CAPÍTULO 15
Caleb
—No me gusta nada esta idea.
—¿Crees que a mí si?— guardo mis llaves en mi bolsillo.
Tuve que estacionar una cuadra atrás de lo indicado porque toda la vía está ocupada por autos, motos y bicicletas.
—No se nota. Tienes esa sonrisa estúpida— la insolente Nina de siempre.
—Es porque veré a mi chica— ensancho mi sonrisa solo para fastidiarla.
—Bien por ti— claro que sí. —¿Y qué hago yo? ¿Les toco el violín?
—Buena idea. ¿Cuánto cobras la hora?
Nina enfurece, se nota en sus orejas rojas y el dedo medio que coloca en medio de mi cara.
—Vaffanculo <Vete a la mierda>
Siguiendo en la acera, a lo lejos leo el enorme letrero con letras amarillas, Play Park.
Nina se queda quieta igual que yo. —Mátame ya.
—Será un placer.
Mis hombros se tensan al oír a otras personas por sorpresa, entre ellos, mi loca.
Harriet pide disculpas por su amiga mientras la reprende con los ojos. No me canso de verla molesta, conmigo o con otros se ve sexy.
—¿Alguien me dice quien la invito?
—Sky, te lo acabo de explicar...
Rebuzna. —Niñera para él— me mira con rabia.
Hace unos cuantos meses no me hubiera importado, la hubiera ignorado y seguido con mi vida, quizás hasta hubiera hecho una broma de mal gusto, pero hoy no. Ella es como la hermana de Harriet y sé que se escuchan mutuamente, si la ignoro su enojo crecerá y quien sabe que cosas se dirán en sus ratos de chicas.
—Solo digo que estamos aquí para...
—Oh— Nina apunta hacia la entrada. —¿Hablas de tu parque de juegos?
Sky le muestra una sonrisa falsa y más obvia del mundo.
—Si prefieres un motel no es mi problema.
Nina da un paso hacia ella lo que me hace interferir colocándome en medio.
—Hey— intento mantenerme sereno. —Hai detto che avresti fatto uno sforzo. <Dijiste que ibas a hacer un esfuerzo>
—Con la tua ragazza, non con il suo animale domestico. <Con tu novia, no con su mascota>
Tiene un punto. Miro sobre mi hombro, Harriet se ha llevado a su amiga a un lado y habla con ella. No he podido saludarla como debía. Tengo que acabar con este enfrentamiento, pronto.
—Por favor— pido con el tono más amable que se me es posible.
Ella pone los ojos en blanco. —De acuerdo.
Giro sobre mis talones para encontrarme a una chica que pasa por delante sin vernos.
—¿Ella no va a tirarnos de la montaña rusa o si?— pregunto a la razón de estar aquí.
—¡No!— exclama mi chica. —Pero no se sienten cerca de ella.
—Quiero ver que lo intente— Nina es la siguiente en seguir el camino.
—Te dije que sabía cuidarse sola.
—El problema es que Skyler también— una aclaración que ya he presenciado.
Como dos imanes con la misma carga.
No las dejaré arruinar esta cita... aunque no sea solo nuestra.
—Hola tú— menciono cambiando el tema por completo.
Sonrío y abrazo su cintura.
—¿Qué haces?— pregunta confundida.
—Saludarte como se debe.
Tomo los dos lados de su rostro sintiendo el calor en ellos, sus ojos destellan con mi reflejo puesto en el centro. Tengo su permiso y puedo besarla.
Un beso y soy un niño más en este parque de diversiones.
Mis labios hormiguean con el ligero roce de nuestra piel.
—Tenemos que entrar— susurra. —Nos esperan.
Sonrío. —A donde vayas, ahí estaré.
Harriet toma la iniciativa y no sé cómo exactamente pero logra alzarse lo suficiente para capturar mis labios.
—Te lo compensaré— dice arrastrándome al interior.
