CAPÍTULO 22

Caleb

—Es humillante— le entrego el recipiente amarillo.

Nina lo coge con guantes de látex en las manos.

—Te acostumbras— dice caminando hacia donde están sus otros instrumentos.

Me acerco con la poca confianza que tengo en estas pruebas.

—Si esa cosa da positivo vamos a tener problemas.

Nina abre el frasco con el líquido que ha salido desde mis riñones.

—Me he hecho estas pruebas y nunca han dado un falso positivo.

Su concentración no se pierde al tomar el gotero y la prueba rápida que consiste en una cinta como placa. Se trata de la detección de THC, el principal constituyente del cannabis alias marihuana.

Reviso la hora para la primera clase, no me importaría llegar tarde pero se trata de la clase que comparto junto a mi chica.

—Listo— volteo a verla quitándose los guantes y botándolos al cesto de basura. —Toma el tiempo.

—Esto parece una prueba de embarazo.

5 minutos.

—Si lo fuera no estarías tan tranquilo— dice en manera de broma.

Sonrío. Ella tiene razón, no lo estaría.

—¿Conseguiste trabajo?— pregunto ahora que ha dejado de presionar por usar el baño.

—Hay un buen lugar— apoya la cadera en el filo de la mesa. —Pero necesitan ver mi trabajo, así que de verdad necesito algunas fotos. Ya se lo pedí a Nikki y también pensaba en tu ofrecimiento de hace tiempo...

Las líneas de mi brazo siguen como aquella noche que decidí dejar mi cuerpo con su talento.

—Consigue una cámara y yo pondré mi brazo.

—Bien— se pasa una cazadora negra por los hombros.

—¿Esa no es la misma ropa de anoche?— cuestiono viéndola de cuerpo entero.

Nina acomoda sus rizos sacándolo por encima de la prenda.

—No vuelvas esta amistad tóxica, Cal— sabía que no se le iba a olvidar.

Gracias Devi.

—Mira ya está— su cuello se alarga viendo las franjas en el dispositivo. Espero que lo interprete, aunque yo sé el resultado. —Felicidades, no serás padre.

—Graciosa. Vámonos a clase.

—No me engañas— tomo mi cuaderno. — recuerdo que es la clase que comparten.

—No dije que me entusiasmara la clase.

(...)

Aunque mi adaptación a clases, calificaciones y asistencia han mejorado notoriamente desde el último año, no es ese el motivo lo que me tiene como un tonto alargando las piernas una tras otra para entrar por la puerta.

—Hola de nuevo pazzo— es lo que digo al pasar por su lado y sentarme justo detrás de ella.

Es la vista perfecta, un ángulo dónde puedo ver sus hombros tensarse si me acerco, respirar el aroma del champú de su reciente ducha y sobre todo, ver su extraordinariamente perfil si se voltea solo un poco.

—¿Cómo creen que nos fue?— dice el chico que he empezado a conocer más por sus habilidades con su computadora.

—Un aprobatorio, definitivamente— ahí está ese movimiento que esperaba.

Ella voltea a ver a su lado y yo puedo ver mejor ese rostro con pestañas bien dobladas.

—La esperanza es lo último que se pierde— susurra Nina haciendo trazos en una hoja en blanco.

Para cuando me fijo en los demás. Todos estamos viendo en la misma dirección.

—¿Qué? Solo vengo a ocupar la silla.

—Podrías hacerme masajes— sugiere el jugador a un puesto más adelante que ella. Él se inclina hacia atrás como para dejar que pueda acercarse.

Ya veo que su confianza crece.

—O podría lesionarte el hombro— responde Nina cuando ve la oportunidad de tocarlo. Retengo una carcajada cuando veo al muchacho alejarse de sus manos.

—Lo necesito hoy— eso llama más mi atención.

He visto pancartas en la entrada, sé que hay un juego que no me he molestado en colocar en mi agenda o leer las letras para ser exacto.

Dado por el bolso de entrenamiento al lado de las patas de su silla, intuyo que es hoy.

—¿Otro amistoso?— pregunto para entrar en la conversación.

—No— se ve más tenso. Creo que se lo acabo de recordar.

Miro a la chica castaña quien se ha quedado en completo silencio desde ya hace un rato. Ella manda mensajes hasta que nota mi mirada.

—Ceci— dice apartando el teléfono y dejándolo sobre su mesa. —Todo marcha bien.

