Recuerdos

MADELINE ORWELL POV

Todo estaba oscuro.

Abrí los ojos lentamente, mientras sentía como parpadeaba una luz en la oscuridad. El aire estaba frío y húmedo, pero no me molestaba. Y fue entonces que un olor a tierra mojada invadió mis sentidos. Intenté moverme, pero una sensación de opresión me mantuvo inmóvil.

—¿Dónde estoy...? —murmuré debilmente.

El último recuerdo que tengo es haber visto a Alexandra....

Posteriormente, más recuerdos invadieron mi mente y recordé, a Elvira y a mi, enfrentándonos al maldito de Vlad y sus secuaces. Pero ahora, todo es tan confuso. Estoy sola, en un lugar desconocido, y un temor creciente comenzó a apoderarse de mí.

Luché por mantener la calma y concentrarme, mientras me preguntaba a mi misma: ¿Cómo demonios había llegado hasta aquí? ¿Y por qué todo había salido tan jodidamente mal?

Pero de repente, un leve sonido de pasos llamó mi atención. Me incorporé con esfuerzo, tratando de distinguir algo en la oscuridad.

—¿Quién está ahí? —dije, intentando sonar más firme de lo que me sentía.

Una figura emergió de las sombras, avanzando lentamente hacia mí. Mi corazón latía con fuerza mientras reconocía la silueta.

—¿Alexandra...? —susurré con esperanza.

Pero algo no estaba bien. La figura se acercó lo suficiente para que pudiera ver sus ojos, y en ellos no encontré el consuelo que buscaba. Eran fríos y vacíos, como si no me reconocieran.

—Madeline... —dijo Alexandra pero su tono de voz era distante, casi mecánico.

—¡Alexandra! —dije, tratando de acercarme más, pero una barrera invisible me detuvo.

La confusión y el pánico aumentaban. ¿Qué carajos esta pasando? ¿Por qué no puedo alcanzarla?

—No es real... —murmuró una voz detrás de mi.

Me giré bruscamente y vi a Elvira, con su varita en alto, mientras tenía una expresión de preocupación profunda en su rostro.

—Madeline, esto es una trampa. No es la verdadera Alexandra —dijo, acercándose con cautela.

Miré de nuevo a la figura frente a mí, y la verdad comenzó a asentarse en mi mente. Vlad, ese maldito hijo de puta, había mencionado algo sobre ilusiones... ¿Podría ser esto parte de su plan?

—¿¡Dónde está Alexandra!? —grité, sintiendo una mezcla de ira y desesperación.

Elvira se acercó y me tomó del brazo

—No lo sé, pero tenemos que salir de aquí y encontrarla. Esto es solo el comienzo de sus juegos.

Asentí, tratando de reunir fuerzas. Tenía que ser fuerte, no solo por mí, sino por Alexandra. No importaba cuántas trampas y obstáculos nos ponga el hijo de perra de Vlad, yo la encontraré.

Mientras Elvira comenzaba a conjurar un hechizo de salida, mi mente se centró en un solo pensamiento: salvar a Alexandra, sin importar el costo.

Aunque todo estaba oscuro, en mi corazón, la llama de la esperanza seguía ardiendo con fuerza.

Te encontraré, Alexandra.

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