Esto sí me gusta.
Tengo que decir cosas parecidas para conseguir de esas compensaciones. Sea lo que sean.
Niños con sus padres, jóvenes y algún que otro adulto llenan el área libre de césped muerto por tanta horda. Numerosas cabezas hacen fila para alguna atracción o un globo de azúcar rosa o azul.
—Ya iba a ir por ustedes— nos dicen cuando llegamos al grupo.
Los amigos de mi chica nos saludan con un movimiento de cabeza, incluso el chico nuevo alias Bryan.
—Caleb— alguien me hace inclinar para recibir un beso en la mejilla.
—Hola Amber.
—Dime que no me equivoque en venir— murmura junto a mí.
Decir la verdad o... decir la verdad.
Sé la historia del porqué está aquí. Alguien quiere unirla con el falso taxista.
—No lo creo— murmuro para ella. Miro a Nina. —Pero quizás ella sí.
De alguna forma es la solitaria chica en un grupo de siete. La mejor amiga de mi chica ignora su presencia hablando con su novio y el nuevo, me siento mal porque la excluyan.
—¿No vino nadie con ella?
—No.
Vino por mí y ahora probablemente pase una no tan agradable tarde que me recordara por varios días.
—Podría pasar un tiempo con ella— frunzo mi entrecejo.
Los planes que se están armando en el grupo son de poca importancia para alguien como yo, estaré de acuerdo si es para pasar el rato. Mi confusión, en cambio, eso si es importante.
—¿Por qué aceptaste?— está más que claro que no quería venir, su postura es rígida y apartada de los demás, igual que yo al ver como mi cita habla con el resto. Lo está dudando.
—No sé— miente.
—Si lo sabes.
Dejo que mueva la cabeza, pensando en si debe decirme o no. Hay algo que decir.
—Paso algo— lo sabía. —Durante las vacaciones viaje con Kate...— un poco más y olvidaba que tenía una hermana malvada. —Un cambio de aire, ya sabes...
No he sido de las personas que puedan viajar porque mi vida presente problemas, pero recuerdo que este grupo no es como yo.
—Hubo un chico, salimos y una cosa llevo a la otra...— sonrío ampliamente, esto se torna interesante. —¡No pongas esa cara!
Ahogo una carcajada sabiendo como el grupo de amigos voltean a vernos. Harriet es quien hace un gesto de confusión.
¿Mi loca está celosa?
—¿Crees que nos oyeron?
—¿Importa?— cuestiono, interesado. Ella pone una cara extraña. —¿Qué te preocupa?
—Ve con tu novia— abro la boca, ofendido porque justo en esta parte de la historia decida hacer un alto. Antes de poder decir algo entiendo por qué lo dice.
Entretenerme con Amber había hecho que Harriet empezara a hablar con su viejo amigo. Un cambio de parejas que no me gusta para nada.
—Quiero la historia completa— estoy seguro de que hay más. —Pero será para otro momento.
Amber mueve su pequeña cabeza rubia.
Respiro hondo fijándome en que solo quedamos nosotros. Pongo una sonrisa digna para el amigo de mi chica, una que diga desaparece, lejos muy lejos.
—¿Dónde están los demás?
No es que me importe, pero algo tengo que decir.
—Sky y Justin fueron por los boletos y Nina...— no está. —Estaba aquí...
Intensifico mis sentidos, debería poder encontrarla, unos ojos esmeraldas que me miren intensamente. Vigilándome.
Increíble, no la veo.
—Listo— una chica del casi mismo tamaño que Harriet se acerca despampanante. —diez para ustedes— hace entrega de una tira de pequeños tickets amarillos al invitado. —otros diez para...
Sky observa a Harriet y también a mí, me hace una mueca de desagrado y elige entregárselo a ella.
—¿Y la chacha?— pregunta con fastidio.
Me caía bien Sky como aliada, pero tengo que admitir que Sky como enemiga me agrada más.