—Va a salir bien— la motivo.

No sé mucho de desfiles y nunca he ido a uno, pero si ella me quiere ahí, estaré ahí.

—¿Con qué?— se incluye él tal Archie.

—Estoy organizando el desfile de mi madre.

Él eleva la cabeza y abre los labios ligeramente asombrado.

—Lo vi en las noticias, lo siento.

—No pasa nada.

—¿Es serio?

Mi chica hace una mueca lo que me hace saber que está incómoda con la insistencia.

—Nada que mi novia no pueda manejar.

Ya sé que a mí no me lo ha preguntado pero prefiero interferir que verla decaer más. Además, ha servido para verla tomar color en las mejillas.

—A sus lugares— una voz imponente toma volumen mientras ingresa.

El profesor Burton deja caer una carpeta llena de papeles sobre su escritorio y con las manos puestas sobre la delgada lámina observa a la clase.

—Me encuentro muy intrigado— abro mi cuaderno sin interés. Tengo pocos apuntes, pero el último de esta clase es un mensaje que no llego a su destinatario.

Non posso smettere di vederti. <No puedo dejar de verte>

Si ella fuera una tercera persona podría ver mis ojos brillar cuando la veo. Una sonrisa tierna cuando la examino y tal ves, un suspiro cuando me pierdo en sus movimientos.

—Soy yo— seguiría repasando mi cuaderno si no fuera la chica rizada que conozco la que está de pie.

—No entregaste tu trabajo— dice el Sr. Burton.

Quiero entender todo pero mis pensamientos me han gobernado por un instante.

—Estoy como oyente— explica ella.

—¿Oyente?— repite como si fuera una palabra nueva para él. —No.

Mi ceño completo se frunce por la negativa en una sola monosílaba. Burton ensancha una sonrisa que podría considerarse nada amistosa.

—En mi clase no se aceptan oyentes...

—Pero...— dice Nina.

—Pero eso lo hubiera sabido si tan solo habría solicitado el permiso.

Archie y otros estudiantes sueltan sonidos por el intercambio de palabras. Nina me observa furiosa por lo que acaba de pasar.

—Señor— me pongo de pie. —El permiso se solicitó a dirección al inicio de semestre. Fue aceptado.

Susan fue quien se encargó. Estoy calmado y es como quiero estar para aclarar este asunto.

—¿Tú eres de intercambio?— me pregunta.

—Sí.

No entiendo la pregunta.

—Entonces muéstrame un documento válido— extiende su palma. —Porque tu expediente llego, pero nada sobre ella. No hay ninguna Nina Vitale en mi registro.

— questa è una stronzata <esto es una mierda>

Miro con regaño a Nina. Ella toma sus cosas. No tenemos un documento.

—Supongo que no existe documento.

Harriet observa con mucha pena y temor.

—parleremo con susan. <Hablaremos con Susan>

Nina se hace paso entre los pupitres hasta que la pierdo de vista.

—Bien. Si nadie más tiene que algo que decir empezaré con sus calificaciones— desciendo lentamente. No he tenido problemas con los profesores. Hasta ahora.—Williams— una chica con anteojos se acerca a recibir el documento. —Morgan.

Archie se levanta y al tener un cuerpo bastante alto y ancho solo le basta estirarse un poco para alcanzar el proyecto. Él lo revisa y no me importaría tanto si mi chica no estaría tan inquieta que escucho la punta de su pie tocar el piso una y otra vez.

—¿Cuánto?— pregunta sin dejar que pase más tiempo.

Archie gira la hoja y deja a la vista la nota colocada en rojo. 7,6

—Samu...

El siguiente alumno se pone de pie al mismo tiempo que alguien se acerca a la puerta. Es un hombre con buzo deportivo y un silbato que cuelga de su cuello.

—Entrenador— saluda con respeto obligado Burton.

—No quiero interrumpir su clase pero necesito a mi jugador— dice señalando entre las filas.

La cara de Archie se ilumina y recoge el bolso que ha dejado en el suelo.

—¿Tiene permiso?— pregunta Burton.

El muchacho se queda estático y en vez de moverse y salir, se queda sentado con el bolso sobre su pupitre.

El entrenador abre la carpeta que lleva bajo el brazo y de el saca una hoja rectangular.

—Firmado y sellado.

