CAPÍTULO 16
Caleb
¿La mejor parte de la casa del terror? La salida.
—Ya estaban tardándose— la mirada de la anfitriona se posa en las puertas oscuras.
—¿Vieron a los otros?— pregunta el hacker.
—Ryan dijo que debía buscar a su hermana y Amber fue con él. No entraron.
Yo hubiera dicho se fueron, pero mi loca lo explica mejor.
—Puede que quieran un momento a solas— su idea no puede ser más errónea.
Si no hubiera pasado seguidas horas escuchando a esa chica rubia ahora estaría pensando igual que la amiga de mi chica. A donde sea que se hayan ido ese par, no es para un momento solos.
—¿Y bien? ¿Nos quedaremos aquí o qué?— Nina pasa un peso a una sola pierna.
—Si quieres alzar vuelo— sus dedos delgados hacen un gesto por encima de su cabeza. Ellas nunca van a llevarse bien. —Vete ya, cuervo.
—Es como volver a la escuela— Nina lo dice ignorándola y sabiendo que solo yo podre entenderlo. Sonrío de lado.
—Adams dice que están por la rueda de la fortuna— el rubio muestra su teléfono con el pequeño punto alumbrando en un mapa pequeño.
Nina le susurra algo a su cita y este asiente conforme.
—Vayan ustedes. Nosotros iremos a matar a algunos zombis— nos comenta el experto en rastreo.
Arqueo una ceja. Nina eleva y baja un hombro ante mis ojos. Intenta irse, pero antes de que lo haga la aparto a un lado.
—¿Debo tomarlo como una prueba?
—¿Qué prueba?
—Lo sabes. Desapareciste hace un rato y ahora dices que irán por otro lado...
—Hablas de tu problema— mi problema.Sí. —Creo que no vas a irte a buscar un porrito mágico estando con tu novia perfecta. ¿O si?
¿Acaba de decir eso?
—Eso creí— me da una palmada en el hombro. —Querías libertad. Aquí la tienes.
Se va.
Me quedo inmóvil ante el pequeño diálogo que acabamos de tener.
—¿Es por Sky?— pregunta mi chica llegando a mi lado.
No tengo idea. No digo nada.
—¿Vienen?
Sin querer mi mente vaga en una sola cosa. Relamo mis labios, fumar siempre los ponía secos y es que es tan sencillo. Podría buscar a alguien detrás de las carpas, donde no hay tanta luz y algunos deciden empezar a divertirse antes de todos estos juegos, de la misma manera en que yo lo hacía.
—¿Caleb?— esa voz tímida y preocupada me traen de vuelta.
Ella está aquí, tocando mi brazo. Sus ojos mieles me pescan sin dejarme apartarme. ¿Cómo esos ojos pueden traerme loco?¿Cómo puede acelerar mi pulso y confundir mis ideas?
No quiero retroceder ni decepcionarla. Ella no lo sabes, pero es mi motivación y esperanza.
Tengo que fijarme en esos ojos y en el dulce aroma que emana. Su esencia tiene que ser el único que quiera.
—Sí— digo recuperándome. —Por mí está bien.
—Genial— doy una sonrisa pequeña que disimule mi lapso de tiempo de rareza. —Tengo sed.
—Dejame responderle y voy a comprarte...
—Dios me dio unas hermosas piernas para usarlas.
Su novio le sonríe. De acuerdo.
Tengo que aprovechar las oportunidades para buenas causas.
—Yo también iré a comprar algo— comento a mi chica. —¿Quieres que te traiga algo?
—Estoy bien. Gracias.
—¿Los esperamos aquí o podemos avanzar?
—Pueden ir yendo— sugiero al jugador.
Necesito tiempo para conversar con Sky. Si Nina empezó a darme la libertad que quería, necesito arreglar cada pieza para avanzar. Tener a la amiga de mi chica de mi lado servirá.
—¿Qué es lo que vas a decirme?— arrugo la frente.
Estamos en una cola de unas siete personas al pequeño puesto de bebidas y dulces.
—¿Decirte?
—No lo hagas larga, Caleb— avanzamos un puesto.—La cola avanza y tu oportunidad de disculparte se marcha.
Sonrío. Sé que esta chica no es fácil, la he visto lo suficiente como para ver un poco de su carácter. Ella es la ruda en la amistad que lleva con mi chica.
