CAPÍTULO 17
Harriet
Un universitario con un abdomen muy marcado y ficticio es el primero en salir desde un lado del campo de futbol. Es quien toma el papel de espartano con un casco y una espada de goma, su ingreso logra levantar a la multitud de las gradas.
—Dijiste que era un partido amistoso.
—Es amistoso— hay muchas personas para no ser el comienzo de temporada. —Alguno vinieron ver el nivel de nuestro equipo. No son de la universidad.
Eso cobra sentido. En las gradas hay camisetas azules pertenecientes a Hasting y verdes, los lagartos. Pero basta en ver más allá de los colores para saber que hay personas sin ninguno de esos. Tampoco se los ve disfrutar de la espera.
—Deberíamos subir.
Solía estar dentro de la cancha hasta que me di cuenta de que las mejores vistas están desde lo más alto.
—Dame un minuto— pide Sky.
Los chicos uniformados por su traje típico azul y blanco trotan en línea recta. El coach los recibe junto a los gritos de muchos espectadores de la tribuna. Entre los números que van pasando junto a nosotras el número 12 se desvía para abrazar de la cintura a mi mejor amiga.
—¡Suéltame!— dice dando un golpe en sus hombreras.
—¿Vienes a darme un besito de la suerte?
Auch. Eso me trae memorias.
Quito la mirada de la pareja sosteniendo mis codos, los jugadores siguen pasando y quisiera decir que no lo hago, pero busco el número 10 en sus espaldas.
No está.
—Voy a querer la revancha— dice Sky a su novio.
—No creí verte aquí.
Su timbre de voz llega con él apartándose de los demás chicos y acercándose. Su casco cuelga sujeto de las rejillas, se ve más alto con todo su equipo de protección. Ryan en uniforme.
—Tenía que ver un partido en algún momento— comento con poco ánimo.
Ryan asiente con un movimiento lento. Está aquí, pero su mente parece estar en otro lado.
—¿Nervioso?.
—¿Se nota mucho?
Sonrío. —Un poco.
—Hubiera preferido que ellas se quedaran en casa— frunzo mi ceño.
La mirada de Ryan va hacia una parte alta de las gradas. Su madre y MJ están aquí.
Ambas admiran el campo completo sin darse cuenta que las observamos.
—No digas eso— vinieron a apoyarlo. —Hay personas que darían todo por eso.
No todos son dichosos de tener a su familia apoyándolos.
Ryan queda en silencio, pero esto termina cuando hay un juego por comenzar.
—¿Listo Adams?— el capitán de los guerreros deja a su novia y se acerca al último y nuevo jugador.
—Sí— afirma.
A pesar de tener la firmeza en su voz, puedo distinguir la mentira.
—Vamos por una segunda temporada.
Una sonrisita tira de su labio, tiembla.
—¡Muchachos!— grita el coach con la poca paciencia que lo caracteriza.
Ambos jugadores acuden al llamado dando una despedida rápida.
—¿Esa era la razón de bajar hasta aquí? ¿Besos?
—Una apuesta que perdí.
—¿Siguen apostando?
—Es nuestra forma de no aburrirnos. No critiques.
No lo hago.
—Como sea. Vamos a nuestros asientos de primera.
—¿De primera? Dudo que encontremos a esta hora.
—Yo siempre pienso en todo— me hace tomar las gradas de la izquierda de la tribuna. —Amber nos reserva los lugares.
—No sabía que estaba aquí.
—Obvio— se detiene y me mira con una ceja alza. —¿Por quién crees que vino?
Está confiada en sus habilidades de crear parejas.
—¡Harriet!— escucho entre las personas.
MJ está agitando una mano como saludo. Ellen, su madre, ve a la misma dirección que su menor hija y hace el mismo movimiento de mano. Ambas con ese hermoso cabello. Están muy lejos para llegar a ellas, me abstengo en mostrar una sonrisa.
—¿Quién es...— mi mejor amiga abre los ojos. —¿Es su madre?— se ve tan sorprendida que la obligo a seguir subiendo esperando que Ellen Adams no haya visto eso. —¿Cómo es que se ve tan bien conservada?
—Sky— empujo casi obligándola a dejar de hablar.
—¿Crees que me recuerde?— puedo ver a Amber mientras nos hacemos paso a los dos asientos libres de su lado.
—Permiso— pido al hombre con camiseta azul y blanco.
—Debe usar las mejores cremas del mercado.
—¿De quién hablan?— pregunta la rubia cuando finalmente puedo sentarme junto a ella.
—Oh— Sky toma una bocanada de aire. —Ves a la mujer de allá— apunta a su nuca.—Es tu suegrita.