—Déjame adivinar, se dio cuenta que no sumaba por aquí y se fue.
—Aunque estoy segura que eso te encantaría...— la voz de Nina hace que una pizca de diversión se encienda en mí. —No vivo para verte feliz.
Disimulo mi festejo interno, Justin no tiene pena en carcajear y el nuevo integrante del equipo de los guerreros prefiere tocar su nariz sin dejar de ver la escena.
La amiga de mi chica endurece la mandíbula queriendo extinguirla con los ojos. Nina dará batalla, siempre
Diría algo que pudiera ayudar, pero el chico que llega a su lado es lo suficientemente distractor para todos.
—Hola.
—Amigo— Justin y el otro jugador son los primeros en saludarlo.
—Archie— saludan las chicas.
—Gracias— me habla Nina.
—Yo no dije nada.
—Exacto— parpadeo entendiendo a lo que se refiere.
¿Está molesta conmigo?
No logro detenerla pues jala de su nueva cita para ponerlo entre nosotros.
—Espero que no les importe. Archie estaba por aquí.
Todos sabemos que no podemos negarnos, ha conseguido una pareja que resulta ser amigo de casi todos aquí. Además, gracias a ella ahora somos un grupo que vuelve a ser par. Todo señala que Nina no ha perdido el tiempo.
El primer juego está expuesto, son unas máquinas tan antiguas y tradicionales en este tipo de atracciones.
Dos mesas. Cuatro equipos.
—¡Muévelo!— grita Sky desde la mesa del costado. —¡Derecha!
Tiro y atrapo la pequeña pelotita de nuestra mesa, el enfrentamiento de los otros equipos ha empezado hace solo unos minutos.
—Espero no intimidarte en este juego— dice de modo altivo mi rival.
—¿Lo dices porque juegas en el campo?
¿O me hackeaste el teléfono?
No puedo decirlo, pero si pensarlo.
—Te recuerdo que esto es futbol de mesa...— coloco la pelota en la entrada del agujero del tablero. —Y yo soy bueno con las manos.
Nina toma dos manojos de las varillas de su lado. —smettila di vantarti. <Deja de alardear>
Me encojo de hombros y veo sobre el. —Cuando tú ordenes.
Harriet pasa de mirar a los otros a mí. Ella dirá cuando.
—Me salen canas— se queja la chica con la que llegue, aburrida por tener que esperar.
Una afirmación llega a mis oídos al mismo tiempo que empujo el pequeño balón. Mis manos sostienen dos controles, uno de ellos la portería de muñecos pintados de madera.
La pelota queda entre el campo derecho, las chicas tienen una lucha entre sus jugadores. Mi chica empuja y jala la varilla metálica, quiere anotar y me sorprende lo ágil que se ve en este tipo de juego.
—¡Aah!
El mini balón viaja por la mesa, pasa por Archie y es momento de proteger el agujero de anotación de mi equipo. Mi brazo izquierdo se tensa al verlo sonreír a punto de obligar a golpear como un penal.
—¡Bien!
Él anota.
Miro a mi loca, tiene una mueca al ver como Nina recibe los cinco de Archie.
—Era el calentamiento— me remango la camiseta hasta los codos.
—Aquí va— avisa él.
Esta vez el balón rebota en la mesa y logro golpearlo con fuerza, Nina se pone en alerta al estar en su zona y Harriet hace unos movimientos de muñecas en busca de una victoria. La varilla gira y se mueve de arriba a abajo hasta que un solo tiro logra acabar la segunda partida.
¡Sí!
—¡Bien!— salta de emoción.
Sus mejillas se amoldan y sus pequeñas manos se unen en su pecho. Adorable. Hermosa.
—Bien hecho, loca.
—Sigamos— pide la otra chica de nuestra mesa.
Otra partida da inicio y la atención vuelve a estar en la mesa rectangular, la velocidad de nuestras manos lo es todo para este juego.