—Esperas una disculpa.
—Si, pero no te la aceptaré— para ser más pequeña que yo su cabeza prefiere alzarse con seguridad. —Te di la mano y jalaste de ella.
—Sabías que lo que decidí...
—¿Sabes quien le advirtió de ti? Yo— dice con enojo. —Desde que note que mostraba sus maripositas por ti, le dije que tenías problemas serios y que no podría cambiarte.
Eso no lo sabía. Creí que le agradaba.
—Ella no me lo dijo.
—Claro que no. Casi nunca discutimos, pero esa vez lo hicimos por ti.
—Sabías que la haría daño.
—Sí. La he visto ilusionada y llorando por amor, es normal pero creí que ya tenía al novio perfecto, hasta que llegaste tú. Encendiste todas las alarmas de peligro, tu problema no era juego.
—¿Ella también creía eso?
—No. Claro que no. Harriet se deja dominar por los sentimientos.
Tiene razón.
—Pero tenía que confiar en su buen juicio. Estar cerca para cuando me necesitara, me convenciste con tus muestras de cariño y cursilería. Estaba segura que podrías ser más cuando dijiste que te irías a rehabilitación. Por eso quise ayudar.
—Es lo que hice.
—No— me mueve su dedo en la cara. Evito quitarlo de mi visión. —Ese no era el plan. Dijiste que irías a buscar ayuda con la esposa de tu papi. Que cuidara de Harriet en el tiempo que te tomara. ¿Sabes lo que fue ocultarlo? Ver como mi mejor amiga se quedaba en cama y buscaba teléfonos haciendo una lista interminable de centros de rehabilitación.
Me odia.
—Pedí que te investigaran cuando creí que una llamada la ayudaría. Y me encontré con la sorpresa de tus que. ¿Mentiras?
Fueron cambios de planes, pero dejo que siga.
—Sabía que algo andaba mal cuando me contó sobre la personita que se encontraron ese último día. Harriet cree que no mientes, pero yo creo que sí.
Paso una mano por mi cabello. Todo lo que acaba de decir me hace recordar el día que escape para verla, sabía que estaba mal y aun así no hice nada.
También puedo ver que Sky es una de las responsables de que Harriet siga de pie, la cuida. Es de las pocas afortunadas que tienen amigas como Sky.
—Ella tiene suerte de tenerte.
Los ojos de la ruda chica se suavizan con desconcierto.
—Sé que crees que tome la peor decisión, sin razón o sentido, pero lo cierto es que era la mejor. Se lo expliqué a Harriet y aunque le costó entenderlo, termino por hacerlo. Nada de esto estaría pasando si no se tratara de Nina. Yo no hubiera vuelto y tampoco estaría parado en un parque de diversiones si no fuera por su ayuda.
—No intentes convencerme en que...
—Fuiste testigo de la amistad que llevaban tu amigo y Harriet. Seguro viste como ellos se enamoraron y hacían su historia— no me cuesta decirlo. El principito tuvo su tiempo con ella. —No pensaste mal en que ellos fueran amigos. Que dos personas que se gustaban fueran amigos.
—Fuimos amigos desde el jardín de niños. Ellos no iban a arruinar una vida juntos porque su relación no funcionara.
Sonrío con pena. —Esa niñez de la que hablas es la misma en la que conocí a Nina. No son buenos recuerdos, pero ella fue mi primera amiga.
Logro cambiar su expresión. Se nota que no lo esperaba y es por eso que solo mueve su cuerpo avanzando dos lugares más.
—Me alegra saber que Harriet te ha tenido todo este tiempo. No tengo que preguntar para saber que no la paso tan bien como otras personas pueden pensar— su madre se esmeró en hacerle daño. —Por el poco tiempo que voy aprendiendo de ella sé que no es una persona que demuestra sus tristezas, y aun siendo como es te he visto estar a su lado. Proteges a tu amiga y eso es de admirar.
Sus pestañas abanican esquivando mi mirada. —¿A qué viene eso? No te perdonaré por ver lo obvio.
Le muestro una sonrisa abierta. —Nina se irá apenas crea que estaré bien.
—Entonces hablamos cuando eso pase— avanzamos otro paso.
—Sky— insisto. —Si he hecho todo esto es por tu amiga.