—Mi que...— dice Amber con los ojos como platos.
—Es la mamá de Adam...
Amber me mira, pero opto por quedar con la boca cerrada.
—¿Ryan?
—Seguro que a ti si te dirá lo que usa para mantenerse así con dos hijos— si tan solo pudiera desaparecer de en medio de esta conversación.
—Yo no tengo nada con Ryan— dice ella, apenada.
—¿Aún no te lo ha pedido?
—Solo llevan una cita— agrego yo.
—¿Y? Se fueron por su lado, creí que había pasado algo bueno.
—No es lo que pueden estar pensando...
Yo no pienso nada.
Al terminar esa noche MJ quiso devolverme el vestido y con todo lo que había dicho sobre el no pude aceptarlo. Se lo obsequié, aunque dentro de mí me costo soltar el pedazo de tela.
Lo dejé ir.
—Pues mira. Yo estoy segura que pronto te lo pedirá...—arqueo una ceja. —Bueno, puede que primero te pida otra cita.
Eso es más razonable.
La ceremonia inicial y tradicional termina con los aplausos en conjunto, los equipos rompen las filas hechas en media cancha y el coach da unas últimas palabras al equipo que han formado un círculo envuelto con cada cuerpo.
Cuento a diez guerreros correr a la cancha formando una línea vertical dejando cierta distancia entre cada uno, un onceavo se queda cerca del árbitro y este le entrega el balón. El equipo contrario hace lo mismo desde el otro lado del campo.
El silbato da inicio al partido.
—¿Que número era Adam?
—6— digo habiéndome fijado en su camiseta minutos antes.
El nuevo quarterback recibe el balón del center, primero parece querer moverse pero termina por preferir hacer un pase. No lo consigue.
—¡No pasa nada!— grita un hombre cerca de nosotras dando aplausos.
Aprieto los labios viendo como estamos en los primeros minutos. Ryan estaba nervioso y tal vez debí decir algo más gentil en el campo.
Los jugadores vuelven a sus posiciones y veo a Archie darle una palmada en la espalda, el número 12, Justin, también se acerca a decirle algo antes de que el silbato vuelva a sonar.
Una nueva jugada empieza y el balón es tirado por los aires, el número 42 de los lagartos corren a por él mientras que uno de los nuestros busca interceptarlo. Los visitantes elevan el balón.
—¡No!— grita Sky obligándome a tapar un oído. —No me veas así. Todos están gritando.
Lo sé. Amber ahogo un grito que no pude ignorar.
Junto mis manos solo para buscar que hacer con ellas observando como chicos contra chicos son golpeados entre sí. Tengo un mal presentimiento.
Tiempo después han pasado los primeros dos cuarto y mi teléfono vibra por una notificación.
Mensajes - Caleb
¿Cómo van?
Perdiendo. ¿Ustedes?
Ganando
Dinero.
Sonrío.
Devi estará aliviada.
Tanto que nos dejó a cargo de la barra.
¿Necesitan ayuda?
No, pero dire que sí porque eso haría que pudiera verte.
Honesto como siempre.
Los gritos se escuchan con una anotación de nuestro equipo. Amber alza los brazos y Sky cierra su mano en un puño con felicidad. Me he perdido la jugada, pero entre los chicos puedo ver como el número 6 solo baja el balón sin festejar.
—No creo que sea una amenaza— escucho comentar a alguien una grada más arriba de nosotras.
—Tampoco yo. Creí que esto sería más entretenido— aunque quiero fingir que no escucho se me es imposible cuando noto que no soy la única.
Amber hace una mueca, no dirá nada. Está claro que no son de la universidad.
—Perdieron a su mejor guerrero y lo reemplazaron por uno de menor categoría— frunzo el ceño. —Te lo dije, Hasting no tiene que preocuparnos...
—¿Ya terminaron?— dice Sky volteando a verlos. —¿Si no tienen de que preocuparse porque siguen aquí?
—Tranquila guapa— dice alguien. —Solo estamos visitando el campo.
Son dos chicos. Uno es más alto que el otro.
Sky suelta una risa falsa y corta. —Yo los invito a visitar la salida. Por ahí.
—¿Quieres acompañarme?
—Quiero darte un puñetazo.
—Amigo, no creo que esté bromeando.
—Mira Harriet. Ya se a cuál le queda neuronas. Tantos golpes debieron matarlas.
—Ya déjalos— digo viendo como el último cuarto va a empezar.
—Si los vuelvo a escuchar me aseguraré de dejarles un lindo diseño a sus deportivos.
