ella no trae nada.
—No tenía que traer...— intento que continuemos.
—No sabía que comprar. No te conozco lo suficiente— me interrumpe. —Pero pensé en que si querías, podías pasar por mi trabajo.
¿Su trabajo? ¿El estudio de tatuajes?
—Podría hacerte algo si tú quieres— que me ofrezca algo ya me sorprende, por lo que asiento con una sonrisa. —Si es que aún tengo trabajo.
Aunque eso no lo entiendo, Caleb oculta la sonrisa viendo para otro lado.
—Claro. Gracias— me lo pensaré.
—¿Amber?— Sky saca de su burbuja a la rubia.
—Sí— ella me entrega una bolsa grande.
Entre el papel de regalo saco el objeto reluciente. Sky abre los ojos como yo.
—Es de la colección del mes.
Es un bolso de mano, uno muy lindo. Es blanco, poca textura y un agarre suave con correa.
—Es muy hermoso, Amber. Gracias.
—Quiero que sepas que mi cumpleaños es el...
—Ok cubito— Justin le quita la oportunidad. —Recordemos quien está de cumpleaños por el resto de la noche.
—Solo decía...— masculla. —¿Adam?
Ryan como último de los invitados se endereza. Tengo pendiente poder hablar con él antes de irnos.
—No tuve tiempo para buscar...
—No pasa nada.
—Pero mi madre...— de la parte de atrás saca una fuente sellada por una cápsula transparente. —Ella preparó esto.
Cupcakes. He regresado a los tiempos de años infantiles. Cuando nos reveló que lo conocíamos desde hace años atrás se habló de los gustosos pastelitos de su madre.
—Esos son los...— Justin se emociona, más que yo.
—Quieto— su novia le pone la mano en el pecho para detener cualquier acción.
No desaprovecho la ofrenda, tomo uno con glaseado blanco y chocolate. Doy un mordisco, Ryan sonríe después de mucho y oculto mi rostro sabiendo que puedo tener dulce en la cara.
El sabor a chocolate con almendras estalla en mi boca.
—Tengan. Hay suficiente para todos.
—¿Qué?— pregunto a Caleb, quien me mira sonriente.
Su dedo pulgar limpia un lado de mi labio, se lame la crema dulce.
—Está mejor de lo que recuerdo— comenta Justin.
—Sé que me lo lamentaré mañana— Sky mira el pequeño postre y da una mordida con lamentación.
Todos sonreímos cuando el dulce hace el trabajo de sorprenderla. Hasta Nina sonríe con una clara burla.
—¿Son nueces?— intenta descifrar a Archie.
—Almendras—corrijo al mismo tiempo que Ryan.
Es ineludible no sonreír. —Gracias, Ryan.
Con un asentamiento de cabeza vuelve a poner la cubierta.
—¿Tú no comerás uno?— pregunto a Caleb.
—Ya tuve suficiente.
Tres o cuatro mordiscos y ya los hemos terminado.
—Yo no sé ustedes, pero creo que es hora de asar malvaviscos— Archie se pone de pie y limpia sus manos en sus pantalones. —Iré a traerlos.
La tradición de la fogata y malvaviscos es la última sorpresa del día, encerrando las llamas que provocan chispas hacia el cielo nocturno mantenemos charlas sobre el próximo partido.
—Los vikingos son predecibles— comenta uno de los muchachos.
—No lo sé. He estudiado sus últimos partidos y están cambiando sus jugadas.
—¿Estudias grabaciones de partidos?— Nina mira a Justin con sospecha.
—Tengo que preparar a mi equipo— suena a un entrenador.
—Ojalá estudiaras tus apuntes como los partidos— Sky le reprende.
—No me tortures, cubito. Hay prioridades.
—¿En serio? Porque tengo entendido que Adam disfruta de una beca y es el quarterback.
Ryan se encoge de hombros sin querer formar parte de una pronta discusión. No es un secreto que Justin prefiera el deporte a un libro.
—Adams se cree el chico maravilla— discute a su novia.
—Está bien, está bien— Archie los detiene. —Este es nuestro último año. ¿Ya sabes quienes serán candidatos para el siguiente?
Justin toca su pecho. —Has tocado una herida muy grande. El entrenador está observando a alguien. Quiere hacer de consejero.
—¿De quién se trata?— escuchamos.
Justin sonríe de lado. —El hijo de la rectora. Tanner Hill.
—¿Ese chico no tiene problemas de adicción?— consulta Ryan.
—El primer año era atleta, hacía carreras de velocidad. Se desvió un poco.
—Lo quiere como running back— saca su conclusión la actual mano derecha, Archie.
—Depende de él. En lo personal no creo que sea imposible— aquel gesto de aliento de Justin se entiende entre nosotros.
Caleb alza la cabeza con su afirmación. Él es un claro ejemplo de que se puede mejorar. Todos guardan silencio.
Hasta que Sky decide aliviar el ambiente. —Ya es suficiente de notas y futbol.
—Ten— Caleb atrae el palo de malvavisco para mí. —Ten cuidado, está caliente.
—Amigo— Justin nos apunta. —Cada vez que los veo, me siento como un mal novio.