Burton hace un gesto para que el alumno que antes se había puesto de pie reciba el documento y se lo acerque a su escritorio. Mientras él lee, el entrenador mira su reloj.

Todo señala que Burton no es un hombre fácil, los papeles mandan y eso es justo lo que hizo que Nina se fuera. Espero que se quede cerca y no se meta en problemas.

—Morgan— el chico que abraza su bolsa sobre su mesa se pone de pie. —Vaya.

Harriet recibe el informe con nuestra calificación. —¿El juego es ahora?

—No, pero jugaremos en la cancha de UGLA. Esta dos horas con buen tránsito.

—¿Por qué allá?

—Ellos lo pidieron. ¿Vendrán luego de clases?

Mi chica me mira y yo me encojo de hombros.

—No tengo nada que hacer.

—¡Morgan!— el entrenador da un grito.

—Voy entrenador— me mira. —No olviden a ricitos.

Arqueo una ceja escuchando como se refiere a Nina. Antes hubiera estaba seguro que no pasaría nada entre ellos, Nina es de las chicas que rechaza ese tipo de cosas. Tengo que verla cuando la llame así o mejor aún, veré su cara cuando yo se lo diga.

La clase continua y aunque consigo enviar algunos mensajes a Nina, para cuando estoy recogiendo mis cosas recibo la noticia que ha ido a hablar con la persona que quiere contratarla.

—Amber y Sky están esperando en el estacionamiento. Irán al juego— guardo mi teléfono en el fondo de mi bolsillo y bajo la cabeza a mi lado para verla.

—¿Quieres ir?

—No sé.

Es una pequeña respuesta y entiendo la duda que puede haber en ella. Ir a una cancha puede generar recuerdos que aunque pueden ser buenos también traen algo triste. Ella lo enfrento ya una vez, aún es válido dudarlo.

—Podemos irnos en cualquier momento.

Harriet asiente.

—¿Nina vendrá?

—No. Ella fue a ver más sobre un trabajo.

—¿Ya consiguió algo?

—Por lo que se están en conversaciones.

Lo que me lleva a darme cuenta que ella aún no sabe a qué se dedica o que tan implicada estuvo conmigo. ¿Aún recordará lo que le dije cuando le explique las líneas de mi brazo?

—¿Podrían caminar más rápido? No vamos a llegar— dice una alterada chica de estatura media.

Mi chica me sonríe por lo normal que puede ser para ella ver a su amiga de esa forma. Saludo a Amber y la pelinegra me pasa las llaves tirándolas por el aire.

Mis reflejos son rápidos pero aun así no entiendo por qué me las da. —Tú manejas.

—¿Disculpa?

—Disculpado— me apunta. —Pero manejas.

Algo me dice que es por esta razón que llevan esperándonos.

Miro a mi chica quien tiene intención de abrir la puerta de atrás del auto.

—Oh no. Tú adelante— a mi lado.

Cuando todos estamos en el auto marco la ruta y espero que la chica de mi lado se ponga el cinturón.

—Empezarán a calentar— dice Amber desde la parte de atrás.

Eso logra alterar más a la novia del rubio pues siento como empuja mi asiento para que arranque.

—¿Me explican por qué debo manejar?— cuando podría estar atrás.

—Porque odio manejar con mucho tránsito— veo a la mejor amiga de mi novia fulminante por el espejo retrovisor. —Y no podría insistir a cierta rubia a que me cuente como le fue en su cita de ayer.

Amber prácticamente se encoge en su asiento. —No era una cita.

—¿Tú y Adam solos? claro que es una cita. Apóyame Harriet.

—Solo si hay interés.

—Por favor ya debes dejar de negarlo.

—No es que quiera negarlo...

—¿Entonces? El chico está guapo.

Ok. Es bueno averiguar de lo que hablan las chicas cuando alguna empieza a salir con alguien.

—¿Ha mostrado mal higiene o...

—¡No!

—Intento saber por qué no lo estás considerando. Hasta Harriet podría decir que es un buen chico y eso que no le agradaba al inicio.

¿Adams no le agradaba? ¿Por qué? ¿Qué cambió?

—No es que no me agradara, no lo conocía y no estaba de buen humor.

—Eso es por culpa de alguien— dice su mejor amiga alzando la voz. Solo logra que la mira pues la atención ya la tenían.

—Admito que fui equipo Ryan & Harriet por un... tiempo.