El más alto endurece su quijada y el otro mira a su amigo con la advertencia en los ojos.
—¿Cómo sabes que tienen deportivos?— susurro cuando la tengo con la vista al frente.
Sky eleva y baja los hombros. —No lo sabía.
Amber y yo nos sonreímos.
El marcador aumenta de un lado y del otro. Son las pocas oportunidades que quedan y veo a Justin y Ryan intercambiar unas cuantas palabras. No sé que se dicen, pero el capitán asiente cuando el otro hace unos gestos al resto del equipo. Aquí vamos.
Cierro los ojos cuando los lagartos ganan otros puntos. Algunas personas empiezan a retirarse, puedo oír los murmullos, decepciones y desanimo.
—Hasta aquí llego la racha— comenta el hombre queantes alentaba a nuestro lado.
¿Y si eso es cierto? ¿Si perdemos un partido amistoso que será de los oficiales?
—Nos vemos guapas— dice el mismo chico que antes.
Sky finge no oírlo y yo tomo mi teléfono.
Tal vez ya no soy alguien que de suerte.
Mensajes - Caleb
Te veo en un rato.
Es inevitable. Ya el equipo no es el mismo y el árbitro pone fin a este suceso. Los guerreros se esparcen en la cancha, creo que ni ellos mismos pueden creerlo. Se acabo.
Justin se quita el casco y da algunas palabras a los que están cerca de él, entre ellos Archie. Ryan toma el camino lejos de todos, descubre su cabeza y trota a la salida sin dirigirse a nadie. En mucho tiempo nuestro equipo ha perdido.
—No puedo creerlo— dice Amber a mi lado derecho.
—Creo que tengo que ir a...
—Voy contigo— se une Amber.
Ella asiente.
—¿Qué se le dice a alguien cuando su equipo ha perdido?— pregunta con angustia.
Giro a verla. ¿Por qué me están mirando?
—¿Me están preguntando?
Ambas parpadean como saliendo de un trance.
—No— niega Amber a lo que mi amiga se disculpa.
—¿No quieres venir con nosotras?
¿Para qué? Sky verá a Justin y Amber a Ryan. Nadie me necesita ahí.
—No. Iré a ver a Caleb.
—Nos vemos más tarde— asiento conforme.
Ambas chicas desocupan las gradas. A lo lejos puedo ver a la familia Adams levantarse y seguir a los demás. La peor parte es que me siento culpable. Por no alentarlo mejor.
Desocupo mi lugar y bajo por el otro lado para no encontrarlas. Mi auto está en el estacionamiento, por lo que solo debo hacer unas diez maniobras para poder salir del infierno de tráfico originado por alumnado.
Tomo la vía más grande y rápida para llegar al Black Day. Enciendo la radio cuando logro salir del terreno de Hasting, la zona verde comienza con un parque pequeño casi llegando a los departamentos estudiantiles. La zona me es conocida por la vez que camine por aquí.
—Que...— digo confundida cuando veo a alguien entrando a medio parque. No lo hubiera visto si no trajera la camiseta aun puesta.
Ese es Ryan.
Reduzco la velocidad y reviso antes de estacionar a un lado. Me mantengo en mi lugar viendo como se quita su bolsa deportiva en la tierra y se quita su camiseta para aventarla en el mismo sitio. No entiendo que hace en la zona de juegos de niños.
No quiero espiarlo, pero eso hago. Él va al pasamanos metálico y en vez de usarlo como se debe se cuelga de la parte larga, su cuerpo se cuelga de ahí mientras su cabeza intenta alzarse por arriba de la barra fija. Hago el intento de encender el auto hasta que veo sus pies tocar el suelo y caer sentado.
Miro mi teléfono encenderse con un nuevo mensaje, seguramente de Caleb. Vuelvo a ver por la ventana, Ryan está con la cabeza agachada y solo por un momento me recuerda a alguien.
No puedo irme.
—Ryan— su cabello mojado se ve más oscuro.
Sus hombros se levantan de inmediato, por lo que me deja ver su rostro. —¿Qué haces aquí?— revisa a mis lados, por si alguien más está conmigo.
Señalo mi auto. —Te vi.
Desde lejos no lo había visto, pero una pantalla táctil está a su lado y no deja de alumbrarse.
—Escape antes de que pudieran verme— eso lo vi. —Perdón por hacer que perdiéramos.
—No es tu culpa.
—Ellos no hubieran perdido si no fuera por mí.
—El futbol es trabajo en equipo— como todo deporte grupal.
—Pero yo tenía que dar las jugadas y me equivoqué. Mucho.
—Es tu primer partido. ¿Quién no se equivoca cuando recién empieza?