Achica los ojos. —Van dos veces que la haces llorar.
—Y permitiría que me golpeé por cada lágrima que ha soltado por mi culpa.
Rueda los ojos. —Eres tan cursi cuando hablas de ella.
—Es normal— me encojo de hombros. —Estoy enamorado de ella.
—Felicidades. ¿Te digo que número eres?
Elevo las cejas. Si quiere verme celoso lo está logrando.
—Lo sé. Ella es hermosa, tierna, inteligente y sexy. Lo que cualquier hombre podría querer...
—Candidatos no faltan— marco mi mandíbula, pero sonrío.
Que mi chica me vea celoso está bien, pero que otros lo hagan se me hace innecesario.
—Es una pena que el puesto de novio esté ocupado.
Sky suelta una carcajada. —Eres como un enorme grano en el culo. ¿No vas a desaparecer aunque te presione o si?
—No lo haré. Y no estoy mintiendo.
—Agradece que me agradas.
—Soy difícil de odiar.
—Si claro— dice fulminante. Su rostro se transforma en seriedad en un minuto. —Si la haces llorar una tercera vez estás muerto.
Mis labios se curvan.
—No sonrías— pero yo sigo haciéndolo. —Es una advertencia. Voy a preguntarle cuál cree que es la peor forma de morir para poder cometer un crimen perfecto.
—Ella no lo haría— digo siguiéndole el juego.
—Pero yo sí.
No sé si es su sonrisa o su mirada chispeante la que hace que me quede callado.
—¿Qué van a pedir?— nuestros cuellos van a girar y mirar al hombre que atiende en el puesto.
Sky ensancha una sonrisa angelical y se acerca al mostrador. —Una limonada fría.
Es el diablo.
Me recupero. —Una botella de agua.
Coloco un billete en el mostrador y este lo acepta cobrándose. Alguien más abre el refrigerador del interior y observo la variedad de productos.
¿Debo o no debo?
—Un jugo más, por favor.
—¿Jugo?— escucho a mi lado.
—Para mi chica— recalco la palabra final. —Ya sabes, la que sería la cómplice de mi muerte.
—El que nada debe nada teme.
Sky sonríe como una niña, toma su limonada y nos alejamos del puesto.
No salió como esperaba, pero ahora sé cosas que no sabía. Veré ese lado como bueno.
Encontrarlos no es difícil. Ellos llevan haciendo fila para la rueda de la fortuna desde que nos fuimos.
—A un lado— pide permiso la chica que va por delante.
La mirada que le regalan chicos de la fila no son nada amistosas. Hago mi mayor esfuerzo de no prestar mi tiempo a ellos o a sus cigarrillos.
Amber y su cita están de vuelta en el grupo. Los cuatro mantienen una conversación con la que estoy seguro que es la hermana menor de la que hablaron.
—Fue increíble. Trajeron una banda y casi no había chaperones.
—¿Disculpa?— su hermano mayor se ve confundido.
—Nada— un intento de arreglo que causa risa. —Al menos seis chicas me preguntaron por mi vestido.
—Sabía que era el adecuado— dice mi chica.
—Seguro robaste muchos corazones— se une su mejor amiga.
—Ninguno que deba preocuparme, espero— blanqueo los ojos.
Me acerco a mi cita lo suficiente como para tener su atención.
—¿Es para mí?
—Para quien más— le entrego el jugo.
—Gracias. Me daba vergüenza decir que ahora si tengo sed.
—Nunca debes tener vergüenza de pedirme algo.
—Me voy. Las chicas deben estar buscándome— la niña da aviso.
—Llámame para llevarte a casa.
Con una mano se despide. Quisiera aportar algo, pero no se me ocurre nada. Solo puedo ver a cada uno.
—¿En serio subiremos a esta cosa?— pregunta la chica de la limonada.
—Desde arriba hay bonitas vistas— comenta el chico nuevo/ viejo amigo con Amber a su lado.
Me falta descubrir que le sucede. Un minuto me estaba contando sobre sus vacaciones y al otro parece que un gato le comió la lengua.
—Ya veo por donde va esto— comenta el capitán del equipo de Hasting dándole un leve empujón a su amigo.
Él no responde al gesto, ver a Amber es verla incómoda. Algo que el chico nuevo sabe.
