Encuentro
Nunca te pones a pensar, en como será realmente tu vida, tras haberte mudado. Te das ideas, y escenarios, pero jamás llegas ni a la mitad de lo que sucederá.
Y eso es precisamente lo que me paso.
Llegue al pueblo Hellwond, en un día lluvioso. Tras haberme mudado desde Portland.
Mi padre, quien desearia que no lo fuera, no era más que un alcohólico y borracho señor, que se gastaba todo el dinero de mi mamá en cervezas y más jodidas cervezas.
Todo... Era una mierda
Pero no todo era malo. Habían cosas buenas dentro de la tormenta.
Lunes. 6:00 AM.
Hoy es mi primer día de clases. No sé como me va a ir, pero estoy jodidamente nerviosa...
Camine hacia el aula, sintiendo una presión en el pecho. Y cuando llegue finalmente a mi aula asignado. Espere lo peor. »la presentación«.
—¿Y usted quién es? —cuestionó el profesor.
—Soy... —sentí que la maldita voz se me iba—. Alexandra Collins. Y vengo de Portland.
—¿Portland? Meh, siéntese y no hable más de lo necesario. Ahora regreso.
No quería causar problemas en el primer dia de clases, así que, a regañadientes asenti, y me senté en un lugar vacío.
Pero, oh sorpresa, habia un maldito problema.
—Nadie se sienta aquí a menos de que yo lo quiera —sentenció esa persona.
—El pupitre es libre, no veo que tenga tu nombre —me quejé.
Y entonces coloco sus piernas alrededor del pupitre. En una posición como... Toda una badgirl.
—¿Y? —repuso ella mirándome desafiante—. ¿Necesitas que te saque a patadas?
La ira me invadió, pero no pude hacer nada para cerrarle la puta boca.
—¡Siéntate acá, muñeca! —escuche como lo decia un maldito lujorioso, a una cierta distancia considerable desde donde yo estaba.
—Vete a la mierda —farfulle y me busque otro lugar para evitar problemas.
***
Las clases transcurrieron de mala manera, y cuando se llego el recreo, pues al no conocer a nadie, me estaba pasando factura.
Me acerque a un grupo de chicas, que parecían amables. Y les pregunte:
—Hola, ¿puedo ir con ustedes?
—No te lo tomes a mal, pero no estas a nuestro nivel —respondió una chica rubia.
—Si, eres inferior a nosotras. —le siguió otra chica de cabello anaranjado. —Simplemente basta con verte la vestimenta, para saber que eres una maldita pobretona —senteció la chica de cabello anranjado.
—¿Dicen que inferior? ¿Y ustedes qué son? ¿Las reinas acaso? —repuse molesta. —Las inferiores son ustedes. Por denigrar y humillar a los demás y...
—¡Eres una maldita estúpida! ¡¿Cómo te atreves a hablarnos así?! —farfullo la chica rubia, alzo su mano dispusta a cachetearme. Pero...
—Seria de mala educación que arruinaran este rostro tan lindo —dijo un chico que salió de la nada, agarrando la mano de esa chica rubia. —¿No lo creen, señoritas?
—¡Es Jaxson! —habló la chica de cabello anaranjado.
—¡Discúlpame Jax! —respondió la rubia apenada. —Es solo que esta segundona, creyo que podia juntarse con nosotras. Tenía que ponerla en su lugar.
La mire con mala cara y me defendi.
—¡¿A quién demonios llamas segundona?!
—¡A ti, maldita zorra!
—Ya, ya —dijo el tal Jaxson, soltando la mano blanquecina de esa chica rubia. —Yo me encargaré de ella. Nos vemos luego.
Y sin mas, me cogió del brazo, y me saco del salón.
¿Y este quién demonios se cree?
—¡Suéltame! ¡Me haces daño! ¡Y ni siquiera te conozco! —reprendí.
—Shhh —él me dijo, muy cerca mío. —Como te salve de ellas, ahora me debes un favor.
—¿Un favor? —repuse incrédula—. Yo nunca te lo pedi.
—Cariño, asi funcionan las cosas aquí... —canturreo muy feliz, y con la voz divertida. —Es dar y recibir, pero como estoy de buenas, lo que te voy a pedir es algo muy fácil... Sal conmigo.
Abrí los ojos perpleja.
—Vas de principe salvando a una damisela, pero yo no queria ser salvada. Yo sola podía. Y...
—¿Asi que me estas rechazando? —me interrumpió. Sus ojos se tornaron oscuros y sombríos.
—¡Pues si! —contesté sin humor. —Yo no soy ninguna damisela en peligro a la que salvar, y tampoco creas que me puedes chantajear a tu gusto.
—Te arrepentirás. —senteció antes de irse.
Será que... ¿Me equivoqué al decirle todo eso?
Oh, mierda.
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