El rubio mira a mi mejor amiga. —¿Crees que deba ser como él?
Sky ni se molesta en responder, le quita el palo que él sostiene y empieza a soplar. En cambio, Archie, con disimulo imita la acción de Caleb con Nina. Amber se dedica a observar pues hace un rato había dicho que se sentía llena para seguir con las golosinas.
—¿Me das uno?
Caleb abre tan solo un poco la boca, me recuerda el día que lo hizo con las papas. Se lo negué ese día, no puedo hacerlo ahora. Soplo un poco antes de acercarme a su boca.
—Creo que ya me iré a la cabaña— las palabras de Ryan hacen que los jugadores se nieguen por ser aún temprano. —Mañana tengo una prueba. Quiero estudiar.
—Voy contigo—Amber se le une.
—Si quieren ir a jugar a solas solo tienen que decirlo— Sky siendo Sky.
—No...— Amber se pone de pie viendo al grupo. —Voy a descansar.
—Claro, descansar— sonríe perversamente su capitán.
No culpo a Amber de sentirse incómoda, bien puedo ser yo en la misma situación.
—Tú avísame cuando quieras irte— me susurra Caleb al oído.
Mis mejillas se calientan ante la idea de sus motivaciones de decirme eso en este preciso momento.
—¿Alguien más los ha notado raros?— cuestiona Nina.
—Sí—respondo. —No han hablado mucho.
—Creo que tienen problemas— comenta Caleb.
—¿Problemas como cuáles?— pregunta con interés, Archie.
—¿Su primera discusión de pareja?— intenta adivinar mi mejor amiga.
—Adams nos lo hubiera dicho— agrega Justin.
—¿Por qué crees que tienen problemas?— vuelve a preguntar Archie.
Yo también miro a Caleb.
—No los veo interactuando— cierra en conclusión.
—Quizás si se lo ha pedido.
—Van lentos— Sky entra a discusión.—Fui su cupido personal. Les falta entrar en confianza y pronto los tendremos besándose en nuestras narices.
Niego con la cabeza al ver la dirección que toma su argumento.
—Mejor cambiemos de tema.
Gracias Archie. Pero mañana pienso averiguar lo que sucede con Ryan, si eso sigue puede que esté haciendo pasar un mal fin de semana a Amber.
(...)
Hemos despertado temprano, arreglado nuestras cosas y dejado todo en los autos. ¿La razón? Disfrutar de una caminata por el lago, ayer no pudimos hacerlo y quería hacerlo antes de irnos.
—¿En qué piensas?—me pregunta Caleb mientras caminamos de la mano.
—En los días que pase aquí.
Yo corría por esta zona, jugaba en ese lago con mis amigos y aprendí a nadar en estas aguas.
—¿Te causa tristeza?— niego.
—Solo intento recordar cada detalle. Para recordar este día.
—Podemos volver cuando quieras— me hace saber. —Ya me sé el camino.
—Gracias— pienso volver. No quiero volver a olvidar este lugar.
—¿Sabes que imagino yo?— me llena de intriga. —A nuestros hijos— un nudo se crea en mi garganta.
—¿Hijos?
—Corriendo por ahí— señala hacia adelante.—¿Tú que crees?
—¿Hijos?
—¿Es muy pronto de hablar de eso?
Bueno, ayer me hablaba de matrimonio y hoy de hijos. Pero que el tema salga justo ahora y que me diga que los imagina tal y como yo me veía hace unos segundos.... me emociona, algo dentro de mí hace que la sorpresa se desvanezca y el entusiasmo crezca.
—Quiere decir que quieres más de uno— digo al destacar su plural.
Caleb toma mi respuesta como una continuación a seguir con el tema.
—Yo creo que dos, pero es tu cuerpo quien tendrá que cargarlos, así que respetaría tu decisión.
Su respuesta me causa otra sorpresa. Solo he hablado de niños una vez en mi vida y obviamente fue con Nate. La diferencia de ambos chicos no está tan alejada después de todo.
—Creo que dos embarazos de nueve meses es suficiente— al menos eso creo ahora. —¿Niña y niño?
Caleb se lo piensa un poco. —Niños.
—¿Por qué?— sonrío.
—Con una niña me volvería muy loco— niega y creo que está imaginando más en su cabeza. —Pensar en que alguna vez alguien la bese, la toque... ¿Sabes lo que tendría que aguantar con sus citas? No. No quiero.
Suelto una carcajada. Todo de él me hace reír.
—No te he visto tan celoso.
Patea una piedra sonriente.
—Es diferente. Contigo... puedo verte con alguien y actuar, unos golpes o una subida a mi hombro. Pero con ella, con una hija sabes que tarde o temprano llegará el día donde tengas que dejarla ir. Esperar que sepa elegir al chico adecuado y confiar en que la cuidará tan bien como yo lo habré hecho.
No había logrado ver a Caleb hablar así de cuidadoso antes. Ha buscado las palabras para una situación que aún no sucede, pero escucharlo me hace sentir que ya se ha armado todo el panorama en su cabeza. Solo me queda preguntarme si es por todo lo que vivió en su vida. Y apreciar que lo imagina conmigo a su lado.