—Siguiente pareja— pide el encargado de la rueda.
Nadie se mueve.
—¿Van ustedes o...?.
—Oigan— miro hacia atrás. —Van a subir o no— dice uno de los chicos que vi antes.
Su humo llega a mis fosas nasales, tabaco. Nunca fue de mis favoritos.
—Lo haremos cuando queramos— le responde Sky.
—Iremos nosotros— Amber ingresa a lo que simula ser un columpio de dos asientos con seguridad de metal.
Tomo a Harriet de la cintura y la llevo a un lado antes de que su nariz pueda fruncirse. Con los dedos aprieto la punta de mi nariz.
—¿Es el humo?— pregunta la chica que tengo agarrada.
—Sí. No importa.
Es tabaco, solo es una molestia.
—Siguiente— pide el encargado.
Es el último lugar disponible, cada puesto de la gran ruleta ha sido tomado por una pareja de novios o amigos.
—Vayan ustedes— nos dice Justin.
—¿Y ustedes?— pregunta Harriet.
—Tenemos con que entretenernos por ahora— dice viendo sobre su hombro.
Justin sonríe. Ellos no son iguales pero combinan perfectamente.
Dejo que mi chica se siente y yo continuo imitándola. El encargado nos coloca una barra de metal que pasa por encima de nuestras piernas. Todo el mundo sabe que no es la mejor seguridad, pero sigue siendo una de las más frecuentadas.
Con un estrado y una palanca alzada, la enorme rueda empieza a moverse en forma horaria.
—¿Seguro que estás bien?
Se preocupa por mí. Eso significa mucho.
—Lo estoy— nuestros pies poco a se van alejando del piso.
La rueda cuenta con luces led colocadas perfectamente para ser vista desde lo más lejos. Desde nuestros sitios la ciudad va haciéndose cada vez más lejana y pequeña.
—Sé que soy atractivo pero creo que deberías ver la ciudad ahora— así podre verte a ti viéndola.
Mi loca hace lo que ya sabia haría. Sus mejillas se encienden y voltea dejando que sus ojos se abran un tanto.
De eso hablaba. Yo prefiero esa vista.
—Casi se puede ver el campo de Hasting— es porque no estamos tan alejados. —No había subido desde hace años.
Me alegra ser parte de estos recuerdos.
—¿Sabes lo que dicen de esta atracción?— pregunto con cierta picardía.
—No. ¿Qué?
—Es donde ocurren muchas primera vez. No hablo de eso— aclaro viendo su rostro enrojecer con intensidad. —Me refiero a que muchas parejas se toman de la mano o se dan su primer beso aquí. Justo en la cima.
La rueda sigue girando, por lo que por un instante olvidamos donde nos encontramos del recorrido.
—Crean momentos memorables— simplifico ante sus ojos. —Estoy pensando en como hacer inolvidable el nuestro.
—Los momentos inolvidables se logra haciendo cosas que te llenen.
La observo.
—Es lo que nonna dice.
Sonrío por aquella mujer que tuve la oportunidad de conocer. Se me acaba de ocurrí algo.
—Todos miran la ciudad cuando están aquí— todo su barbilla y lo alzo para cuando sé que estamos llegando a la cima. —Pero nadie se fija en lo que hay arriba de sus propias cabezas.
El cielo está completamente lleno de estrellas, brillando como cada noche. Por otro lado, la luna está completa y brilla con un poder incomparable.
—Pazzo, tú eres como la luna, brillas tanto como ella cuando sonríes, y acompañas a miles de estrellas en la oscuridad. Yo soy una de esas estrellas, una que de entre tantas decides acompañar con tu luz. La razón por la que sigo brillando.
Cada palabra que sale de mí es articulada con la vista puesta en ella, en el collar que cuelga en su cuello, sus labios entreabiertos y sus ojos parpadeando.
A veces las palabras pueden ser tan poderosas como un obsequio o un contacto.
No puedo. No puedo dejar de verla. Su sonrisa es todo para mí. Me llena el cuerpo.
La mejor parte de esta noche.
250822✨
Esta noche me tomaré el tiempo de ver el cielo. Lo que pocos aprecian, pero todos pueden ver. ¿Quién me acompaña?
Siguiente capítulo: Él me lo recuerda
Como que todo está muy tranquilo por aquí...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top