Ryan niega desde abajo. —Lo arruiné.
Su teléfono vuelve a encenderse con el nombre de Mom en el.
—Es tu madre— comento.
—No puedo hablar con ella ahora.
Hago una mueca. Puedo estar metiéndome demasiado pero haberla vuelto a ver me hace imposible callarme.
—Solo quiero saber donde está su hijo. Puede que esté preocupada.
Ryan guarda un mutismo absoluto, me mira de una manera que no entiendo y exhala tan fuertemente que lo oigo y veo sus músculos definidos. Me da gusto cuando toma su teléfono, escribe algo rápido y lo deja en su lugar.
—Gracias.
Las yemas de mis dedos acarician mis llaves.
—También deberías escribir a Amber— sugiero recordando. —Ella fue a buscarte.
—¿A mí?— dice con una sonrisa extraña.
Ya está sonriendo. He conseguido algo.
—Debes estar equivocada.
—No lo creo— digo muy segura. —Fue con Sky.
—Ya— dice como si eso fuera una broma. —No la vi.
Para hablar de la chica de su cita le falta un poco de entusiasmo. No le doy importancia, tiene otras cosas en mente.
Lo veo pararse y ponerse la camiseta que había tirado encima de su bolso.
—¿Recuerdas cuando jugábamos a esto?
—¿El pasamanos?
—Sí— confirma alzando los brazos para coger la varilla. —No podíamos alcanzarlos.
—Éramos muy pequeños
—No has crecido tanto desde entonces.
Abro la boca sin poder creer que lo dijera, no me ofendo porque es verdad.
—Gracias por recordarme mi estatura, pero te aseguro que ya lo había notado.
El jugador número 6 suelta unas carcajadas que hace que su mandíbula realce con la línea que hay en su barbilla.
—Puedes decirlo— dice volviendo verme. —He cambiado.
Lo hizo.
—Es parte de crecer.
—Y esfuerzo. Tuve que levantarme cada mañana para lograrlo, motivado por comentarios de otros.
—Ryan...
—Puede que tú recuerdes este juego como eso... un juego. Yo no, lo tomé como un reto— no entiendo a que se refiere. —Porque mientras ustedes podían balancearse y pasar de peldaño en peldaño, yo caía en el primero.
No es como lo recordaba.
—Eran los que me dejaban jugar con ustedes— elevo la vista cuando me doy cuenta que la he bajado. —Nathaniel siempre me invitaba a unirme, me hacía sentir incluido.
El tan solo nombre hace que una presión se origine en mi pecho. Doy un paso atrás sintiendo las muchas cosas que he ido acumulando en las últimas horas.
—¿Harriet?— pregunta con inquietud.
—Sí— tomo energía para sonreír. —Ha sido un día de muchas emociones. Estoy bien.
—Lo siento. ¿Puedo hacer algo para ayudar?
Niego. —Lo extraño... es todo.
De verdad me estoy esforzando por no soltar una lágrima.
El reemplazo de Nate se sorprende con mis palabras. —Perdón, debí guardarme el comentario.
—No— eso no. —Recordarlo no está mal, más cuando solo has dicho algo bueno sobre él.
Lo duda. Se ve en su ceño arrugado.
—Sobre tu cambio— menciono con la intención de referirme a su problema actual. —Ese esfuerzo que hiciste para lograrlo es lo mismo que necesitas ahora. Los comentarios que tuviste son los que seguiras teniendo toda tu vida, buenos o malos ahi estaran.
Intentan estropear tu día. Lo viví y se que mañana probablemente sea algo que se hable tanto como lo hicieron en las gradas.
—No tienes que hacerme sentir mejor.
—En realidad— lo veo fijamente. —Quiero decirte lo que él te hubiera dicho.
El chico que dio su vida por mí.
—Nate perdió partidos— tal vez no lo sabe o quizás sí. —Pero eso solo hizo que sus ganas de llegar más lejos aumentaran. Tomaba lo malo de las personas y lo convertía en algo bueno. Motivación.
Sus ojos marrones quedan puestos en mí. Espero que me haya oído porque no creo que pueda volverlo a repetir.
—¿Qué tanto lo extrañas?
Su pregunta es una nueva opresión más, continuada por un nudo en la garganta.
Tomo valor desde el fondo para poder decir lo siguiente:
—Demasiado.
Lo cierto es que, daría lo que fuera por volver a verlo. Solo cinco minutos.
Aquellos ojos verdes.
070922✨
Se que toque sus corazoncitos verdes💚 ETQP [3]
Proximo capítulo: ¿Alguien pidió una canción?
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