Sin salida

MADELINE ORWELL POV

Toda esta maldita situación, me tenía tan jodidamente estresada.

Esperaba tener un reencuentro bonito con Alexandra, pero ese maldito imbécil, me arruinó los planes.

Pero, eventualmente, pude tener una cita relajada, con Alexandra en el bosque. 

—¿Cómo te sientes, Madeline? Escuché que no te has alimentado como es debido —me dijo Alexandra, con una expresión de total preocupación.
 
—No te preocupes, estaré bien —respondí con una cálida sonrisa.

—Sé que ustedes, los vampiros, si no se alimentan bien, se debilitan... —dijo ella aún más preocupada. —Es por eso que yo...

Sé que las intenciones de Alexandra, son buenas. Pero no quisiera lastimarla, por perder el control.

—Entiendo tus intenciones, pero no te preocupes —le dije, acariciando su cabello anaranjado—. Voy a estar bien.

—¡Eso dices! Pero... No quiero verte mal... Cuando puedo hacer algo para evitarlo.

—Alexandra... —no pude pronunciar ni una sola palabra, al ver su cuello descubierto.

Es verdad que no me he alimentado bien, en estos días. Pero jamás pensé que me iba a pegar tan fuerte.

Pues cuando dos parejas predestinadas están juntas, es aún más imposible el deseo de resistirse.

Sin embargo... No quiero ser como una especie de bestia, que pierde el control y, mucho menos quiero lastimar a Alexandra.

—Puedo... Buscar algo —sugerí.

—Pero... Yo... —Alexandra, intentó decir algo más, pero no pudo, apretó los puños y me miró completamente ruborizada hacia los ojos y dijo: —Como soy tu pareja predestinada... no puedo evitar querer ayudarte. Es por eso, que... Aunque sea solo por esta vez... Podrías hacerlo...

La miré a los ojos directamente, y ella desvío la mirada. Podía sentir su nerviosismo. Y sobre todo, los latidos fuertes y rápidos de su corazón.

Me acerque a ella lentamente, y cerré los ojos, apegando su cálido cuerpo, contra mi cuerpo frío. Formando así, un abrazo.

—No he bebido de ningún otro humano, desde que ella se fue —confesé. —Por eso tenía mis dudas... Y sobre todo, porque no te quiero lastimar por todo el tiempo que he pasado sin beber directamente de algún humano. Tú no eres cualquier persona, Alexandra —agregué, besando su frente. Ella, y sus latidos rápidos, me recorrobaron la teoría, de que ella estaba muy nerviosa—. Yo... No quiero lastimarte, eres lo más valioso que tengo... Alexandra, eres la luz que ilumina mi vida. No puedo hacerlo...

Alexandra me correspondió el abrazo, mientras que yo la seguí arropando con la frialdad que proporciona mi cuerpo. Ella, se aferró a mi espalda. Y entonces... Me separé lentamente de ella, y con una suavidad, impropia de mi, la bese.

Bese sus dulces labios rosados, y ella, tardo en corresponder por la sorpresa.

Y cuando me separé de ella, volví a sentir a mi corazón latir.

Me he vuelto a enamorar. Aún y cuando creía, que sería imposible.

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