Aprieto el volante, esta conversación no debería estar sucediendo conmigo aquí.

—Sky— dice Harriet.

Me concentro en ver la autopista y la ruta en línea amarilla.

—Tu novio sabe que estaba enojada, no puede culparme de querer algo más para ti.

Que considerada.

Siento la mano de alguien tocar mi brazo a lo que me hace estremecer por lo desprevenido que me toma.

No dice nada pero con ver esos ojos mieles puedo entender que quiere que sepa que no importa lo que estén diciendo en la parte trasera. Sonrío cayendo en ese encanto.

Estoy disfrutando de su tacto y estoy seguro que lo seguiría haciendo si no fuera por un aparato.

—¿Quién es?— preguntan desde detrás de mi asiento.

—Nonna...— el jebe del volante casi resbala bajo mis dedos.

Puedo ver de reojo como Sky se acerca por medio de los asientos. El sonido sigue con cada tono.

—¿Es una videollamada?

—Así parece.

Tragó saliva escuchando el momento exacto que la pantalla se abre con la cámara encendida.

—¡Piccola!

—¿Nonna?

—¿Es la cámara trasera?— escucho a Sky.

—¿Skyler? Esperen.

Se escucha una conversación de la otra línea, alguien la ayuda a averiguar cuál es el problema con la cámara.

—Listo. Niñas, que bueno verlas. ¿Están en auto?

—Estamos camino a un partido de fútbol. Va a jugar Justin.

—¿El rubito?

—Sí— dice soltando una risita mi copiloto.

—Díganle que le deseo suerte. Y que estoy esperando volver a verlo pronto como a tu novio.

Sé que debo mantenerme concentrado en la vía o es así como quiero fingir.

—Él está aquí. Muéstrale.

Agradezco que un semáforo marque el rojo para poder voltear a ver a la mujer que conocí para las fiestas.

—Caleb— me da una sonrisa como el día que la conocí. —Te ves mucho mejor.

—Gracias...— me siento tonto al no saber cómo llamarla.

—Tú también puedes decirme nonna. ¿Lo has olvidado?

Una vergüenza nace en mí. No puedo evitarlo, pero trato de disimularlo.

—No...— recuerdo esa conversación.

—¿Por qué siempre pones colorados a los chicos nonna?— casi puedo volver a realidad cuando aparta la cámara de mi rostro.

—Verde— mi cuello gira a mi lado derecho.

Los cláxones empiezan a sonar avisándome que debo moverme.

—Cuido a mis niñas— acelero. —¿Quién más está ahí?

—Ella es Amber— presenta la nueva anfitriona de la videollamada.

—Buenas tardes— no soy el único al que pone nervioso.

—¿Listas para hacer porras?

—Hasta quedarme sin voz. Ya sabes como soy.

—Claro que lo sé. Aún tengo un oído malo por sus karaokes en casa.

Aprieto los labios encubriendo mi carcajada.

—Ya nonna. Son difamaciones.

Sky le devuelve el teléfono a mi chica.

—Me han dicho que tu madre no puede salir.

Es una manera sutil de decir que está presa en una casa.

Harriet se mueve en su asiento asegurándose que las chicas de la parte de atrás estén en su propia conversación.

—Ella tiene un equipo resolviendo ese asunto— la veo un segundo para encontrarla diferente. Algo cambio.

—Dicen que vendría bien un testimonio.

—Nonna...

—No mi niña, yo no intento convencerte a hacer algo que no quieres. Tú eres libre de tomar tus propias decisiones.

—Me gustaría que fuera más fácil.

—¿La vida no sería vida si fuera así o si?

Ella tiene toda la razón.

—Sé que tomarás la decisión correcta. Quiero que sepas que apoyaré lo que decidas.

—Gracias nonna.

—Y cambiando de tema. He visto mi calendario y sé que fecha se está acercando.

—No es para tanto...

—Como que no...

Mi atención va entre mi chica, su teléfono y el espejo retrovisor que muestras dos caras más. La rubia no parece saber nada, pero la otra chica, mejor amiga de mi chica claro que sí.

—Solo cumples años una vez al año.

251122

¿Que creen que Caleb regalara a Harriet?

Próximo capítulo: Problemas.

Aclaración: En el libro no es un 25 de noviembre. Aun así... Feliz cumpleaños a la chimenea andante.

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