—Supongo que aún puedo tranquilizarme.
—Creo que sí— sonrío.
—¡Lodge!— el grito de Justin nos hace girar a verlo. Su llamado hace señas al pelinegro.
—¿Sabes que puede querer?
Niego.
—Iré a ver. Ya regreso.
Justin le hace un gesto con la mano para que lo siga sin esperarlo. Me quedo atenta al camino que toman hasta que ya no veo a ninguno. Aún estoy pensando en la conversación con Caleb, en lo que me dijo en el puente y la forma en que mi corazón palpita por la imagen. Decido continuar con el recorrido rodeando el gran lago de aguas brillantes.
—¿Reflexionando?— la pregunta me hace dar un brinco con susto.
Es Ryan. Él está sentado sobre una piedra gigante, tiene un libro en las piernas. No había podido verlo porque está en una zona donde los árboles altos empiezan a estar más cerca del otro, metido entre troncos gruesos.
—No te había visto.
Ryan mira tras de mí. —Esa era la idea— entiendo que está estudiando.
—Es un buen lugar para estudiar.
—Sí. ¿A dónde fue?
Eso quiere decir que nos vio.
—No sé. Justin lo necesitaba. ¿Y Amber?
—No sé. Aún dormía cuando salí.
Supongo que puedo tomar la ocasión para preguntar lo que anoche discutimos en la fogata.
—¿Ustedes están teniendo problemas?
Ryan frunce su ceño. Siento que he tocado un tema delicado.
—¿Problemas? ¿Por qué deberíamos tenerlos?
Invadí su privacidad. —Es que creíamos que estaban un poco distantes.
—¿Creían?— niega poniéndose de pie. —¿Es porque creen que tenemos una relación?
—¿No la tienen?— pregunto confundida.
—Amber es genial— estoy de acuerdo. —Pero no pasará nada entre nosotros.
No estoy entendiendo.
—Ustedes no...
—A ella le gusta alguien más.
—Está bien— proceso la información. —¿Y por eso estás tan molesto?
—Él me dijo que eras una chica lista
¿Quién?
—¿Cómo puedes estar con alguien como ese chico?
—¿De qué estás hablando?
—De Caleb, Harriet— parpadeo. —Como puedes estar tan feliz con alguien que fácilmente puede arruinar tu vida.
Quiero entender como es que de una conversación sobre él, paso a ser una sobre mí.
—No sabes lo que estás diciendo...
—Claro que lo sé. ¿Crees que no sé los problemas que tiene?
No es un misterio, ha estado rodeado de nuestras amistades y la reputación de Caleb en Hasting no fue tan cuidado por su persona el año pasado.
—Lo ha dejado— y de todas formas, eso no te incumbe.
—¿Y crees que eso te pone a salvo?— niega. —Nunca sabrás cuando volverá a recaer. ¿No lo ves?
—Ryan...— me niego a seguir escuchándolo.
No sé que le ocurre pero ya no quiero seguir con esta conversación.
—Nate lo sabía— mi cuerpo evita darle la espalda. —Él sabía que estabas cometiendo un error con él.
¿Qué está diciendo? ¿Cómo puede hablar de Nate?
—¿Cuál es tu problema?
—He visto como lo buscan por sus sustancias.
Pero que está diciendo.
—Tiene un pasado y...
—¿Realmente crees que se ha acabado? Dime Harriet, ¿Podrías asegurar que no lo volverá hacer? ¿Estarías dispuesta a atar tu vida a esos problemas?
Necesito un minuto. Si sigue hablando de esa forma explotaré y no responderé. Ryan está alterado, atolondrado e irreflexivo, no tengo ninguna razón lógica para que actúe así.
—Lo ves. No lo has pensado o sí. Él es un impredecible, un peligro para personas como tú. Cuando caes en ese hoyo no puedes salir, no por mucho tiempo.
Si se callara y me dejara pensar en algo coherente.
—¿A dónde quieres llegar?— porque ya no pienso escuchar más.
Ryan se silencia por primera vez. Ahora se queda sin palabras. Su mirada me esquiva y estoy lista para marcharme y olvidar esta mala charla cuando el castaño denota desasosiego. No puedo anticipar lo que hace. No puedo evitarlo, no tengo tiempo para apartarlo.
Su libro cae al suelo y su boca ya no emite ruido porque ha pensado en algo peor, besarme. Es tan sorpresivo que siento el golpe de nuestras bocas chocando, sus labios humedecen los míos, pero yo no puedo responder. No es lo que quiero.
Retengo el oxígeno y con la fuerza que tengo empujo su torso. —Que estas haciendo...— limpio mi boca.
Ryan refleja conmoción y no lo comprendo. Sin embargo, no puedo concentrarme en él o en mí. No puedo hacerlo porque las dos figuras que hay a unos cuantos metros ponen en blanco mi mente y mi rostro.
Caleb.
280123
Todo lo que sube tiene que bajar.
Este juego acaba de empezar.
Próximo capítulo: ¿Caleb? ~ Pregunta en IG
Atentos a CTVAV un EXTRA ha de aparecer¿?
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