—¡Lo dejaste pasar!— gritan a lado.
Mi concentración se desvía, pero no por la pareja.
—Loca, no me dejes solo— tomo el manojo que le pertenece encima de sus dedos.
Percibo su diminuto nerviosismo, suficiente para hacerme sonreír.
Seis partidas más tarde y mis dedos empiezan a sudar.
—¿Acabaron?— Archie se distrae y yo aprovecho en avanzar.
—¡Ojos en la mesa!— chilla su cita.
Mi hermosa cita hace lo mismo que yo y con un golpe ponemos fin a esto.
—Ahora sí— comunico felizmente victorioso.
—Vayamos a algo más divertido— sugiere una poca divertida Sky.
—¿Disparos?— apunta Ryan a la carpa más cercana.
—Aburrido— abuchea la misma.
—¿Las sillas voladoras?— dice Amber.
Sky hace una mueca.
—No me digas— dice Nina con los brazos cruzados. —¿Temes despeinarte?
Puedo oír como alguien gruñe, tomo el tiempo para sostener a mi chica de la cintura y colocarme detrás de ella, puedo ver a todos desde aquí.
—Tengo una mejor idea— su novio entra en el debate. —La casa del terror.
Las ocho cabezas volteamos hacia la enorme carpa oscura, hay un solo letrero en la parte de arriba. No tiene nada tenebroso pero la mayoría manda por lo que basta para ir hacia los muñecos colgados.
—¿Miedo a la oscuridad?— escucho la conversación de Archie y Nina.
—Por favor, eso es para nenitas de papis.
Los mejores amigos de Harriet hacen entrega de sus tickets en el ingreso, un hombre vestido de mago.
—¿Quieres entrar?— pregunto a mi loca.
—Claro— esucho pero veo algo distinto.
—¿Segura? Podemos ir a ver otras cosas.
—No tengo miedo— alzo las cejas.
—No dije que lo tuvieras— sus mejillas se ponen rojas al darse cuenta. —Tenemos a alguien adelante y atrás.
—Caleb— volteo. —Nosotros no entraremos.
El nuevo y Amber dan un paso atrás. No sé que está pasando entre ellos, pero sé que apenas se conocen y ella tiene una cara algo triste.
—Mi hermana necesita dinero y tengo que ir a buscarla.
—¿MJ está aquí?— él asiente.
Frunzo mi ceño sin dejar de ver a la rubia. Algo le pasa, hace un momento la vi jugando y estaba sonriendo.
—Voy a acompañarlo. Los vemos a la salida— no me deja preguntar. Ella lo arrastra del brazo, es la segunda vez que lo hace.
Vuelvo a ver a la chica, responsable de que viniera. Entrelazo mis dedos con los suyos, no voy a dejarla sola.
—No te alejes de mí.
No soy de las personas que se asustan, pero puedo vagar en mis recuerdos para saber que mi chica sí. La cita que tenía en el cine con su exnovio me recuerda las veces que la atrape cerrando los ojos y encogiéndose en el asiento, sus pasmos eran frecuentes con la pareja de investigadores de fenómenos paranormales.
Esa noche me quedé a su lado, fingiendo dormir y pensando que el cine no se veía tan aburrido con ella.
Cada nuevo paso es menos luz y un sonido espeluznante que se hace más fuerte. Las paredes tienen telaraña y simulan un túnel de un solo camino, no hay mucho espacio. Hay algunos muñecos colgados en las paredes, con ropa ensangrentada.
—¡Merda!.<Mierda>.
Sostengo de ella. —¿Esa fue Nina? ¿Dónde están? No la veo.
Todo está muy oscuro y no nos esperaron.
—Tranquila— si fue ella. Nadie más habla italiano por aquí. —Debió pisar algo.
Harriet mira a los lados, tiene miedo. Aun así, es muy valiente como para no continuar.
—¡Joder!— una marioneta cae desde el techo.
—Solo es un juguete— le muevo los pies de madera.
El niño que no podía mentir con los ojos llenos de sangre.
—No lo esperaba— las risas macabras se oyen desde los altavoces.
A continuación, un sonido de un motor se escucha, no es cualquier motor, es una motosierra. Mi chica toma una bocana de aire dejando su cuerpo petrificado, presa de miedo.
—Solo es el sonido— quiero calmarla. —Un sonido que... — miro atrás. Se hace más fuerte.
—Caleb... — la veo, se ve asustada.
—Recuerda que solo es una atracción— no es real.
—Voy por ustedes— resuena una voz gruesa.
Un faro se enciende por donde antes estuvimos, hay un hombre grande claramente disfrazado de un personaje de Halloween aparece con el mismo artefacto con el que asesina a sus víctimas. Todo su mandil lleva sangre y su máscara es un buen intento de copia.
—Solo es un hombre disfrazado — refuerzo nuestro agarre. —No mires atrás.
Tomo su mano y la obligo a andar adelante para que no pueda ver lo que sucede. Lo siguiente que aparece es una vitrina de un lado, un cuarto donde un supuesto doctor está con su paciente.
—Oh dios— lleva sus manos a su rostro. Hago una mueca de asco al ver como un maniquí es abierto, esos deben ser intestinos falsos.
Cuando quiero decirle que siga unos horribles chirridos de rasguños me provocan un dolor intenso en la frente. Es algo afilado.
—Uno, dos, tres, cuatro,... —se oyen a unos niños cantar.
Mi chica mira al frente, han apagado las luces del túnel y la vitrina médica, sostengo sus caderas y achico los ojos para intentar ver algo. La típica risa de alguien llamado Freddy se oye cerca. Los pasos de alguien aparecen.
—Ven— tiro de su jean, la hago girar y la protejo con mi cuerpo.
Si es lo que pienso, esto hará que grite.
Un tercer disfrazado aparece con una camiseta de rayas y unos dedos de navajas. Su rostro es muy similar de los comics. Es un buen trabajo de maquillaje. Mueve la cabeza fijándose en la chica que intento cubrir.
—Que linda— su comentario logra fastidiarme, eso no es parte de su trabajo.
—¿Eso es parte de tu guion?— cuestiono enarcando una ceja.
Su risa me hace endurecer la quijada. Harriet se remueve, pero no dejo que saque la cabeza de mi pecho.
La piel falsa que simulan ser quemaduras me causa algo en el estómago. No obstante, mis reflejos actúan cuando uno de sus navajas se acercan a querer tocarla.
—Ni lo intentes— coloco mi mano para que eso no pase.
No me importa si esas cosas afiladas son reales. No va a tocarla.
—Tranquilo chico, es parte del paseo— intensifico mi mirada.
La guerra entre miradas se mantiene como si la persona fuera alguien normal y no estuviera con manchas de sangre o una piel falsa sobre él.
El disfrazado lo entiende, se le borra la sonrisa y me hace un saludo con sus navajas. Regresa a la oscuridad.
— ¿Se fue?— ya no veo nada de esto divertido.
Una luz apenas logra alumbrar el túnel de nuevo. Es un maldito laberinto con escondites de idiotas disfrazados.
¿Quién diablos los contrato?
—Caleb... — sus suaves dedos toman mi mano. Basta con verla para aliviar mi mal humor.
—¿Sí?
Ella ladea la cabeza. —Quiero salir de aquí.
Entonces me doy cuenta de algo. Puede que no la viera por meses, pero nada ha cambiado. Rompería los huesos a cualquiera que intentara hacerle un daño, pero también iría al infierno si ella me lo pidiera.
Por ella. Mi chica. Mi loca.
180822✨
¿Quién más visito una casa del terror?
Esta cita acaba de empezar - Parte 1/2
Próximo capítulo: Te perdono
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